Por Omid Jurrat Rastakhiz
Como se sabe, Afganistán lleva 40 años sumida en crisis, habiendo sido la última víctima de la Guerra Fría. Durante ese tiempo, el pueblo afgano sufrió la ocupación rusa, la guerra civil y la intervención del imperialismo. Esta gran serie de crisis ha destruido la infraestructura económica, social y cultural del país, y solo ha dejado ruinas y cenizas. Con el colapso del régimen de izquierda en 1992, el país se sumió en una terrible guerra civil, y no estaríamos equivocados al decir que esta es una situación que sigue hasta nuestros días. Los regímenes yihadistas y talibanes que le siguieron al régimen de izquierda trajeron tanta brutalidad al pueblo que cuando las potencias occidentales, en especial los Estados Unidos, ocuparon el país tras los eventos del 11 de septiembre de 2001, el pueblo estuvo encantado e incluso algunos intelectuales de izquierda estuvieron de acuerdo con la ocupación.
Sin embargo, el paso del tiempo expuso las verdaderas y viles intenciones de los occidentales en Afganistán. Esto es tan así que “gracias a la democracia occidental” Afganistán produce el 90% de las drogas del mundo, tiene el Estado más corrupto del mundo, se convirtió en el país más peligroso, etc. Por otro lado, junto con el engaño de la “democracia” y la “libertad” de casi 20 años, se realizaron rápidas inversiones en madrasas (escuelas religiosas) sectarias y radicales, y gran parte de pueblo afgano se radicalizó aún más que durante el período talibán. Llegaron criaturas repulsivas al gobierno y los políticos más sanguinarios, corruptos y bárbaros, que en realidad son títeres de occidente y hacen lo que sea por los intereses que defienden. Con métodos tan estratégicos, los imperialistas occidentales parecen haber analizado tan bien la psicología de la sociedad afgana que la constante crisis parece haber quebrado la resistencia que presentaba el pueblo afgano. Salvo la izquierda maoísta residual, exceptuando algunas organizaciones pequeñas, no hay nadie que rompa el silencio contra las injusticias, y los ciudadanos que apenas encuentran un pedazo de pan para llenar sus estómagos están completamente rendidos.
Hoy en día, los Estados Unidos y su gobierno títere hablan de “paz” mediante el engaño efectivo y la manipulación tanto del pueblo estadounidense como del afgano a través de sus medios de comunicación. Los Estados Unidos y sus esclavos hacen propaganda como si los 20 años de crisis y todas las masacres fueran normales. Los Estados Unidos pretenden hacer la paz con los talibanes y asimilar esos elementos reaccionarios al Estado, o directamente dejarle el gobierno de Afganistán completamente al los talibanes. Sin embargo, todo el que conozca un poco de historia puede determinar con facilidad que tan ridícula es esta iniciativa. Hoy en día, incluso un joven niño afgano sabe quién creó a los talibanes y quien los alimentó. Por otra parte, es bastante natural relacionar la paz con los talibanes con los esfuerzos de Trump por obtener una ventaja en las próximas elecciones.
Es igual a cuando Obama “asesinó” a Bin Laden, quien fue alimentado y criado por ellos mismos, antes de la elección de su segundo mandato. Pero tenemos que tener en cuenta que incluso si Estados Unidos hace la paz con los talibanes, creará un enemigo imaginario como ISIS, que guarda en su bolsillo para sostener sus propios intereses. Por lo tanto, su afirmación de traer la paz a Afganistán es simplemente ilusoria y ridícula. Solo el pueblo puede traer la paz a Afganistán y eso solo ocurrirá una vez que echen a Estados Unidos y a sus títeres del país. Por desgracia, como ya mencionamos, el pueblo afgano está cansado de las crisis y por ahora parece que dejan pasar el tiempo y en una confusión como si no tuviera la fuerza para resistir. Hace falta una dirección fuerte para guiar a la sociedad y despertarla de su sueño profundo. Aquí también, la tarea recae sobre la izquierda, la cual no es muy efectiva por el momento, pero que puede fomentar la esperanza del pueblo.
Si analizamos la izquierda afgana, podemos ver fuertes organizaciones socialistas e incluso los regímenes que tomaron el Estado desde la segunda mitad del siglo XX hasta finales de la década de 1980, aunque la URSS desempeñó un papel importante durante ese período. Si hablamos brevemente de las organizaciones de izquierda luego de la segunda mitad del siglo XX, emergen por lo general dos grupos socialistas distintos. Uno es el sector que adopta la visión oficial de la URSS y el otro es el que adopta las ideas de Mao. Sin embargo, hacia mediados de la década de 1960, las facciones partidarias de la URSS se dividieron en dos, e incluso en tres. A pesar de que se juntaron gracias a los esfuerzos de la URSS en 1977, la desintegración no termina ahí. Luego de llegar al poder, terminan con disputas y competencias en lugar de pensar en el destino de su régimen y hacer arreglos a partir de comprender la sociedad afgana. Por otro lado, la sección maoista se dividió aun más en la década de 1960.
Algunos se desvían del maoísmo, con una ideología marxista de carácter afgano. De hecho, hay quienes dicen que el ateísmo no puede tener lugar en la sociedad de Afganistán, usando un discurso religioso e incluso sectario en sus publicaciones políticas. Contrario a la opinión popular de que las organizaciones pro URSS se unieron y llegaron al poder mediante un golpe militar en abril de 1978, fueron los grupos maoístas y no los radicales islamistas. Sin embargo, en poco tiempo los maoístas fueron derrotados por el régimen apoyado por la URSS y se dispersaron. Muchos de ellos fueron encarcelados, asesinados y torturados, el resto huyó a otro país o fue sometido al régimen y absorbido por el mismo. Hoy en día la izquierda que puede tener una pequeña voz es lo que queda de aquellas organizaciones maoístas.
Sin embargo, hoy los conceptos del comunismo y la izquierda son conceptos que podrían considerarse tabú en esta sociedad. El Partido Democrático Popular de Afganistán pro URSS, que permaneció en el poder por 14 años, tuvo tal grandes errores y quiso imponerse de tal manera que resultó ajeno a la sociedad extremadamente sectaria de Afganistán, de tal manera que parece casi imposible para el comunismo y el socialismo conseguir empatía en la sociedad actual. Los dirigentes inexpertos del Partido Democrático Popular de Afganistán intentaron hacer en dos o tres años lo que el Partido Comunista de la Unión Soviética no pudo hacer en 70 años. Por lo tanto, el golpe fue atribuido a la izquierda y al Partido Democrático Popular de Afganistán más que a los islamistas radicales. Para inculpar a alguien hoy en día solo basta con acusarlo de ser comunista. De hecho, los maoistas son conscientes de ello y hoy evitan identificarse como comunistas o de izquierda, y tal como mencionamos anteriormente, salen a debatir con una versión afgana del marxismo.
Sin embargo el imperialismo sacó sus garras en cada lugar de Afganistán, la mayoría de los yihadistas que combatieron contra la URSS estuvieron en el poder, los títeres afganos tecnócratas que vinieron del Oeste tras la invasión y las organizaciones salvajes como los talibanes e ISIS tienen un poder considerable. Tomando esto en consideración, desafortunadamente no hay mucho espacio para que lo que queda de la izquierda de la pelea. Por otro lado, es importante mencionar ciertas debilidades de este sector de la izquierda. En primer lugar, los más viejos que resistieron antes y durante de la invasión de la URSS no pueden ir más allá de los límites que establece la ideología Maoísta. Siguen intentando resolver a través de ideas Maoístas.
Sin embargo, tal y como hemos mencionado antes, es necesario hacer un buen análisis de la sociedad afgana para poder resolver y sacar las conclusiones políticas correctas. Por otro lado, la juventud que creció en el periodo de la “democracia” estadounidense carece de o es demasiado flexibles en cuanto a la disciplina partidaria, tanto que no van más allá de hacer algunas publicaciones en las redes sociales. Muchos de los partidos de izquierda ni siquiera tienen la costumbre de la lectura, esa es una cuestión fundamental. Después de leer dos o tres artículos ya creen ser de izquierda. Por otro lado, no importa cuánto cuenten en sus elaboraciones sobre Estados Unidos y el imperialismo occidental y en las redes sociales si luego no quieren que Estados Unidos y sus aliados se vayan de Afganistán porque (según lo que ellos piensan) Estados Unidos se iría liberando al loa talibanes, a ISIS y los yihadistas para mantener el país bajo su control. Además, considerando que la disciplina partidaria en la izquierda es floja y que su fuente de ingreso es bastante limitada, muchos miembros de las organizaciónes trabajan en el exterior para asegurar su sustento y ayudar a sus familias, eso inevitablemente resulta en que la organización funcione lentamente y de manera poco eficiente.
Como resultado, la crisis en Afganistán parece continuar por otro largo período. Además, Trump puede suspender el plan de paz con los talibanes si no considera que sea lo suficientemente favorable. O, por otro lado, si quiere la paz, aún así se va a sacar otra organización criminal del bolsillo y no se va a perder la oportunidad de reemplazar al los talibanes con otro enemigo imaginario. Otra de las cuestiones implica que los Estados Unidos no se va a ir de Afganistán fácilmente sin que medie un cambio mundial, debido a que Estados Unidos no pudo entrar a Afganistán sin hacer un esfuerzo. Los Estados Unidos tenían planeada su invasión desde la década del 80’ creando organizaciones como los muyahidín, los talibanes y Al Qaeda para quebrar la resistencia que oponía el pueblo afgano, al mismo tiempo gastando miles de millones de dólares e incluso atacando a su propio país como en el 11 de septiembre. Además, no va a abandonar el negocio de las drogas que le facilita un ingreso anual de 80 mil millones de dólares, al menos hasta que dirija su tráfico de drogas a otro país. Por último, Estados Unidos no va a abandonar la oculta riqueza en recursos que hay en Afganistán. Por lo tanto, Estados Unidos no considera la idea de abandonar Afganistán sino más bien busca continuar explotando al pueblo afgano. Las organizaciones de izquierda no obtendrán resultados positivos si continúan actuando de esta manera, pero van a tener que rendir cuentas con el pueblo. Sin embargo, en términos generales la izquierda afgana junto al pueblo parece estar en una situación desesperante y turbulenta, pero aún espera que suceda un gran cambio, así y todo, aún no se mueve. Un día, la ira del pueblo afgano va a explotar y ese día ni el imperialismo ni sus títeres traidores lo podrán detener.