El sistema capitalista-patriarcal está en una profunda crisis económica, política y social. Las promesas de “prosperidad y progreso” hechas por el Imperialismo después de la caída del muro de Berlín (1989) se esfumaron con la aplicación de la receta neoliberal, la cual se convirtió en el verdugo para los de siempre: los y las trabajadoras y las clases populares de los países periféricos. Hoy transcurridos 30 años, el 99% de la población ha tenido que asumir más de cuatro crisis financieras-sin tener en cuenta la proyectada por el FMI para el 2020[1], mientras el 1% se apropia y disfruta del fruto del trabajo ajeno[2].
Esta realidad, traducida en grandes brechas de desigualdad, derechos privatizados, trabajos precarizados, crisis ambientales, ha develado el doble carácter de los gobiernos de cada país: por un lado, una postura complaciente y sumisa a los intereses las organizaciones multilaterales, dirigidas por Estados Unidos como el FMI, BM, OMC, OCDE, BID, entre otras, y por el otro, una respuesta apática y profundamente represiva a las exigencias de los y las trabajadoras. Este doble carácter demuestra la agonía del sistema capitalista.
Debido al enriquecimiento de unos pocos a costa del bienestar de la mayoría, la pérdida sistemática de derechos y la destrucción de la naturaleza, La indignación social va en aumento principalmente en las juventudes y el movimiento feminista, que al ver cómo sus gobiernos violentan sus derechos a favor de las élites nacionales y transnacionales, han copado las calles de dignidad en busca de soluciones reales a las precarias condiciones de la mayoría, como ocurrió en Puerto Rico, en Nicaragua contra Ortega-Murillo, en Ecuador contra el paquetazo de Moreno, Argentina contra Macri, el pueblo de Bolivia contra el golpe de Estado apoyado desde la Casa Blanca, los chalecos amarillos en Francia contra Macron, los y las independentistas en Cataluña, el proceso Kurdo contra la invasión Turca, y por supuesto, la fuerte coyuntura chilena que tiene al gobierno de Piñera contra las cuerdas y a portas de una constituyente. Este último, ha tenido una influencia importante en la lucha de clases en los países latinoamericanos.
Bajo este panorama, ¿Por qué salir a paro nacional el próximo 21 de noviembre en nuestro país?
Según el Fondo Monetario Internacional habrá un crecimiento económico por encima de los demás países latinoamericanos[3]. Sin embargo, las condiciones de vida de los y las colombianas cada vez son más precarias e invivibles porque en el país aproximadamente el 1% de la población concentra el 50% de la riqueza monetaria y el 81% de la tierra productiva, mientras que el 27% está sumida en la pobreza monetaria (esto teniendo en cuenta que para el DANE no se es pobre si se devenga un salario mayor o igual a $257.000) y un 19% en la pobreza extrema. Situación que será agravada por la reforma laboral que pretende disminuir el salario mínimo y pagarles a los jóvenes solo el 75% del salario.
Sumado a lo anterior, la deuda pública del país llegó a 54% del PIB, es decir, 527,92 Billones (COP)[4], la más alta de los últimos años deparando una nueva alza de impuestos-siendo que afectará la capacidad adquisitiva de la clase media y baja. Para poder adquirir el préstamo con el FMI, los últimos gobiernos donde se incluyen los dos de Uribe 2002-2010, los dos de Santos 2010-2018, y el actual de Duque, todos sin excepción han aplicado políticas de austeridad económica y de recorte de derechos para poder cumplir con el pago de la deuda. En este marco se inscribe la actual reforma pensional que aumentará la edad de jubilación y desaparecerá el fondo público (Colpensiones).
Por otro lado, el asesinato sistemático de líderes y lideresas sociales cuyo número asciende a 627[5] desde la firma de los acuerdos con las FARC-EP, la tasa de feminicidios que llega a 159[6] en lo corrido del año, el regreso de la política del gobierno Uribe de los “Falsos positivos”, que cobró la vida de más de 10.000 jóvenes y en la actualidad se le relaciona con la muerte de más de 18 niños y niñas en el Caquetá, la corrupción que le ha costado al país más de 40 billones[7], la abandona ruralidad, entre muchos otros, hacen parte de una lista la cual parece no tener final. Esta crisis política pone en evidencia la deteriorada democracia liberal, donde el ejercicio democrático se convirtió en un escenario donde cada cuatro años se elige cuál será el próximo explotador y represor. son
Esta problemática interna es la base del paro del 21 de noviembre convocado por las centrales obreras, alimentado por el paro estudiantil e indígena a principios del gobierno paramilitar de Duque, cuya desaprobación hacia su gestión ya asciende al 69%[8].
El pueblo colombiano saldrá a las calles a exigir soluciones reales a problemáticas que nos aquejan, no solo a los y las oprimidas del país, reivindicando las luchas en los otros países, dando muestra que a pesar de la diferencias culturales, políticas y territoriales, el enemigo es uno solo: el sistema capitalista representado en los gobiernos neoliberales y las organizaciones multilaterales como el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial.
El gobierno junto a su partido, ha intentado por todos los medios posibles apaciguar la fuerza y la legitimidad del paro del 21N a través de campañas de miedo, la negación de los problemas sociales, la estigmatización de la protesta, la aprobación de la militarización en las ciudades, dando facultades represivas a las gobernaciones y alcaldías, la creación indirecta de grupos con tendencias paramilitares y fascistas como la “Resistencia civil Antidisturbios” creado en Medellín. Esto no es más que el reflejo de lo mucho que tienen perder los de arriba. ¡Así es el tamaño de la fuerza de los y las trabajadoras y de lxs oprimidxs cuando luchan!
Hoy tenemos un gran reto, aunque las luchas en el continente nos permitieron evidenciar que solo en las calles se arrancan los derechos usurpados por décadas, dependerá de nuestra capacidad revolucionaria transformar nuestra fuerza en victorias, avanzando más allá de la propuesta de las centrales obreras, nuestro límite no puede reducirse al rechazo del “paquetazo de Duque”, por el contrario, debe expandirse y focalizar la fuerza hasta que se vayan Duque, el FMI y el Banco Mundial.
Como organización política Anticapitalista afiliada a la Liga Internacional Socialista, hacemos un llamado a los y las oprimidas en Colombia, a salir masivamente a las calles el próximo 21 de noviembre 2019.
“LA REVOLUCIÓN ES imposible hasta que se VUELVE INEVITABLE». León Trotsky.
Medellín, Antioquia
Impulso Colectivo- Liga Internacional Socialista.
[1] Según el FMI, en su informe anual “Nuestro mundo está conectado”, plantea que habrá una recesión económica que afectará el 70% de la economía mundial a finales de 2020, debido a una alta deuda pública y privada estimada en la actualidad en 226% del PIB mundial, las políticas proteccionistas del Gobierno de Trump la guerra comercial con China.
[2] Deborah Hardoon (Deputy Head of Research, Oxfam GB). “Una economía al servicio del 1%”. OXFAM Internacional. 18 de enero de 2016. Recuperado de: https://www.oxfam.org/es/informes/una-economia-al-servicio-del-1
[3] El organismo el 28 de octubre del presente año en su informe “Perspectivas económicas. Las Américas, frustradas por la incertidumbre”, estima que la economía colombiana crecerá a un ritmo del 3,4 % en el 2019 y se acelerará un poco más en el 2020, con un dinamismo del 3,6 % en medio del lento crecimiento mundial y los precios moderados de las materias primas.
[4] Datos del Banco de la República.
[5] Datos del Instituto de Estudios para el Desarrollo y la Paz INDEPAZ y las organizaciones Cumbre Agraria Campesina Étnica y Popular y Marcha Patriótica.
[6] Datos de la Fundación Feminicidios Colombia.
[7] Estos recursos si se hicieran efectivos solucionarían la crisis financiera de la educación pública en todos los niveles.
[8] Redacción política. “Desaprobación del presidente Iván Duque Márquez escala al 69 %: Gallup Poll”. El Espectador. 7 de noviembre de 2019. Recuperado de: https://www.elespectador.com/noticias/politica/desaprobacion-del-presidente-ivan-duque-marquez-escala-al-69-gallup-poll-articulo-890074