Extractamos aquí los cierres de los panelistas que el 24 de setiembre participaron de la charla con el mismo título que esta nota. La dinámica del debate llevó a que explicaran sus propuestas, lo que evidenció las importantes diferencias estratégicas entre la dirigencia palestina, sus aliados y nuestro partido. (Leé la primera parte)
Husni Abdel Wahed, embajador palestino
Se han expresado distintas opiniones. Coincidimos con algunas y nuestra opinión difiere en algunas. Nosotros no somos partidarios de “destruir” a nadie ni nada. Pienso que tenemos que ver el futuro con ojos diferentes y no caer en el juego del imperialismo y del sionismo de destruir para reinar. Nosotros somos partidarios de la convivencia pacífica, independientemente de quién se trate. La paz se hace entre enemigos. Hoy Israel es nuestro enemigo, y pretendemos hacer la paz con Israel.
El presidente palestino sostiene que en este mundo no sobra un pueblo, sino que falta un Estado. Este Estado que falta es el de Palestina. Es cierto que Israel ha hecho todo lo posible para que no se establezca un Estado palestino. La otra alternativa, en ausencia de un Estado palestino, es un Estado para todos, como es ahora el Estado de Israel, pero que incluya al 100% de la Palestina histórica.
Entonces nuestra lucha, en caso de que no haya un Estado palestino independiente y soberano, que conviva pacíficamente con el Estado de Israel, sería un Estado para todos sus ciudadanos en igualdad de condiciones. No podemos aceptar vivir como ciudadanos de segunda, tercera o cuarta. Hoy los palestinos, sean musulmanes o cristianos, inclusive judíos, son ciudadanos de tercera o cuarta categoría. Esto es insostenible. El objetivo de la lucha, en caso de que no se logre un Estado palestino, es un Estado realmente democrático, civil y para todos.
Jorge Elbaum, Llamamiento Argentino Judío
No es usual que yo coincida totalmente con Husni, pero la verdad que me siento absolutamente identificado con su concepción y difiero con el compañero Bodart. No hay cosa más funcional a Israel que utilizar la palabra destrucción. Cuando en Israel se utiliza la palabra destrucción, se remite a un hecho verídico de la historia reciente que es la Shoah, el Holocausto, en el que murieron seis millones de judíos -por supuesto también murieron 28 millones de rusos soviéticos, 500.000 gitanos, 200.000 gays, etc. Pero en la estructura fundante, cultural, del Estado de Israel, el concepto de destrucción se asocia inmediatamente a eso. Ésa es la causa por la cual Israel es la quinta potencia militar mundial y tiene 400 bombas nucleares en el Negev. Más allá de la discusión de fondo, que por supuesto es válida, quiero decirles una cosa, yo que conozco Israel y fui 50 veces y hablo hebreo y tuve formación judía laica: lo que necesita el sionismo de derecha es escuchar la palabra destrucción.
Los militantes populares no tenemos que darles herramientas a aquellos que defienden las políticas de discriminación, belicistas y de apartheid y limpieza étnica. Pero también hay muchos socios al interior de Israel. Estamos viendo surgir esta tercera fuerza del Partido Comunista Israelí y cuatro partidos palestinos, dos laicos y dos musulmanes, que sacó 13 parlamentarios en las últimas elecciones. En una democracia mentirosa, en la que hay cinco millones de tipos que no votan, pero las políticas que decide ese parlamento, la Knesset, se les imponen con la ocupación militar.
Para entender cómo se sale, yo coincido con Husni absolutamente. Creo que la comunidad internacional, si se pone de acuerdo, sobre todo el gran mal del universo en este momento que se llama Estados Unidos, si presiona fuertemente en un acuerdo internacional para exigirle a Israel que abandone los territorios ocupados y acepte un plan de paz que implique pagar el daño y el dolor sufrido por los palestinos, se podría arreglar en cinco minutos.
Ahora, en el caso que no se pueda, porque el imperio no deja de ser imperio, entonces una solución alternativa es un país con ciudadanía de primera para todos, con voto y derechos soberanos en igualdad.
La lógica colonial no es nueva. Nosotros en Argentina hicimos lo mismo. Lo que hizo Israel con los palestinos es lo que hizo Roca en la Patagonia, y lo que hizo Estados Unidos robándoles la tierra a los pueblos originarios. Los procesos de independencia en Latinoamérica, salvando algunos ensayos de San Martín y Belgrano de querer poner un rey inca, son procesos de destrucción y limpieza étnica muy parecidos al de Israel. Los mapuches son los palestinos. Son procesos de gente que viene de afuera y arma países y fronteras. ¿Qué frontera puede pensarse entre Bolivia y La Quiaca? ¿Cuál es la diferencia etnográfica entre el pueblo de vive en Jujuy y en Bolivia? El pueblo palestino, el gitano, el argentino, son todas construcciones culturales, como el pueblo castellano, que destruyó a los vascos, gallegos y catalanes.
Alejandro Bodart, Liga Internacional Socialista
Para mí, si vamos a hablar de qué es funcional a Israel, no hay nada más funcional al enclave colonial que aceptar su existencia, como lamentablemente han hecho los dirigentes palestinos y no el pueblo, que lucha de manera heroica desde hace 70 años. Creo que pedirle a Estados Unidos que interceda en favor de los palestinos, como hemos escuchado aquí, es pedirle peras al olmo. Creo que después de toda la experiencia del ’48 para acá, pedirle al sionismo que deje de ser colonialista y racista y acepte a los palestinos como ciudadanos de primera es otro desatino completo. Creo que, si para algo sirve la historia, es para sacar conclusiones. Si algo queda claro en la región, es que la política de no enfrentamiento a Israel y búsqueda permanente de una negociación es lo que ha hecho retroceder al pueblo palestino hasta la situación actual.
Hay un fracaso estrepitoso de la política de la dirección palestina de intentar negociar con el monstruo, aceptando permanentemente sus condiciones. Claro que tenemos diferencias.
La primera claudicación fue aceptar la existencia del Estado de Israel y pensar que así se podía llegar a un acuerdo con el sionismo para que permitiera la creación de un Estado palestino en un pedacito de lo que era la Palestina histórica. Y ahora, que ya está claro que Israel no acepta ni siquiera eso -la existencia de dos Estados- y que todos los acuerdos firmados desde los ’90 hasta acá solo han permitido fortalecer a Israel, estamos ante una nueva y más peligrosa claudicación: aceptar que el único Estado en todo el territorio de la Palestina histórica sea el de Israel y suplicarles a los dirigentes sionistas que consideren a los palestinos como ciudadanos de primera, cuando toda la política del sionismo avanza en sentido contrario.
La realidad demuestra que no sólo no es posible la integración de los palestinos al Estado de Israel, sino que cada día Israel se hace más fascista, más teocrático y más expulsador de los palestinos. Justificar la existencia del Estado de Israel comparando a los palestinos con los mapuches o los catalanes, además de intentar desviar el debate, omite que tanto mapuches y catalanes por ser naciones oprimidas, despojadas de su territorio unos y sometidos por un Estado reaccionario los otros, siguen peleando desde hace siglos por recuperar lo que les corresponde, al igual que pelea el pueblo palestino, lamentablemente sin una dirección consecuente al frente, para recuperar su territorio.
Este debate no es nuevo. Nosotros venimos haciendo este debate desde hace años. Cuando se firmaron los acuerdos de Oslo en los ’90, criticamos a la dirección de la OLP por aceptar la existencia del Estado de Israel y crear la ilusión de que alguna vez habría dos Estados. Y la realidad nos está dando la razón.
¿Cuál es la salida entonces? De ninguna manera ir a pedirle a Estados Unidos ni al sionismo que se hagan buenos, como hemos escuchado aquí hoy. La salida pasa por unirse a los pueblos árabes que uno a uno se están rebelando contra la oligarquía que dirige sus países, apostar a la revolución. Porque sin la movilización de los trabajadores y los pueblos pobres de Medio Oriente, lo que va a haber es barbarie, no sólo en Palestina sino en toda la región.
Hablar de las bombas atómicas para atemorizar… Estados Unidos tiene diez mil bombas atómicas y seguimos peleando para terminar con el imperialismo. Porque cuando se levantan los pueblos no hay armamento que los detenga, como ya demostró el pueblo vietnamita. Lo que hay que hacer es ganar al pueblo, y para ganar al pueblo hay que tener una política correcta que defienda sus intereses. Y la política correcta en el mundo árabe pasa por llamar a que se levanten contra sus propios gobiernos, la mayoría pro-imperialistas y juntos enfrenten al Estado de Israel, gendarme en la región, hasta destruirlo y sobre sus cenizas construir un nuevo Estado, palestino y laico, donde puedan volver a vivir pacíficamente todos los que hoy habitan ese territorio, sin distinción de raza o religión.