Brasil: aire para un gobierno en crisis

Por Alternativa Socialista

Más de 120 mil vidas perdidas a causa de la pandemia y casi 4 millones de personas contagiadas. Una  media de 1000 muertes diarias que se mantiene hace más de 2 meses. Mientras el Ministerio de Salud sigue con un ministro “interino” desde el 15 de mayo. Este escenario se ha ido naturalizando en lo cotidiano y tanto el gobierno como la prensa masiva se esfuerzan por instalarlo como un “nuevo normal”.

No son los únicos números que muestran la crítica situación social de nuestro país. La pandemia aceleró la crisis capitalista global y en Brasil los intentos de los empresarios por sostener sus riquezas significan mayor desigualdad y pobreza. La “Encuesta Nacional por Muestra de Domicilios Continua” que divulga el IBGE, muestra que hoy la desocupación en el país es del 50%, afectando más al Nordeste, donde ése índice asciende a 60%. Y como regla capitalista por excelencia, éstos números son más cruentos en la población joven y negra. La tasa nacional de desocupación en la población negra es del 71,2%, y en jóvenes de entre 18 y 24 años el desempleo sube de 27,1% a 29,7%. 60 millones reciben el Auxilio Emergencial de R$600. Según un informe reciente de la ONU, se prevé que el país va a terminar el 2020 con 9,5% de la población en condición de extrema pobreza, ése sector representó el 5% en 2019.

Jair Bolsonaro entendió que estos números pueden ser usados a su favor, y así poder soñar con su reelección. La mutación del presidente con su nuevo perfil “paz y amor” (como dicen en la prensa masiva), que responde al nuevo marco de acuerdos con los partidos del “centro” configurando un pacto de gobernabilidad, ahora es acompañada por un giro de 180º en su política social. El Auxilio Emergencial que salió a pesar de Bolsonaro, ya que se negaba en un principio y luego tuvo que aceptar aunque batalló inútilmente para  que sea de R$200, hoy es una  de las razones de su reciente estabilidad y mejora en las encuestas de aprobación. Según la encuesta de Datafolha la aprobación al gobierno entre los desocupados sube de 24% a 36% de junio a agosto, mientras la reprobación cae de 43% para 34%.

El “Puesto Ipiranga” devaluado

Esta mejora en las encuestas y el relajamiento de la crisis del gobierno, no significa que se acabaron sus problemas. Hoy enfrenta una nueva fisura. Hubo 2 grandes compañeros y socios en el triunfo electoral de Bolsonaro en el 2018. Uno fue Sergio Moro con su perfil “anti corrupción” y encabezando la gran causa Lava Jato y el otro el superministro de Economía Paulo Guedes, quien prometía ser el “progreso” mientras el presidente sería el “orden”. El primero hoy está  en la vereda del frente y denunciando corrupción e intervención en el poder judicial por parte de Bolsonaro y su familia, mientras que el segundo está pasando de Puesto Ipiranga a mercadito barrial.

El ultraliberal Paulo Guedes, representa a un sector de la burguesía nacional e internacional ligada principalmente a los bancos y el sector financiero. Su plan es claro: privatizaciones, ajustes y reformas liberales sin importar las consecuencias. El problema es que su plan se chocó con la pared de la resistencia de una clase trabajadora que demuestra no estar dispuesta a perder sus conquistas. Así es que, a poco más de un año de gobierno, el superministro recibe cobranzas por no estar cumpliendo con sus promesas de campaña y aun no avanzar con las reformas Administrativa e Impositiva pendientes.

Entre corrupción, milicias y exabruptos antidemocráticos, surge el Bolsonaro de los pobres

Las causas judiciales y encarcelamientos por corrupción y milicias rodean al clan Bolsonaro y ese es otro frente de crisis que lo hace perder base social. Pero el gobierno encontró una forma de reposicionarse, prendió el GPS y cambió el rumbo. Hoy se dirige a los millones de desocupados, trabajadores informales y pobres que reciben algún tipo de ayuda social a través de una política de estado. Entonces, a costa de generar más roces y crisis con sectores burgueses que lo llevaron al poder, encabeza una batalla dentro de su propio gobierno y el conjunto de los partidos en el parlamento, para ampliar planes sociales partiendo de renombrar el Bolsa Familia por Renda Brasil, elevando su valor de R$190 a R$300 (Guedes se resiste y pelea para que sea menor). Pretende un paquete de medidas sociales que no son más que renombrar planes sociales creados en el gobierno de Lula, haciendo algunas modificaciones menores.

Para llevar adelante éste plan, Bolsonaro necesita dinero. Son millones y millones que deben estar disponibles en una economía en recesión. Como buen capitalista, su decisión es sacarle a los trabajadores. Congelamiento de salarios, retiro de conquistas obreras, despidos y achique de presupuestos en salud, educación, investigación son algunas de las coordenadas que intentará aplicar. Así, nos enfrentamos a un nuevo período en que el gobierno se prepara para un nuevo intento de ataque contra los trabajadores y las trabajadoras brasileras, lo que sin dudas abrirá frentes de luchas y conflictos encabezados por la clase trabajadora, como ya sucede con las luchas en curso.

El abajo se mueve…

Hoy los trabajadores y las trabajadoras del Correo en todo el país protagonizan una huelga general contra el intento de privatización de la empresa estatal y en defensa del salario y sus derechos laborales. Es una gran huelga que sirve como aliciente para los demás sectores obreros que están luchando y recibe muestras de apoyo y solidaridad a lo largo y ancho del país. No son los únicos. Hace unas semanas, los metroviarios de San Pablo frenaron al derechista gobierno de Doria. Los docentes se organizan en asambleas y preparan acciones contra el retorno a las aulas en la pandemia. La movilización en defensa de la educación pública frena un ajuste y logra el voto del FUNDEB (Fondo de Mantención de la escuela primaria y magisterio).

Las principales centrales sindicales como la CUT y la CTB, están jugando un rol regresivo en este escenario, logrando que las luchas se aíslen y debiliten. Es urgente la convocatoria a una acción nacional en camino a una gran Huelga General Nacional que fortalezca nuestras luchas y detenga las políticas de guerra de un gobierno criminal que sigue jugando con nuestras vidas en el medio de una pandemia que ya cuenta con casi 120 mil muertes. La CSP-Conlutas, lamentablemente no está a la altura de las circunstancias y tiene políticas titubeantes bajo la excusa de “esperar a las demás centrales”. La central debe convocar asambleas en todos los estados y ciudades y ponerla en pié de lucha, coordinando y fortaleciendo nuestras peleas.

Cantos de sirenas de un progresismo que nada tiene para ofrecer

Preocupados por cuidar los negocios empresariales, todos los gobernadores del ala progresista, o  de la izquierda del orden, se dispusieron a levantar las cuarentenas en los distintos estados y hoy quieren la vuelta a las aulas, como un paso más para garantizar la normalización del funcionamiento del mercado. De aquellos discursos emotivos contra el asesino y genocida de Bolsonaro, en defensa de la vida y no de las ganancias capitalistas, no queda nada. Todos los gobiernos del PT, PCdoB, PDT o PSB están poniendo millones de vidas en riesgo, abriendo Shoppings, comercios y escuelas.

Mientras tanto, despliegan un discurso “anti-Bolsonaro”, “anti-fascismo”, “anti-derecha” como argumento para conformar un Frente Amplio electoral en las elecciones municipales de este año y con miras al 2022. La vieja receta que intenta engañar a nuestra clase con el “mal  menor”, para enfrentar al gobierno, aunque no ahora…en las elecciones 2022. Es una política criminal que sólo beneficia a quienes ponen por delante sus ganancias y nos arrojan al riesgo cotidiano de morir por Covid-19 o de hambre. Y fundamentalmente porque hoy, no en 2022, los ataques son constantes y como decimos antes, estos partidos hoy decidieron gobernar para el capital, lejos de enfrentarlo. ¿Por qué deberíamos creer que en 2022 va a hacer otra cosa? ¿Por qué deberíamos pensar que un gobierno del PT, o Lula, sería algo distinto a lo que es hoy el gobierno de Camilo Santana en Ceará, por ejemplo?

No son una alternativa y lo demuestran en sus gobiernos estaduales en la actualidad y lo demostraron en sus 12 años de gobierno nacional cuando gobernaron bajo las órdenes del imperialismo,  a favor del capital y frenando el proceso de ascenso en la movilización que se extendía en el continente en los 2000.

Unamos a la izquierda radical contra Bolsonaro

Bolsonaro encabeza un gobierno estructuralmente débil y con crisis cíclicas, pero que naturalmente intenta avanzar contra los trabajadores, el pueblo pobre, las mujeres, negras y negros,  les LGBTI o pueblos originarios. En este sentido, la política equivocada de la dirección del PSOL, asimilándose cada vez más al PT y al proyecto de conciliación de clases, debilita el surgimiento de una alternativa de izquierda radical fuerte y dinámica para enfrentar al gobierno. Así impulsan frentes electorales con los partidos “progresistas”, abandonando así la esencia del PSOL que se inicia dejando atrás el proyecto de conciliación de clases del PT y fundando un proyecto político independiente y socialista. Mientras no construyamos una alternativa política de izquierda radical para enfrentar sus planes radicales contra nosotres, seguiremos viendo como si fuera una película que se repite, la misma historia.

Desde el Bloque de Izquierda Radical, estamos dando esta discusión en todo el país. Enfrentando la política de alianzas amplias y defendiendo la necesidad de unir al conjunto de la izquierda para enfrentar a este gobierno en las calles y en las urnas. Atravesamos momentos importantes en la pelea contra el gobierno, esta mejora que consigue Bolsonaro es una bocanada de aire que no durará mucho y tenemos que prepararnos para nuevos escenarios de conflictos y crisis. Necesitamos fortalecer cada una de las luchas que hay en curso y postular una alternativa política de izquierda frente a la derecha y al progresismo servil al capital.

Avancemos en la tarea fundamental: construir partido revolucionario

Pero tenemos una tarea pendiente crucial y superadora a las tácticas electorales o de coyuntura, construir partido revolucionario. Las experiencias hasta ahora lamentablemente muestran sectarismo y oportunismo reformista, ambas condiciones que llevaron a la frustración del proyecto estratégico de construir la herramienta necesaria e indispensable para avanzar en el sentido de la revolución socialista en nuestro país. El PSTU, por ejemplo que supo ser un gran partido con cierta influencia, por su profundo sectarismo liquidó la posibilidad de construirse como dirección revolucionaria de masas y hoy está en una crisis imparable y reducido a una herramienta inútil para la vanguardia que se rebela y lucha. Por otro lado, las corrientes que sucumbieron al electoralismo, al parlamentarismo y se asimilaron al régimen democrático burgués, ordenando su política por cálculos electoralistas, fueron abandonando la tarea de construir el partido revolucionario, escépticos de la fuerza que tiene nuestra clase para derrotar al capital.

No hay salida a Bolsonaro, las derechas y cualquier gobierno que busca hundirnos en más pobreza y explotación, de la mano de proyectos antidemocráticos y represivos, sin socialismo. Por eso, huyendo del sectarismo y el oportunismo, tenemos que poner en pie un partido revolucionario. Recuperando lo mejor de las experiencias históricas y elaborando junto a los nuevos procesos de la lucha de clases que se dan, tendiendo puentes hacia una sociedad socialista, feminista, ecosocialista e internacionalista. Nosotres seguimos convencides que no sólo es necesario sino posible, por eso avanzamos y construimos lazos con corrientes como Luta Socialista, con quienes venimos transitando distintas experiencias pero que coincidimos en que ésta es la tarea histórica fundamental. La LIS y Alternativa Socialista se construyen con ese objetivo, sumate y militá con nosotres para fortalecer esta tarea pendiente.

Fôlego para um governo em crise

Mais de 120 mil vidas perdidas na pandemia e quase 4 milhões de pessoas infectadas. Uma média de 1 mil mortes por dia mantida por mais de 2 meses. Enquanto isso, o Ministério da Saúde continua com um ministro “interino” desde 15 de maio. É um cenário naturalizado no qual o governo e os meios de comunicação estão se esforçando para apresentar como um “novo normal”.

Esses dados não são os únicos que mostram a situação social crítica do nosso país. A pandemia acelerou a crise capitalista global e no Brasil as tentativas dos empresários de sustentarem sua riqueza aceleram ainda mais a pobreza e a desigualdade. A Pesquisa Nacional por Amostra de Domicílios Contínua (Pnad), divulgada pelo IBGE, mostra que o desemprego hoje no país é de 50%, afetando mais a região Nordeste onde o índice chega a 60%. Como regra capitalista, essa sangria é maior na população jovem e negra. A taxa nacional de desemprego da população negra é de 71,2%. Nos jovens de 18 a 24 anos, o desemprego sobe de 27,1% para 29,7%. 60 milhões recebem o Auxílio Emergencial de 600 reais. Segundo relatório recente da ONU, o país deverá encerrar 2020 com 9,5% da população vivendo em extrema pobreza – eram 5% em 2019.

Jair Bolsonaro entendeu que esses números podem ser usados a seu favor e, dessa forma, sonhar com sua reeleição. O presidente “paz e amor”, apresentado pela grande imprensa e no marco do acordão burguês pela governabilidade, fez um giro na linha política. O Auxílio Emergencial, que Bolsonaro recusou, depois defendendo inutilmente o valor de 200 reais, hoje é um dos motivos de sua recente melhora nas pesquisas de aprovação. De acordo com a pesquisa Datafolha, a aprovação do governo entre os desempregados sobe de 24% para 36% de junho para agosto, enquanto a reprovação cai de 43% para 34%.

O “Posto Ipiranga” desvalorizado

A melhora nas pesquisas e o fôlego na crise governamental não significam que seus problemas acabaram. Bolsonaro ainda enfrenta fissuras: dois grandes sócios de sua vitória eleitoral em 2018. O primeiro é Sergio Moro, com seu perfil “anticorrupção”, liderando a “grande causa” da Lava Jato; o outro é seu superministro da Economia, Paulo Guedes, que prometia ser o “progresso” enquanto o presidente seria a “ordem”. Moro hoje denuncia a corrupção e intervenção da família Bolsonaro no judiciário, Guedes se transforma de Posto Ipiranga a mercadinho do bairro.

Não é novidade que o ultraliberal Paulo Guedes representa um setor da burguesia financeira. Seu plano é claro: privatizações, ajustes e reformas neoliberais independentemente das consequências. O problema é que seu plano deu de cara com o muro que é a crise e a resistência da classe trabalhadora nesses mais de 1 ano e meio de governo. O superministro é acusado de não cumprir suas promessas de campanha ao não avançar nas reformas impopulares ainda pendentes.

Entre a corrupção, milícias e ataques antidemocráticos, surge o Bolsonaro dos pobres

Processos judiciais, prisões por corrupção e milícias cercam o clã Bolsonaro, jogando mais crise. O governo tenta encontrar uma maneira de se reposicionar ligando o GPS e mudando o curso. Hoje se dirige aos milhões de desempregados, trabalhadores informais e pobres que recebem o Auxílio Emergencial. Não satisfeito, à custa de gerar mais atritos e crises com os setores burgueses que o levaram ao poder, trava uma batalha dentro do próprio governo e do conjunto de partidos no parlamento para ampliar os planos sociais rebatizando o Bolsa Família em Renda Brasil, elevando seu valor de 190 reais para 300 – Guedes resiste para um valor menor. Busca um pacote de medidas sociais que apenas renomeiam planos sociais elaborados no governo Lula, com pequenas modificações.

Mas para levar a cabo este plano é preciso dinheiro. Como um bom capitalista, sua decisão é arrancar dos trabalhadores com congelamento de salários, retirada de direitos trabalhistas, demissões e redução orçamentária em setores importantes. Estamos diante de um momento em que o governo se prepara para mais uma tentativa de ataque aos trabalhadores e trabalhadoras brasileiras. Tudo isso poderá abrir frentes de lutas e conflitos organizados pela classe trabalhadora de forma contínua.

Os de baixo se movem…

Trabalhadores e trabalhadoras dos Correios de todo o país lideram uma greve geral contra a tentativa de privatização da estatal e em defesa de condições justas de trabalho. É uma grande greve que pode incentivar os demais setores operários que lutam. Eles não são os únicos. Há pouco tempo, metroviários de São Paulo entraram em choque com o governo de direita de Doria. Ao mesmo tempo, professores tentam se organizar em assembleias e preparam ações contra o retorno às salas de aula na pandemia. A campanha nacional em defesa da educação pública conquistou a aprovação do fundo da educação básica (FUNDEB), derrotando o governo.

Em caminho oposto, as principais centrais sindicais, CUT e CTB, desempenham um papel nefasto fazendo com que as lutas continuem isoladas e enfraqueçam. É urgente construir um calendário nacional de lutas rumo à greve geral que interrompa as políticas de guerra desse governo criminoso que aposta com nossas vidas em meio a uma pandemia com mais de 120 mil pessoas mortas.  Infelizmente, a CSP-Conlutas parece não estar à altura da tarefa e tem políticas vacilantes seguindo a lógica de “aguardar as outras centrais”. É tarefa da central convocar assembleias em todos os Estados e municípios possíveis, coordenando e fortalecendo nossas lutas.

O “canto da sereia” dos progressistas

Preocupados em cuidar de seus negócios, os governantes “progressistas”, ou a esquerda da ordem,  suspendem os lockdowns e até preparam o irracional retorno às aulas, garantindo a normalização do capitalismo. Não sobrou mais nada dos emocionantes discursos em defesa da vida e contra o genocida Bolsonaro. Governadores do PT, PCdoB, PDT ou PSB colocam em risco milhões de vidas, abrindo shoppings, empresas e escolas.

Usam e abusam do discurso “anti-Bolsonaro”, “antifascismo”, “antidireita” como argumento para uma Frente Ampla eleitoral nas eleições municipais deste ano. A velha receita tenta arrastar nossa classe para a conciliação com “mal menor” burguês para enfrentar Bolsonaro… mas não agora, só em 2022. Trata-se de uma manobra criminosa que só beneficia os que colocam o lucro como prioridade e apostam com nossas vidas.

A verdade é que os progressistas compactuam com os ataques. Por que fariam algo diferente em 2022? Deveríamos pensar que um possível governo do PT, com ou sem Lula, seria diferente do que é hoje o governo Camilo Santana no Ceará? Estes setores não são alternativas.

Vamos unir a esquerda radical contra o Bolsonaro

Bolsonaro compõe um governo de crise crônica, mas que tenta avançar contra os trabalhadores, os pobres, as mulheres, negras e negros, LGBTQs e indígenas. Nesse cenário, a política equivocada da direção do PSOL, assimilando cada vez mais ao PT e ao projeto de conciliação de classes, enfraquece o surgimento de uma alternativa socialista forte e dinâmica para enfrentar o governo. Promovem frentes eleitorais com os partidos “progressistas”, desviando do objetivo do PSOL de fundar um projeto político independente e socialista, deixando para trás o projeto de conciliação de classes do PT. Enquanto não construirmos uma alternativa política socialista e radical, repetiremos o mesmo filme.

Nós, do Bloco da Esquerda Radical do PSOL, estamos enfrentando a política de amplas alianças e defendendo a necessidade de unir toda a esquerda socialista para enfrentar este governo nas ruas e nas eleições. Vivemos momentos importantes na luta contra o governo. A melhora que o Bolsonaro conquista é um fôlego que não vai durar por muito tempo. Temos que nos preparar para novos cenários de conflitos. Precisamos fortalecer cada uma das lutas em curso e postular uma alternativa política à esquerda que destrua a direita e desmascare o progressismo serviente do capital. Esta é a tarefa enfrentada pelas organizações que integram o Bloco de Esquerda Radical do PSOL.

Avancemos na tarefa fundamental: construir um partido revolucionário

Temos uma tarefa fundamental que vai além das táticas eleitorais ou conjunturais: construir um partido revolucionário. As experiências até o momento mostram, infelizmente, o sectarismo e o reformismo oportunista, condições que levam à frustração do projeto estratégico de construir a ferramenta necessária e indispensável para avançar na direção da revolução socialista em nosso país. O PSTU, por exemplo, que soube ser um grande partido com certa influência, devido ao seu profundo sectarismo, liquidou a possibilidade de se construir como uma direção revolucionária de massas e hoje está em uma crise irrefreável e reduzido a uma ferramenta inútil para a vanguarda que se revolta e luta. Por outro lado, as correntes que sucumbiram ao eleitoralismo, parlamentarismo e assimilaram ao regime democrático burguês, alinhando sua política pelos cálculos eleitorais, foram abandonando a tarefa ao se agarrarem no ceticismo sobre a força da classe trabalhadora.

É preciso recuperar o melhor das experiências históricas e elaborar em conjunto com os novos processos de luta de classes em curso, construindo pontes para uma sociedade socialista, feminista, ecossocialista e internacionalista. Continuamos a acreditar que não só é necessário, mas possível, por isso avançamos e nos vinculamos com correntes como a Luta Socialista, com a qual temos passado por diferentes experiências, mas concordamos que esta é a tarefa histórica fundamental. A Liga Internacional Socialista – LIS e a Alternativa Socialista são construídas com esse objetivo, junte-se a nós e milite conosco para fortalecer esta grande tarefa.