Murallas de fuego de más de 100 metros de altura, comunidades enteras evacuadas hacia las costas, ciudades cubiertas de humo. 29 personas y alrededor de 1000 millones de animales muertos, 10 millones de hectáreas incendiadas. Las imágenes y las cifras de los incendios en Australia recorren el mundo como postales de la depredación que genera el sistema capitalista. La respuesta en las calles de Australia y el mundo muestra, a su vez, el camino para superar esta crisis.
Las imágenes nos remiten a una película de escenario apocalíptico. La temporada de incendios en Australia está resultando ser la más devastadora de la historia. Mientras tanto, el gobierno del liberal Scott Morrison continúa su retórica negacionista del cambio climático, y sus políticas a favor de las industrias extractivas y contaminantes.
Las causas de la devastación hunden sus raíces en el sistema capitalista y en las políticas de los gobiernos que lo administran. A esto se suman décadas de recortes sobre los servicios públicos y de emergencia, mientras se vuelcan cifras millonarias en subsidios hacia las industrias contaminantes. Una combinación que ha desatado toda su furia sobre Australia.
Cambio climático
Uno de los elementos clave para comprender la situación actual son los efectos del cambio climático sobre esta región. De acuerdo con los datos de Oficina de Meteorología australiana, 2019 ha sido el año más seco y caluroso registrado. Los registros de precipitaciones fueron un 40% menores que el promedio de los años 1961-1990, y la temperatura fue 1,52°C más alta. El estado de New South Wales en la región sureste del país, que junto con el vecino estado de Victoria concentran gran parte de la población de la isla incluyendo las ciudades de Sydney y Melbourne, es uno de los más afectados por los incendios. Allí la temperatura registrada en 2019 fue 1,95°C superior a la media histórica.
Estas condiciones registradas forman parte de una tendencia hacia un clima más seco y caluroso en la región, marcado por el impacto del cambio climático. Uno de los fenómenos naturales que actúan sobre el clima en la región es el “Dipolo del Océano Indico”, de características similares a “El Niño” del océano pacífico. Se trata de una oscilación de las temperaturas del agua de dicho océano. Cuando las aguas de la costa noroccidental de Australia se enfrían, las sequías en la isla se agravan. La frecuencia y magnitud de este evento aumenta al ritmo del calentamiento global. Simultáneamente, una masa de aire caliente sobre la Antártida contribuyó a agravar la situación.
La matriz productiva de Australia contribuye activamente en este panorama. Su economía es esencialmente extractiva, más del 60% de sus exportaciones son recursos naturales. Seis de las principales 30 firmas del país están relacionadas con la minería y la producción hidrocarburífera. El carbón representa el 15% de los ingresos por exportaciones y la producción de gas natural ha experimentado una rápida expansión, convirtiendo al país en unos de los principales exportadores de combustibles fósiles del mundo.
No sorprende, entonces, que sea uno de los principales emisores de gases de efecto invernadero per cápita del mundo. Tampoco que el actual primer ministro sea célebre por haber llevado un pedazo de carbón del tamaño de un pomelo al parlamento en 2017 al grito de “esto es carbón, no le teman, es la energía barata que nuestras empresas necesitan para ser competitivas.” Y no es sólo el oficialismo gobernante: todo el régimen australiano se sostiene en base al “consenso del carbón”. Por eso tanto liberales como laboristas resisten el reconocimiento del cambio climático -o si lo hacen es sin propuestas de cambio- y se proponen continuar con el mismo modelo que ha originado el desastre actual.
El ajuste es leña al fuego
Ante este panorama, es fundamental señalar que las políticas de ajuste han agravado aún más la situación. Tal como han denunciado los propios bomberos, ha habido un recorte del 35% en el presupuesto para combatir incendios en parques nacionales durante el gobierno del Partido Liberal, y un recorte de 20 millones de dólares en el presupuesto de rescatistas. En New South Wales el número de coches de bomberos a disposición del Servicio de Incendios Rurales cayó de 7.530 en 2010 a 6.288 en 2019.
Luego de fuertes críticas y frente a una creciente movilización, el gobierno de Morrison anunció un paquete de medidas para combatir el incendio y asistir a las víctimas, por un total de 2 mil millones de dólares. Sin embargo, tal como lo denuncian los compañeros de Alternativa Socialista de Australia, “el paquete de medidas de Morrison es un insulto. Los $ 2 mil millones se reparten en dos años y representan solo una fracción de los subsidios anuales que disfruta la industria de combustibles fósiles.” (1) Éstos últimos reciben 29 mil millones anuales en subsidios.
En las calles de Australia y el mundo
La respuesta de movimiento de masas en Australia no se hizo esperar. Decenas de miles de personas han tomado las calles de las principales ciudades del país en varias ocasiones. El 10 de enero de 2020 hubo multitudinarias protestas en las principales ciudades del país convocadas por Estudiantes Universitarios por la Justicia Ambiental, a las que asistieron estudiantes, trabajadores, pueblos originarios, víctimas de los incendios y bomberos.
A pesar de los intentos de la policía y de los gobiernos locales y nacionales, tanto liberales como laboristas, por desactivar la protesta, argumentando que desviaba personal necesario para combatir los incendios, 30 mil personas ocuparon las calles de Melbourne, 50 mil personas marcharon sobre el parlamento de New South Wales en Sydney, y miles más en las principales ciudades del país como Brisbane, Adelaide, Canberra y Perth. Allí, una de las consignas mas escuchadas fue el grito de “ScoMo’sGotTogo” (Scott Morrison se tiene que ir).
Fuera “ScoMo” y el sistema que nos incendia
Es fundamental desarrollar la movilización hasta que se vaya Morrison y el Estado dé respuesta a todos los reclamos inmediatos: la disposición de todos los recursos necesarios para detener los incendios y brindar socorro a los millones de habitantes, como así también a la fauna y flora en peligro. Para esto, es preciso poner fin ya mismo a todo subsidio a las corporaciones y requisarles toda estructura útil para combatir el fuego, retirar toda iniciativa militar fuera del país y volcar todos esos recursos a la acción efectiva frente al desastre. Es clave establecer un estricto control social sobre todos los procedimientos para garantizar que los recursos sean suficientes y lleguen en tiempo y forma a donde deben.
Frente a la catástrofe producida por el sistema capitalista y sus gobiernos, los revolucionarios peleamos por una salida alternativa para terminar con las corporaciones del extractivismo contaminante y la dependencia de combustibles fósiles, avanzando en una transición hacia un modelo ecosocialista en base a las necesidades sociales y al desarrollo armónico con el ambiente; un modelo profundamente democrático e igualitario en donde las mayorías trabajadoras y populares sean las protagonistas. Este sistema distinto, el socialismo, es la única salida frente a la barbarie capitalista.
Luis Meiners