Lógicamente, la bronca contra Macri no para de crecer. Sobran razones. Y es obvio que la necesidad de terminar con esta catástrofe es una necesidad inmediata. Hoy a la mañana con un spot en redes sociales, CFK anunció la fórmula para su proyecto político: Alberto Fernández presidente, y ella misma, de vice. Frente a esto, tenemos una obligación: anticipar con un pronóstico, el escenario de una nueva frustración que se prepara con esta propuesta. Dos parámetros para esa hipótesis: trayectoria de Fernández (Alberto) y programa esbozado, con sintomática ambigüedad, por CFK en sus últimas intervenciones.
Memoria, indispensable
En política, una larga trayectoria, puede presentar errores tácticos. Sin embargo, cuando la curva que describe una historia es siempre en la misma trinchera, ya no se trata de un traspié episódico, sino de una posición orgánica de clase. Es el caso de Alberto Fernández. Repasemos:
*Fue funcionario de Menem.
*Fue candidato de Cavallo para la Legislatura porteña.
*Renunció a la banca en la Legislatura, para ser funcionario, y dejó su espacio a Elena Cruz, defensora de Videla (objetada en aquel momento, solo por la bancada del MST).
*Fue jefe de campaña de Randazzo y Massa, recientemente.
Un dato más, que grafica como en política burguesa, tradicional, juega el marxismo (pero el de Groucho): en 2015, Fernández, en el balotaje entre Macri y Scioli, votó en blanco, la misma posición que se imputa como delito de “lesa traición” a fuerzas como la nuestra desde el espacio que hoy, lo encumbra a Fernández como su pre-candidato a presidente. En fin, principios para esto y para aquello.
Gelbard, burocracia y FMI: ¿Fernández-Fernández para qué orientación?
Desde el Congreso de CLACSO en 2018, pasando por la presentación de su libro en la Feria, la foto con todo el PJ en su sede partidaria y ahora, la elección de este candidato a presidente, CFK fue perfilando un programa de gobierno. Las referencias históricas no son casuales, ni “lapsus” en general. Gelbard, como cuadro de la patronal, primero en 1951 y después en la vuelta de Perón de 1974, siempre intervino para garantizar una consigna: ajustar rentabilidad a favor de la burguesía, congelando salarios pactando con la burocracia sindical. Así fue en la década de 1950 y en el último gobierno de Perón. Es decir: un factor de transferencia de recursos de la clase obrera, a los capitalistas.
Por eso, el tributo a ese personaje por CFK en una coyuntura donde se discute orientación económica, define un rumbo categórico: pactar con las patronales y la burocracia sindical. En simultáneo, Kicillof y otros operadores de menor visibilidad del universo K visitan sin fatiga Wall Street dando certezas en relación a la clave del capitalismo argentino: la relación con el FMI y el pago de la deuda. El ex ministro no para de repetir que de ninguna manera se plantean cuestionar la deuda, ergo; van a pagar. Por lo tanto, tenemos un combo: conciliación con los patrones y la burocracia, y garantías al capital financiero. Faltaba, un movimiento a derecha en política para completar el círculo: la elección de Alberto Fernández como pre-candidato trata de operar como recurso para ordenar todo el aparato del viejo PJ, gobernadores, intendentes e impresentables de la más variada especie en un mismo bloque para gobernar “poniendo orden”, ante la pesada “herencia” (¿de dónde me suena?) del “caos neoliberal”. En definitiva: un programa a derecha, de ajuste por contención de la clase obrera, argumentos justificatorios en el desastre macrista y, en nuestra opinión, una nueva frustración. En estos asuntos, documentar hipótesis, es clave para preparar una salida independiente.
El país, el mundo, la izquierda: otro camino, desde ahora.
No es un invento del MST. Los últimos “papers” del FMI, el Banco Mundial, y hasta los consejos del JP Morgan a sus clientes, coinciden en un punto: la economía mundial está en declive y tiende a decaer en 2020-2021. Señalan las tensiones Trump-China como un factor y la propia Argentina, se incorpora como “eslabón débil”. Todos los datos indican que vamos a un mundo con precios a la baja de las commodities, presión sobre las deudas y retracción del comercio internacional. Ese escenario, para una estructura capitalista semi-colonial como la de nuestro país, preanuncia que se preparan condiciones que van a reforzar el deterioro social y económico.
Por lo tanto, el debate finalmente es qué intereses sociales se tienen que priorizar: la deuda y la rentabilidad de banqueros y capitalistas, o el derecho a trabajar, a los servicios públicos como derecho, la salud y la educación públicas, universales y de calidad. En fin: los patrones o la mayoría que vive de su esfuerzo (o lo intenta). Es un antagonismo de estrategia social y política. Nosotros lo decimos con todas las letras: la situación nacional requiere un programa económico y social, de salvataje para el 99 %. El vértice de la plataforma que levantamos es cuestionar la deuda, no pagarla y reorientar esos recursos a reactivar la economía, de la gente, no de los bancos. Y a la vez, reestatizar las privatizadas con control social y nacionalizar para una administración soberana del sistema financiero integral y el comercio exterior. Esa es nuestra hoja de ruta, para la clase obrera y el pueblo. Para preparar un gobierno de esos sectores.
Para ese camino, una insistencia más: hay que unir la izquierda anticapitalista y socialista, y renovarla en su horizonte de disputa (para que luche por ser masiva). Con Cele Fierro, como joven pre-candidata a presidenta, con Alejandro Bodart en CABA y Vilma Ripoll en Buenos Aires, y miles de militantes en fábricas, universidades, colegios y barrios, luchamos por hacer muy potente una herramienta política, nuestro partido el MST y contribuir a una perspectiva: luchar por una solución de fondo para la mayoría, cambiando las reglas de la economía y la política, y edificando una Argentina Socialista. Así de categórico. Así de necesario.
Mariano Rosa