Por Wladimir Sušanj
No existe un movimiento estudiantil o juvenil a escala internacional que no revele su contenido de clase, las luchas de su propia clase obrera, y que no ponga en agenda el derrocamiento de la burguesía y su Estado.
Así, la huelga general de mayo y junio de 1968 expresó más claramente el lugar y el rol respectivos de la juventud y la clase trabajadora. La huelga general de diez millones de trabajadores permitió dar una salida a la movilización de estudiantes reprimidos en el Barrio Latino. Pero aunque la huelga general no triunfó por la traición de los aparatos estalinistas y socialdemócratas, que la entregaron por las elecciones parlamentarias, el conjunto de contradicciones de clase sigue siendo de gran actualidad.
Recordatorio de los principales eventos
22 de marzo: ocupación de la sala del Consejo de la facultad de Nanterre, universidad-gueto, creada en los suburbios, lejos de todo, para descongestionar la Sorbona.
2 de mayo: durante abril, los enfrentamientos diarios impiden el curso normal de las clases. El decano decide cerrar la universidad.
3 de mayo: los estudiantes de Nanterre deciden unirse a la Sorbona y ocupar el patio. A pedido del rector, la policía intervino brutalmente y hubo 600 arrestos. De inmediato, 2.000 estudiantes invaden el Barrio Latino y se alzan barricadas. Estallan choques con la policía, hay cientos de arrestos y se dictan penas de prisión. Este será el inicio de un proceso que durará hasta el 11 de mayo. La “noche de las barricadas” del 10 al 11 marca el pico de los enfrentamientos y cientos de estudiantes son heridos.
11 de mayo: el primer ministro Pompidou, demasiado tarde, afloja, anuncia la liberación de los estudiantes condenados por los enfrentamientos con la policía y reabre la Sorbona. Hasta el 11, el movimiento estudiantil estaba totalmente aislado, el aparato estalinista de la CGT y el PCF condenan a los “grupúsculos izquierdistas”. Los socialdemócratas están desconcertados y contrariados por el “desorden” que no quieren.
13 de mayo: la movilización estudiantil se transforma en movilización sindical, en huelga. Más de 200.000 manifestantes marchan entre République y Denfert-Rochereau. La Universidad de la Sorbona es ocupada, todas lo serán una tras otra.
14 de mayo: la ola de huelgas empieza en la planta Sud-Aviation de Nantes: los locales son ocupados, los directores y ejecutivos «secuestrados».
15 de mayo: la huelga con ocupación llega a las plantas Renault Cléon, Sandouville, Flins, Boulogne-Billancourt, sin que los sindicatos la hayan convocado. Los sindicatos de Renault recién convocarán el 16.
15-22 de mayo: sin ninguna consigna nacional, por la base, la huelga se impone en todo el país. 10 millones de huelguistas paralizan toda la actividad económica.
18 de mayo: De Gaulle, de regreso de su retiro en Rumania, declara: «Reforma sí, despelote no».
24 de mayo: De Gaulle anuncia el llamado a un referéndum «para hacer cambiar en donde haga falta las estructuras estrechas y anticuadas».
25 de mayo: Pompidou reúne en el Ministerio de Trabajo a representantes de la patronal y de las principales centrales sindicales. Los aparatos burocráticos estalinistas, incluidos los jefes de la CGT, se oponen a un movimiento que no dominan, calificado de «izquierdista». Para los burócratas estalinistas se trata de poner fin lo antes posible a un movimiento de una magnitud desconocida que no controlan. A las consignas y reclamos de los huelguistas y estudiantes (derogar los decretos contra la Seguridad Social, la reforma Fouchet de las universidades y la reforma de la formación profesional; no al 5º plan, garantía del empleo y las calificaciones, ningún salario inferior a 1.000 francos, semana laboral de 40 horas como máximo), los burócratas de la CGT anteponen demandas clásicas: aumento salarial, duración del tiempo de trabajo, derechos sindicales… Para evitar el cuestionamiento del orden social, el gobierno decide privilegiar la negociación con la CGT.
27 de mayo: Pompidou presenta su protocolo de propuestas de salida a la crisis más conocido como los “Acuerdos de Grenelle”, que bajo la presión de los huelguistas nadie firmará: aumento salarial del 10% en dos fases, aumento de 35% del salario mínimo, rebaja del bono de usuario de la Seguridad Social, reducción de una hora de la semana laboral, pago del 50% de los días de huelga. Con la ayuda de la mayor central obrera, la CGT, Pompidou planea ganar “cediendo” a reclamos “cuantitativos”.
27 de mayo: el secretario general de la CGT, Georges Séguy, va a la planta de Renault en Boulogne-Billancourt para presentar a los huelguistas los “avances” contenidos en los Acuerdos de Grenelle. Séguy es silbado y abucheado por la base de los huelguistas que rechaza unánimemente el acuerdo: la huelga continúa. El gobierno ha quemado sus últimos cartuchos y no tiene nada más que ofrecer.
29 de mayo: De Gaulle desaparece, Pompidou no puede decir dónde está. De hecho, De Gaulle se fue a Alemania en Baden-Baden para encontrarse con el general Massu. Está desmoralizado, ¿le corresponde a él dramatizar la situación o asegurarse el apoyo del ejército, o todo al mismo tiempo?
30 de mayo: De Gaulle pronuncia un discurso al salir del consejo de ministros. Anunció la continuidad de Pompidou como primer ministro, la disolución del Congreso y el llamado a nuevas elecciones, y afirmó su determinación de utilizar “medios excepcionales” en caso de que la situación empeorara. De Gaulle termina su discurso con un llamado a la “acción cívica” de los franceses para apoyar su poder. En la noche del 30 de mayo, 300.000 personas desfilan en los Campos Elíseos.
El anuncio de las elecciones del 23 y 30 de junio recibe la aprobación de todos los actores institucionales, gobiernos, partidos y sindicatos. Nadie cuestiona esta consulta electoral, nadie quiere obstaculizar el “juego democrático”.
30 de mayo al 23/30 de junio: pese a la traición de la huelga general y a las “negociaciones” contra la opinión de los huelguistas, en Francia aún hay más de 4 millones de huelguistas a mediados de junio. Fábrica por fábrica, empresa por empresa, oficina por oficina, la CGT no ahorra esfuerzos por romper la huelga y hacer que los trabajadores vuelvan al trabajo. En la noche del 30 de junio de 1968, la victoria electoral de De Gaulle y la burguesía fue total. Menos de un año después, en abril de 1969, De Gaulle fue expulsado por el voto No en el referéndum que él organizó sobre la “reforma regional”.
La «coexistencia pacífica» con el imperialismo, mantra estalinista, sigue siendo el baluarte más seguro opuesto a la revolución proletaria. La «coexistencia pacífica» exigió en mayo-junio de 1968 que De Gaulle, la pieza central del orden burgués en Europa, se mantuviera en el poder a toda costa. Los líderes del PCF y la CGT, sin dudarlo, vendieron la huelga general por las «elecciones de traición».
Las direcciones oficiales de la clase trabajadora, los aparatos estalinistas y socialdemócratas, apoyados por el aparato clerical de la CFDT, hicieron todo lo posible para evitar la creación del Comité Central Nacional de Huelga, que hubiera abierto la posibilidad del gobierno de los trabajadores. La huelga general no pudo triunfar…
Hoy como ayer, el proletariado se encuentra en cada momento de su lucha contra su propia burguesía con el obstáculo de los aparatos estalinistas y socialdemócratas.