Cumbre Trump – Kim Jong-un Un acuerdo contra los pueblos

El pasado 12 de junio se reunieron en Singapur el presidente de EEUU y el primer ministro de Corea del Norte y como resultado de la cumbre se llegaron a acuerdos para desnuclearizar la península y reducir la creciente agresión militar yanqui hacia Corea. El resultado del encuentro abrió una importante gama de opiniones disimiles, desde los que opinan que ha sido un hecho histórico para la paz en la región, a los que opinamos que nada bueno para el pueblo coreano va a surgir de este acercamiento entre el imperialismo más agresivo del mundo y la dictadura sanguinaria de Kim.


Un espectacular show se montó en Singapur, con fuertes apretones de manos entre dirigentes que hasta hace poco amenazaban con descargar su arsenal nuclear para detener la política del otro. Luego de haber superando varios traspiés, como las declaraciones del asesor de seguridad nacional yanqui John Bolton, que comparó el modelo de desnuclearización que se pretende para Corea con el realizado con el régimen de Kadafi -el dictador libio que murió a manos de una reacción popular- y que puso en crisis la realización de la cumbre.


Distintos medios de comunicación de sectores del imperialismo contrarios al gobiern norteamericano se han horrorizado de estos apretones de mano con un archienemigo, en la misma semana que Trump maltrataba al presidente canadiense Justin Trudeau y pateaba el tablero a sus tradicionales aliados imperialistas del G7. En los mismos días en que rompió el acuerdo con Irán y en medio de una guerra comercial que acaba de descargar 50.000 millones de dólares en aranceles anuales sobre los productos chinos, aparte de las restricciones arancelarias sobre el acero y el aluminio que afectan a Europa y sus socios del NAFTA (México y Canadá).

Horrorizados y críticos frente a un acuerdo que, más allá del compromiso concreto de suspender (por ahora) los ejercicios militares imperialistas conjuntos con el gobierno de Corea del Sur, que todos los años ensayan una invasión a Corea del Norte, tiene un compromiso incierto de desarme por parte de Corea del Norte (si lo comparamos con el riguroso acuerdo de no proliferación nuclear que Trump acaba de romper con Irán).


Critican también, con un alto grado de cinismo para aquellos que se callan la boca frente a muchos dictadores en el mundo, que la cumbre ha relegitimado a una dictadura sangrienta hasta ahora hostil a los intereses norteamericanos, al cual encima se ha invitado a visitar los EEUU. Un buen muchacho según los cariños de Trump que ha sostenido “que enfrenta situaciones muy difíciles”.


Parece el reino del revés, donde los liberales y demócratas supuestamente amantes de la paz, enemigos de las posiciones guerreristas de Donald Trump, ahora cambiarían sus papeles y se hacen partidarios de continuar con una mayor presión militar, mientras el mandatario norteamericano coquetea con la paloma de la paz, argumentando entre otras cosas que el despliegue militar norteamericano en la península es muy costoso. En ese sentido Trump declaró:“que Corea del Norte ya no es una amenaza nuclear”, aunque por las dudas Mike Pompeo, ex jefe de la CIA y actual Secretario de Estado, también señaló en la reunión que tuvo con sus pares de  Corea del Sur y Japón después de la cumbre, que no van a ceder con las sanciones económicas antes que Corea del Norte se desarme completamente.


Intentando separar la paja del trigo, y sin apoyar los motivos y las políticas contrarrevolucionarias de esta cumbre, podemos afirmar que el hecho de que el imperialismo haya tenido que aflojar la presión militar sobre el pueblo norcoreano, es un triunfo de la resistencia de este pueblo que impidió a los yanquis seguir escalando con su presión guerrerista.


Y podemos compartir la sensación de alivio de los pueblos del norte y sur de Corea, amenazados constantemente por el imperialismo de desatar un conflicto nuclear en su territorio, más allá que esto por el momento no estuviera planteado de manera inmediata. El enfrentamiento al régimen de Kim, le ha servido a los yanquis para desplegar un dispositivo militar sin precedentes en la región. Existen 30.000 soldados estadounidenses en Corea del Sur y nunca se firmó la paz desde la guerra de liberación de 1950-53.

El pragmatismo imperialista

El imperialismo yanqui y las multinacionales que sostienen al gobierno de Trump están lanzadas a rescatar del mundo capitalista una mayor cuota de plusvalía, sea aumentando la superexplotación de los trabajadores y los pueblos, como avanzando y disputando porciones importantes de esta torta que hasta ahora beneficiaban a otras potencias o países imperialistas. Este es el centro de los fuertes roces o rupturas con viejos acuerdos y aliados, de la llamada “guerra comercial”. Sea con China, con los países del UE, o con México y Canadá.


No puede entenderse este giro táctico hacia la dictadura norcoreana sin tomar en cuenta la política de otros actores fundamentales: la burocracia china y el actual gobierno capitalista de surcorea.


El régimen de Kim no hubiera podido soportar las presiones y sanciones imperialistas sin contar con el apoyo político y económico de la burocracia china, que ante la presión norteamericana llegó incluso a avalar en la ONU algunas de las sanciones descargadas sobre Corea del Norte, aunque nunca cortó su asistencia en forma completa como Trump pretendía.


Corea del Norte como aliado del gobierno chino, fungía como una primera línea de contención frente a la avanzada del imperialismo en esta zona del Pacífico, en la que cuenta con bases y su flota más poderosa, el apoyo de Japón, de tropas y material bélico estacionados en Corea del Sur. Por eso, los chinos para sostener a la dictadura de este país pobre, cuya burocracia gobernante goza de enormes privilegios y gasta gran parte de su presupuesto en el desarrollo de un importante arsenal militar, le han comprado hasta materias primas que abundan en su territorio, entre otras concesiones.


Trump desde el inicio de su mandato ha presionado al gobierno chino para que utilice su posición para obligar al régimen de Kim a ceder. De hecho antes de concretarse esta cumbre Kim Jong-un viajó dos veces a entrevistarse con el presidente chino Xi Jinping.


Según señalan analistas internacionales, el gobierno chino habría convencido a la diplomacia norteamericana de variar su presión militar constante en la búsqueda de un desarme total, por el objetivo inmediato de que el régimen coreano congele su avance en el terreno nuclear y misilístico.


Como parte de este cambio, el imperialismo pactaría con Kim favorecer una era de “cooperación” económica y política destinada a favorecer inversiones imperialistas. Siguiendo el ejemplo de las “zonas especiales”, donde la mano de obra barata norcoreana representa un pingüe negocio para las empresas surcoreanas y las multinacionales.


Corea del Norte es un país donde las conquistas de las nacionalizaciones del primer periodo revolucionario y que dieron origen a un estado obrero burocrático, han dejado paso a una economía profundamente penetrada por los mecanismos capitalistas y donde un importante sector de la población está comprometida en negocios privados como patrón o empleador.


A las inversiones de los empresarios surcoreanos en los emprendimientos fronterizos, la desregulación creciente para la inversión de capitales privados ha desarrollado un pujante negocio de la construcción e inmobiliario. La casta burocrática norcoreana es beneficiaria de este modelo y candidata a cumplir el mismo rol de la burocracia china en la penetración capitalista del país.


Existe una gran disputa por el reparto mundial de la ganancia. China como gran potencia de la región diseña un plan de expansión imperialista conocido como la “ruta de la seda”, frente al cual los yanquis disputan Corea, con el objetivo de que se convierta en una dictadura burocrática capitalista afín a sus intereses.

Los logros de Moon Jae-in

El presidente de Corea del Sur es el otro artífice fundamental de esta cumbre. La diplomacia “olímpica”, en el cual se expresó el actual descongelamiento de las relaciones entre las dos Coreas, fueron el comienzo del camino que llevó a esta cumbre, que no tiene nada de improvisada como algunos medios imperialistas adversos pretenden pintar.
Desde el comienzo de su mandato en mayo del año pasado, el “popular” Moon, presidente de un país aliado incondicional de EEUU, viene sosteniendo la necesidad de una táctica distinta al enfrentamiento que implemento Trump hasta antes de la cumbre, que favoreciera los negocios crecientes de la burguesía surcoreana. Esta cumbre es una conquista de su política y de su plan de negocios.

Por la descolonización y la autodeterminación del pueblo coreano

Pese al cambio táctico en la política de Trump su objetivo final no ha cambiado: avanzar en la penetración de los intereses yanquis en esta región del Pacifico. La presión militar y las sanciones económicas pegaron sobre la burocracia norcoreana, la debilitaron y prepararon el terreno para que esta vea con beneplácito ser socia de la penetración de las empresas imperialistas en su territorio. Se encamina así un acuerdo contrarrevolucionario para explotar con más fuerza a los trabajadores y recursos naturales del país.


En tanto no hay fecha para el fin de las sanciones económicas, ni nada discutido sobre los miles de soldados yanquis en territorio de Corea del Sur, ni mucho menos sobre la presencia de la armada yanqui en la región.
Por eso una verdadera paz, la unidad del dividido por el imperialismo pueblomcoreano, la descolonización del país, solo podrán lograrse si se respeta el derecho a su autodeterminación, se retiran todas las tropas y militares yanquis de la península, se eliminan todas las sanciones internacionales que pesan sobre Corea del Norte y el pueblo coreano recupera su derecho a decidir democráticamente sobre su destino. Algo que solo podrá lograr peleando contra el imperialismo yanqui, la dictadura de Kim, el gobierno capitalista de Corea del Sur y la injerencia de la burocracia china en el país.


Desde Anticapitalistas en Red, no ponemos ninguna confianza en los resultados y acuerdos de este encuentro, los denunciamos y llamamos a los pueblos del mundo a defender el derecho a la autodeterminación del pueblo coreano, exigimos el inmediato cese de sanciones sobre Corea del Norte y el retiro inmediato de las tropas imperialistas.

Gustavo Giménez