Argentina después de las elecciones: cambios políticos y estrategias de la izquierda

Por Sergio García, dirigente del MST e integrante de la Mesa Nacional del FIT-Unidad

Se va Macri, llega AF y sigue el FMI. Habrá cambios y continuidad: ¿a qué gobierno y régimen vamos?, ¿qué respuestas sociales habrá? En medio de la polarización, el FIT-U logró una valiosa votación, pero retrocedió un poco. Nuestras propuestas para avanzar.

Macri y su coalición política acaban de perder la elección nacional y no es un tema menor: se va del gobierno el proyecto montado y diseñado por la gran burguesía proimperialista para llevar a fondo los cambios estructurales que necesitaban y a la vez colocar a Argentina, junto al Brasil de Bolsonaro, como países aliados de la política estadounidense en la región. Con su derrota electoral, esos cambios reaccionarios han quedado a mitad de camino. Además, en estos cuatro años no han podido sacar al movimiento de masas de las calles: con desigualdades, la resistencia y el enfrentamiento al plan de ajuste se expresaron reiteradas veces.

De hecho, la derrota del macrismo se consumó ahora en forma electoral porque la vieja burocracia sindical y el PJ[1] desviaron el gran ascenso que se había manifestado a fines de 2017, cuando miles y miles enfrentamos la reforma previsional y laboral. Allí comenzó el fin de este gobierno; nunca más pudo recuperarse de esas jornadas. No cayó antes porque sus socios políticos y sindicales lo sostuvieron. Pero terminó derrotado porque se fracturó su relación con una amplia franja de la sociedad, que no pudo recuperar en apoyo a su proyecto.

La salida de Macri de la presidencia es un golpe político a las intenciones y planes de EE.UU. en la región, que a través del Grupo Lima, con Macri, Bolsonaro, Piñera y Duque de Colombia viene buscando recomponer su poder económico y político en el continente. Con Macri pierde un gran aliado y un secuaz obediente. A puro pragmatismo, el presidente norteamericano y Fernández ya han tenido días atrás una amable conversación telefónica. Trump buscará ahora un nuevo acuerdo político y económico con el gobierno peronista, que, como tantas otras veces, aun bajo doble discurso, estará dispuesto a consumarlo.

El peronismo al gobierno: señales de cambio, decisiones de continuidad

Aunque todavía no asumió formalmente, Fernández ya se mueve y viaja como presidente argentino. Acaba de estar en México reunido con AMLO. Allí dejo ver algo de su nueva arquitectura política, que tiene mucho de frases de conveniencia y nada de cambios profundos. Se mostró dispuesto a buscar una cooperación progresista en la región y a la vez dejó entrever que no se irá del reaccionario Grupo de Lima. Juega, por así decirlo, ambiguamente, tratando de mostrar cambios y a la vez no sacar sus pies del plato de los poderes imperiales.

Sobre esta base se encamina a una renegociación con el FMI, tema crucial de cara a los tiempos venideros. El Fondo pide un plan claro para liberar nuevos envíos de dinero, garantías de cobro e intereses y más poder de decisión hacia los cambios estructurales que busca. EE.UU. pide que Argentina cumpla con el FMI y Fernández quiere cumplir con toda la deuda externa, aunque sabe que discursivamente debe contener a sus bases electorales que acaban de votar contra el ajuste del Fondo y esperan cambios notorios. En ese inestable equilibrio se moverán las aguas del país los próximos meses. Como es sabido, el FMI no firma en ningún lado acuerdos que no les sean útiles: quiere a sus países miembros y asociados atados a sus planes y designios.

Argentina tiene además, sumada la deuda interna y externa en dólares, vencimientos durante los próximos cuatro años que ascienden a 170 mil millones de dólares. Fernández y el PJ ya han declarado que cumplirán con eso. No hace falta recordar que, si es así, no cumplirán con las enormes demandas sociales que tiene el combativo pueblo argentino. Entre esas tensas contradicciones se irá alimentando un no muy lejano descontento social y allí surgirán sus primeras expresiones.

Lo que viene para el PJ y Fernández es muy complejo y lo saben. Por eso alientan un pacto social entre las patronales, la burocracia sindical y las iglesias. Así quieren organizar la contención de reclamos por un largo período, esquema que no excluye la posibilidad de que la burocracia peronista con sus patotas gremiales haga las veces de aparato represor en procesos de lucha que vayan surgiendo desde abajo.

En paralelo, Fernández ya impulsa reuniones e intercambios con gobernadores, inversionistas y grandes empresas alrededor de dos ejes centrales, con mucho de continuidad, de lo que él dice serán sus “motores”: Vaca Muerta como gran explotación petrolera, buscando atraer nuevas y millonarias inversiones a costa de mayor entrega, destrucción ambiental y militarización de esas regiones, y la minería a gran escala para las corporaciones del sector, expertas en liquidar zonas enteras al servicio de sus ganancias.

En estos temas, así como también en su aval al fraude de la deuda externa y en su relación directa con el Vaticano y sus retrógrados propósitos, se ve el carácter del gobierno de Fernández y el PJ. A su vez, estos ejes oficiales serán motores del desencanto y de las nuevas olas de luchas y debates políticos que se abrirán, más temprano que tarde.

Un análisis sobre el resultado de la izquierda

Las elecciones se dieron en un exacerbado proceso de polarización empujado por el gobierno y el PJ e inducido por los grandes medios de comunicación. Así se transformaron prácticamente en un balotaje, con poco espacio para el resto de las fuerzas. En este contexto por demás dificultoso para fuerzas anticapitalistas y socialistas, primó objetivamente el “malmenorismo” y el voto castigo al gobierno macrista por un lado, con su contraefecto de voto, también masivo, para que no vuelva el peronismo. Entre ambas tendencias la izquierda vio reducir un poco su caudal electoral. La fórmula presidencial superó el 2% con 600.000 votos y sacamos un caudal algo mayor a los cargos legislativos (800.000), lamentablemente, en este caso, por escaso margen no llegamos a obtener ningún diputado nacional aunque sí un legislador en la Ciudad de Buenos Aires, que se suma a varios diputados provinciales ÿ concejales en Neuquén y Córdoba logrados meses atrás.

Para mejor comprender la realidad electoral que hoy vivimos en la izquierda, no cabe reducir el análisis de los resultados solo a causas objetivas. Todo examen serio, crítico, profundo, debe incorporar el peso del factor subjetivo; es decir, de la propia política de la izquierda los últimos años y meses. Ver esto es lo único que completa integral y correctamente la comprensión de la actualidad electoral de la izquierda revolucionaria.

Desde esta perspectiva no podemos obviar que el FIT de años anteriores (PTS-PO-IS) tuvo una gran oportunidad en su mejor momento y no supo aprovecharla. Habiendo llegado a picos de apoyo electoral bastante importantes y con mucho apoyo social, sindical e intelectual, no supo responder a su propia realidad de la única forma que debía hacerlo: abriéndose con todo a ir por más y a encabezar una mayor unidad de la izquierda, y además sacarla del limitado plano electoral para extenderla a toda intervención conjunta en la lucha de clases.

Sólo se decidió a recorrer este camino unitario e imprescindible recién este año y casi al límite del plazo de presentación de alianzas, perdiendo un valioso tiempo político al ir divididos en la primera mitad del año en muchas elecciones provinciales. Después de esto recién pudimos llegar a un acuerdo, y con el ingreso de nuestro MST se avanzó a la conformación del FIT-Unidad. Diversos medios difundieron esa gran noticia bajo el título de “histórica unidad de la izquierda”, cuando ya se transitaba una dinámica no de ascenso sino de retroceso político-electoral.

Vale decir que la conformación del FIT-U fue muy necesaria, positiva y a la vez tardía. Esto condicionó las posibilidades de llegar mucho más fuertes desde la izquierda a las elecciones primarias de agosto. A partir de allí ya la dinámica de polarización hizo el resto, a lo que se suman algunos errores parciales durante la campaña, en el marco de una política en general muy acertada. Como evaluamos en la Mesa Nacional del FIT-U, la campaña fue la más a izquierda y correcta políticamente de todas las realizadas desde 2011.

En resumen, sobre la base de todos los puntos positivos sumamos también una visión crítica en diferentes aspectos. Retomamos aquí conclusiones de los últimos años hasta el presente, por la convicción de que no olvidar aspectos críticos notorios tiene que servir, positivamente, hacia la respuesta política a dar en desafíos futuros. Colaborar con mejorar en forma cualitativa nuestra unidad de la izquierda es una tarea de primer orden.

El FIT-Unidad: avances y límites a superar

Las elecciones pasaron y el momento de los balances también va terminando. Sin embargo, para quienes analizamos la realidad para mejor comprenderla y así pelear en mejores condiciones por transformarla, la relación entre el balance y las tareas tiene un valor insustituible. Vemos el presente y sobre todo el futuro del FIT-Unidad ligado al desarrollo de una combinación de factores políticos que dependen de quienes integramos nuestro frente.

Por un lado, reivindicamos la conformación del FIT-U, nos planteamos continuarlo y mejorarlo. Para eso partimos de tener un profundo programa político, anticapitalista y socialista, que hace de cimiento y contorno de nuestra construcción unitaria. Ese programa pasó la prueba de la batalla electoral y por eso fuimos la única opción política con propuestas claramente alternativas a todos los demás candidatos del sistema y el régimen capitalista. A esto hay que agregarle una campaña en la que nuestras y nuestros principales referentes estuvieron acompañando cada lucha en curso. Del Caño-Del Plá desde la fórmula presidencial, junto a referentes como Cele Fierro, Bodart y Ripoll de nuestro MST, Bregman y muchos otros, fueron voceros y militantes de una política anticapitalista y socialista durante toda la campaña. Asimismo, hicimos un histórico acto en la 9 de Julio con miles y miles de militantes y simpatizantes y un cierre de campaña en apoyo al pueblo de Chile ante el consulado de ese país, dejando claro en el último día de qué lado estamos y qué compromisos tenemos.

A todo esto, que lógicamente es muy positivo y meritorio, hay que combinarlo hacia adelante con la modificación de algunos aspectos esenciales que necesitan ser reconsiderados si queremos quebrar la dinámica de retroceso electoral, para retomar una ruta de crecimiento en varios planos. Y ahí entra la importancia de un buen balance y la consecuencia con el mismo. De allí surge la necesidad de relanzar nuestro frente sobre nuevas bases, que sintéticamente podemos condensar en estos puntos:

  • Proponemos que esta gran unidad de la izquierda actúe como un frente político permanente y no solo en meses electorales. Que intentemos responder políticamente ante cada hecho en forma unitaria, postulando a nuestro frente en la realidad y difundiendo masivamente nuestras opiniones y propuestas. Tenemos que evitar las tendencias que de una u otra forma contienen concepciones electoralistas cuando hace falta algo cualitativamente distinto y superior.
  • Con el mismo objetivo, esto tiene que extenderse hacia la intervención en los procesos de la lucha de clases, en la clase obrera con la unidad y coordinación del sindicalismo combativo, en el movimiento feminista y disidente, frente al ascenso de la lucha ambientalista, en la juventud y los desocupados. No puede existir una barrera entre la intervención en las luchas sociales y la lucha política: son parte de una misma estrategia y separarlas debilita la intervención en ambos planos.
  • Consideramos también que debemos tener una política de ampliación y renovación de nuestro frente, sobre la base de democratizar a fondo todos los debates, nuestro funcionamiento y la relación activa con sectores y referentes intelectuales, ambientales, sociales, del feminismo y la disidencia y con grupos y organizaciones que reivindiquen nuestra política y programa. Necesitamos apertura hacia afuera para reposicionar más fuerte al FIT-U.
  • Sobre esta base política y metodológica de acción común durante 2020, de cara a las elecciones de 2021 se hace imperioso democratizar también la confección de las listas mediante acuerdos justos y realistas, o mediante la utilización de internas o algún otro mecanismo democrático que encontremos en común, para garantizar que todos seamos protagonistas y se aproveche integralmente la fuerza y les referentes de cada organización.

Estas propuestas, entre otras, ponemos a debate en el seno de nuestro frente como un aporte al fortalecimiento del FIT-Unidad para el período que se inicia hacia los desafíos que tendremos. Hay que hacer de esta unidad lograda un proyecto que, apoyado en la movilización, en la clase obrera, la juventud, el feminismo y los sectores populares, se juegue a fondo como alternativa política, vuelva a atraer a más sectores, se renueve, se amplíe y se postule hacia franjas del movimiento de masas desde una política de clase, socialista y anticapitalista.

Argentina, el contexto regional y nuestros desafíos estratégicos

A la vista de todes transcurre un nuevo salto de la lucha de clases en nuestra región. Se manifiesta de diversas formas y con lógicas desigualdades, en una combinación de mayor lucha de clases con polarización social y política. En estas últimas semanas, su dinámica la marcaron Ecuador primero y Chile después, como procesos de envergadura. A la vez se trata de un fenómeno de ascenso más extendido, con sus manifestaciones en Colombia, Haití, Honduras, Argentina, expresiones de repudio a Bolsonaro también en Brasil, crisis política en Perú y sin olvidar la enorme gesta de Puerto Rico hace tan solo un par de meses que liquidó un gobierno. Y lo mismo en otras regiones del mundo.

El cambio político en Argentina encontrará, en la medida en que siga el ajuste, nuevas expresiones de lucha de clases y resistencia obrera y popular, también posiblemente de la juventud y del movimiento feminista que en nuestro país adquirió notorias dimensiones. Sin duda así será, enriqueciendo con nuevas expresiones el ascenso regional que no cesa.

Es precisamente en este marco que las y los revolucionarios tenemos enormes oportunidades y desafíos políticos. Si algo une las tareas y perspectivas de Chile, Ecuador, Brasil y Argentina, por tomar algunos ejemplos, es la necesidad imperiosa de fortalecer alternativas políticas anticapitalistas y socialistas que luchen por un gobierno de los trabajadores. A las luchas que esos pueblos protagonizan hay que fortalecerlas en el terreno político como tarea prioritaria y estratégica. Así lo hacen en Chile nuestres compañeres del Movimiento Anticapitalista, que se construyen como organización revolucionaria mientras a la vez buscan la articulación política con otros grupos anticapitalistas. Está el esfuerzo que desde sectores del ala izquierda del PSOL de Brasil también hacen por darle a ese partido un rumbo anticapitalista y socialista, en lucha con otras tendencias conciliadoras. Y así lo hacemos de nuestra parte en Argentina construyendo el MST y siendo parte activa del FIT-Unidad que en esta campaña recibió el apoyo internacional de una importante cantidad de organizaciones y referentes, cuestión que agradecemos profundamente. En nuestro país, por la fuerte tradición del trotskismo y la importante acumulación de cuadros y militantes formados en el marxismo revolucionario, las posibilidades pueden ser aún mayores y, lógicamente, también las responsabilidades. Esto no depende de causas objetivas ni de otras fuerzas políticas. Que en la nueva etapa política que se abre el FIT-Unidad esté a la altura de los acontecimientos depende de la política y orientación que tengamos desde nuestro propio frente. Para eso desde el MST aquí planteamos propuestas y vamos a insistir en lograr cambios para que se lleven a la práctica, y así fortalecer la pelea política de la izquierda contra todas las fuerzas políticas del régimen y contra las teorías posibilistas, escépticas y reformistas que son obstáculo para el salto que necesitamos.

Si esta gran unidad de la izquierda que construimos se supera positivamente dejando atrás límites y problemas, haremos un gran aporte a toda la lucha regional contra los planes capitalistas. Ese es nuestro objetivo político. Para eso también, en el período que se abre, vamos a fortalecer nacionalmente al MST como partido revolucionario más inserto entre la clase trabajadora y la juventud, para estar lo más fuertes posibles en el impulso a esta política socialista, feminista, obrera e internacionalista. Como sección argentina de la LIS asumimos esa responsabilidad de cara a los desafíos que vienen. E invitamos al activismo, la vanguardia y la base electoral de la izquierda que nos acompañó durante estos meses en diversas actividades a que se sumen a construir junto a nosotres esta herramienta política colectiva, militante y revolucionaria.


[1] Partido Justicialista, partido burgués tradicional, peronista.