Por Hassan Jan – La Lucha de Pakistán
El reciente aumento en las actividades terroristas de grupos de militantes en la capital de Afganistán y en otras partes del país subrayan la fragilidad y la compleja situación en el territorio. La tregua de paz entre Estados Unidos y los talibanes parece haber entrado en un caos luego que el presidente Afgano Ashraf Ghani inicialmente haya ordenado a sus fuerzas armadas a ponerse en modalidad «agresiva» contra los insurgentes talibanes. Pero tan débil y frágil es el gobierno de Ghani en contraste a su pasada combatividad, que el 26 de mayo se comprometió a liberar a 900 prisioneros talibanes. Por otro lado, el imperialismo estadounidense después de concluir el instrumento de rendición con los talibanes denominado como «Acuerdo de Paz», gastando más de 1 billón de dólares en la guerra afgana y con más de 2400 muertos de sus tropas en las últimas dos décadas, ahora se apura a retirar a sus fuerzas acorde a los términos del «Acuerdo de Paz» con los talibanes. El Gobierno Afgano está luchando por mantenerse vivo mientras que un futuro incierto se avecina, más aún para la desafortunada población del país.
Los ataques terroristas en Afganistán están recrudeciéndose implacablemente incluso después de que el tratado fue firmado entre EE.UU. y los talibanes en Doha, Catar el 29 de febrero. Algunos de estos ataques fueron atribuidos a IS-KP (facción afgana del ISIS). Los talibanes negaron categóricamente haber llevado a cabo algunos de estos ataques y hasta condenaron el ataque contra un hospital de maternidad en Kabul. Es muy gracioso que uno de los anexos del tratado del «Acuerdo de Paz» sea que los talibanes no atacarían, en adelante, a las fuerzas americanas y de la coalición mientras que no está obligado por ninguna cláusula del acuerdo a no atacar a las fuerzas afganas. Consecuentemente, cuando el Presidente Ashraf Ghani responsabilizó a los talibanes por el ataque al hospital maternal, los talibanes llevaron a cabo un ataque suicida contra una comitiva militar afgana matando a 5 civiles e hirió a docenas en represalia por ser culpado por los ataques al hospital. Asi de precaria y miserable es la posición actual del gobierno afgano.
Acuerdo de Paz entre EE.UU y los talibanes: un instrumento de derrota
Paradójicamente, los talibanes fueron creados y armados por Pakistán con el respaldo tácito del imperialismo estadounidense. Después del colapso de la Unión Soviética, todos los ojos estaban puestos en las reservas de petróleo y gas sin explotar del Mar Caspio y los estados de Asia Central. Estados Unidos quería controlar estos recursos, pero para desbloquear estos tesoros, se tuvo que construir un oleoducto desde Turkmenistán a través de Afganistán y luego a Pakistán y terminar en el Mar Arábigo. El presidente interino de Afganistán, Burhanuddin Rabbani, ya había otorgado el contrato del gaseoducto a la Corporación Bridas argentina, para consternación de la companía estadounidense UNOCAL. Cuando los talibanes expulsaron al presidente interino Burhanuddin Rabbani y se hicieron cargo de Kabul en septiembre de 1996, la entonces asistente de la Secretaría para Asuntos del Asia Meridional y Central de EE.UU, Robin Raphel, lo calificó como un «paso positivo». Incluso se reunió con varios líderes talibanes, incluido el Mullah (Sr) Muhammad Umer, y apoyó un proyecto de gaseoducto liderado por UNOCAL. Pero después del bombardeo a las embajadas estadounidenses en Tanzania y Kenia, UNOCAL se retiró de las negociaciones del oleoducto con los talibanes.
A consecuencia de los ataques del 11 de septiembre, el imperialismo estadounidense y su esbirro Reino Unido invadieron Afganistán para derrocar a los talibanes, castigar a Al Qaeda por los ataques del 11 de septiembre, luchar contra el terrorismo y construir la democracia. Inicialmente, lograron expulsar a los talibanes del poder e instalaron un régimen títere en su lugar. La euforia de la conquista inicial pronto comenzó a disiparse y una renovada insurgencia talibán comenzó a acosarlos. Con el apoyo del estado paquistaní, los talibanes se reorganizaron rápidamente y atacaron con ataques guerrilleros, bombardeos suicidas a las comitivas de las fuerzas de la coalición, apuntando a las instalaciones del gobierno y la OTAN y objetivos civiles, tanto que los talibanes comenzaron a controlar una gran parte del país. El poder militar más poderoso del mundo con todos sus avances tecnológicos, armamento sofisticado y supremacía aerea demostró ser completamente impotente para contener al resurgimiento´talibán.
El apoyo encubierto de los estados regionales, especialmente de Pakistán, a los talibanes hizo que la superioridad militar de los Estados Unidos insignificante. Afganistán siempre ha sido considerado por las clases dominantes pakistaníes como su profundidad estratégica. Los talibanes como un activo estratégico de Pakistán era convertir a Afganistán en una profundidad estratégica para Pakistán. Después de la expulsión del poder de los talibanes, Pakistán continuó apoyando al grupo. Los talibanes tenían influencia adicional de tener refugios seguros en Pakistán. Además, tiene un suministro ininterrumpido de nuevos reclutas de seminarios religiosos en todo Pakistán y las ganancias del tráfico de drogas son su línea de vida financiera. Las fuerzas talibanes están más familiarizadas con el duro terreno del país. Fácilmente se mezclan con la población local dada a la afinidad cultural dificultando a las fuerzas de la OTAN a diferencia entre la población lical y los insurgentes talibanes.
La espiral de la insurgencia talibán obligó a los imperialistas estadounidenses a desplegar más tropas para sofocar la insurgencia, al ser mayor cantidad de tropas estadounidenses en la región simplemente los convirtió objetivos más fáciles para los talibanes. En 2010, las fuerzas estadounidenses desplegadas en Afganistán alcanzaron su punto máximo de más de 100,000. Incluso estas medidas desesperadas no podrían brindar ningún respiro para los estadounidenses. Durante este caos, los talibanes aumentaron aún más territorialidad. Consecuentemente, los imperialistas estadounidenses en una señal de derrota comenzaron a retirar sus fuerzas misioneras de combate de Afganistán en 2011, que se completaron en 2014. Las tropas restantes, que sumaban 8400, fueron destinadas al entrenamiento y asistencia de las fuerzas de seguridad afganas.
Con el advenimiento de la administración Trump en 2016, la administración desplegó unos pocos miles de tropas más, pero no cambió nada la situación para los estadounidenses. La derrota del imperialismo estadounidense a manos de uno de los mercenarios más reaccionarios de la tierra fue una conclusión inevitable. El prolongado síndrome de derrota y la crisis del imperialismo estadounidense los obligó a empacar y escapar del país. El reciente acuerdo con los talibanes esta más relacionado a otorgar a las fuerzas estadounidenses un paso seguro que tratarse de algun tipo de acuerdo de paz. Stephen Biddle, profesor de Asuntos Públicos e Internacionales de la Universidad de Columbia y ex asesor de comandantes estadounidenses en Kabul, dijo a Associated Press: «Mucho de esto se reduce a: ¿Fue el acuerdo entre los Estados Unidos y los talibanes una especie de negociación seria, o fue simplemente una hoja de parra para cubrir un retiro abyecto? Sospecho de lo último «. Así llegó la llamada «guerra contra el terror», lanzada por el presidente estadounidense George W. Bush en 2001, con un final tan ignominioso.
Gobierno afgano dejado a merced de los talibanes
Cuanto le preocupa a EE.UU la jerga de democracia o «gobierno democrático» es evidente por su precedente durante toda la farsa de las «conversaciones de paz” con los talibanes, el gobierno afgano fue completamente excluido. Ni a los Estados Unidos ni a los talibanes les importó dialogar con ellos. Se suponía que el gobierno de Kabul debía actuar de acuerdo con el tratado celebrado entre los Estados Unidos y los talibanes. ¿Cómo podría ser de otra manera? El gobierno de Kabul vive de las migajas de las donaciones internacionales. Su ejército está respaldado por $ 4 mil millones de ayuda anual de los Estados Unidos. El gobierno de Ghani se esforzó por desalojar las conversaciones y, posteriormente, el acuerdo en sí mismo para evitar la retirada de Estados Unidos, obviamente para su propia supervivencia. Ashraf Ghani incluso culpó a los talibanes del ataque terrorista en un hospital de maternidad en Kabul, pero los talibanes negaron la responsabilidad y condenaron los ataques. Estados Unidos culpó a ISIS por los ataques. Ghani anunció nuevas operaciones militares contra los talibanes para empujarlos hacia la disolución del acuerdo.
Ni Estados Unidos querría prolongar aún más su ignominiosa estadía en Afganistán debido a la decadencia socioeconómica orgánica del capitalismo estadounidense, ni los talibanes querrían interrumpir la siega de la cosecha, para consternación de Ashraf Ghani. A pesar de las provocaciones de Ghani, tanto los Estados Unidos como los talibanes parecen comprometidos con su acuerdo. El elemento principal del acuerdo sobre el gobierno afgano es la liberación de miles de prisioneros talibanes. Después de la firma del acuerdo, el gobierno de Kabul inicialmente se negó a liberarlos.
Tan frágil es el gobierno títere tan llamado «democrático» títere» en Kabul que no pueden sobrevivir sin las donaciones y el apoyo de los países imperialistas. En las elecciones presidenciales de 2014, tanto Ashraf Ghani como Abdullah Abdullah se adjudicaron la victoria. El entonces secretario de Asuntos Exteriores de los Estados Unidos, John Kerry, llegó a Kabul y amenazó a ambos contendientes con el congelamiento de las donaciones extranjeras al gobierno afgano a menos que formen un gobierno de unidad. Se arrodillaron. Esta vez se repitió la misma disputa con Ghani y Abdullah reclamando la victoria y ambos jurando como presidentes. Pero esta vez, el secretario de Asuntos Exteriores de Estados Unidos, Mike Pompeo, no solo reprendió a los dos líderes después de una negociación fallida con ellos, sino que en realidad anunció una reducción de $ 1 mil millones en ayuda militar anual a Afganistán. Ambos volvieron a arrodillarse ante su amo y acordaron formar un gobierno de unidad. Ghani también se vio obligado a anunciar la liberación de los prisioneros talibanes.
Escenario post-estadounidense
Durante 2001, cuando los EE.UU. invadió Afganistán, imaginaron un derrocamiento talibán, estableciendo un fuerte punto de apoyo en el país, convirtiéndolo en una plataforma de lanzamiento para nuevas aventuras en la región y todo saldría sin percances. Pero después de invertir más de un billón de dólares en campañas militares y miles de millones de dólares en «reconstrucción», ni el terrorismo/talibán pudo ser derrotado ni Afganistán reconstruido. Hoy día los talibanes controlan más territorio en Afganistán que en cualquier otro momento desde su derrocamiento en 2001. La crisis histórica del imperialismo estadounidense es tan intensa y su frustración tan profunda que incluso planean completar su retirada antes de la fecha acordada. Trump está contemplando una retirada completa antes de las elecciones presidenciales de noviembre. A pesar de toda la superioridad tecnológica, militar y económica del imperialismo estadounidense sobre los talibanes, fueron sometidos por un ejército de fanáticos reaccionarios con armamento rudimentario. Este hecho demuestra, aunque negativamente, que el imperialismo estadounidense no es invencible.
Dados los hechos mencionados anteriormente, no es difícil imaginar un futuro sombrío para el gobierno de Kabul. Si los talibanes pueden arrodillar a los Estados Unidos, a pesar de su superioridad, no es difícil imaginar lo que pueden hacer al débil gobierno afgano. Los talibanes considerarían su triunfo incompleto al no expulsar a Ghani y Abdullah. En el escenario más probable, serían reemplazados por sus propios hombres en los barrios afectados. En cualquier caso, sería un gobierno no diferente de sus predecesores dada su dependencia financiera y económica de los donantes internacionales. Los talibanes no tienen un programa socioeconómico diferente al del actual gobierno liderado por Ghani.
Dada la naturaleza del origen reaccionario talibán, su dependencia del narcotráfico y sus facciones como representantes de los países vecinos, estos hechos serían una fuente constante de conflictos en el futuro. ISIS ya ha lanzado varios ataques mortales desde la firma del acuerdo. ISIS en Afganistán es el remanente de los crímenes del imperialismo estadounidense. Los combatientes del ISIS fueron traídos de Irak y Siria para contener a los talibanes. Además, algunas facciones locales que caen en desgracia con el liderazgo talibán están operando este paraguas. En los últimos años, los comandantes talibanes enfatizaron que si Estados Unidos no apoyaba al ISIS, pronto los aplastarían. Ahora que Estados Unidos se apresura a retirarse, ISIS ha intensificado sus ataques mortales. Las facciones talibanes rebeldes también flexionarían sus músculos y crearían una mayor desestabilización. Una combinación de estos factores significaría un caos de conflictos continuos.
¿Será la miseria el destino de Afganistán?
Afganistán ha estado en medio de conflictos, violencia y guerra civil durante los últimos cuarenta años. La Revolución Saur del 27 de abril de 1978 en la dirección del partido de izquierda Partido Popular Democrático de Afganistán había imaginado una sociedad afgana próspera, avanzada e igualitaria. Pero la posterior Yihad reaccionaria patrocinada por el imperialismo contra la revolución y más tarde la invasión de la Unión Soviética descarriló el proceso revolucionario. La caída del gobierno del Dr. Najibullah en 1992, que terminó en la victoria de la contrarrevolución, marcó el comienzo de años de guerras civiles entre las diferentes facciones de los muyahidines. El posterior surgimiento de los talibanes con la ayuda de Pakistán y el apoyo del imperialismo estadounidense condujo a la captura de Kabul y la mayor parte de Afganistán por los talibanes. Significaba una época de oscura reacción.
La invasión de los Estados Unidos y el período posterior a los talibanes ha sido la continuación de la misma miseria y privación, aunque en el atuendo de la democracia títere. Esta democracia está compuesta por los mismos carniceros yihadistas que ahogaron a sangre a la revolución afgana. No ha aportado nada sustancial para las masas. La guerra civil se ha desatado desde entonces y ha cobrado un alto precio en la vida de las personas. Después de la retirada de los EE.UU., el nuevo gobierno/configuración tampoco podrá abordar los problemas más básicos de empleo, pobreza, educación, salud, etc. La miseria continuará.
Dado que Afganistán es uno de los países más atrasados de Asia sin una base industrial, con una infraestructura débil y una narcoeconomía, los estados vecinos, especialmente Pakistán, tienen una penetración y huellas profundas, implica que cualquier cambio elemental en el país está sujeto a cambios fundamentales, es decir, revolucionarios en los países vecinos, sobre todo en Pakistán. Pakistán ya se encuentra en medio de una de las crisis más profundas de su historia. La pandemia de coronavirus ha profundizado aún más la crisis. La sociedad está al borde de una explosión social. Del mismo modo, Irán ya está en medio de movimientos sociales que han sido interrumpidos temporalmente por la pandemia. Más temprano que tarde, estos movimientos resucitarán con venganza. Una revolución socialista victoriosa en Pakistán cortará el cordón umbilical de reacción y fanatismo en Afganistán. La reacción colapsará como un castillo de naipes. Envalentonará a los revolucionarios en Afganistán que serán asistidos por sus hermanos revolucionarios en Pakistán. Esta ola revolucionaria inmediatamente prepararía el camino para una transformación revolucionaria en Afganistán.