La Comisión del Trabajo sesionó en dos días tratando la propuesta del PC y el FA para aprobar el proyecto de reducción de horas laborales de 45 a 40. Una derecha desesperada relució su rostro pro empresarial sin tapujos, argumentos dignos de memes, amenazando con acudir al Tribunal Constitucional. El amplio apoyo social que fomenta la reducción de la jornada laboral encontrará nuevos escollos anti democráticos, el Senado y el TC. Es hora de una política responsable para su imposición: en las calles, con los sindicatos y de forma masiva.
Un avance que requiere el rol de las y los trabajadores, no solo el parlamento.
En Chile se trabaja alrededor de 1974 horas al año, somos de los países miembros de la OCDE que más extensa es su jornada laboral, mientras que el sueldo mínimo es de $301.000 (unos USD 400), a su vez el 54% recibe menos de $350.000. Cifras trágicas, complementadas con la gran cantidad de contratos basuras e informalidades que genera el sistema.
La encuesta de junio del Centro de Microdatos de la Universidad de Chile planteó que la tasa de desempleo alcanzó el 8,4%, cifra que viene en aumento en relación a la misma fecha del año anterior. A todo esto se suma a los extensos horarios de traslado, mientras que son incrementado por las labores reproductivas, de cuidado y domesticas que las mujeres ocupan sin remuneración alguna, por lo tanto: vivir para trabajar. Por eso la reducción de la jornada laboral es la principal preocupación de las y los trabajadores, así lo expresó CADEM a mediados de agosto, en dónde el 70% de los encuestados apoya el proyecto.
La realidad más allá de los datos implica un armazón estructural de precarización constante contra las mayorías, disminuyendo progresivamente los derechos laborales y la capacidad de decisión colectiva. Hoy la reducción de la jornada laboral apuntaría en un sentido distinto, aunque aún parcial, ya que si no se pone en pie un proyecto que complementariamente apunte al aumento salarial igual al coste de la vida junto con debatir a fondo los derechos laborales, en donde radique la derogación del Código Laboral en pos de recuperar la fuerza de las y los trabajadores. Sin esto cualquier logro parcial quedará en las oscilaciones de los intereses del parlamento.
La derecha meme y un gobierno resentido.
“Hasta los deportistas que tienen jornada especial tampoco se les dice cómo va a ser. Está tan mal redactado el artículo que no se hace cargo de ninguna jornada especial, sino que todas deben adecuarse… Hasta Chile podría verse impedido de jugar una Copa América, porque va a exceder la horas que se están planteando. Porque no se especifica”, dijo el Ministro del Trabajo, Nicolás Monckeberg, mientras que el Diputado de la UDI, Patricio Melero, expresó “…Qué vamos a hacer con los trabajadores de CONAF cuando estén apagando el incendio, va a tener que contratar a más trabajadores”. Dos ejemplos que deleitaron las redes sociales.
El desdén patronal es producto de la irracionalidad de un país que transita sus leyes y normas a partir de la Constitución de Pinochet, libertad de acción e impunidad para los grandes capitales, clarificación para quienes gobiernan. Es sobre esta base dónde crece el descontento contra el Gobierno, teniendo a Piñera en sus índices más bajos de aprobación, potenciado por sus políticas en medio de creciente incertidumbre económica, reforzado por sus argumentos-memes.
Estos antecedentes son potenciales motores de movilización social, que por un lado logren imponer una Ley a favor de las mayorías, mientras que hagan retroceder al Gobierno, hechos centrales que deberían plantear mayores responsabilidades a los parlamentarios del FA y el PC que confían en meramente en el Congreso por fuera de las y los trabajadores. Hay tiempo de reorientar.
Que decidan las y los trabajadores en las calles y no el Senado ni el TC.
Un indicador es que sobran fuerzas a nivel social para imponer la reducción de la jornada laboral, otro factor es el retroceso del Gobierno. Sustentos centrales para avanzar, aunque aún hay escollos anti-democráticos que sirven contra los intereses del 99%: el Senado y el Tribunal Constitucional. Obstáculos creados para que todo siga igual ¿Esperar que actúen o que se expresen democráticamente las calles?
Las decisiones políticas serán decisivas en el corto periodo, ya que el PC y el FA depositan sus confianzas en el parlamento, es así que su logro hasta ahora es haber conseguido un acuerdo con la Democracia Cristiana para la Comisión de Trabajo, mismo sector que ha posibilitado legislar con tranquilidad a Piñera, aquel diagrama político tiene un limite: las paredes del Congreso y la Constitución de Pinochet. Si bien hoy avanzó el proyecto, aun quedan pasos por dar en un contexto hostil, escenario que tanto el PC que dirige la CUT, al igual que el FA con sus direcciones sindicales y estudiantiles tienen la responsabilidad política de salir de su pasividad parlamentaria en convocar a una gran movilización sindical y social por la reducción de la jornada laboral.
Nuestras propuestas es motorizar en la movilización el apoyo a las 40horas de trabajo semanales, aunque creemos que es corta y limitada. Es por eso que contrario a descansar en el parlamento, opinamos que las decisiones democráticas deben radicar en el 99%, confiando en la fuerza de las y los trabajadores como potencial decisivo. Imponer la Ley en las calles, debatirla en todo lugar con asambleas de base, avanzar en aumento salarial en igual al costo de la vida. Bases necesarias que ponemos nuestros esfuerzos y voluntades militantes.
Joaquín Araneda, Movimiento Anticapitalista