“La situación política mundial en su conjunto se caracteriza principalmente por la crisis histórica de la dirección del proletariado.”
(León Trotsky, Programa de Transición)
A casi dos décadas de este nuevo milenio, la situación internacional está atravesada por la crisis del sistema capitalista imperialista. Se visualiza su decadencia tanto en los países centrales como en los periféricos. En la mayoría de ellos se viven fuertes polarizaciones sociales, con fenómenos políticos a derecha y a izquierda, con una dura contraofensiva económica imperialista que ataca las condiciones de vida de cientos de millones en todos los continentes, y una importante respuesta de luchas obreras, populares, de las mujeres y la juventud, que con lógicas desigualdades recorren el mundo.
El capitalismo imperialista, lejos de vivir una nueva época de prosperidad, vive un período pronunciado de decadencia. Pese a la restauración de los ’90 en el Este europeo, al reingreso de China al sistema capitalista mundial y a la contraofensiva económica mundial que impulsa, el capitalismo imperialista no ha logrado un nuevo ciclo de crecimiento prolongado ni un salto de acumulación que le permita un desarrollo genuino de las fuerzas productivas. Por el contrario, a la par de la crisis global y de su contraofensiva económica, cada vez se deterioran más las condiciones de vida. Desde el crack de 2008 este fenómeno se evidencia aún más en los países centrales, ya no sólo en los países periféricos.
El sistema capitalista demuestra que es incapaz de superar las crisis económicas, las guerras imperialistas y la creciente lucha de clases. Intentando superar su crisis y estancamiento, ataca los derechos obreros y democráticos, agita masacres étnicas y religiosas e intervenciones armadas, avanza en la destrucción ambiental del planeta y pone en el poder a líderes sexistas, homofóbicos, nacionalistas, religiosos y autoritarios. Sus tesis sobre la victoria del mercado y el liberalismo, el fin de la historia y la lucha de clases -declaradas como indiscutibles tras el colapso de la URSS en 1991- fueron barridas por la crisis de 2007/8, cuando estalló la burbuja financiera estadounidense por la fuga del capital productivo hacia la especulación por la caída sostenida de la tasa de ganancia de las corporaciones. Hoy, a más de 10 años de aquella crisis, los capitalistas nos están llevando aceleradamente hacia una nueva catástrofe.
Revertir esto es de suma importancia, porque en el próximo período las batallas decisivas de la lucha de clases se expandirán y serán más duras. Los trabajadores explotados y la juventud a la que le han robado el futuro no aceptarán ser aplastados por los engranajes del sistema. Tampoco las mujeres, que protagonizan un gran ascenso. Su ira, sus protestas y su radicalización son inevitables. También el capitalismo imperialista fortalecerá su tendencia al autoritarismo y la represión. Asistimos a un mundo cada vez más polarizado. Aparecen nuevas oportunidades para que aprovechemos a fin de impulsar la lucha revolucionaria del proletariado y avanzar en la construcción de la dirección revolucionaria.
Sin una revolución socialista en el próximo período histórico, una catástrofe amenaza al conjunto de la cultura humana. La tarea estratégica de la dirección revolucionaria internacional no es reformar al capitalismo, sino derrocarlo. Por eso su objetivo político es la conquista del poder por el proletariado con el propósito de expropiar a la burguesía e instaurar un régimen de democracia obrera. Sin embargo, lograrlo es impensable sin prestar atención también a las cuestiones tácticas. Todos los sectores de la clase obrera, todas sus capas, gremios y grupos aliados deben ser atraídos al movimiento revolucionario.
Fortalecer una alternativa revolucionaria internacional
El obstáculo principal en el camino de transformar una situación prerrevolucionaria en revolucionaria es el carácter de las direcciones reformistas: su cobardía pequeñoburguesa ante la gran burguesía y su pérfida conexión a ella, incluso en su agonía. En todos lados el proletariado, la juventud y los sectores populares están atravesando una profunda inquietud. Las masas una y otra vez encaran el camino de la revolución, como lo demuestran la lucha de los chalecos amarillos en Francia o el alzamiento popular en Argelia. Pero cada vez se encuentran bloqueados por las maquinarias burocráticas.
A menudo, la crisis del capitalismo también lleva a giros de masas a la izquierda. Por la crisis de la dirección revolucionaria, esa ola choca contra el dique de la burocracia sindical, el populismo de izquierda y el neo-reformismo. Así lo expresan, por ejemplo, el crecimiento de líderes como Sanders, en el marco del rechazo al gobierno de Trump, y de Corbyn, en medio de la crisis del Brexit. A su vez, como ambos se moderan para conciliar con el sistema, su derechización lleva a que sectores de vanguardia hagan una rápida experiencia con ellos y avancen a posturas más cercanas a la izquierda revolucionaria si ésta se da una línea hacia ese activismo.
En Francia, las vacilaciones del PC y Mélenchon hacia los chalecos amarillos le hacen el juego a Macron y a Le Pen. En Alemania, la adaptación de Die Linke al neoliberalismo le allanó el camino a AfD (extrema derecha). En igual sentido, en Italia Rifondazione Comunista le dejó las calles al movimiento 5 Estrellas (derecha populista) y la Alianza del Norte (extrema derecha). En Grecia, la eurocomunista Syriza se convirtió en la salvadora de la burguesía. En Brasil, el gobierno del PT permitió la victoria del semi-fascista Bolsonaro. En Argentina, el kirchnerismo le abrió paso a Macri. En Venezuela, el gobierno de Maduro alimenta al pro-imperialista Guaidó. En India, los stalinistas reformistas del PCI y PCI (M) facilitaron que gobierne Modi (autoritario populista de derecha).
En estos y otros casos, los partidos reformistas han apoyado las políticas neoliberales que incluyen privatizaciones y paquetes de ajuste social. En ausencia de una alternativa socialista revolucionaria fuerte, el enojo y la frustración de las masas les permite crecer a la derecha y la extrema derecha.
Sin combatir y superar a todas esas fuerzas en la disputa por la dirección no es posible convertir la crisis capitalista en revolución social.
En este contexto, el rechazo a construir partidos bolcheviques y adoptar como estrategia permanente la perspectiva de establecer partidos de masas con fuerzas reformistas como nos propone el Secretariado Unificado y otras fuerzas no es más que una adaptación al reformismo. Por el contrario, la unidad de las y los socialistas revolucionarios debe deslindarse de la izquierda reformista, del centrismo y también de los escépticos y sectarios, que donde logran cierto peso obstaculizan el avance de las luchas y de la dirección revolucionaria. Esto no significa no tener tácticas adecuadas a los distintos procesos que se desarrollan en determinado momento, pero dichas tácticas no pueden transformarse en una estrategia ni contraponerse con la construcción de partidos revolucionarios en todos los países.
También es preciso superar los vicios que arrastran algunos agrupamientos. No se puede construir una corriente a partir de un partido hegemónico y con partidos subordinados en otros países, método contrario al internacionalismo. Aunque vengan de distintas tradiciones, los marxistas revolucionarios del mundo debemos unirnos en torno a principios políticos, ideológicos y de acción. Una liga internacional sin debates o matices expresa un nacionalismo burocrático, opuesto a la dialéctica y la praxis revolucionaria. Nos debemos basar en el debate fraternal, políticas probadas en la lucha de clases y aprender de tales procesos. La organización internacional con principios en común sobre los problemas concretos de la lucha de clases global, y que en base a esas demandas construya herramientas de lucha y campañas internacionalistas, logrará avances reales.
La crisis histórica de la humanidad se reduce a la crisis de su dirección revolucionaria. Hoy la tarea central de los socialistas revolucionarios es construir partidos revolucionarios con peso de masas para impulsar la movilización permanente, alentar la formación de órganos de autogobierno obrero y la destrucción del poder burgués. Negarla en nombre de una “nueva era” es desarmar a la vanguardia revolucionaria. Al mismo tiempo, no se puede construir un partido leninista sólo a nivel nacional: el internacionalismo proletario no es abstracto, sino una lucha y una solidaridad real. Llamamos a las organizaciones y militantes que quieran ser parte de esta nueva construcción revolucionaria internacional a encarar juntos ese desafío para luchar por un futuro socialista. El programa que presentamos esta al servicio de esa estrategia.
1. Por los derechos de la clase trabajadora
- Contra todo tipo de planes de ajuste y austeridad.
- Contra el desempleo, reducir y repartir las horas de trabajo sin rebaja salarial. Prohibir los despidos y suspensiones y, si una empresa incumple, estatizarla bajo control obrero.
- Contra los bajos salarios, salario mínimo igual a la canasta familiar, blanqueo salarial y actualización automática por inflación. Por jubilaciones y pensiones dignas.
- No a las reformas de precarización laboral, anulación de los contratos-basura y pase a planta de los contratados. No a la extensión de la edad jubilatoria ni a la privatización del sistema. Reconvertir los planes sociales en empleos efectivos y con salarios dignos.
- Por la equidad de género en los salarios y en el acceso al empleo.
- Apertura de los libros contables de las empresas y control obrero de la producción.
- Contra la burocracia sindical, democracia obrera: libre organización sin injerencia estatal, decisión en asambleas, paritarios electos por la base, integración en las conducciones en proporción a la votación, dos mandatos como máximo y vuelta al trabajo. Por nuevas direcciones, delegados y dirigentes combativos, clasistas y democráticos.
- Como métodos de lucha, en contra de la conciliación de clases, impulsamos los comités de lucha, piquetes, fuerzas de autodefensa, la coordinación interzonal o intergremial y la huelga general activa.
2. Por los derechos de las mujeres y las disidencias sexuales
- Contra la violencia machista y los femicidios, presupuesto de emergencia para asistencia integral gratuita, refugios y subsidios a las mujeres, con control de las organizaciones de mujeres.
- Educación sexual integral, con perspectiva de género y diversidad sexual.
- Aborto legal, seguro y gratuito en el sistema de salud. En los países en donde ya rige ese derecho, ninguna restricción. Anticoncepción gratuita.
- Combate a las redes de trata y proxenetismo y su amparo estatal, y planes de reinserción social a las víctimas. Alternativas de empleo para quienes deseen dejar la prostitución y derechos sociales a las trabajadoras sexuales.
- Contra toda discriminación a la comunidad LGBTI, plena igualdad de derechos. Cupo laboral trans.
- Reconocimiento y socialización del trabajo doméstico no remunerado y derecho a la jubilación allí donde no este vigente. Derecho a la doble jornada escolar de los hijos y apertura de jardines de primera infancia, comedores, lavaderos y geriátricos comunitarios de calidad.
- Estado laico y anulación de todos los privilegios y subsidios públicos a las instituciones religiosas y a la educación religiosa y privada. Contra todo tipo de fundamentalismo religioso.
3. Por los derechos de la juventud y demás sectores populares
- Enseñanza estatal, gratuita, laica y obligatoria en todos los niveles, con comedores escolares y becas estudiantiles.
- No a las pasantías laborales precarizadas. Plan de inclusión laboral juvenil.
- Ingreso irrestricto a la Universidad pública. Autonomía universitaria, con libertad de cátedra. Cogobierno con mayoría estudiantil y elección directa de todas las autoridades, con revocabilidad. Investigación científica y tecnológica estatal e independiente, sin injerencia empresarial.
- Contra la persecución policial a los jóvenes y la militarización de los barrios populares.
- Sistema único, público y gratuito de salud y producción pública de medicamentos.
- No a la concentración y despojo de tierras a los campesinos y pequeños productores rurales por los terratenientes y corporaciones. Reforma agraria, con expropiación de los latifundios, reparto de las tierras y créditos baratos.
- Contra la discriminación a las personas migrantes y refugiadas; regularización documentaria y planes de inclusión social.
- No al racismo y la persecución a las minorías étnicas, religiosas y a los pueblos originarios. Devolución de sus territorios ancestrales y respeto a su lengua y cultura.
4. Por el derecho a la auto-determinación de los pueblos oprimidos y la unidad socialista
- Por el derecho de los pueblos a su autodeterminación, incluso a la independencia y la separación, como en Cataluña y Euzkadi.
- Abajo la opresión del pueblo Kurdo. Defendemos todos sus derechos democráticos, incluyendo el de su autodeterminación.
- Fuera la intervención de la OTAN, Estados Unidos y Rusia de Medio Oriente.
- Abajo el Estado sionista de Israel. Por una Palestina única, democrática, laica y no racista, con capital en Jerusalén. Abajo todos los dictadores de Medio Oriente.
- Por la independencia de todas las colonias.
- No al Mercosur capitalista; por la unidad de los trabajadores y pueblos de América Latina.
- Abajo la injerencia rusa y estadounidense sobre Ucrania y demás ex repúblicas soviéticas.
- Por la unión libre de los pueblos en federaciones de repúblicas socialistas y democráticas por región o continente: América Latina y Caribe, Magreb, África subsahariana, Medio Oriente, ex URSS, sudeste asiático y subcontinente indio.
5. Abajo toda intervención y dominación imperialista
- Auditoría social, moratoria, abolición y no pago de la deuda externa ilegítima y fraudulenta. Por un frente de países deudores.
- Reestatizar las empresas y servicios públicos privatizados, sin indemnización y bajo control de sus trabajadores y usuarios.
- Anulación del NAFTA, demás Tratados de Libre Comercio (TLC) y todos los pactos que atan a los pueblos al imperialismo.
- Abajo el bloqueo yanqui a Cuba. Fuera las tropas estadunidenses de Afganistán, Irak y Siria. Fuera los imperialistas de Malvinas, Guantánamo, Ceuta, Melilla y demás enclaves y bases militares en otros países.
- Fuera las tropas extranjeras de Haití, Rojava, Chipré, Yemen y demás países.
- Abajo la Unión Europea y su Banco Central; por una Europa de los trabajadores y los pueblos.
- Abajo los organismos internacionales imperialistas, sean de carácter financiero (FMI, BID, Banco Mundial), comercial (OMC, OCDE), político (ONU) o militar (OTAN) y sus planes de ajuste y entrega.
- Basta de amenazas norteamericanas a Corea del Norte y de injerencia en Corea del Sur. Por una Corea reunificada, socialista y democrática, en lucha contra ambos gobiernos: el títere proyanqui del Sur y la burocracia totalitaria del Norte.
- No a las políticas imperialistas de China. Abajo el gobierno stalinista y restaurador del capitalismo.
- Después de períodos extraordinarios como guerras imperialistas, golpes militares, crisis económicas, guerras civiles, etc., por una salida obrera en lugar de una “normalización” que asegure los intereses de la burguesía.
- Por la independencia política y organizativa del partido revolucionario de las fuerzas burguesas y pequeño-burguesas (Kemalismo, PKK, Peronismo).
6. En defensa de los derechos democráticos
- Abajo las monarquías, dictaduras cívico-militares, regímenes de partido único, senados, tribunales constitucionales y toda otra institución antidemocrática. Defensa de elecciones libres, sin crear ilusiones en el sistema parlamentario liberal.
- Plena vigencia de las libertades democráticas de expresión, organización y movilización para las masas. Juicio y castigo con cadena perpetua a los responsables y cómplices de genocidio.
- La clase trabajadora no se puede limitar a la democracia burguesa. Para garantizar derechos democráticos plenos, la única solución es la revolución permanente, hasta alcanzar el socialismo.
- Apoyo, reconocimiento y legalización de los medios de comunicación alternativos, independientes, comunitarios, obreros y populares.
- Contra todo tipo de persecución a los luchadores obreros y populares y la libertad de los presos políticos.
- Comisión investigadora independiente a todo funcionario político que cometa corrupción y/o abuso de poder.
- Por elecciones a una Asamblea Constituyente libre y soberana, para que el pueblo decida democráticamente cómo reorganizar el país sobre nuevas bases. Por el impulso de procesos constituyentes en base a la participación obrera y popular.
- Democratizar el sistema judicial: jueces y fiscales electos por voto universal, con mandatos limitados y revocables, y juicios por jurados populares.
- Desmantelar el aparato represivo: Fuerzas Armadas, policiales, de Seguridad y servicios secretos. Democratización y derecho a la sindicalización de la tropa. Por la autodefensa y el armamento del pueblo.
7. Contra la destrucción de la naturaleza, el ecosocialismo
- No a la anarquía de la economía de mercado, basada en el afán de lucro, la explotación obrera y el saqueo de los bienes comunes por las transnacionales. Planificación económica democrática al servicio de las necesidades sociales y la preservación de la naturaleza.
- Contra el extractivismo y la contaminación del agua, la tierra y el aire, prohibir la megaminería, el fracking y los agrotóxicos. Por una agricultura ecológica y el desarrollo de industrias no contaminantes.
- Reconversión productiva de las industrias contaminantes y laboral/profesional de sus trabajadores con garantía de continuidad salarial por parte del Estado
- No al calentamiento global: plan de reducción cualitativa e inmediata de la emisión de gases de efecto invernadero, en el camino de su eliminación.
- Plan de transición, bajo control social, del actual modelo energético hidrocarburífero y nuclear a otro basado en energías limpias y renovables.
- Basta de cementación urbana indiscriminada, desmonte de los bosques nativos y desprotección de los glaciares y demás recursos hídricos.
8. Por estados, regímenes y gobiernos de los trabajadores
- Por la destrucción del estado capitalista, que más allá de la forma que adquiera (dictadura, democracia, etc.), representa los intereses de la burguesía. Por estados dirigidos por los trabajadores.
- Por un régimen verdaderamente democrático, que sólo podrá venir de la mano de los trabajadores organizados democráticamente a travez de sus propias organizaciones, creadas al calor de su lucha contra la burguesía y el imperialismo.
- Por un gobierno de los trabajadores y el pueblo.
- Por un plan económico de emergencia, que comprenda medidas de fondo como la reforma agraria, no pagar la deuda externa, expropiar y nacionalizar bajo control obrero las grandes empresas y nacionalizar la banca y el comercio exterior.
- Como tareas, dicho gobierno buscará profundizar la revolución en su propio país y a la vez extenderla a nivel regional e internacional.
- En este marco, no consideramos nuestros a gobiernos nacionalistas burgueses y/o populistas como los de Maduro, Evo y antes Correa y Lula-Dilma ni como los de Syriza en Grecia o Podemos en Madrid y Barcelona.
9. Por el socialismo a escala internacional
Para las masas del mundo, este sistema capitalista en crisis trae cada día más hambre y miseria, guerras y colonialismo, opresión y violencia machista, destrucción de la naturaleza, barbarie y hasta riesgo para la propia supervivencia humana.
Sólo la destrucción de ese sistema injusto y salvaje por naturaleza, estructurado en beneficio del 1% de privilegiados, y su reemplazo por una sociedad socialista sin explotación ni opresión, podrá abrir una época de progreso para toda la humanidad.
Para lograr este objetivo, los trabajadores se deben transformar en la clase dirigente y, junto a las mujeres, los jóvenes y demás sectores populares, luchar hasta derrotar a los capitalistas y sus cómplices en cada país y asumir en sus propias manos el poder político.
El pueblo trabajador instaurará un régimen político de amplias libertades, opuesto al totalitarismo burocrático del mal llamado “socialismo real” que terminó restaurando la economía de mercado libre y la propiedad privada. A la vez, expropiar a las corporaciones y aunar los medios de producción en manos del Estado, organizado en forma democrática, permitirá la planificación racional de la economía a fin de satisfacer las necesidades obreras y populares.
El respeto y la solidaridad internacionalista entre los pueblos reemplazarán a la rapiña imperialista. Es preciso apoyar las luchas revolucionarias contra todos los opresores del planeta hasta lograr la derrota definitiva del capitalismo e iniciar así la construcción del socialismo a nivel mundial.
10. Construir partidos revolucionarios y una Internacional revolucionaria
La ofensiva global de ajuste y la restauración en el tercio del planeta donde se había expropiado a la burguesía no revirtieron el curso de retroceso de las fuerzas productivas. Por eso, pese a los grandes cambios ocurridos, seguimos en la misma época de crisis, guerras y revoluciones iniciada en 1914-1917.
Por esta combinación de factores objetivos y subjetivos, mantiene plena vigencia la frase de Trotsky: “La crisis de la humanidad es la crisis de su dirección revolucionaria”. La tarea es entonces construir partidos revolucionarios con la vanguardia de la clase obrera, la juventud y las mujeres, en base al método del Programa de Transición y la Teoría de la Revolución Permanente, con centralismo democrático. Para ello es necesario adoptar diversas tácticas de unidad de acción, frente único obrero, frente único revolucionario, frentes o partidos anticapitalistas amplios, etc.
Ese es el desafío actual para las y los socialistas revolucionarios en el mundo, opuesto a los sectores oportunistas -que relegan para un futuro incierto la construcción de partidos revolucionarios- y también a los sectarios -que se niegan a tener tácticas amplias para aprovechar los nuevos fenómenos que surgen hacia la izquierda.
Estamos poniendo en pie una corriente internacional dispuesta a empalmar con quienes compartan esta estrategia de construir partidos revolucionarios y reconstruir una Internacional revolucionaria.