Reino Unido: Triunfo del Brexit, derrota histórica del laborismo

El actual Primer Ministro conservador Boris Johnson –  frecuentemente comparado con Donald Trump – consiguió un holgado triunfo en las elecciones británicas el 12 de diciembre, logrando una mayoría propia en el Parlamento. El Partido Laborista, con Jeremey Corbyn a su cabeza, obtuvo su peor resultado desde 1935, incluso perdiendo bancas de bastiones históricos de la clase trabajadora.

Boris Johnson logró su hazaña. Su arriesgada apuesta de disolver el Parlamento para forzar elecciones anticipadas y destrabar su proyecto de Brexit “duro”, le terminó resultando. Johnson efectivamente transformó la elección en un nuevo referéndum sobre el Brexit, y logró la mayoría más amplia de los “tories” (Partido Conservador) desde 1987 con Margaret Thatcher.

La contracara del triunfo conservador fue el derrumbe del Partido Laborista de Corbyn. A pesar de venir en ascenso sobre una ola de juventud radicalizada y movilizada, el viejo dirigente del ala izquierda del laborismo se ubicó a contramano de la preocupación central de los trabajadores británicos, que correctamente ven a la Unión Europea como responsable de sus penurias, y votaron mayoritariamente por el Brexit.

Un masivo movimiento de jóvenes radicalizados revolucionó al Partido Laborista en los últimos años: llevó su cantidad de afiliados a niveles históricos, derrotó al poderoso aparato del laborismo neoliberal blairista, catapultando a Corbyn a la conducción del partido y le impuso al mismo el programa y perfil más de izquierda en largas décadas. Sin embargo, en la disputa política central y eje de la campaña, se ubicaron con la burguesía europeísta en defensa de la UE, y los trabajadores británicos los castigaron.

Corbyn ya anunció que renunciaría a la conducción del partido el año próximo, y tiene fuertes presiones para dimitir incluso antes. La derecha laborista pasó a la ofensiva y, por supuesto, culpa al perfil izquierdista de Corbyn de la derrota. Al contrario, la derrota es fruto de haberle cedido a esa misma derecha laborista, especialmente en su defensa de la UE, pero no solamente.

La tendencia dominante en el mundo de la crisis sistémica del capitalismo, especialmente en la juventud pero no limitado a ella, es de ruptura con el status quo que la mayoría identifica como responsable de sus problemas. Corbyn ascendió como alternativa radical contra ese status quo. Pero al igual que otras expresiones reformistas, en la medida que se acercó a la posibilidad de gobernar, ante los ataques desde el poder político a sus posturas más radicales, fue cediendo terreno y moderando su perfil.

La revista Tribune, del ala izquierda del laborismo escribió: “criticamos que … nos estábamos inclinando hacia el progresivismo, ´un proyecto para construir mayorías uniendo a aquellos que tienen ideas sociales progresivas´ … no porque criticamos esas ideas, sino porque no son la base de una política de clase”.

Ante la campaña mediática que atacó a Corbyn, acusándolo de antisemita por su apoyo al pueblo Palestino, su campaña retrocedió, en lugar de afirmar que anti-sionismo no tiene nada de racista ni anti-semita, sino todo lo contrario.

El manifiesto “Es hora de un cambio real” que sacó el laborismo para la elección constituye el programa más progresivo que ha tenido el partido en generaciones. El mismo proponía crear un millón de puestos de trabajo en una “Revolución Industrial Verde”, renacionalizar trenes, agua, correo y energía, un aumento general de salarios, aplicar mayores impuestos a las corporaciones, eliminar los aranceles universitarios, reducir la edad de votación a los 16 años, construir 150.000 viviendas populares por años, entre otras medidas.

Pero, como reconoce Tribune, el manifiesto se presentó como “una lista de compras, solo más y más cosas, sin una visión unificadora … y la gente, fundamentalmente, no nos creyó”.

Pero el problema central del reformismo de Corbyn viene de antes. La mayor parte de la izquierda británica se opuso al Brexit, ubicándose como furgón de cola del sector burgués que busca permanecer en la UE, en defensa de ese proyecto imperialista, y permitiendo que sea la derecha quien capitalice el auténtico rechazo de los trabajadores británicos a la UE.

En lugar de hacer una campaña desde la izquierda por la ruptura con la UE, contra su carácter capitalista, imperialista y anti-obrero, Corbyn tuvo una postura ambigua en el referéndum vinculante de 2016, en el que una mayoría del electorado votó por salir de la UE.

Ante el resultado, la postura inicial de Corbyn fue de respetar el resultado del referéndum y buscar una salida de la UE favorable a los trabajadoras, contrapuesta al proyecto de la derecha. Pero terminó cediendo al ala derecha de su partido y a la presión electoral – ya que el electorado laborista votó dividido en el referéndum – y adoptó la postura de buscar una nueva postergación y someter el tema a un segundo referéndum.

Esta elección fue, en última instancia, copada por Brexit y nosotros como partido representamos gente que voto por quedarse y por salir, todo mi estrategia se baso en ir más allá de la grieta de Brexit e intentar unir a la gente,” explicó Corbyn.

Además de claudicarle a la burguesía europeísta, Corbyn traicionó la voluntad democrática popular que ya se expresó con claridad sobre el tema. Pensaba tener al electorado laborista pro-Brexit asegurado, y el resultado fue el contrario. Defraudados, muchos no acudieron a las urnas, o incluso votaron a Johnson para que la salida de la UE se materialice.

Esta dinámica se evidenció también en la pobre votación del Partido Liberal Demócrata, quién más campaña hizo por un segundo referéndum para evitar el Brexit.

Boris Johnson logró un importante triunfo, pero no tiene un camino fácil por delante. Avanza hacia un Brexit con una burguesía dividida sobre el tema. En Escocia, el Partido Nacional Escoces arrasó, ganando 48 de los 59 escaños correspondientes a ese país, promete realizar un nuevo referéndum de independencia si Brexit se concreta. También se abrió la posibilidad de una unificación de Irlanda del Norte con la República Irlandesa, por fuera del Reino Unido. Y, fundamentalmente, Johnson se prepara para aplicar una política de ajuste y privatización con una masiva juventud movilizada y radicalizada que, a pesar del derrape de su dirección, se predispone a dar la pelea.

Pero la izquierda británica debe sacar las conclusiones correctas de esta elección para que las luchas que vienen no terminen en nuevas frustraciones. No hay posibilidad de enfrentar a la derecha de Boris Johnson de la mano de la burguesía europeísta. No se puede luchar por los derechos de los trabajadores defendiendo el proyecto imperialista de la UE. La izquierda necesita una alternativa independiente de todos los sectores burgueses, que luche contra la UE, por una federación libre de Estados socialistas en Europa.

Corresponsal