El 5 de mayo de 2019 un nuevo bombardeo israelí sobre 250 “objetivos militares” en la Franja de Gaza, cuya mayor carga letal cayó sobre la población civil, produjó 25 víctimas mortales, más de 140 heridos y destruyó total o parcialmente alrededor de 500 viviendas y distintos inmuebles. En esta ocasión, los asesinos del pueblo palestino volvieron a la práctica del asesinato selectivo, al matar a Ahmed Judari con el impacto de un misil dirigido al vehículo que conducía y justificaron su bombardeo a las barriadas populares con el objetivo de atacar las viviendas de los jefes de las milicias gazatíes.
Este ataque, el más grave desde la invasión israelí a la Franja de Gaza en el 2014, es parte de una escalada genocida contra el pueblo palestino instrumentada por el gobierno de Netanyahu con el pleno apoyo de Trump. En Gaza, una cárcel a cielo abierto para dos millones de palestinos, el curso genocida se completa con una asfixia completa de su población, privada de los más elementales derechos.
Al castigo que significa tener más del 50% de desempleo, servicios precarios de agua, electricidad y saneamiento, en estos días producto de un bloqueo total del estado gendarme, por aire, mar y tierra, la población gazatí se encuentra al borde del colapso social. No pueden entrar los alimentos y la falta de financiamiento para las partidas que dan de comer a más de un millón de habitantes de la Franja, según denuncia la agencia de la ONU para los refugiados palestinos de Oriente Medio (UNRWA) coloca a sus habitantes al borde de una tremenda hambruna.
La brutalidad de esta nueva escalada militar es una respuesta del estado gendarme a una creciente resistencia del pueblo palestino a la ocupación sionista, que a partir y en respuesta al reconocimiento de Trump de Jerusalén como ciudad capital del enclave israelí, viene realizando cada viernes movilizaciones masivas frente a la frontera sionista, en la llamada “Gran Marcha del Retorno”. Estas acciones desafían valientemente las balas del gendarme, que ya cobraron 200 víctimas mortales y miles de heridos, sin poder quebrar la protesta palestina.
El nuevo ataque constituyó también una represalia frente a una creciente respuesta militar defensiva del pueblo gazatí, que pese a la disparidad total de recursos, logró con el lanzamiento de más de 700 cohetes, traspasar el sistema anti misiles llamado “cúpula de hierro” e impactar en los conglomerados urbanos, ocasionando bajas en la población invasora y obligándola a refugiarse masivamente en bunkers anti aéreos, quebrando de esta manera el hasta ahora invulnerable blindaje israelí.
La cuerda se tensa cada vez más en Palestina y la región. Así, mientras una nueva generación de jóvenes palestinos se rebela contra un verdadero régimen de apartheid, Trump y Netanyahu preparan lo que llaman “el pacto del siglo”. Esta es una solución que busca “pacificar” la zona, dejando de lado todos los derechos soberanos del pueblo palestino. Tras un impreciso status autonómico y una promesa de mayor financiamiento, los palestinos deberían resignarse a no tener fuerzas militares defensivas, dejando estas en manos del ejército israelí, y aceptar que se legitimen los territorios ocupados ilegalmente por Israel a través de sus colonos en la Cisjordania y los Altos del Golán arrebatados a Siria luego de la última guerra árabe-israelí. Liquidándose por siempre el reclamo de retorno de más de 6 millones de palestinos refugiados en los países vecinos.
El nuevo “pacto” abandona la política de los “dos estados” ratificada en los “acuerdos de Oslo” de 1993, que en su momento avalaron la dirección palestina de Yaser Arafat y Mahmud Abbas de la OLP, con los representantes del gobierno de israelí, Simón Pérez y Moisés Rabin, el presidente y secretario de estado yanquis, Bill Clinton y Warren Christopher y el canciller ruso Andréi Kozyrev. Estos acuerdos que constituyeron una grave traición a la pelea por liquidar el enclave imperialista y conquistar una Palestina laica, democrática y no racista, ahora son considerados obsoletos por la administración Trump.
Como en aquel acuerdo, este nuevo pacto persigue, detrás de algunas promesas de concesiones menores, avanzar en lo que es su verdadero objetivo: derrotar definitivamente la lucha del pueblo palestino. Y en el camino, exterminar y erradicar a lo que queda de la población palestina. Algo que el sionismo viene persiguiendo sin éxito desde la fundación en 1948 del Estado Israelí ya que, pese a las constantes matanzas y persecuciones, los palestinos no han dejado nunca de luchar.
La política de los halcones de Trump y Netanyahu es completada por las “palomas de la paz” de la Unión Europea, la ONU y la mayor parte de las burguesías árabes, que ponen el grito en el cielo y condenan las masacres sionistas, pero admiten al Estado genocida israelí dentro de la “comunidad de las naciones”, tienen negocios y representaciones diplomáticas con él, mientras este avanza en una política de exterminio similar a los que los nazis tuvieron con los judíos en la Segunda Guerra Mundial.
Los gobiernos europeos no tienen límites para su cinismo. En estos días luego de pronunciarse contra el nuevo ataque a la Franja de Gaza, han realizado el festival anual de Eurovisión, legitimando al régimen teocrático, racista y genocida. Otro tanto los gobiernos árabes, tanto los que apoyan directamente a Israel como Arabia Saudita o Egipto, como los que la condenan tras un falso discurso antiimperialista y que han faltado a la cita en apoyo a este heroico pueblo de Medio Oriente.
Los jóvenes palestinos de Gaza y Cisjordania, que constituyen la vanguardia de la lucha contra el monstruo sionista no están solos. Tienen la simpatía de los pueblos de la región y de todo el planeta que luchan contra la barbarie imperialista. El 15 de mayo pasado se cumplió un nuevo aniversario del Nakba (catástrofe) que es la fecha árabe de rechazo a la creación del estado genocida de Israel y nuevas movilizaciones y acciones en solidaridad con el pueblo palestino se han realizado en distintas partes del mundo, destacándose la marcha que encabezada por Ahed Tamimi movilizó a miles por las calles de Londres.
Es una tarea imprescindible de todos aquellos que se reclaman antiimperialistas y defensores de los derechos democráticos apoyar la campaña mundial por el “Boicot, Desinversión y Sanciones (BDS)” al Estado de Israel. Una iniciativa que, con la concurrencia de más 200 organizaciones, fue fundada en el 2005 y que cada vez se hace más fuerte en todo el mundo, nucleando tanto a organizaciones políticas y sociales, como a numerosos intelectuales y artistas de renombre mundial.
Luego del último ataque y los enfrentamientos rige un frágil alto el fuego en los territorios gazatíes, pero nuevas confrontaciones tanto en Cisjordania como en la Franja de Gaza se avecinan, en el marco de una región donde la lucha entre la revolución y la contrarrevolución imperialista se hace cada vez más aguda, como lo demuestra la creciente escalada militar yanqui en el Golfo Pérsico para reforzar su bloqueo imperial contra el pueblo iraní.
Los revolucionarios que nos agrupamos en la Liga Internacional Socialista (LIS) llamamos a los pueblos a movilizarse para detener los ataques sionistas en Gaza, que cese el bloqueo israelí a la Franja, para que se liberen los presos políticos palestinos, enfrentar el nuevo “pacto del siglo” imperialista y apoyar la lucha de este pueblo heroico por recuperar sus territorios y derrotar al enclave imperialista.
¡Basta de represión al pueblo palestino!
¡Levantamiento inmediato del bloqueo israelí a la Franja de Gaza! ¡Inmediata asistencia humanitaria al pueblo gazatí!
¡Libertad inmediata a los presos palestinos!
¡Apoyo a la lucha palestina por recuperar sus territorios usurpados y la vuelta de todos los exiliados!
¡Apoyo a la campaña internacional por el Boicot, Desinversión y Sanciones (BDS)!
¡No al “pacto del siglo”!¡Abajo el enclave imperialista de Israel!
¡Abajo el estado sionista de Israel!
¡Por una Palestina laica, democrática y no racista!
¡Desde el río hasta el mar, Palestina será libre!
¡Por una Palestina libre, un Medio Oriente socialista!