Por Marea Socialista
Recibimos el 2020 con un panorama que sigue golpeando fuertemente a la clase trabajadora venezolana y los sectores populares. La crisis económica, social y política es consecuencia de la destrucción del trabajo como hecho social; ha ocasionado la precarización de la calidad de vida y pérdida de muchas de las conquistas alcanzadas al calor de las luchas que se dieron dentro del proceso revolucionario, a estas alturas ya clausuradas por el gobierno de Maduro-Militares-Burocracia-PSUV. En ese marco, se nos presenta el desafío de enfrentar tanto a la burguesía “roja” como a la tradicional con un adecuado análisis y caracterización, movilización y organización en un escenario de sufrimiento social, represión y recorte de las libertades democráticas.
El brutal ajuste en contra de los trabajadores se profundiza, a la vez que se desenmascaran cada día más los acuerdos y concesiones que se le hacen a la burguesía y al capital transnacional, lo que se traduce en más sufrimiento aún para quienes vivimos únicamente de nuestro trabajo. Exoneran de impuestos y dan prerrogativas (de facto) a los grandes empresarios nacionales y transnacionales, mientras el salario mínimo mensual está en el equivalente de 4 dólares, nos imponen impuestos impagables para documentos básicos como por ejemplo el pasaporte (establecido en 100 y 200 dólares), sin acceso a salud y educación pública, destrucción del sistema de transporte nacional, racionamiento de electricidad y agua, desabastecimiento de gas y gasolina, disfuncionalidad de la telefonía y de la conexión a Internet, además de la mercantilización corrupta y delictiva de las funciones institucionales del Estado, especialmente de la justicia y la seguridad pública.
Mientras la nueva casta burguesa que ostenta el poder político impone a través de chantajes, persecución, hostigamiento la extracción de toda la plusvalía de los trabajadores y le concede al empresariado nuevo y tradicional todo el marco legal o habitual para que también sean parte del festín que mantiene a las y los trabajadores en condiciones de miseria y marginación política, se van consolidando no solo como parte de la burguesía sino que también el régimen se consolida en el Poder a través de negociados en los que participan militares, empresariado, políticos corruptos a través de un modelo extractivista y depredador de los recursos naturales, en sociedad declarada o subterránea con el capitalismo global, el imperialismo yanki-europeo o los imperialismos emergentes China y Rusia, con mediación cubana.
Así las cosas, el pueblo trabajador y los sectores populares reciben golpes y porrazos a dos manos. Por un lado, el gobierno que lo hace a través de un régimen “bonapartista”, militarista, autoritario, totalitario y mafioso. En la disputa y el “tira y encoge” para meterle mano a los recursos del país, Estados Unidos, más enfrentado desde el punto de vista interimperialista con los chinos que con el mismo Maduro ha aplicado unas sanciones que perjudican fundamentalmente al ciudadano de a pie, imprimiéndole más sufrimiento al calvario que atraviesa la población venezolana.
Sin embargo, el gobierno gringo es consciente de la funcionalidad del gobierno de Maduro respecto a los intereses básicos del capital y de ahí las negociaciones en trastienda, mientras que la dirigencia empresarial de Fedecámaras llega a reconocer que sin cambiar de gobierno han logrado “cambiar al gobierno”; es decir, asimilarlo cada vez más a sus intereses y ponerlo a aplicar planes tolerables o medianamente convenientes para este sector del Capital, cosa que también procede de las necesidades e intereses de la nueva burguesía surgida del Estado con la acentuada burocratización y destrucción de la revolución bolivariana.
Destrucción del trabajo
El capitalismo en crisis se expresa de diversas formas y hay muchas maneras y mutaciones para acumular capital privado, pero que tienen un elemento en común: golpear a los trabajadores y al pueblo pobre. La destrucción de las industrias básicas del Estado o de la principal industria del país (como lo es la petrolera) es una de las expresiones concretas de la destrucción del trabajo como hecho social. La reducción extrema del valor del trabajo asalariado, creando mano de obra ultra barata para provecho de la burocracia y el capital es uno de los mecanismos de acumulación y de transferencia extrema en favor de las élites oficiales y no oficiales. La escalada en la captura de la renta y la reversión escandalosa de sus niveles de redistribución respecto al período de mayor movilización y ascenso de esa mayoría del pueblo que se aglutinaba en la revolución bolivariana durante las primeras dos décadas de este siglo, también es otro signo del cambio que hemos experimentado con el gobierno de Maduro en el país.
A la sombra del Estado y del seno de la burocracia psuvista ha surgido una nueva burguesía importadora, terrateniente, asociada, extractivista y muy corrompida que desde su condición de gobierno se encargó de traicionar y enterrar los grandes propósitos de cambio que se habían levantado desde lo más profundo de los distintos sectores históricamente marginados por el bipartidismo adeco-copeyano durante cuatro décadas. Hoy esa misma dirección política mantiene trazos de ese viejo discurso de la revolución bolivariana que ante la devastadora realidad solo sirve para evidenciar la carga de cinismo que les cunde.
En ese contexto la burocracia sindical tiene total y absoluta co-responsabilidad, como cooperadora en este asalto para la apropiación casi absoluta de la plusvalía generada por los trabajadores. Son instrumento clave de la traición y el engaño, además de caracterizarse por la ausencia de praxis sindical como herramienta de lucha y organización de los trabajadores. La lumpen-proletarización de un importante sector de los trabajadores mediante formas precarizadas de trabajo o de dependencia y sometimiento clientelar para obtener ingresos que les permita comer, ha desestructurado a la sociedad y carcomido el desarrollo interno de la clase obrera.
En Venezuela los trabajadores del sector público trabajan en muchos casos para obtener una bolsa de carbohidratos al mes que les ayude en su degradada alimentación. Además, se ha tomado a una juventud depauperada para convertirla en ejércitos de esquiroles inconscientes a través de la llamada “chamba juvenil” donde se les paga con bolsas de comida, o con bonos a través del “carnet de la patria”. Además de eso se militarizan con una milicia subpagada y obediente áreas de actividad y servicios estatales. Al no darles el estatus de trabajadores, se les impone ordenarse ciegamente a los lineamientos de la burocracia gubernamental. Esta es, por supuesto, una manera de abaratar el gasto del Estado y dejar a la burocracia una mayor porción de la torta, aunque no lo hagan anunciando despidos masivos o reducciones drásticas con cierres de ministerios y de empresas estatales, como lo han hecho a menudo los gobiernos neoliberales típicos; sin embargo los resultados o efectos de sus políticas son equivalentes para fines similares.
El sector privado, es el más beneficiado de toda esta política antiobrera. Para no perder a la masa laboral que abandona los trabajos a “salario cero” o emigra, llega incluso a pagar salarios “mayores” que el Estado, acompañados en algunos casos de miserables “bonos en dólares”, pero que no cubren como ingreso el costo de la canasta básica (ni de la alimentaria) y que están por debajo del salario de países muy pobres como Haití. El Estado ya les hizo el gran favor de reducir el peso de la carga salarial laboral y en consecuencia aumentar sus márgenes de ganancia.
El papel de la burocracia sindical al servicio del gobierno es el de ser los brazos ejecutores de las políticas antiobreras del gobierno de Maduro, mientras que las burocracias sindicales agrupadas por fuera de la central pro gobierno, han utilizado las necesidades de los distintos gremios para ponerlas al servicio de la política de la derecha pro intervencionista, a la vez que en momentos con todo el desparpajo negocian con el gobierno y desvían las luchas de la clase trabajadora.
No pueden eludir su responsabilidad ante un gobierno que ha usado el chantaje, la represión y privación de libertad, con obreros presos y hasta llevados a la “justicia militar” por el solo hecho de levantar la voz en contra de sus designios. Las consecuencias son que en Venezuela familias enteras viven de las remesas de migrantes superexplotados o lumpenproletarizados en la región. En esas condiciones el paquetazo es aplicado a placer, sin fuerza capaz todavía de resistirlo
Es la cara de la derrota de un proceso revolucionario perpetrada por quienes lo cabalgaron y desviaron quitándole lo que alguna vez tuvo de progresivo. Por ahora, pudo más la acción corrosiva y corruptora de la burocracia que la dinámica de lucha del pueblo. Pero los vientos que soplan en el mundo y en América Latina, con grandes masas en la calle que retan a gobiernos neoliberales y confrontan sus políticas, también van objetivamente contra gobiernos como el de Maduro, que con un discurso aparentemente contrario hace cosas muy parecidas (o en algunos casos peores) a los gobiernos tiránicos y explotadores.
Guaidó, “líder” provisional y desechable
El comienzo del año 2019 estuvo marcado por el liderazgo prefabricado del “presidente” autoproclamado, Juan Guaidó, que fue la figura provisional en la que confluían partidos de derecha tradicional que demostraron desde el principio su carácter intervencionista, golpista, corrupto y de vasallaje a los designios de Trump.
Sin embargo, obtuvo temporalmente un apoyo de un sector importante de las masas, que desesperadas por la actuación del gobierno de Maduro; no solo desde el punto de las condiciones materiales de existencia, sino desde el punto de vista de las libertades democráticas, creyeron en la aventura golpista e intervencionista de este títere de Trump y la Casa Blanca, todo bajo el auspicio de países súbditos de Estados Unidos que conformaron el “grupo de Lima” y que hoy enfrentan levantamientos importantes de sus pueblos por sus políticas de recorte y de ajustes. Tal es el caso de Piñera en Chile quien ha demostrado su cara altamente represora y asesina ante un pueblo que se alza en revolución en contra de un gobierno al servicio de los ricos y poderosos; Iván Duque en Colombia, que se enfrenta a grandes movilizaciones y huelgas y que no le ha temblado el pulso para dar continuidad a la histórica represión y asesinatos contra la población colombiana; Lenin Moreno en Ecuador quien vió sacudido su mandato por la movilización indígena; Bolsonaro en Brasil, que lidia con las movilizaciones ante su gobierno conservador, depredador y misógino o el gobierno golpista de Bolivia que aprovechando las inconsistencias de Evo Morales ha salido en una ofensiva racista y asesina (Biblia en mano). Todos estos gobiernos despreciados por sus propios pueblos, se ofrecían en Venezuela como correaje de apoyo a una política de golpismo de un sector de la burguesía mundial comandada por Estados Unidos.
Desde Marea Socialista levantamos nuestra voz y dijimos Ni Maduro Ni Guaidó. Éste último personaje no tardó mucho en defraudar las expectativas legitimas de la población que quería salir de Maduro. El títere rápidamente comenzó a desenmascararse con la llamada entrada de la “ayuda humanitaria”, el golpe de estado del 30 de abril, las pruebas de corrupción, los enfrentamientos entre sectores de la oposición de derecha. Pero sobre todo fue matizándose el apoyo en la medida que Maduro ha realizado importantes concesiones a la burguesía transnacional. Negocian a través del modelo extractivista y depredador del Arco Minero del Orinoco en el que han dado concesiones groseras al capital chino, ruso, turco y también estadounidense. Ellos y sus cómplices se llevan a manos llenas el oro que extraen de nuestro territorio a costa de un ecocidio sin precedentes en nuestras tierras.
En todo momento nos opusimos en todos los frentes a que se alimentara esta política, que siempre ha estado al servicio del injerencismo, intervencionismo y que es enemiga de los trabajadores. El llamado ha sido a organizarnos desde la mirada y necesidades de los trabajadores y sectores populares, incluso a conformarnos como un polo de izquierda desde nuestras propias luchas.
Por la movilización y organización de las trabajadoras y trabajadores
Marea Socialista ha sido parte de esfuerzos por la construcción de espacios sindicales y combativos que participen en las luchas y los ponga al servicio de las necesidades de los trabajadores, que actúe de manera autónoma frente a partidos de la burguesía tradicional o del gobierno. Razón por la cual a mediados del año 2019 estuvimos entre los impulsores del agrupamiento conocido como “Trabajadores en Lucha”, que se constituyó con una clara definición de clase y un programa de lucha acordado en su evento fundacional y dado a conocer en un documento público.
Lamentablemente nos encontramos en el marco de esa experiencia con que algunas organizaciones políticas y algunos sindicatos, en nombre de la amplitud, impulsaron en paralelo una supuesta unidad de acción con la dirigencia sindical que responde a sectores de la derecha más reaccionaria y golpista por el sólo hecho de que ésta tiene una orientación de intervenir para aprovechar las protestas, dejando así que continúen intentando capitalizar el malestar de los trabajadores. Este sector abiertamente se ha pronunciado a favor de una intervención extranjera.
Organizaciones políticas que dicen estar desde la izquierda en contra de Maduro, con el acompañamiento de algunos sindicalistas, se pusieron en la línea de preferir consolidar su relación con los organismos político-sindicales que responden a los intereses de la burguesía tradicional en detrimento de la posibilidad de poder consolidar a Trabajadores en Lucha y sus características como una necesidad en medio de todo el descalabro a nivel nacional desde el punto de vista de las organizaciones sindicales, ampliamente deslegitimadas ante los trabajadores en todo el país que no ven esa alternativa que realmente se plante a pelear por todo lo que nos han arrebatado las cúpulas mafiosas desde el poder.
Trabajadores en Lucha fue un intento más que se ha visto seriamente obstaculizada para lograr desarrollarse, pero desde Marea Socialista insistiremos en propósitos que conduzcan a la mayor unidad de las y los trabajadores en base a objetivos claramente definidos desde nuestros intereses y de todos aquellos sectores salvajemente golpeados por la crisis. Está más que demostrado que solamente podemos confiar en nosotros mismos y en nuestra capacidad de organizarnos, sin apostar por atajos que llevan a atrasarnos en la urgente tarea de lograr levantar un verdadero referente político acorde a lo que realmente somos en el conjunto de la población.
Venezuela y la Primavera Latinoamericana: prima la organización y movilización
Las movilizaciones de millones en los países de la región Chile, Haití, Colombia, Ecuador nos hablan sobre las luchas contra las políticas de ajuste y represión que se instala en diversas regiones del Mundo. Desenmascaran a los gobiernos que se cansaron de decir que nos “salvarían” de la represión y violación de DDHH de Maduro y actúan con más similitudes que diferencias respecto al gobierno de Venezuela o de Ortega-Murillo en Nicaragua. Ajustan y reprimen a los sectores populares y trabajadores sin piedad.
Por un salario igual a la canasta básica como lo establece el art. 91 de la CRBV. Exigimos que se cumpla con esa conquista de los trabajadores y que quedó plasmada en la Constitución vigente, razón por la cual, al servicio de la lucha, introdujimos un Amparo ante el TSJ. Por el rescate de las prestaciones sociales y nuestros derechos laborales. Por la derogación del Memorandum 2792 que liquida las discusiones de contrato colectivo y le concede groseras prerrogativas a la patronal privada y pública.
Es inexorable impulsar la lucha de las mujeres jóvenes, trabajadoras y de los sectores populares que sufren con mayor fiereza la política de Nicolás Maduro y su gobierno. Por acceso gratuito a los anticonceptivos, por la legalización del aborto, por el derecho a la atención en centros gineco obstétricos y pediátricos, por salarios que cubran por lo menos la canasta básica, porque se muestren las cifras relacionadas con la mujer y se haga justicia en todos y cada uno de los casos de femicidios y violencia machista personal e institucional.
En contra del Arco Minero del Orinoco, del robo de nuestros recursos mineros y de la destrucción de un amplio territorio en el que se encuentra incluida parte de la Amazonía venezolana, fuentes hídricas vitales, amplia biodiversidad y floresta, además de ser hábitat de pueblos indígenas.
Por la auditoría pública ciudadana y el no pago de la deuda externa, deuda adquirida y manejada de manera corrupta, ilegítima y mafiosa.
Es necesario volver a promover un proceso constituyente verdaderamente independiente, soberano y popular, no sometido ni manipulado por el poder constituido burocrático y burgués.
Por un gobierno de los trabajadores, de las mujeres, de la juventud y de los oprimidos
Marea Socialista hace el más amplio llamado a unirse a la lucha anticapitalista, ecosocialista consecuente y antipatriarcal.
Toda la solidaridad nuestras hermanas y hermanos que luchan en la región y en el Mundo.