No es el clima, es el sistema.
Terminar con el capitalismo antes de que termine con todo
Una verdadera catástrofe ambiental azota Australia. Desde fines de setiembre, lo que se conoce como la “temporada de incendios” se ha vuelto un verdadero infierno fuera de control. La prensa internacional y las organizaciones que activan en ese país coinciden en señalar la magnitud histórica del desastre: 6 millones de hectáreas arrasadas por el fuego y un área afectada por el humo de igual tamaño que Europa, 23 personas muertas y más de 200 desaparecidas, miles de viviendas destruidas y casi 500 millones de animales muertos, en un verdadero ecocidio.
Los estados del Sur y el Sureste australianos, que concentran la mayor población, son los más afectados y las personas evacuadas se cuentan por miles. Las imágenes que recorren el mundo muestran un panorama similar al de los films de catástrofes. Por desgracia lo que pasa en Australia no es ciencia ficción ni tampoco, por cierto, un “fenómeno natural”: estamos ante una nueva y devastadora muestra del abismo al que el sistema capitalista imperialista está empujando a nuestro planeta. Es una nueva y dramática alerta para detener este curso y voltear la página hacia un nuevo rumbo.
Australia es uno de los principales emisores de gases de efecto invernadero per cápita del mundo. Su economía es esencialmente extractiva y 6 de las principales 30 firmas del país están relacionadas con la minería y la producción hidrocarburífera. El carbón representa el 15% de los ingresos por exportaciones.
El gobierno neoliberal de Scott Morrison ha sido y sigue siendo, incluso ante estas brutales evidencias, un activo negacionista del cambio climático. Sostenido por las corporaciones extractivistas y los pactos de cooperación militar con los EE.UU., de corte homofóbico y reaccionario, en vez de intervenir ante los incendios ha priorizado eventos deportivos buscando ocultar la crisis. Pero la población lo señala como el principal responsable de que se haya llegado a este punto, no sólo por alentar y llevar a los límites el modelo extractivista sino sobre todo por actuar de manera tardía e ineficiente ante la catástrofe: demora la intervención y asigna magros recursos, mientras que en otras áreas gasta de manera indiscriminada.
Y no es sólo el oficialismo gobernante: todo el régimen australiano se sostiene en base al “consenso del carbón”. Por eso tanto liberales como laboristas resisten el reconocimiento del cambio climático -o si lo hacen es sin propuestas de cambio- y se proponen continuar con el mismo modelo que ha originado el desastre actual.
Australia alcanzó dos records de temperatura en 2019, el proceso de sequía se desarrolla desde hace diez años y está poniendo en peligro a la principal cuenca hidrográfica del país. Su combinación con el llamado dipolo del Océano Índico, un fenómeno similar al “Niño” del Pacífico, propicia un extendido período de calor y sequía. Pero todos estos fenómenos “naturales” se exacerban por los efectos devastadores de la emisión de gases de efecto invernadero que aumentan la temperatura del planeta. Si bien en Australia siempre hubo incendios, lo que sucede ahora tiene que ver con nuevas condiciones generadas por la voracidad capitalista y el acelerado proceso de calentamiento global. A la vez, éste es acompañado por una desinversión creciente en todos los ámbitos de control y de la necesaria contención social. Como señalan los compañeros de Alternativa Socialista de Australia en una nota publicada en Red Flag: “Los bomberos deben conformarse con patéticas mascaras de papel, mientras el gobierno dona 12 mil millones de dólares cada año a las compañías de combustibles fósiles (29 mil millones si se cuentan los subsidios indirectos)”. Es allí donde deben buscarse las causas de lo que está pasando en Australia, así como de los recientes incendios del Amazonas o California, en donde se quemó casi un millón de hectáreas en cada zona. No se trata de múltiples sucesos al azar, sino de las consecuencias de un sistema injusto y depredatorio que está poniendo en serio riesgo la vida en todo el planeta.
A partir de esas causas se deben buscar los caminos para empezar a revertir esta crisis, comenzando obviamente por medidas de emergencia, que a la vez deben estar encadenadas con medidas de fondo para terminar de una vez por todas con el capitalismo ecocida.
Desde la Liga Internacional Socialista (LIS) respaldamos a las organizaciones que exigen respuesta al gobierno y al Estado de Australia: la inmediata disposición de todos los recursos necesarios para detener los incendios y brindar socorro a los millones de habitantes, como así también a la fauna y flora en peligro. Para esto es preciso poner fin ya mismo a todo subsidio a las corporaciones y requisarles toda estructura útil para combatir el fuego, retirar toda iniciativa militar fuera del país y volcar todos esos recursos a la acción efectiva frente al desastre.
Como no corresponde confiar en las mismas instituciones políticas que son responsables de lo sucedido, es clave establecer un estricto control social sobre todos los procedimientos para garantizar que los recursos sean suficientes y lleguen en tiempo y forma adonde deben. A su vez, la comunidad internacional debería prestar apoyo urgente y, en vez de alimentar diversas acciones bélicas, destinar toda la tecnología y las herramientas disponibles en una amplia campaña internacional para combatir los incendios y poner fin a la catástrofe.
Frente a este tipo de situaciones, todos los gobiernos imperialistas revelan su rol de garantes de los intereses de las corporaciones y su incapacidad absoluta para garantizar las condiciones mínimas de supervivencia del planeta. Ante los ojos de millones exponen sus prioridades y su carácter reaccionario, demostrando a las claras que este sistema, sus instituciones y partidos están perimidos y deben ser terminados antes de que terminen con todo.
Los revolucionarios sostenemos una salida alternativa: una transición hacia un modelo distinto en base a las necesidades sociales y al desarrollo armónico con el ambiente, un modelo profundamente democrático e igualitario en donde las mayorías trabajadoras y populares sean las protagonistas. Este sistema distinto, el socialismo, es la única salida frente a la barbarie capitalista.
Desde la LIS, junto a los compañeros de Alternativa Socialista de Australia, llamamos a las organizaciones ambientalistas, de derechos humanos, juveniles y populares de todos los países a poner en pie una gran campaña internacional de solidaridad a fin de concretar estas medidas urgentes contra los incendios en Australia y, en ese camino, para fortalecer los lazos internacionalistas necesarios para avanzar en los cambios estructurales que hacen falta.