Han vuelto las movilizaciones y acciones en las calles contra el régimen de Ortega-Murillo, después de las acciones de septiembre de 2018. La violenta represión contra el alzamiento popular que, desde el 18 de abril venía cuestionando su gobierno, había detenido el proceso a sangre y fuego. Sin embargo, la rebelión no fue aplastada por completo y la resistencia ahora se anima a las calles de nuevo. Consiente de una posible derrota, Ortega negocia con el imperialismo, la burguesía y la Iglesia nicaragüense una salida política que le asegure la impunidad en el llamado Diálogo Nacional.
En Nicaragua estalló en el 2018 una revolución democrática contra un régimen que llevaba ya muchos años gobernando al mejor estilo de las dictaduras que poblaron años atrás el continente. Entre ellas la de Somoza, a la que el propio Daniel Ortega como comandante del FSLN combatió. Pasaron muchos años de aquel 1979 glorioso en que cayó el viejo dictador y el comandante Ortega y su esposa Murillo ahora co gobernaban con la Iglesia y la gran burguesía nicaragüense, aplicando planes pactados por el FMI y reprimiendo a cuanta protesta popular osaba enfrentarlo. El mal llamado “socialista” mostraba lo que en realidad es: un defensor de los negocios capitalistas en el país. Negocios gracias a los cuales logró atesorar también una inmensa fortuna personal.
Pero el ajuste sobre el régimen jubilatorio que intentó con la reforma al INSS (Instituto Nacional de Seguridad Social) fue la mecha que desató una profunda rebelión en abril del 2018. Un levantamiento que colocó al régimen contra las cuerdas y pese a sus contantes represiones y ataques, llegó a tener controlado gran parte del país, de sus ciudades y barrios, planteando un doble poder que de haber podido organizarse y responder con toda su fuerza hubiera terminado para siempre con el régimen dictatorial.
Durante varios meses y quizás hasta la derrota del bastión de Monimbó en Masaya estuvo planteada la posibilidad de derrotar a la dictadura. Si esto no ocurrió fue por el rol de las direcciones que conformaron la Alianza Cívica para la Democracia y la Justicia, liderados por el COSEP y las demás cámaras empresarias, que con la Iglesia y el monitoreo y aval del imperialismo yanqui, fueron parte central del Diálogo Nacional armado junto al gobierno para intentar encontrar una salida política que evitará que el levantamiento triunfara y la dictadura cayera como resultado de un levantamiento popular.
Las sesiones del Diálogo que se realizaron en el 2018 fracasaron. Mientras los representantes de la llamada oposición intentaban llegar a un acuerdo con el régimen llamando a la “resistencia pacífica” y a confiar en las negociaciones con la dictadura, el régimen utilizó esas expectativas para recuperarse de los golpes iniciales, retomar la ofensiva represiva contra las movilizaciones, tomas y tranques, utilizando su poder policial y para policial, dejando un saldo de más de 500 muertos, cientos de desaparecidos, 802 presos al día de la fecha y más de 60.000 exiliados, en su gran mayoría en la vecina Costa Rica.
La Articulación de Movimientos Sociales que nuclea a los referentes de decenas de organizaciones sociales en lucha, entre ellos a los dirigentes del movimiento estudiantil agrupados en varias organizaciones como la Coordinadora Universitaria por la Democracia y la Justicia, a los Campesinos del Consejo Nacional en Defensa del Lago, la Soberanía y la Tierra , a organizaciones de DDHH, feministas, etc., que fueron los que llevaron el pulso de la resistencia en las calles, las universidades y los tranques, luego de los primeros momentos en que primó el carácter espontaneo del levantamiento, no fue alternativa a esta política. Jugó en la mayoría de las oportunidades, con muchos debates y contradicciones a su interior, como el ala izquierda del Diálogo. Hoy conforman junto a la Alianza Cívica por la Democracia y la Justicia el llamado Movimiento Azul y Blanco.
La gente empieza a perder el miedo
Pese a haber sido duramente golpeada por las persecuciones, presos políticos, asesinatos, el exilio forzoso de una parte de la vanguardia que se opuso al régimen, la revolución democrática del pueblo nicaragüense no fue derrotada. De esto son conscientes la burguesía nicaragüense tradicional, como la Iglesia y el imperialismo. Existe para ellos el peligro de que un resurgir con fuerza del proceso de lucha democrática, de origen a un ala mucho más radical en el terreno político que desborde a las direcciones actuales de la Alianza Cívica.
Este cuadro se agrava porque la crisis económica que ya se insinuaba con fuerza cuando el gobierno de Ortega decretó el ajuste, luego cancelado provisoriamente, en el INSS en abril, ahora se hace sentir cada vez con más fuerza, registrándose un paulatino deterioro, con sectores tradicionales estancados por la crisis como es el turismo y otros que presentan serias dificultades. La inestabilidad política hace lo suyo y se calcula que la fuga de capitales asciende a 120 millones de dólares diarios, lo que de mantenerse puede poner en jaque a todo el sistema bancario según nos relata Confidencial del 21/03/2019.
Frente a la crisis el gobierno volvió a la carga con dos medidas, la reforma al INSS retomando el camino de ajuste de abril pasado y una importante reforma tributaria que, si bien castiga mayormente a los sectores populares, también afecta algunos negocios de la burguesía opositora. Este ajuste creciente sobre el pueblo nica, crea un profundo malestar que pega en los sectores que alguna vez fueron base social del régimen, que los sostenía con una política clientelar.
A la crisis económica, el debilitamiento de la base social del régimen que acentúa su carácter bonapartista, ya que depende cada vez más el aparato militar y policial para sostenerse, debemos sumarle dos elementos: por un lado, la constante presión del imperialismo y por otro el resurgir de acciones en las calles que, si bien son modestas todavía en relación a las de los primeros meses, marcan un resurgir muy peligroso para el régimen.
Los yanquies están por forzar un recambio político. Presionan a través de sanciones económicas parciales que amenazan extender y con la OEA. Esta última amenaza con aplicar la Carta Democrática y los organismos de DDHH de la misma han colocado a Nicaragua en la lista negra de los gobiernos que violan los derechos humanos en el Continente. El interés imperialista no tiene nada que ver con una actitud democrática como lo quieren pintar. Durante años convivieron y tuvieron buenos negocios con la dictadura del “bolivariano” comandante Ortega. Como hoy hacen en Venezuela, necesitan restituir un gobierno de la burguesía tradicional de Nicaragua y poder intervenir más directamente en la crisis, con el objetivo de “normalizar” los negocios capitalistas e impedir un futuro triunfo insurreccional de la lucha democrática, que pueda afectar los intereses de las multinacionales y de los burgueses nicaragüenses que antes pactaban con el dictador.
Se reabre el Diálogo Nacional
En este cuadro, en febrero pasado se retoman las negociaciones de Ortega con grandes empresarios y se pacta la “hoja de ruta” de estas nuevas sesiones del Diálogo. Se retoman públicamente ya que las conversaciones con la gran burguesía y el imperialismo nunca cesaron.
Estas nuevas sesiones han ido de tumbo en tumbo. Están mal vistas por enormes sectores de la población que odian al régimen asesino y desconfían del manejo de los empresarios, que fueron sus aliados durante muchos años. Por un lado, la Iglesia con un antiguo olfato político, reclama al régimen la liberación de los presos y se retira parcialmente de la mesa de diálogo con diversas excusas. Por el otro lado, tal como lo denuncian la estudiante recientemente excarcelada Yaritza Rostrán, el nuncio apostólico del Papa que actúa de mediador en la mesa de negociación, llama a los presos a abandonar la huelga de hambre que protagonizaban ya que entorpecían las negociaciones con el gobierno, que mostraba buena voluntad.
Los integrantes del Diálogo, el gobierno y los “representantes” de la oposición (digitados por un acuerdo entre los empresarios entre figuras que le resultan potables al régimen), acuerdan un plazo con Ortega para liberar a los presos en su totalidad en 90 días. Actualmente ya liberaron a 160 pero bajo distintas figuras de detención domiciliaria y con procesos abiertos, sobre un total de 802 según indica el informe del Comité Pro Liberación de Presas y Presos Políticos.
El anuncio de estos plazos, que constituyen una nueva maniobra de Ortega, hace que los representantes estudiantiles se retiren del Diálogo y que este vaya a recomenzar en estos días con una representación muy cuestionada. A su vez existe un importante tironeo sobre la posible fecha de “elecciones adelantadas”, en las que, si bien la dictadura estaría aceptando que se hagan antes de las previstas en el 2021, su “flexibilización” contemplaría una fecha para finales del 2020. Lo bastante lejos para maniobrar, intentar patear el tablero las veces que pueda hacerlo y fundamentalmente garantizarse un acuerdo en el que conserve importantes cuotas de poder en un futuro gobierno, que les permitan mantener la impunidad para los principales personeros del régimen, responsables de los asesinatos y la brutal represión.
Se retoma la movilización popular
El 16 de marzo más de un millar de nicaragüenses retomaron la movilización en Managua, en una acción que tuvo repercusión en otros puntos. El régimen contestó con 160 detenciones, intentando demostrar que controla la situación y la prohibición de manifestación. Sin embargo, a las pocas horas tuvo que liberar a todos los manifestantes, esta vez no pudo amedrentar con franco tiradores y muertes como era su costumbre. Este sábado 23 distintos piquetes durante dos horas se manifestaron en distintos puntos de la geografía nicaragüense.
Son acciones pequeñas todavía si se las compara con las grandes movilizaciones del 2018 pero están indicando una tendencia a la pérdida del miedo, por ahora en sectores de vanguardia, pero que si se sostienen pueden significar el resurgir de la acción del pueblo nicaragüense en las calles. Muestran a su vez la desconfianza con que el Diálogo pueda obtener la libertad de los presos y la retirada de la dictadura y la comprensión de la necesidad de retomar la pelea abierta contra el régimen como único reaseguro para que se cumplan las demandas del pueblo nica. Pese a que recién son las primeras acciones otro dato es la beligerancia y combatividad puesta por los manifestantes frente al accionar del aparato represivo.
Contra una mayor masividad conspira no solo el accionar represivo del gobierno, sino las vacilaciones, trabas, falta de disposición y traiciones de las direcciones de la Alianza Cívica y la falta de una dirección combativa alternativa capaz de llevar la pelea por derrotar a la dictadura hasta el final, la inexistencia de una conducción revolucionaria del proceso. Dicho esto, hay que señalar también que estas traiciones de la dirección están produciendo quiebres y realineamientos, particularmente en el movimiento estudiantil, que hay que seguir, ya que pueden surgir de allí sectores dispuestos a dar una pelea consecuente para derrotar al régimen.
¡Libertad ya a todos los presos políticos! ¡Abajo la dictadura! Por una Asamblea Constituyente que reconstruya el país sobre bases anticapitalistas
La única garantía para que se liberen a todos los compañeros presos es la movilización popular. No debe darse ninguna confianza en que las negociaciones en el Diálogo son las que van a lograr que salgan todos libres. Al contrario, si no se desarrolla la movilización, el proceso de liberación puede ser objeto de todo tipo de maniobras a las que está acostumbrado Ortega e incluso retroceder. Lo mismo en relación a la restitución de todos los derechos democráticos cercenados, desde el derecho a manifestación hasta el funcionamiento de los medios opositores prohibidos y las garantías para el retorno de los exiliados. Por eso es muy valioso el llamado de importantes sectores de la Coordinadora Universitaria a organizar una gran marcha en Managua y el resto del país al cumplirse un año del levantamiento contra la Dictadura.
Es necesario aprovechar las grietas que se están generando en el régimen para colar por allí un proceso de movilización cada vez más robusto, en el camino de derrotar a la dictadura de Ortega Murillo. Si no se logra que caiga la dictadura, todo proceso electoral en manos de ella, puede ser un proceso viciado, amañado. Puesto al servicio para que algo cambie, sin que nada cambie de fondo. Eso es lo que se está pactando con los empresarios y la Iglesia, aunque estos intenten mostrarse como gente que está por la democracia y la justicia. El próximo 18 de abril al cumplirse el primer aniversario de la rebelión es una gran oportunidad para desarrollar fuertes acciones en Nicaragua y en todo el mundo para que caiga la Dictadura de Ortega-Murillo y por una salida de fondo que dé respuesta a las necesidades del pueblo nicaragüense.
A las tareas y el programa democrático es muy importante sumar las reivindicaciones del conjunto de la población trabajadora frente al ajuste en marcha. Contra las reformas al INSS que recortan las pensiones y jubilaciones, contra el reciente impuestazo, por impuestos progresivos a los grandes capitalistas, contra el congelamiento del salario mínimo por un aumento general de salarios acorde al costo de la canasta familiar, por las reivindicaciones campesinas del movimiento anti canal y una nueva reforma agraria, por la nacionalización de la banca bajo control de sus trabajadores y la ruptura con el FMI, entre otras medidas.
Es necesaria una Asamblea Constituyente que siente las bases de una Nicaragua democrática, en la que el pueblo pueda decidir las reformas necesarias para vivir con dignidad. La lucha por una Nicaragua sin dictadura, sin explotación, hambre y miseria, es una lucha que cuestiona los intereses capitalistas del COSEP, AMCHAM, FUNIDES y toda la patronal nicaragüense, los intereses de las multinacionales y la Iglesia, que fueron sostenes de Ortega hasta que el pueblo lo cuestionó con la revolución de abril. Solo una Nicaragua gobernada por el pueblo trabajador y la juventud que puso el pecho a las balas y estuvo a la vanguardia del levantamiento junto a los movimientos sociales podrá reconstruir el país sobre nuevas bases. Por ello es necesario construir una organización socialista revolucionaria que reúna a los luchadores más consecuentes contra la dictadura de Ortega Murillo. Hacemos un llamado a estos heroicos luchadores a construirla.
Gustavo Gimenez