Turquía: ¿Dónde se ubica Turquía en la jerarquía imperialista?

Las crecientes tensiones entre Turquía y los Estados Unidos y las posiciones de los socialistas al respecto del tema del S-400 han mostrado una vez más cuán distorsionada es la percepción del imperialismo y sus consecuencias políticas para la izquierda. Algunos están felices con la “irrupción” de la OTAN a través de la adquisición del sistema de defensa S-400, algunas conversaciones sobre el «honor nacional» en contra de las declaraciones de Trump y así…

Nuestra preocupación es aclarar el concepto de imperialismo, así como buscar una respuesta a la pregunta de cómo se ubica Turquía en la jerarquía imperialista.

Las teorías marxistas del imperialismo

La visión que posiciona a Turquía abajo en la jerarquía imperialista y la define como una colonia o semicolonia predomina en la izquierda turca. Afirman seguir las teorías marxistas clásicas del imperialismo, desarrolladas originalmente a principios del siglo XX; esta perspectiva tiene algunas referencias como Mahir Çayan. Por supuesto, sin comprender la esencia de la teoría del imperialismo de Lenin: en lugar de adaptarla a las condiciones materiales de hoy, la están convirtiendo en un dogma de comprensión mecánica.

No es una coincidencia que las teorías marxistas clásicas del imperialismo se hayan desarrollado mientras las tensiones internacionales alcanzaban su punto máximo en la víspera de la Primera Guerra Mundial, ya que la era del imperialismo comienza con el último cuarto del siglo XIX. Este es un período en el que el colonialismo todavía existía y las colonias cumplían una función para el capitalismo.

Aquellos que querían estar a la vanguardia de la competencia capitalista tenían la necesidad de saquear colonias (no solo en términos de materias primas sino también de trabajo humano), un recurso importante para la acumulación primitiva de países como Gran Bretaña, Francia y Holanda. Esta necesidad concreta abrió el camino para la Primera Guerra Mundial. Sin embargo, la relación con las colonias no se mantuvo igual.

Croix, un importante historiador marxista, dice en su estudio de la historia griega antigua que la distinción entre los modos de producción se puede entender preguntando cómo las clases dominantes extraen el excedente de los productores. En las sociedades de clase precapitalistas, la explotación se realizaba principalmente por mecanismos jurídico-judiciales, mientras que la explotación capitalista se basa en mecanismos económicos. Es decir, ser dueño de esclavos o señor feudal surge de una posición político-legal (como ser ciudadano griego, tener derecho a señoreaje); sin embargo, no existe una «relación de cumplimiento» legal entre el trabajador y el capitalista en el capitalismo. El llamado trabajo «libre» esencialmente produce plusvalía para el capitalista en el marco de un imperativo económico (la necesidad de trabajar para sobrevivir y ganar dinero). Debido a esta naturaleza del trabajo remunerado, para un país que había completado su acumulación primitiva (Alemania, por ejemplo), no había necesidad de colonizar Asia o África y conducir a su pueblo a la esclavitud. Las personas de estas regiones que ya luchan por satisfacer sus necesidades vitales estarían dispuestas a servir cuando se abriera una fábrica.

Lenin define al imperialismo como la etapa monopólica del capitalismo. Esta etapa también muestra que la concentración y centralización del capital han sido completadas, y que el capitalismo se ha convertido en un sistema mundial, no sólo de una parte de Europa. Como los monopolios de los países capitalistas avanzados y los capitales de los países recientemente desarrollados no pueden competir  -especialmente en la tecnología de avanzada- no son necesarias las colonias para dominar el mercado, al menos en la forma actual del capitalismo. Compañías como Apple o Samsung pueden dominar el mercado de celulares de otros países sin necesidad una ocupación militar. Esto también es válido para monopolios como Coca Cola, Toyota, etc. De hecho, no le interesa a estos monopolios que los mercados sean compartidos con naciones Estado con fronteras aisladas.

En esta etapa, el colonialismo es más una carga que una necesidad. Es costoso tanto política como económicamente. Por un lado, generan una pérdida de legitimidad; por otro lado, los gastos que genera, como tropas militares en tierras extranjeras, costos administrativos… Estos son costos innecesarios para recursos que pueden ser obtenidos de otras maneras. Sin embargo, el capital cambia de país para utilizar mano de obra más barata y ampliar su mercado al mundo sin limitarse a los mercados nacionales.

¿Es Turquía un país semicolonial?

Hablemos de la posición de Turquía… Las relaciones imperialistas son jerárquicas. Está claro que Turquía no está arriba de esta jerarquía, pero ¿está en la parte inferior? Quienes definen al país como una semicolonia la caracterizan así.

La categoría de colonia o semicolonia se refiere a la entrega de algunos o todos los derechos de soberanía. Debemos mencionar algunas medidas del gobierno turco: adquirir el S-400 de Rusia, ex enemigo, con el riesgo de estar en tensión con los EEUU, participar en exploraciones de hidrocarburos en el Mediterráneo oriental a pesar de las reacciones de la UE; apoyar a Qatar contra los sauditas, que son uno de los aliados estadounidenses más importantes de la región; mantener el apoyo a la Hermandad Musulmana (que ha sido declarada terrorista), mientras que Estados Unidos apoya a Sisi en Egipto. Entonces, ¿sería apropiado definir a Turquía como una semicolonia que transfirió sus derechos de soberanía? Esto no significa que Turquía sea libre en el campo de las relaciones internacionales. Por supuesto, hay límites para la acción independiente, y son demasiado estrechos para ser comparados con los de las grandes potencias imperialistas.

Sí, hay una relación basada en la desigualdad entre los Estados Unidos y Turquía. Pero no es una relación unilateral de dominación. Turquía puede tomar decisiones políticas, económicas y militares de acuerdo a sus propios intereses sin pasarse de ciertos límites, y lo hace. Turquía es una potencia regional, intentando comportarse similarmente a los estados poderosos en la arena del mundo: es un estado subimperialista.

El concepto de subimperialismo se refiere a las potencias regionales que se encuentran por debajo de las mayores potencias imperialistas. Con la aprobación y el apoyo de las superpotencias, los países subimperialistas, como defensores de los intereses de esas potencias, se posicionan como potencia regional. Tras la derrota de Vietnam, Estados Unidos tuvo la línea política de impulsar fuerzas regionales apoyándolas para que intervinieran en conflictos regionales. Según la Doctrina Nixon de 1969, la tarea de defender los intereses occidentales en el Tercer Mundo se había encomendado a las potencias regionales a cambio de asistencia militar y económica. En cierto sentido, los países subimperialistas pudieron desempeñar un papel regional gracias al apoyo de las superpotencias. Las potencias subimperialistas no solo mejoraron su capacidad militar para intervenir en conflictos regionales, sino que también avanzaron en su poder económico en comparación con otros países de la región. Han aumentado considerablemente su acumulación de capital con la ayuda de la industrialización por sustitución de importaciones durante la Guerra Fría. Por ejemplo, los países subimperialistas como Turquía, Argentina, Brasil, Sudáfrica, India y México son miembros del G-20 (tomando la UE en su conjunto) que agrupa a las economías más grandes del mundo. Los países subimperialistas no son simplemente marionetas sin voz cuyos recursos son completamente saqueados por los monopolios internacionales. Incluso si su capital sigue siendo pequeño en comparación con los monopolios internacionales, se preocupan por sus propios intereses para expandir su poder en la región al establecer diferentes asociaciones, por supuesto siendo conscientes de sus propios límites.

Aquí no hay estados oprimidos por el yugo del imperialismo. Estos son los Estados que han tomado a los imperialistas como ejemplo, siguen su camino y buscan subir en la jerarquía imperialista. Es inconcebible que los revolucionarios, aquellos que luchan por la igualdad y la libertad, apoyen las políticas expansionistas de estos países subimperialistas, que se esfuerzan por cumplir sus intereses imperialistas a escala regional, tal como lo hacen las grandes fuerzas imperialistas a escala global. Apoyar el fortalecimiento y la agresión de la nación-Estado en la que luchamos, no es más que apoyar su agresión contra la clase trabajadora de otros países.

Güneş Gümüş