Por Verónica O’kelly – Alternativa Socialista/LIS
Crisis económica, reformas sin hacer, pérdida de apoyo social, aliados que se alejan, cacerolazos, pandemia… el abismo de Jair se está acercando a pasos acelerados mientras él apela a recetas que parecen no funcionarles en tiempos de desgaste gubernamental.
“Las inversiones” no llegaron nunca y el país vive con una economía en depresión hace dos años y tres de estancamiento. Claro, los empresarios no tienen ninguna tranquilidad ni certezas con un presidente que no logra imponer las reformas que exigen los fríos números del capital. Estos sectores vienen exigiendo la reforma administrativa que implica un paquete de retrocesos para el pueblo trabajador como pérdida de estabilidad para el trabajador del estado, acabar con el derecho a huelga, legalizar la precarización laboral, avanzar en las privatizaciones, entre otras medidas. Todas tareas pendientes y en las que Bolsonaro no ha podido avanzar.
Frente a la crisis mundial, la situación de la economía nacional es de una fragilidad y peligro tan grande que algunos analistas económicos neoliberales le recomiendan al despreciable Ministro de Economía Paulo Guedes, que dé un giro en sus planes de bajar el gasto público. Como lo hace la economista Monica De Bolle: «A agenda de reformas continua sendo tão importante quanto antes. Ela só deixa de ser prioritária. Precisa haver agora um pensamento diferente: como evitar que a economia brasileira tenha uma recessão neste ano» (Folha Sao Paulo, 10/03/2020).
Por su lado, la bolsa refleja el ritmo acelerado de la crisis. El Ibovespa (índice com as ações mais negociadas na bolsa brasileira) acumula queda de 42% em 2020, enquanto no ano 2008 o índice caiu 41,22%. El dólar, por otro lado, se dispara y el Banco Central quema reservas diariamente para intentar detenerlo sin mucho éxito.
El coronavírus acelera la caída
Bolsonaro, encabezó la campanha negacionista frente a lo que él llamó una “histeria” injustificada por un simple virus. Por eso el domingo mantuvo la convocatoria de las escuálidas manifestaciones de apoyo a su gobierno y participó en una de ellas. El problema es que el ex capitán no registró que sus declaraciones y acciones ya no causan el efecto de antes y cada día que pasa va acumulando más opositores.
Al calor del avance del Covid-19 en el país, se fue gestando una convocatoria para el miércoles 18 a un “Cacerolazo desde las ventanas” por redes sociales y a la que se sumaron la gran mayoría de las organizaciones sociales, sindicales y políticas de izquierda. Pero la bronca no se hizo esperar y el día antes en las principales ciudades hubo cacerolazos que fueron la antesala del gran cacerolazo del 18 que sonó en gran parte de las ventanas del país, incluso en ciudades y barrios que habitualmente no se movilizan. Mientras escribo esta nota las cacerolas volvieron a salir a los balcones instalándose como una potente acción de lucha contra el gobierno.
El gobierno acusó el golpe y ensayó una respuesta. El mismo 18 el presidente acompañado de sus ministros (los que no dieron positivo al Covid-19), dio una conferencia de prensa intentando ubicarse en lo que a todas luces se transformó en una nueva crisis política abierta. Pero ésta no es una crisis más y es por eso que con barbijo en cara, informó que envía al congreso el decreto para declarar el Estado de Calamidad Pública que libera fondos, suspendiendo las medidas de ajuste en las cuentas del estado. Guedes informó que autorizarán un subsidio económico para los sectores más desprotegidos, como desocupados o trabajadores informales y para los empresarios, la habilitación de reducción del 50% del salario a trabajadores, entre otras medidas que intentan frenar una crisis política de difícil retorno.
Pero las cacerolas pusieron las cosas en su lugar y hoy el gobierno se encuentra en las puertas del abismo, intentando sin éxito recuperar adeptos y aliados en el marco de una crisis que todavía no mostró su peor cara. Fora Bolsonaro fue la consigna de la convocatoria y la que se gritaba desde las ventanas y edificios vestidos con grandes proyecciones con la misma consigna. No es hora de cuidar el régimen y llamar a confiar en la democracia de unos pocos como lo hace el PT y Lula con su política de llegar al 2022 para disputar en el terreno electoral. Es hora de construir fuerza y rebelión para detener hoy a los bandidos que nos asfixian con sus políticas contra el pueblo.
Sin dudas ésta es una tarea inmediata, junto a la de que se vaya también Mourão, todo el gobierno y que se convoque a elecciones para una Asamblea Constituyente libre y soberana para discutir todo. Los diputados del PSOL Fernanda Melchionna, Samia Bomfim y David Miranda, acompañados de firmas de políticos, intelectuales y artistas, presentaron un pedido de impeachment, algo que complica más a Bolsonaro. El futuro del gobierno dependerá de la fuerza que vayamos construyendo con la movilización de quienes decimos basta de ajuste, represión y reformas antiderechos. Al servicio de este objetivo construimos una alternativa política para los trabajadores, las mujeres, la juventud y el pueblo pobre, para echar a Bolsonaro y poner en pié un gobierno de las mayorías.