Por Danubio Trujillo y Federico Martínez
Termina un año con un ascenso importante de la lucha de clases protagonizado por los movimientos populares en América Latina y fuertes enfrentamientos en diferentes países, donde las experiencias duran cada vez menos tiempo producto de que las necesidades de los más débiles no se ven reflejadas en las políticas de los gobiernos de turno. Las viejas recetas de ajuste ya no son aceptadas fácilmente sino que cada vez encuentran más resistencia en los pueblos de nuestra América.
Chile era presentado como un modelo a seguir y fue usado como ejemplo por alguno de los candidatos en las elecciones pasadas en Uruguay. Sin embargo, hoy se presenta como un país donde su pueblo despertó y está en pie de lucha. Así podemos enumerar varios países con procesos diferentes, pero en situación de lucha.
Uruguay emerge como una isla en medio de todos estos procesos que suceden en nuestro continente.
El agotamiento de 15 años del “progresismo”, el estancamiento económico, la pérdida de 70 mil puestos de trabajo y una política equivocada en temas de seguridad con un crecimiento importante de la delincuencia y las bandas de narcotráfico, fueron el eje de la campaña de los partidos de la oposición, que terminaron ganando en primera vuelta la mayoría en el parlamento (ver nota). Y en segunda vuelta, con lo que se denominó la Coalición Multicolor conformada por los cinco principales partidos de la derecha, lograron que el candidato del Partido Nacional Luis Lacalle Pou sea el nuevo presidente electo de nuestro país.
En un escenario que era totalmente desfavorable para el candidato oficialista Martinez del Partido Socialista y donde todas las encuestas lo ubicaban 6 o 7 puntos por debajo de la oposición, el Frente Amplio logra remontar y perder sólo por un poco más del 1 %. Varios aspectos han confluido para explicar esta remontada, pero principalmente se puede explicar por el cambio en la forma de hacer campaña. Reactivaron a sus bases con la consigna “voto a voto”, con el discurso en contra de la vuelta a los 90 y el posible ascenso de un partido filo fascista en referencia a Cabildo Abierto, que integra la coalición y es encabezado por Guido Manini Ríos, ex comandante en jefe del ejército bajo el gobierno frenteamplista y cesado en su cargo por defender a los militares responsables de violaciones a los DDHH bajo la ultima dictadura uruguaya. Esto último, acrecentado por el supuesto comunicado del Comando Barneix (“grupo” clandestino de ultraderecha) ordenando de forma amenazante a los militares votar por Lacalle , el comunicado del Centro Militar instando a “echar al marxismo del poder” y un video del propio Manini llamando a los militares a votar a Lacalle contra la “izquierda”.
Esa escasa diferencia de votos hizo que se tuviera que esperar 4 días para que se pudiera proclamar al presidente electo. Esto, sumado a las diferencias internas en una coalición entre tantos partidos marca la debilidad del próximo gobierno, que va tener que lidiar entre sectores que tienen elementos filofascistas (Cabildo Abierto) derecha liberal tradicional (Partido Colorado) y centristas (Partido Independiente). Todo esto sin tomar en cuenta incluso las disputas internas del propio Partido Nacional. Esas diferencias ya se vieron antes de las elecciones cuando tanto el Partido Colorado como el Independiente se negaron a que en el acuerdo entre los partidos se incluyera alguna medida reaccionaria sobre seguridad similar a las que se habían plebiscitado y habían sido rechazadas por la población. O también en el hecho de que fueran los dos únicos partidos de la coalición que criticaron el mencionado video de Manini tomando distancia del mismo.
Más allá de las marcadas diferencias que el gobierno electo pueda tener y del peso político que tendrá Cabildo Abierto (cabe destacar que sus legisladores son necesarios para tener mayoría parlamentaria), tanto la elección del gabinete como las reuniones y declaraciones que se han manifestado en estos días, marcan claramente las lineas políticas y económicas que tendrá el próximo gobierno. Un gabinete plagado de figuras conservadoras ya conocidas, ex integrantes de la Red Atlas (organización sin fines de lucro financiada por el Departamento de Estado de EE.UU.) y hasta un integrante del Opus Dei.
Es sumamente significativo que las primeras reuniones que hace el gobierno electo sean con las diferentes cámaras empresariales y el FMI. Así como las diferentes cámaras han salido a respaldar al futuro gobierno con declaraciones como «Desde el sector empresarial este momento es para apoyar, para tender la mano, alentar y mirar qué es lo que va a hacer el gobierno electo» (Gerardo García Pintos ,presidente de la Confederación de Cámaras Empresariales) o las de la gerenta de la Unión de Exportadores, Teresita Aishemberg, mostrando total sintonía con el futuro ejecutivo.
Esto no es nada raro ya que la campaña de la Coalición Multicolor siempre estuvo marcada por un discurso centrado en la inversión extranjera, el ajuste fiscal y los paquetes de medidas pro empresariales.
Ante este futuro panorama, el Frente Amplio no sólo se está presentando como una futura “oposición responsable”, sino que ha allanado y facilitado que la derecha pueda llevar adelante su agenda. Es que este último gobierno del FA ha llevado adelante políticas claramente pro empresariales y apuntado a la inversión extranjera. Entre ellas podemos mencionar la Ley de Riego, el contrato con la papelera multinacional finlandesa UPM o el intento de firmar varios tratados de libre comercio. Siendo así que incluso en la campaña electoral se marcaron claros acuerdos con la oposición de derecha en cuanto a la necesidad de una reforma en la seguridad social (de la que no dieron mayores precisiones) o que entre los asesores de educación de ambas campañas había representantes de Eduy21.
A tal punto existe colaboración por parte del gobierno del FA, que actualmente participa activamente en la elaboración de la “Ley de urgente consideración”, el paquete de cerca de 500 artículos que propondrá Lacalle apenas asuma, pidiendo que se incluya por ejemplo el proyecto de Ley del actual gobierno con respecto al Fondo Nacional de Recursos (organismo que solventa los tratamientos médicos de altos precios para los que no pueden pagarlos) y que restringe las condiciones que tienen que tener los medicamentos para ser entregados.
A pesar de que el actual ministro de trabajo salga a decir que los consejos de salarios van a empeorar después de las declaraciones del futuro ministro aludiendo a la flexibilización de los mismos, se olvida que fue su cartera la que envió al parlamento una ley adaptando los consejos a los lineamientos de la OIT, haciendo exactamente lo que el futuro ministro quiere, es decir, flexibilizar los consejos de salarios.
De esta forma entramos en una coyuntura en que los trabajadores vamos a tener que pelear por el mantenimiento de los derechos adquiridos como los consejos de salarios o contra la inminente derogación ya anunciada del decreto 165/006 que habilita las ocupaciones de los lugares de trabajo como parte del derecho de huelga. O el intento de introducir en el articulado de la “Ley de urgente consideración” aspectos de la recientemente plebiscitada y rechazada reforma constitucional que atentaba contra las libertades democráticas.
En este último proceso electoral, Rumbo Socialista integro con varios candidatos la lista 565 de Compromiso Socialista. Valoramos positivamente esa experiencia que nos permitió aportar al crecimiento importante de una fuerza nueva que aparece como una humilde novedad en la izquierda uruguaya planteando una postura alejada del reformismo pero unitaria a la hora de construir ampliamente con el resto de la izquierda.
En esta nueva etapa y para vencer estratégicamente a la derecha, hace falta apostar a una nueva unidad política de la izquierda que pelee por transformaciones verdaderamente revolucionarias. Esa unidad no solo debe darse en el plano electoral, sino en todos los ámbitos de lucha de nuestro pueblo y debe estar conformada por todas aquellas organizaciones y militantes que estén dispuestos a alejarse de las variantes posibilistas que siguen reproduciendo este sistema y a superar las visiones dogmáticas y sectarias en la perspectiva de un Uruguay socialista.