El destino de los kurdos y el futuro de la lucha

Por V. U. Arslan

La dirigente del Partido Socialista de los Trabajadores (SEP) de Turquía, Güneş Gümüş, había advertido a los trabajadores y jóvenes turcos contra el clima chovinista alentado por la burguesía turca, que “la Nakba[1] de los kurdos no sería ninguna fiesta para los turcos”.

La operación “Primavera de Paz” tuvo el objetivo de aplastar pueblo kurdo en cualquier circunstancia. A la vez, su finalidad fue reafirmar el poder del gobierno del Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP), dividiendo profundamente a la clase trabajadora y debilitando la oposición social. Sin embargo, ésta última se recuperará y el poder del AKP comenzará a perder este impulso en la medida en que los problemas internos del país dominen la agenda de la clase trabajadora. Pero el problema de la desorganización y división de la clase trabajadora está profundamente arraigado.

Ciertamente, nunca será posible que la clase trabajadora desarrolle una conciencia de clase avanzada y se convierta en sujeto político activo sin aprender a defender los derechos de los kurdos. Por lo tanto, los marxistas revolucionarios que intentamos convertir la conciencia más avanzada de la clase trabajadora en un poder organizado seguiremos enseñando a los trabajadores el principio leninista de la autodeterminación. Al hacerlo, mantendremos nuestras críticas al movimiento nacional kurdo y nuestra independencia política.

Todo al revés

Todo comenzó con el final de las negociaciones, que habían durado años, entre el AKP y el Partido de los Trabajadores de Kurdistán (PKK). No fue difícil prever que el proceso volvería a convertirse en una guerra total, porque ni el AKP y el Estado burgués querían otorgar a los kurdos sus derechos reales, ni el PKK tenía la intención de abandonar las armas. Cuando el AKP llegó al poder, pareció adoptar una línea moderada sobre la cuestión kurda y en los momentos críticos el movimiento nacional kurdo le dio un apoyo implícito al AKP. Por ejemplo, durante el levantamiento de Gezi en 2013, el Partido Democrático de los Pueblos (HDP) mantuvo a los kurdos alejados de la rebelión. Esa imagen reformista y moderada era un requisito para la política de alianzas de Erdogan en el juego del poder. Basada en la desconfianza mutua, esa asociación se rompió en 2015. El carismático líder del HDP, Demirtas, había empujado a su partido hacia una posición anti-Erdogan, lo que se convirtió en un obstáculo para los intentos de Erdogan de monopolizar el poder. Por otro lado, la guerra civil siria había cambiado el equilibrio. Las fuerzas del PKK en Siria estaban organizando un gobierno autónomo en las tierras liberadas en Rojava (el Kurdistán sirio). Además, las milicias del PKK, compuestas por jóvenes kurdos, aprovecharon el proceso de negociación para obtener un control considerable de muchas ciudades del Kurdistán turco.

La autoconfianza de los líderes del PKK había empezado a romper sus lazos con la realidad. ¿No podrían implementarse las experiencias de autogobierno de Rojava en las ciudades kurdas al norte de la frontera? En junio de 2015, cuando el HDP logró un éxito electoral histórico con el 13% de los votos y el AKP perdió su mayoría en el parlamento, el PKK declaró que había puesto fin al alto el fuego e intentó establecer la “autonomía de facto” con sus milicias en muchas ciudades kurdas. Esto era exactamente lo que quería el AKP, porque estaba claro que el proceso de alto el fuego había debilitado al AKP y a Erdogan. Aunque el AKP trató de provocar la guerra antes de las elecciones de junio para evitar la derrota electoral, el PKK evitó enfrentamientos que pudieran opacar las elecciones. Pero inmediatamente después de las elecciones, la decisión del PKK de poner fin al alto el fuego derivó en el encarcelamiento de Demirtas, que venía de lograr un gran éxito, y aún está en prisión. Después de la declaración del fin del alto el fuego, se declaró el autogobierno en decenas de ciudades kurdas y las guerras urbanas empezaron y duraron meses. La milicia, que no tenía suficiente munición ni preparación, no tenía muchas posibilidades contra las Fuerzas Armadas Turcas (TAF). Las guerras urbanas no se convirtieron en una rebelión popular kurda y todos continuaron con su vida cotidiana, excepto en las zonas de combate. Esto expresaba el escepticismo del pueblo sobre el HDP y su estrategia de guerra urbana. Como resultado, las milicias fueron aisladas en ciertas partes de las ciudades y su derrota fue inevitable. Las consecuencias de la derrota fueron severas para el movimiento nacional kurdo. Miles de cuadros críticos de las ciudades han sido asesinados o arrestados; miles más han huido a Europa. El HDP fue intimidado e interventores fueron nombrados en los municipios que gobernaba. Finalizadas las guerras urbanas, el estado de emergencia declarado tras el intento de golpe de Estado de julio de 2016 también exacerbó la opresión contra el HDP. Los arrestos y despidos fueron masivos y el HDP todavía está casi paralizado. El umbral crítico es que las protestas civiles masivas puedan comenzar. El pueblo kurdo ha vivido cosas peores, pero la situación actual señala que las masas devastadas por la guerra ahora se mantienen alejadas de la política activa.

Además, el PKK sufrió importantes derrotas en las zonas rurales. Utilizando las oportunidades de la tecnología e innovando constantemente, las TAF han debilitado en forma significativa al PKK, cuya capacidad de acción ha caído a los niveles más bajos de su historia.

A pesar de estas pérdidas, las conquistas del movimiento nacional kurdo en Rojava fueron una gran fuente de motivación. No obstante, en 2016 comenzó la intervención de las TAF en territorio sirio, con la aprobación de Rusia y otros Estados imperialistas. En primer lugar, la región de Al-Bab-Azez-Jarablus fue invadida por la Operación Escudo del Éufrates, que empezó en agosto de 2016. Le siguió la región simbólica de Afrin, de alta población kurda, en enero de 2018; y finalmente, en octubre de 2019, la zona al este del Éufrates. Así fue como el movimiento nacional kurdo perdió Rojava después de que Estados Unidos los abandonara.

Las derrotas militares del movimiento nacional kurdo tendrán consecuencias a largo plazo. Parece difícil que el PKK se recupere en el plano militar. Es evidente que el Estado turco no abandonará las ventajas militares y posición superior adquiridas. En general, es un período histórico en el que las posibilidades de lucha guerrillera han disminuido. Sin embargo, el debilitamiento del PKK no significa que el pueblo kurdo abandone sus aspiraciones nacionales. La dinámica nacional continuará manifestándose en los votos del HDP. Por otro lado, si no hubiera cambios significativos en la situación política de Turquía, la capacidad de movilización del HDP continuará siendo limitada.

Historia de la opresión de los kurdos

A principios del siglo XX, durante la ola de crecientes movimientos nacionalistas y formación de Estados nacionales, los kurdos no tuvieron éxito bajo el Imperio Otomano. El punto de inflexión para ellos fue el hecho de que después de la Iª Guerra Mundial el territorio habitado por los kurdos se dividió en cuatro: Turquía, Irak, Irán y Siria.

Por otro lado, la base de la cuestión kurda se remonta a una edad temprana. Se basa en los esfuerzos por centralizar el Imperio Otomano en el siglo XIX. Las características centralistas de las reformas administrativas que se llevaron a cabo como parte de la modernización turca se enfrentaron a la resistencia de las tribus kurdas que hasta entonces habían vivido bajo una autonomía de facto. Esas primeras revueltas fueron lideradas por señores feudales kurdos. En el último cuarto de siglo, el liderazgo de las autoridades religiosas kurdas (jeques) prevalecería en los levantamientos.

Después del derrocamiento del panislamista Sultán Abdulhamid II, que en general fue bueno con las tribus kurdas y cooperó con ellas para reprimir a la minoría armenia, la ideología oficial del Estado fue reconstruida sobre el nacionalismo turco. El espíritu de esos tiempos, moldeado por las rebeliones armenias, las guerras de los Balcanes y la guerra imperialista, señaló el surgimiento del nacionalismo. El desarrollo del nacionalismo kurdo se fortaleció como reacción al nacionalismo turco.

El atraso económico de las regiones kurdas devino en la debilidad de las clases sociales portadoras del nacionalismo, retrasando el carácter nacional de las rebeliones kurdas del siglo XIX. Pero en 1908, con la segunda monarquía constitucional, los intelectuales kurdos se politizarían sobre la base de su identidad nacional. De esta manera, justo antes y durante la Iª Guerra Imperialista, los intelectuales kurdos empezaron a enfatizar la identidad kurda y plantear demandas nacionalistas. Durante ese período se intensificaron las actividades de los intelectuales kurdos por el establecimiento de un Kurdistán autónomo o independiente. Mientras se dibujaron las fronteras de Medio Oriente, el nacionalismo kurdo intentó despertar la conciencia nacional entre los kurdos y establecer una administración política propia en su territorio histórico, como intento de recuperación tardía.

Aunque el Acuerdo de Sevres, que los ganadores de la Iª Guerra imperialista impusieron a los otomanos derrotados preveía una Gran Armenia y un gobierno autónomo kurdo bastante pequeño, el movimiento de liberación nacional turco, que comenzó bajo el liderazgo de Mustafá Kemal, y al que se unieron los kurdos, invalidó ese acuerdo en los hechos.

Como resultado de las batallas, la ocupación de Anatolia por Grecia, respaldada por los ingleses, fue derrotada; las tropas francesas en las regiones del sur fueron deportadas a Siria por resistencias locales de las que participaron los kurdos; y la estabilidad de las fronteras soviética e iraní fue preservada. Así:

1) La histórica división de los kurdos en dos, entre el Imperio Otomano e Irán, se convirtió en una división en cuatro regiones dentro de Irak, Irán, Siria y Turquía, creándose los límites actuales. Como resultado, el problema kurdo ha adquirido un carácter regional y el pueblo kurdo ha sido sometido a diferentes formas de opresión bajo diferentes regímenes.

2) Mustafá Kemal y sus cuadros utilizaron su autoridad, proveniente de su liderazgo en la liberación nacional, para romper con los otomanos y el califato y establecer una república burguesa. La República implementó una política ambiciosa de centralización y nacionalización heredada del Imperio Otomano y utilizó un intenso nacionalismo turco como cimiento. Los kurdos, por otro lado, fueron ignorados y asimilados durante la guerra de liberación nacional pese a las garantías dadas a los líderes tribales por los kemalistas.

El área mayor y más poblada de los kurdos es el Kurdistán de Turquía. Aunque los kurdos se rebelaron contra la identidad étnica única de los turcos y entraron en conflicto con el régimen kemalista en más de veinte rebeliones, estas fueron severamente reprimidas. La Rebelión de Dersim (1937), la última de aquellas, estalló a partir de una provocación turca, más que como una rebelión. La crueldad y brutalidad del Estado habían alcanzado dimensiones extremas. Como resultado, el movimiento nacional kurdo permaneció en silencio hasta que se desarrollaron condiciones más favorables en la década de 1960.

El ascenso de 1968 desplazó a todo el país hacia la izquierda y llevó a la juventud kurda hacia el campo gravitacional de la política socialista. Los jóvenes revolucionarios kurdos establecieron sus propias fracciones de izquierda en Kurdistán en los ’70, una de las cuales fue el PKK, dirigido por Abdullah Öcalan, que no se destacó en aquel momento. Los acontecimientos posteriores provocarían la reciente rebelión kurda bajo el liderazgo del PKK.

El Kurdistán iraquí

Cuando se menciona la lucha del Kurdistán en Irak, viene a la mente la familia Barzani, que también se ha visto parcialmente afectada por el Kurdistán turco. El movimiento peshmerga, liderado por la tribu Barzani, tiene una experiencia centenaria de lucha nacional que ha dejado su huella en la historia nacional kurda. Los guerrilleros kurdos (peshmerga) liderados por Mustafá Mullah Barzani lucharon primero contra los otomanos, luego contra los británicos y, principalmente, contra el Estado iraquí con sede en Bagdad. Entretanto, después del debilitamiento del Estado iraní tras la IIª Guerra Mundial, las fuerzas peshmerga de Barzani se mudaron a Irán para convertirse en la fuerza militar de la efímera República de Mahabad.

Las fuerzas de Barzani se vieron obligadas a refugiarse en la URSS después de que Stalin abandonara a los kurdos a su buena suerte. Como allí no fueron bienvenidos, regresaron al sur del Kurdistán en 1958 para luchar por los derechos políticos kurdos. Aunque lograron la autonomía contra el gobierno central de Bagdad después de algunos triunfos militares, las disposiciones constitucionales nunca se implementaron por completo. Luego, Saddam Hussein logró una victoria decisiva sobre ellos en 1975, cuando el régimen del sha de Irán dejó de apoyarlos, y perdieron sus derechos nuevamente. En 1980, cuando empezó la guerra de ocho años entre Irán e Irak, los peshmerga apoyaron a Irán. En respuesta, Saddam Hussein perpetró horribles masacres con armas químicas contra los kurdos.

Cientos de miles de civiles kurdos murieron en las masacres de Halabja y Enfal. En 1991, cuando empezó la primera Guerra del Golfo, EE.UU. destruyó Irak y generó las condiciones que condujeron a la formación de un Estado kurdo de facto en la región al norte del paralelo 36. Massoud Barzani se transformó en un aliado cercano de EE.UU. En 1998, los enfrentamientos interminables entre las tribus de Barzani y Talabani se resolvieron con la mediación norteamericana y se otorgó una especie de unidad nacional kurda. Cuando EE.UU. derrocó al régimen de Saddam en la segunda Guerra del Golfo (2003) y destruyó el Estado Baath[2], la administración kurda en el norte se relajó y se convirtió en un semi-Estado con su propio ejército, banco, ingresos petroleros y crecimiento económico.

En el Irak post Saddam, ISIS surgió con la radicalización de la reacción de la minoría sunita. Cuando ISIS se apoderó de Mosul y amenazó a Bagdad y Erbil, las fuerzas peshmerga, respaldadas por EE.UU., salvaron a una gran región de ISIS y pasaron a controlar muchas regiones petroleras disputadas, como Mosul y Solimania. Barzani quiso consolidar esas ganancias con un referéndum de independencia, pero se encontró totalmente abandonado. Además de Bagdad, Teherán y Ankara también mostraron una fuerte hostilidad.

Pero lo realmente devastador para Barzani fue que EE.UU. y Europa lo dejaron a la merced de sus enemigos. Cuando el ejército iraquí, que se había fortalecido en la guerra contra ISIS y convertido en una fuerza destructiva con el aporte de paramilitares respaldados por Irán, marchó hacia el norte, los peshmerga no pudieron resistir. Todas las áreas sobre las que había avanzado Barzani, como Kirkuk, rica en petróleo y disputada durante 80 años, se perdieron. Aunque el ejército iraquí pudo haberse apoderarse fácilmente incluso de Arbil, Bagdad detuvo la operación cuando los kurdos retrocedieron a las antiguas fronteras del gobierno regional de Kurdistán. Los kurdos fueron decepcionados una vez más.

El Kurdistán iraní

El Kurdistán iraní también tiene una historia de lucha de cien años, con hitos considerables, como la época en que el líder tribal Simko ocupó el área alrededor del Lago Urmia durante cuatro años, de 1918 a 1922, o como la República de Mahabad, que duró menos de un año, en 1946, bajo el liderazgo de Gazi Muhammad, respaldado por la URSS y apoyado por las fuerzas peshmerga de Barzani. Cuando el régimen del sha iraní Pahlevi fue derrocado en 1979, los kurdos de nuevo quisieron aprovechar la brecha de autoridad, pero cada vez que la administración de Teherán estabilizó sus poderes, no tuvieron posibilidad de resistir. El Partido Democrático del Kurdistán Iraní (IKDP), que es pro-Barzani, y el izquierdista Komala (Sindicato Revolucionario de Trabajadores del Kurdistán Iraní) lideraron la lucha, pero otra vez ésta se redujo a la lucha guerrillera en las zonas montañosas. El líder del IKDP, Kasimlo, fue asesinado en 1989 en Viena por la inteligencia de la República Islámica de Irán. En la lucha guerrillera de baja intensidad en curso se destaca el PJAK, brazo iraní del PKK.

El Kurdistán sirio

Una parte de la minoría kurda en Siria está compuesta por quienes huyeron de Turquía debido a la represión. El régimen nacionalista en Damasco declaró que a los kurdos recién llegados no se les otorgaría la ciudadanía para ocultar el hecho de que éstos se convirtieron en mayoría en la región de Jazeera. En todo el norte sirio, el Estado se esforzó por crear un cinturón árabe y trató de alterar la estructura de la población. Por otro lado, el gobierno de Hafez al-Assad decidió apoyar al PKK contra Turquía, su enemigo de entonces. De hecho, durante la Guerra Fría, el régimen de Assad apoyó activamente a los grupos palestinos y a todas las organizaciones guerrilleras antiisraelíes y antiestadounidenses. Sin embargo, debido a la disputada región de Hatay y el apoyo de Turquía a la Hermandad Musulmana, que es el mayor enemigo del régimen de Damasco, el régimen de Assad fue hostil hacia Turquía.

En este contexto, el apoyo brindado al PKK fue de particular importancia. De hecho, Abdullah Öcalan dirigió su organización desde Damasco durante muchos años, bajo dos condiciones principales: primero, el PKK no podía usar la frontera sirio-turca para montar ataques guerrilleros contra Turquía; segundo, el PKK no podía organizar a los kurdos en Siria contra el régimen de Assad. Este acuerdo jugó un papel importante en la calma del Kurdistán sirio en comparación con otras zonas. Por otro lado, cuando la URSS colapsó, el régimen de Assad perdió a su principal aliado, lo que lo debilitó significativamente.

Debido al hecho de que el PKK estaba organizando ataques cada vez más intensos contra Turquía desde Siria, Turquía dio un ultimátum a Damasco, con la aprobación de Estados Unidos: Öcalan se tenía que ir de Siria o Turquía declararía la guerra contra ésta. Entonces el dirigente kurdo abandonó Siria y después fue capturado en África por una operación de la CIA. En Siria, Bashar al-Assad, que llegó al poder después de que su padre muriera en el 2000, estableció relaciones entre Turquía y Damasco y comenzó a cooperar con Turquía contra el PKK. Sesenta y cuatro personas perdieron la vida en la intervención policial en los enfrentamientos que se desataron después de un partido de fútbol en Qamishli en 2004.

Cuando empezó la guerra civil en Siria en 2011, los kurdos sirios encontraron la oportunidad para establecer su propio gobierno. Sin embargo, cuando Estados Unidos abandonó a las Unidades de Protección Popular (YPG), que son las fuerzas armadas de los kurdos sirios lideradas por el PKK, en 2019, quedaron solas frente a las TAF y los grupos armados respaldados por Turquía. Ésta se apoderó de casi la mitad del cinturón del norte de Siria y ha modificado la estructura etnográfica allí. En el resto de Rojava, el régimen de Assad impuso su control con el apoyo de Rusia, lo que significa el fin de Rojava. La única preocupación de Estados Unidos era usar a las YPG para mantener el control de las regiones petroleras de Siria.

¿Cómo pueden liberarse los kurdos?

Los kurdos siguen confinados dentro de las fronteras de la Iª Guerra imperialista. Cada vez que los Estados nacionalistas se debilitan y pierden autoridad, como Irak y Siria, el movimiento nacional kurdo avanza, pero cuando esos Estados centrales recuperan su autoridad, todas las conquistas se pierden. A pesar de todas las guerras, la ocupación, el derrumbe del Estado y la guerra contra ISIS, Barzani fue finalmente derrotado en Irak. De igual modo, pese a la larga guerra civil que arruinó a Siria, el intenso apoyo de Estados Unidos que algunos pensaron inquebrantable y las victorias contra ISIS, Rojava hoy está liquidada.

Las fuerzas imperialistas apoyaron a los kurdos mientras sirvieron sus intereses. Al igual que Inglaterra y Francia y luego la URSS, ahora Estados Unidos abandona a los kurdos sin piedad. Del mismo modo, los Estados nacionalistas rivales apoyaron al movimiento nacional kurdo durante algún tiempo, como lo hicieron Irán y Siria, pero luego también los traicionaron.

Las derrotas del movimiento nacional kurdo que se sucedieron hace poco en Irak, Turquía y Siria provocarán efectos políticos a largo plazo. Pese al siglo de luchas, esfuerzos y los costos pagados, la estabilidad del statu quo que oprime a los kurdos ha regresado. Los kurdos, que están predispuestos al radicalismo y al socialismo, combinan sus aspiraciones nacionales con su ira contra la pobreza y la falta de futuro, lo que resulta en una gran energía. La juventud y los trabajadores kurdos deben aprender de las experiencias de la historia.

La primera realidad que se revela es que la liberación de los kurdos sólo es posible a través de la desintegración total del statu quo capitalista imperialista. La libertad kurda sólo es posible con un movimiento socialista y clasista unido que ataque al capitalismo imperialista y apunte contra el orden existente. La historia de la lucha nacional kurda durante más de cien años también ha demostrado que los oprimidos no pueden ser liberados bajo la tutela de fuerzas imperialistas.

La energía de los trabajadores y la juventud tiene la capacidad de encarar una luchar socialista internacionalista contra el capitalismo imperialista en todo Medio Oriente. ¡Para los pobres y oprimidos de Medio Oriente, para la igualdad, la hermandad y la libertad, no hay otro camino más que el de conquistar un Medio Oriente socialista!

En este mundo de nacionalismo, naciones-Estado y grandes potencias imperialistas no es posible una solución democrática o militar para la cuestión kurda: la única salida es clasista y revolucionaria. Incluso cuando crees que tienes la superpotencia del mundo de tu lado, incluso cuando Estados burgueses como Irak y Siria parecen derrumbarse, las conquistas de los kurdos se destruyen de repente. En conclusión, la libertad de los kurdos sólo es posible con el éxito de un movimiento popular socialista unido que enfrente a los imperialistas, dictadores burgueses y Estados en su conjunto.

Ningún poder podría frenar la unidad revolucionaria internacionalista de los trabajadores de diferentes orígenes étnico-religiosos en Medio Oriente. El pueblo kurdo oprimido solo se puede liberar de esta manera. La resistencia de los oprimidos es, por supuesto, justificada y legítima, pero tenemos el deber de decirle al pueblo kurdo que el único camino hacia la liberación es el socialismo.


[1] Catástrofe, en árabe.

[2] Renacimiento, en árabe.