Venezuela: Declaración de Marea Socialista sobre la situación y las tareas políticas del pueblo trabajador, tras la intentona de golpe proimperialista de Guaidó y López

-AL GOLPISMO Y LA INJERENCIA SE LE RESPONDE CON MEDIDAS ANTI-IMPERIALISTAS

-MÁS DEMOCRACIA PARA EL PUEBLO MOVILIZADO, SIN IMPUNIDAD

-PLAN DE EMERGENCIA PARA SUPERAR LA CRISIS EN FAVOR DE LA CLASE TRABAJADORA

En nuestra declaración del 30 de abril rechazamos tajantemente la intentona de golpe de Guaidó, López y sus promotores imperialistas, y señalamos que el pueblo trabajador necesita una alternativa independiente de las nefastas direcciones políticas de la burocracia y del capital. La maniobra golpista monitoreada por Trump y el llamado Grupo de Lima fracasó por ahora, pero la burguesía tradicional y el imperialismo no abandonarán sus pretensiones y el plan intervencionista estadounidense sigue por diversos caminos, con pretensión de reinstalar en el país una administración directamente ligada a sus intereses y retirar la competencia rusa y china, que les disputa recursos de la nación y hegemonía geopolítica. Para eso ha utilizado a Guaidó y a López, tratando de aprovechar el inmenso descontento popular que hay contra el gobierno de Maduro, el PSUV y la casta militar.

La intentona golpista no tuvo el apoyo militar esperado y tampoco suficiente eco en la población harta del gobierno, que no salió masivamente a apoyarla y se mantuvo cautelosa. Más bien estimuló los reflejos antiimperialistas y los recelos hacia estos políticos de la burguesía, propiciando una de las más grandes marchas de 1º de Mayo, que se han visto en los últimos años, aunque lamentablemente privada de la necesaria independencia política de clase y supeditada a los dictados del gobierno de Maduro.

El imperialismo hace uso de “el garrote y la zanahoria”, la presión económica y diplomática, el sabotaje, la extorsión y la compra de conciencias, así como la manipulación del gran malestar popular, como palancas para dar soporte a algún hecho de fuerza o para llevar a una negociación que le resulte favorable y le permita desalojar del poder a Maduro y al PSUV, aunque tenga que pasar para ello por fórmulas híbridas, a través de algún tipo de “gobierno de transición” que combine a sectores de la oposición burguesa, con grupos “moderados” y sectores conciliadores provenientes del chavismo.

El gobierno, sin embargo, no parece tener otra respuesta que la represión y la movilización cautiva de los funcionarios públicos y estructuras articuladas con la burocracia. Es un gobierno que ha venido desmantelando los logros y conquistas del proceso bolivariano. Nos ha venido aplicando un paquete hambreador de carácter anti obrero y capitalista. Ha sumido el país en una pavorosa corrupción, donde cunde la ineficiencia de todo el sistema de servicios públicos. De su mano se está instalando una nueva burguesía, a partir de la burocracia y de nuevos ricos, hundiéndonos en el sistema expoliador de la Deuda Externa, entregando o destruyendo los recursos naturales, como sucede con el Arco Minero del Orinoco, y haciéndonos más vulnerables a los apetitos de las potencias extranjeras.

Como ya lo hemos dicho, de esta decadencia económica, social y política, no vamos a salir cayendo en las manos de los EEUU, del imperialista Trump y sus socios Macri, Duque y Bolsonaro y de su títere venezolano. Guaidó y la oposición de derecha pretenden engañar al pueblo con un “caramelo envenenado”. Ofrece terminar con el autoritarismo y con la crisis, manipulando las ilusiones democráticas y el estado de necesidad de la población, cuando lo único a que realmente nos lleva, es al sometimiento y a la intervención imperialista, para aplicar un “Plan País” diseñado a conveniencia de la patronal venezolana y transnacional, a la que expresa políticamente. Por todos lados se le ven las costuras: clama por la “ayuda humanitaria” como camuflaje de la intervención norteamericana, pero “autoriza” la confiscación de CITGO (empresa de PDVSA) por los EE.UU, y que se utilicen sus fondos para pagar “Deuda” a los gringos, en lugar de emplearlos para la “ayuda humanitaria” a los venezolanos. Casi no se le conoce ninguna medida concreta como autoproclamado “presidente”, aparte de “indultar” a Leopoldo López. No ha presentado absolutamente ninguna medida que vaya en favor del pueblo. Claro, no tiene ningún poder real, más allá del apoyo extranjero y de la ya mermada capacidad de embaucar a sectores de la población con falsas y fallidas promesas, en función de sus aspiraciones políticas.

La clase trabajadora y el pueblo venezolano necesitan zafarse de la trampa de la polarización entre estos dos factores principales, que pugnan por imponerse sobre nosotros: la burocracia y el capital, que son dos facetas de la opresión y la explotación. Estamos, como lo expresa el dicho criollo, “entre el chingo y el sin nariz”; por un lado, la llamada “burguesía revolucionaria” (bautizada así por el ministro de Producción Agrícola y Tierras, Wilmar Castro Soteldo, ex gobernador del estado Portuguesa) incubada en los nidos de corrupción alojados en el gobierno, que busca insertarse en el capitalismo global como asistente de los chinos y rusos, y por el otro, la burguesía tradicional unida por su cordón umbilical al imperialismo norteamericano, que quiere recuperar el mando de su vieja “hacienda” y del llamado “patio trasero” de los Estados Unidos.

Para el pueblo trabajador es urgente y necesario reconstruir, al calor de la lucha, su propio camino, porque el sueño de la transformación revolucionaria y socialista fue confiscado y destruido por la burocracia que, aunque siga usando malamente el discurso de la revolución, está entregada a la vocación capitalista y a los negocios mafiosos. Nosotros necesitamos otra alternativa, con una lógica a favor del trabajo y no del capital, sin someterse a los imperios, a las burocracias ni a los grandes empresarios, que sólo piensan en mantenernos dominados y explotados; cada quien para su propio provecho y lucro, al costo de prolongar nuestra miseria.

¿Cómo responder a una intervención imperialista?

Por eso pensamos que, la mejor manera de responderle al intervencionismo imperialista es con un plan de emergencia para enfrentar la crisis en favor del pueblo, con medidas en defensa de la soberanía económica y territorial de Venezuela, sin la impunidad de la que han gozado los golpistas hasta ahora y con la más amplia democracia para el pueblo movilizado. La defensa antiimperialista pasa por atender prioritariamente a nuestra clase trabajadora y a la población empobrecida, así como por el cese de la represión al pobre y a la ciudadanía que reclama por sus derechos, que exige agua, luz,  transporte, gas, medicina y comida a precios accesibles. Esta situación de carencia la aprovechan los políticos de la derecha opositora para embaucar al pueblo, mientras que el gobierno burocrático utiliza los ataques del imperialismo como excusa para apretar más al pueblo en lugar de atender a sus justas demandas.

En nuestro comunicado para el pasado 1º de Mayo, llamamos a continuar luchando para recuperar el valor del salario y protegerlo de la inflación igualándolo al costo de la canasta básica. Recordamos que para eso introdujimos un Amparo ante el TSJ, exigiendo que se aplique el Art. 91 de la Constitución. También planteamos que es necesario un programa de recuperación de la producción alimentaria, de productos básicos, servicios públicos y del trabajo en general, ligado al control real de la especulación con los precios, con participación popular no burocratizada y sin complicidad en las corruptelas que la permiten.

Dijimos, igualmente, que es fundamental resistirse a los instructivos de Ministerio del Trabajo y a las “tablas salariales del hambre” que viene imponiendo el Estado con vulneración de convenciones colectivas y liquidación de beneficios históricos, lo que también es aprovechado por los empresarios privados. Allí planteamos luchar por la recuperación de las libertades sindicales, del derecho a la sindicalización independiente respecto al gobierno y la patronal, y contra la represión antisindical, así como por la liberación de trabajadores y dirigentes obreros presos.

Proponemos que los trabajadores y trabajadoras evaluemos y encontremos soluciones alternativas a la crisis eléctrica y los apagones, porque son los trabajadores, técnicos y profesionales de la electricidad quienes conocen el Sistema Eléctrico Nacional, y de ellos deben surgir medidas a aplicar bajo su control.

Por otro lado, para enfrentar un golpe injerencista es necesario suspender ya el pago de la Deuda Externa, sospechosa de corrupta y fraudulenta, y recuperar los cuantiosísimos recursos desfalcados y extraídos mediante la fuga delictiva de capitales, confiscar a sus autores todas sus propiedades e imponerles el castigo judicial que corresponda. Con las divisas de la Deuda y lo que pueda rescatarse de los miles de millones sustraídos con el desfalco, podría disponerse de un fondo para la emergencia nacional y atender las más urgentes necesidades de la población. Además, se podría ir mejorando los salarios y dar reimpulso al aparato productivo, con iniciativas que incorporen el control de los trabajadores y la propiedad social. Deteniendo la corrupción y reorientando el presupuesto, se podría poner al máximo de su capacidad las empresas del Estado en áreas claves como alimentos y medicinas, junto a la recuperación del campo, deteniendo las privatizaciones y el despojo a los campesinos que hoy, liquidando la Ley de Tierras, vuelven a ser desplazados por nuevos terratenientes civiles y militares. Expropiar a la derecha golpista todas sus grandes tierras y propiedades. Todo esto requiere, por supuesto, de una rigurosa contraloría social, auditoría y vigilancia del pueblo para impedir la corrupción y el saqueo del patrimonio y del tesoro público.

Y si el imperialismo ha sido capaz de quitarnos CITGO en un acto de rapiña, Venezuela tiene que resarcirse tomando posesión de lo que Estados Unidos y sus transnacionales tengan en el país para la explotación semicolonial de nuestras riquezas. Ante la posibilidad de que Trump se atreva a ordenar la intervención militar gringa, será preciso que, más allá de la FANB y las milicias, se proceda al armamento general del pueblo y de las organizaciones que nos oponemos a la injerencia. Hablar contra el imperialismo, sin tomar medidas antiimperialistas concretas como gobierno, termina siendo equivalente a una conducta de complicidad.

Al mismo tiempo, en vez del autoritarismo gubernamental, se necesita la más amplia libertad y democratización para sectores y organizaciones que estemos contra el golpismo y contra las amenazas de los EE.UU. Esto incluye el respeto a la libre información y expresión, acceso a los medios para el pueblo que está contra los golpes y no quiere la invasión del país. Por ejemplo, es inconcebible que el gobierno siga bloqueando a un medio de comunicación alternativo y popular, como Aporrea.org, que desarrolla una línea claramente anti golpista y anti intervencionista, y que recoge aportes críticos y propuestas sobre los problemas que estamos confrontando. Lo que hace falta es una democracia realmente participativa y protagónica, a diferencia de lo que está haciendo Maduro al restringir las libertades cada día más, mientras contradictoriamente ha permitido la impunidad de Guaidó y sus socios.

Para salir políticamente de la situación actual, creemos que habría que ir hacia una verdadera Asamblea Nacional Constituyente del pueblo, que no sea inconsulta, fraudulenta y confiscada por el poder constituido. Que sea realmente libre y soberana, y facilite el escenario más democrático posible para la redefinición del gobierno y del Estado, del sistema económico y social, con un enfoque anticapitalista.

Pero, medidas como estas, no serán adoptadas por el gobierno burocrático de un sector social y político cada vez más asimilado al capitalismo, que ha manchado y tergiversado la noción verdadera del socialismo. Por eso rescatamos la noción de un genuino gobierno de los trabajadores y el pueblo, para retomar la transformación social, económica y política requerida. En función de ello, sostenemos que la clase trabajadora y los sectores populares tenemos que forjar nuestra independencia política frente a la burocracia y al capital, construyendo nuestra propia organización política, un auténtico partido de los trabajadores, no dirigido por burócratas ni por patronos. Es la razón por la que nos empeñamos en la construcción de Marea Socialista y presentamos éstas y otras propuestas, para ser discutidas democráticamente en el seno de la clase trabajadora y el pueblo.

Marea Socialista, 4 de mayo de 2019