Elecciones en Brasil: Entre la proscripción y la crisis

El próximo 7 de octubre se realizarán las elecciones nacionales en Brasil. Lula, que era el candidato con mayor intención de voto, se encuentra preso y la justicia acaba de dejarlo fuera de carrera electoral. El real sufrió una nueva devaluación en las últimas semanas como reflejo de la crisis de los países emergentes y de la inestabilidad política local. Con Lula fuera de la elección,  los candidatos “potables” para la burguesía brasilera no logran repunta en las encuestas.

El Tribunal Superior Electoral ha dejado fuera de la carrera electoral al ex presidente Lula, con el argumento de que debe respetarse la ley de “ficha limpia” promovida por el dirigente petista por la cual está impedido de candidatearse al tener condena firme en segunda instancia.Las próximas elecciones brasileras en las que se pondrá en juego la presidencia, un tercio de la Cámara de Senadores, la totalidad de la Cámara de Diputados y más de 1.000 legisladores estaduales, serán las más imprevisibles y antidemocráticas de toda la historia del gigante sudamericano.

Lula ha sido condenado a 12 años de cárcel por, según sostienen dos empresarios “arrepentidos”, haber aceptado coimas cuando era presidente. Se haya preso desde el 7 de abril en la cárcel de Curitiba. Luego de un proceso judicial viciado de ilegitimidad armado con pruebas circunstanciales, en el que la Justicia está siendo utilizada para proscribirlo e impedir el retorno del PT al poder. Frente a esta proscripción el PT ha apelado ante el Supremo Tribunal Federal (STF) con el objetivo de que, aunque su fallo resulte igualmente desfavorable, pueda mantenerse la figura del ex presidente en el centro del debate electoral el mayor tiempo posible.

El último fallo del tribunal electoral le da al PT diez días para cambiar el candidato, que seguramente será su nominado a vicepresidente, el ex alcalde de San Pablo y ministro de educación petista, Fernando Haddad. Hasta que no lo haga no podrá utilizar la propaganda televisiva gratuita de la que gozan los otros candidatos.

Pese a todas estas maniobras, todo el plan anti democrático de la gran burguesía brasilera que apostó a desplazar a la ex presidenta por el PT Dilma Rousseff, para aplicar un plan de ajuste aún más brutal que el que ella estaba implementando; que entronizó al corrupto Michel Temer en la presidencia para aplicar las tercerizaciones, la reforma laboral y previsional, a fin de generar un mayor margen de ganancias para la burguesía, parece fracasar.

Según datos de encuestas publicadas por Folha de San Pablo el 21 y 22 de agosto, la detención de Lula lejos de achicar su aceptación la había hecho crecer. Llego a tener el 39 % de la intención de voto y también venía subiendo la aceptación del PT, remontando su desaprobación más pronunciada en medio de la crisis de Dilma. La táctica del PT ha sido mantener la candidatura de Lula todo el tiempo posible para luego lanzar al ex ministro de educación a sostener el terreno conquistado.

 Uno de los interrogantes que se abren es si Haddad puede arrastrar todo ese caudal de votos para su posible candidatura. En principio y pese a los flojos guarismos iniciales de esta figura no muy conocida cuando Lula estaba todavía en carrera, nuevos sondeos indican que podría llegar hasta un 30%. En Brasil algunos recuerdan la votación que ganó el general Dutra con los votos de Getulio Vargas en 1945 o el ejemplo de la Argentina del 73 cuando Cámpora gano la presidencial como candidato de un Perón proscripto. Sin embargo es tan grande la crisis que las opiniones sobre las cifras definitivas de este trasvasamiento de votos están divididas.

Hasta que se produjera la caída de la candidatura de Lula, el candidato que aparecía en segundo lugar, el ultraderechista Jair Bolsonaro del PSL, ahora subiría del 19 al 22 %. Este “Trump” a la brasileña refleja una polarización hacia la derecha de un sector del electorado desencantado con los viejos partidos, pero cuyo crecimiento más allá de los guarismos actuales está cuestionado, dado el enorme rechazo que provocan sus declaraciones y que tomó la decisión de retirarse de los debates presidenciales televisados porque cada vez que polemizaba perdía votantes.

Los otros candidatos  que serían potables para el régimen, que no quiere al PT pero tampoco al imprevisible Bolsonaro, no avanzan lo suficiente por ahora luego de la salida del puntero de la contienda. La tercera, Marina Silva de REDE avanzaría de un 6% a un 16%. Ciro Gomes del PDT (laborismo) subiría del 5 al 10% y el principal candidato del régimen, Geraldo Alckmin del PSDB, que apoyado por un buen número de partidos va a gozar de casi la mitad de la propaganda en televisión, se ubicaría en un cuarto lugar con el 8%. El candidato del presidente Temer del PMDB gobernante, el ministro de economía Henrique Meirelles, ex presidente del Banco Central del gobierno de Lula, apenas alcanzaba el 1% en la primera encuesta y sigue al final de la cola.

Todos estos cambios e incertidumbre sobre el desenlace electoral también crearían crisis en el propio PT entre los sectores decididos a sostener la candidatura de Lula hasta que el Tribunal Superior se expida y los que creen que no hay que perder más tiempo, lanzar definitivamente a Haddad y utilizar todos los recursos televisivos para visualizarlo.

Las encuestas y polémicas en última instancia reflejan un panorama donde lo que predomina es una crisis en la que algunos pronostican que uno de los ganadores de la contienda podría ser el “voto en blanco”.

Una grave crisis política y económica

Los tres gobiernos y medio del PT desaprovecharon una coyuntura excepcional, en la que entraron al país muchas divisas producto del precio de las materias primas en el mercado mundial, para realizar un cambio estructural de la economía y lograr una mayor independencia de los vaivenes del mercado mundial.

Al contrario, los gobiernos petistas sirvieron a las grandes empresas e intereses imperialistas para poner freno al progresivo proceso anti imperialista que se desató en la región luego del Caracazo y que originó procesos que tuvieron fuertes roces y enfrentamientos con el imperialismo. Así lo consigna claramente Clarín, al referirse a Lula, en uno de sus editoriales del 25 de agosto: “…Más bien fue un presidente de izquierda que articuló con Estados Unidos una política para contener al chavismo…”

Producto de esta política el PT fue perdiendo su tradicional base electoral entre los trabajadores y las clases medias progresistas de las ciudades y mudó su influencia hacia los sectores más pobres y marginales del nordeste, a los que acercó con una importante campaña asistencial con características clientelares aprovechando parte de la bonanza del ingreso masivo de divisas al país. Su permanencia y sobrevida entonces no tienen tanto que ver con méritos propios, como con el brutal ataque de Temer y sus aliados a los derechos de los trabajadores y el pueblo brasilero y la falta de una alternativa sólida por izquierda.

Cuando los efectos de la crisis económica mundial desatada en el año 2008 pegaron de lleno sobre las economías “emergentes” en el 2013, el PT en el poder reprimió una rebelión que con la juventud al frente, estalló cuando subieron las tarifas del transporte. A partir de allí se abrió un proceso que deterioró al gobierno de Dilma Rousseff, quien llegó a detentar una bajísima tasa de popularidad de apenas un dígito, luego de ganar su reelección por amplio margen, al aplicar un duro plan de ajuste traicionando todas sus promesas de campaña. Sobre esta crisis se montaron sus aliados políticos, con su vice Temer a la cabeza, para destituirla vía el impeachment (juicio político).

La crisis y decadencia del régimen que acompañaron a las dificultades crecientes de la economía, se manifestaron claramente cuando la operación llamada Lava Jato destapó la trama de coimas y reembolsos a través de la Obra Pública, con que el PT compraba votos en el parlamento y engordaba las cuentas de los grandes empresarios de Brasil. Un escándalo que llevó al dueño de la mega constructora Odebrecht a la cárcel y vía el sistema de “delación premiada” (arrepentidos),  a implicar en una trama de corrupción generalizada a toda la plana de la política local (oficialista y opositora). Ahora se utiliza parte de esa investigación judicial para proscribir a Lula, mientras otros personajes importantes de la política y de la burguesía brasileña esperan largos tiempos para que se concreten los procesos en los que están imputados.

De la mano de Temer la burguesía avanzó sobre derechos importantes de los trabajadores y se preparaba para el asalto al sistema previsional. Pudo hacerlo por la responsabilidad del PT que dirige la principal central sindical, la CUT, la que junto a las otras centrales mayoritarias no hizo lo necesario para que triunfe la resistencia a tales brutales saqueos. En el mismo sentido cuando se libró la orden de detención totalmente injusta y proscriptiva contra Lula, los otrora dirigentes de gran parte del movimiento obrero y sectores populares de Brasil, en vez de llamar al paro general y organizar una fuerte pelea, optaron por lo que Lula dejo bien en claro en su discurso de despedida antes de entregarse, que él es un hombre que respeta los mecanismos del régimen y su justicia.

Así, el giro antidemocrático que está dando el aparato institucional de Brasil, que se manifiesta con claridad en la militarización de Río de Janeiro con la excusa de combatir al narcotráfico y en el asesinato de la concejal del PSOL Marielle Franco, o en la represión de Temer a las protestas contra sus leyes anti obreras, se explica por la creciente polarización que cruza el país y en la necesidad de la burguesía de contar con instrumentos más fieles que el viejo PT para enfrentar al movimiento de masas.  Al servicio de esto no duda en encarcelar, contra lo que opina la ONU o el Papa, a uno de los más fieles integrantes del régimen brasilero.

Pese a las enormes diferencias que tenemos con Lula y el PT, desde “Anticapitalistas en Red” no dudamos un segundo en reclamar su liberación. Su proscripción impide a casi la mitad del pueblo brasilero votar  por el candidato que respeta. Tan grave es este giro bonapartista, que hasta la cúpula del ejército se ha pronunciado por el encarcelamiento de Lula, planteando una inaceptable intervención militar en la vida democrática de Brasil.

La defensa que hemos hecho sobre el derecho de Lula a ser candidato y fundamentalmente del derecho de millones de brasileros a votarlo, no significa ningún respaldo político, ni que consideramos está probada su inocencia en los cargos que se le imputan. El PT junto al resto de los grandes partidos del régimen brasilero son responsables de una enorme trama de corrupción que debe ser investigada y castigada. Esta Justicia parcial se ha demostrado incapaz de realizar esa tarea sin actuar para beneficiar a tal o cual sector del frente patronal e ir contra los más elementales derechos democráticos de millones de brasileros.

Lo que hace falta en Brasil, como en el resto de los países de nuestro continente asolados por enormes casos de corrupción gubernamental-empresaria, es la creación de una comisión investigadora independiente con plenos poderes para establecer la verdad de lo ocurrido y determinar sus responsables. Y una profunda reforma y democratización de la Justicia hoy totalmente funcional a las necesidades del régimen político que sostiene al capitalismo en decadencia de la región.

Los coletazos de la crisis económica internacional, que como consecuencia de la disputa entre Trump y el presidente Recep Erdogan de Turquía,  ha provocado la devaluación récord de la lira turca generando un efecto cascada sobre las economías emergentes que dependen del financiamiento externo. En estos días la Argentina ha sufrido una nueva y brutal corrida cambiaria que ha llevado a una devaluación de más del 30% del peso, que aún no ha encontrado su piso definitivo. El Brasil que sufrió una devaluación de su moneda del 8% durante agosto va a seguir afectado a estos cimbronazos que pueden afectar el proceso electoral en curso.

La crisis del PSOL

En la situación de grave crisis económica y política que atraviesa Brasil, existe un importante descreimiento en las viejas formaciones políticas, que aunque en la coyuntura electoral se perciba un crecimiento del voto útil,  se manifiesta claramente en la pobre performance de los políticos que representan al establishment del país y hasta en el surgimiento de un outsider como Bolsonaro por derecha, vemos con preocupación que la política implementada por el PSOL lo está llevando a desaprovechar una oportunidad.

El curso que  la conducción mayoritaria del PSOL (de la corriente APS-CC) viene desarrollando al imponer, sin la debida consulta a la base ni el necesario acuerdo con las otras corrientes que integran el partido, la candidatura a presidente de Guilherme Boulos, dirigente del Movimiento de los Trabajadores Sin Techo (MTST), lo está impidiendo.

El mensaje de Boulos, tras la defensa correcta del derecho de Lula a presentarse como candidato, termina reivindicando un supuesto carácter progresista de los gobiernos del PT, como gobiernos reformistas que lograron avances y que se equivocaron en sus acuerdos con sectores burgueses. Se presenta como el heredero de Lula y el PT.  A tal punto que Lula mando su saludo al lanzamiento de la candidatura de Boulos. El PSOL aparece firmando junto a representantes del PT, del PCdoB e incluso a partidos burgueses como el PDT y el PSB una plataforma programática llamada Manifiesto “Por la unidad para reconstruir Brasil”, que es un programa desarrollista burgués que plantea el viejo criterio reformista de apoyar el capital nacional contra el capital imperialista, como si pudiera existir una fase de desarrollo independiente del capital nacional,  una teoría utópica que deviene en una política completamente reaccionaria, que ha sido abiertamente criticada por todo el ala izquierda de esta coalición electoral.

Esta línea equivocada, que viene desarrollando la dirección del PSOL desde hace tiempo y que tras la defensa contra los ataques anti democráticos a Lula, termina por no diferenciarse del PT y especula con que la probable caída de la candidatura de Lula pudiera generar un importante corrimiento de votos hacia Boulos, viene fracasando y explica el magro 1% de intención de voto que este candidato venía obteniendo en las encuestas. Ahora que Lula ha sido dejado fuera de carrera definitivamente existe el peligro real de que Boulos y la dirección del PSOL insista en esta  política errada. Los votos de Lula y el PT lo más probable es que vayan a donde diga su dirección política. Van a optar por el original y no por la fotocopia.

El PSOL nacido como un desprendimiento del PT, cuando Lula en el gobierno traicionó sus promesas de campaña y aplico una reforma contra los jubilados, es un progresivo frente electoral de la mayoría de la izquierda no petista de Brasil, que se convirtió en un actor reconocido en estos años por su clara delimitación tanto de las opciones de derecha como de Lula y los gobiernos del PT, administradores del capitalismo local. Haber seguido esta línea le permitió disputar con el PT en distintos estados y regiones, donde su crisis se hizo más patente y lo colocó como una opción para millones de brasileros.

Esta política diluye completamente el perfil del PSOL como alternativa y solo fortalece a los que quieren recomponer el PT. Nunca a los que quieren construir algo nuevo, que solo podrá desarrollarse sobre la crítica implacable a las traiciones de Lula y el PT a las luchas del pueblo brasilero.

Los que apoyamos el surgimiento del PSOL ante las traiciones del PT y que en la próxima elección vamos a votar la fórmula Boulos – Guajajara, llamamos a la izquierda del PSOL a redoblar esfuerzos por que el partido corrija este curso equivocado y oportunista. Una corrección imprescindible de una política que se ha demostrado errada claramente y que se está a tiempo de cambiar. Y en este camino fortalecer una alternativa a la actual conducción.

El PSOL debe continuar aglutinando a la izquierda consecuente de Brasil siguiendo el curso que llevó a que nuevas organizaciones de izquierda como Resistencia (ex MAIS), se sumarán a su construcción una vez que rompieron con el curso sectario que caracteriza la trayectoria del PST(U) (1)

La necesidad de un programa anti capitalista consecuente

Como señalamos la incertidumbre electoral es parte de una crisis muy profunda que atraviesan los representantes políticos del capitalismo brasilero. Una crisis que se manifiesta cotidianamente y cuyo último capítulo ha sido la quema completa del Museo Nacional de Río de Janeiro que, con sus 20 millones de piezas constituía el museo de ciencias naturales más importante de Latinoamérica, producto de la indolencia e irresponsabilidad de los funcionarios responsables y que ha desatado una enorme bronca y frustración, con choques de sectores juveniles con la policía incluidos.

El resultado electoral en medio de semejante crisis lo más probable es que la agudice en vez de darle un momento de respiro y recomposición al régimen. Difícilmente genere un polo lo suficientemente fuerte para derrotar por completo a los trabajadores y al pueblo de Brasil e imponer el fuerte ajuste y superexplotación que la burguesía y el imperialismo necesitan. Nuevos y fuertes choques entre las clases se avecinan en el hermano país latinoamericano.

Al calor de esas peleas es necesaria la mayor unidad de los que reivindicamos el perfil histórico del PSOL opuesto a la derecha como al PT, para enfrentar el ajuste contra los trabajadores y proponer un programa anti capitalista que arranque por desconocer la usura de la deuda externa, plantee  la nacionalización de la banca, el comercio exterior, impuestos a los grandes empresarios y una profunda reforma agraria.

Que enfrentando el giro autoritario del régimen, plantee elecciones limpias y libres sin ninguna proscripción, termine con la militarización de Río de Janeiro, investigue y mande a la cárcel a los asesinos de Marielle; cree una comisión investigadora independiente para abordar todos los casos de corrupción; democratice la Justicia, defienda el aborto legal, los derechos de género, combata el racismo contra los negros y convoque a una Asamblea Constituyente que reorganice al país sobre nuevas bases al servicio de los trabajadores y el pueblo.

Gustavo Giménez

  • Fiel a su sectarismo el PST (U) presenta su propia candidata a presidente, la dirigente Vera Lucia Salgado. Continúa siendo marginal en torno a las peleas e iniciativas para que la izquierda pueda constituir un polo de peso en esta crisis que atraviesa Brasil.