La prisión de Lula fue un acto de proscripción política para evitar que sea electo presidente en las últimas elecciones. Un acto antidemocrático que los revolucionarios debemos enfrentar y por eso desde el primer momento expresamos nuestro rechazo a su prisión y fuimos críticos de la política de confianza y asimilación al régimen por parte del PT que no convocó a enfrentar en las calles éste ataque antidemocrático y, una vez más, no confió en la movilización. Estar a favor y defender la liberación de Lula no significa apoyar su proyecto político. El gobierno del PT, con Lula primero y Dilma después, fue garante de grandiosas ganancias capitalistas. Durante todo su gobierno los vínculos con las corporaciones y sectores de poder fueron una constante, la corrupción y negocios fraudulentos no fueron una excepción.
Las expectativas de un gobierno de los trabajadores se fueron diluyendo al compás de un lineamiento claro de Lula a favor de las corporaciones y los terratenientes. El movimiento de masas, con la juventud como protagonista, enfrentó las medidas de ajuste que el gobierno del PT aplicó, y en ese proceso se fue desgastando su base y apoyo social. Así ellos le dieron paso a la derecha, primero con Temer ubicándolo como vicepresidente de Dilma que luego derivó en el impeachment y encarcelamiento de Lula cual boomerang y finalmente al gobierno reaccionario y ultraderechista de Bolsonaro.
Con Lula y el PT para enfrentar a Bolsonaro?
Muchos compañeros y compañeras ven la urgencia de derrotar a Bolsonaro y su gobierno de derecha, y para eso proponen conformar un frente de toda la izquierda y el progresismo incluyendo al PT. Nosotros acordamos que en las calles debemos lograr la más amplia unidad de acción y movilizarnos para terminar con Bolsonaro y sus ataques, pero rechazamos un frente político común con quienes son gerentes del capitalismo.
Por un lado porque ratificamos que las experiencias de todos los gobiernos “progresistas” demostraron no ser una solución para la clase trabajadora y los sectores populares, sino por el contrario los responsables de la existencia de gobiernos de derecha, extrema derecha y autoritarios como Bolsonaro, Macri, Lenin Moreno, Maduro, entre otros. Su negativa a avanzar en medidas anticapitalistas que enfrenten al imperialismo y sus planes de guerra contra los pueblos, produjeron una gran decepción en las masas que habían depositado confianza en sus discursos populares, soberanos e independientes. En éste terreno fértil, las derechas cobraron fuerza postulándose cómo alternativa política y tomaron la iniciativa.
Por otro lado, porque la fuerza de la movilización que las masas están demostrando a lo largo del mundo pone en evidencia que no basta con arrebatarle algunas conquistas al capitalismo, es necesario dirigir ésa inmensa fuerza hacia una salida anticapitalista y socialista, única alternativa de lograr y conservar dichas conquistas.
Un nuevo momento
La derecha y el imperialismo necesitan avanzar contra las conquistas de nuestros pueblos para garantizar sus feroces ajustes. Pero no pueden evitar que el ascenso de la movilización mundial, con fuerte peso en América Latina, haga naufragar sus expectativas y los obligue a retroceder. Rebeliones, movilizaciones multitudinarias, derrotas electorales y crisis gubernamentales son las marcas de ésta coyuntura donde las masas “despiertan” frente a los planes de ajuste imperialistas y le complica sus objetivos. Frente al escepticismo de gran parte del progresismo que vaticinaba un período negro de derrotas y avance fascista vemos como en la dinámica de la lucha de clases actual la derecha se debilita y pierde la iniciativa y es el poder de la movilización la que la toma. En éste marco es que se da la liberación de Lula.
En el país todos los días nos enteramos de nuevos hechos políticos que muestran una dinámica de crisis en ascenso del gobierno de Bolsonaro. Sus intentos antidemocráticos y ultraconservadores se enfrentan constantemente con más y más rechazo social y popular. Porque en definitiva lo que genera cada vez más rechazo es el plan de ajuste que el gobierno de Bolsonaro vino a aplicar contra la clase trabajadora y el pueblo. El presidente intenta controlar la justicia y manejarla a su gusto, pero una vez más no puede cumplir con su plan. El Supremo Tribunal Federal (STF) modificó la jurisprudencia y obliga a liberar a todos los presos que estén en proceso con condenas en segunda instancia y aún no hayan sido juzgados definitivamente. El ex presidente Lula se encuentra en ésa situación razón por la cual fue liberado el 08/11 por la tarde. La justicia burguesa nunca va a resolver los miles de casos de corrupción que existen, el poder no se autoinvestiga, sólo la presión de la movilización de las masas puede obligar a conquistar verdad y justicia en éste y en todos los casos. Por eso si queremos resolver los casos de corrupción debemos empezar por exigir que se conforme una comisión independiente del poder judicial y político para que investigue.
Por un gobierno de los y las trabajadoras, un gobierno socialista
No se puede enfrentar a la derecha con más derecha. La única alternativa política capaz de enfrentar a la derecha y al imperialismo es la izquierda anticapitalista. Por eso ninguna alternativa política de conciliación de clases sirve para la tarea de quitarles el poder y gobernar para quienes nunca gobernamos, la clase trabajadora. Desde Alternativa Socialista y la Liga Internacional Socialista (LIS) defendemos y fortalecemos el programa del PSOL desde sus inicios, un programa clasista y revolucionario, un programa socialista. Hoy más que nunca, te invitamos a ser parte en ésta tarea.
Verónica O’Kelly