Fuera Piñera, Asamblea Constituyente y gobierno de los trabajadores
Por Maura Galvez dirigente del Movimiento Anticapitalista
La dinámica de la revolución sacude los pilares del régimen establecido y pone al alcance de las manos de las masas nuevas formas de organización política que hasta hace poco no salían de los círculos de la vanguardia más politizada. Exponemos aquí algunos debates sobre las consignas fundamentales del proceso chileno y la política de los revolucionarios.
Derechas fuertes o polarización y crisis
Hace pocos meses, nuestra corriente, la LIS, definía: “La situación internacional está atravesada por la crisis del sistema capitalista imperialista. Se visualiza su decadencia tanto en los países centrales como en los periféricos. En la mayoría de ellos se viven fuertes polarizaciones sociales, con fenómenos políticos a derecha y a izquierda, con una dura contraofensiva económica imperialista que ataca las condiciones de vida de cientos de millones en todos los continentes, y una importante respuesta de luchas obreras, populares, de las mujeres y la juventud, que con lógicas desigualdades recorren el mundo”[1].
En cambio, otras corrientes que se reivindican trotskistas ponían el eje en el fortalecimiento de las fuerzas de derecha, en un análisis superestructural y poco marxista sobre la globalidad de la lucha de clases a nivel internacional. Por caso, el Secretariado Unificado de la IV Internacional (SU) profundizó su camino de asimilación a las variantes reformistas, sosteniendo incluso que en el mundo cambió la época histórica y por lo tanto hay que adaptar las construcciones políticas a una época no revolucionaria[2].
Otras corrientes como la impulsada por el PTR en Chile (PTS de Argentina) o el PO argentino sostenían visiones similares, guiadas por el escepticismo y otorgando a las fuerzas de la burguesía una potencia que ni ellas mismas se reconocen.
La revolución que sacude a Chile y la multiplicidad de procesos que se dan a nivel mundial ponen blanco sobre negro estas interpretaciones.
La izquierda, entre el “no sirve de nada” y la adaptación a los reformistas
En ese marco, algunas de las corrientes internacionales del trotskismo que intervienen en Chile han mostrado de nuevo el nivel de crisis política y conceptual que las atraviesa, igual que a otras tendencias que se limitan y adaptan sus posiciones. La LIT por ejemplo explica en un largo artículo que “la Asamblea Constituyente es una trampa y no sirve para nada”[3],desoyendo a los cientos de miles que en las calles pelean por imponerla. Peor las corrientes que hacen vida en el Secretariado Unificado de la IV Internacional, que directamente levantan como referencia al Frente Amplio. Así, el MES de Brasil elogia los del FA como “los pronunciamientos más conectados con la calle”[4], cuando la principal actividad de este sector ha sido junto al PC la de intentar institucionalizar el proceso por las vías del régimen heredado de la dictadura y firmando un pacto con el gobierno asesino de Piñera, que lo rescata cuando estaba al borde del abismo. Esta política les está costando un extendido proceso de rupturas de dirigentes y militantes en todo el país, destacando la renuncia de Sharp, el alcalde de Valparaíso.
Dentro de las tradiciones políticas de Chile, el MIR mantiene influencia ideológica sobre organizaciones nuevas que reclaman su herencia. Es el caso de Convergencia 2 de Abril, que en una nota donde propone su política revisan la centralidad de la consigna Renuncia Piñera al plantear: “Es mejor exigir la renuncia o aprobar la destitución de un Presidente que perder sus privilegios. No obstante ello, una condición para la aprobación de una Asamblea Constituyente implica la renuncia de Sebastián Piñera, debiendo convocarse a nuevas elecciones presidenciales y parlamentarias… Este proceso de la Asamblea Popular Constituyente también debe servir para avanzar en la lucha contra el bloque en el poder, la cual se está dando desde las calles y también podría darse desde una Asamblea Plurinacional Constituyente que dé lugar a un nuevo texto constitucional”[5]. Esta petición de renovar por vía electoral a un nuevo presidente ratifica su separación etapista de la revolución, que es consecuencia de la separación que expresan en la lucha por el poder de las instancias autoorganizadas que surgen del proceso. Es una política de abstención sin disputa, que contribuye al rearme del régimen burgués actual.
Como siempre sucede, la
revolución expone a la dura prueba de los acontecimientos a quienes se dicen
revolucionarios. Algunos más allá de sus trajes rojos demuestran su enorme
incapacidad para comprender el momento político actual, no sólo en Chile sino
en todo el mundo; otros, eligen el camino de la adaptación reformista. Ambos
fenómenos se explican por el profundo escepticismo que recorre a estas
corrientes, lo que contrasta con la iniciativa y audacia de la LIS en todo el
mundo.
[1] Nuestra estrategia para la revolución socialista, documento fundacional de la LIS aprobado en Barcelona en mayo de 2019.
[2] “Nueva época, nuevo programa, nuevo partido: este tríptico debía constituir el marco de una reflexión sobre el nuevo período histórico», De la LCR al NPA, 15/12/08, firmada por los principales dirigentes del SU.
[3] Asamblea Constituyente: ¿solución o trampa?, en la web litci.org, 1/11/19.
[4] Chile: el paraíso neoliberal en llamas, en la web portaldelaizquierda.com, 29/10/19.
[5] A tres semanas de la revuelta popular: ¡avanzar a la huelga general!, en la web convergenciamedios.cl, 11/11/19.