Trotsky en el siglo XXI

Por V.U. Arslan

Es muy difícil intentar hablar de una leyenda como Trotsky en un artículo corto, pero es evidente que tenemos que hablar más de Trotsky como una estrella polar revolucionaria para inspirar y radicalizar a la nueva generación joven.

Las cualidades que hicieron de Trotsky un líder revolucionario son de verdad impresionantes: fue uno de los dos líderes de la Revolución de Octubre junto con Lenin, el legendario comandante del Ejército Rojo, el presidente y líder de los soviets en 1905 y 1917, el escritor de los textos más importantes del Comisariado de Asuntos Exteriores y la Internacional Comunista en la era de Lenin, y además fue un asombroso orador y un gran teórico, un gran intelectual y organizador cuya fuerza es reconocida incluso por sus enemigos. Dedicó su vida a la clase trabajadora y al comunismo, a pelear las batallas más difíciles…

Si la importancia de Trotsky se limitara a eso, continuaría siendo recordado sin duda por la próxima generación como un gran líder comunista. Sin embargo, al igual que Lenin, Trotsky va más allá de ser un líder en la historia. Sus ideas revolucionarias y su lucha sacaron a la luz la lucha revolucionaria del siglo XXI.

La validación del leninismo es la validación de la teoría del partido leninista por sobre todo, y eso es la necesidad de un partido vanguardista de revolucionarios para que la clase trabajadora tome el poder. La validación de las ideas de Trotsky proviene de la teoría de la revolución permanente. Esta teoría promueve la revolución marxista y expresa la única forma de salir del sistema capitalista e imperialista. Además, se enfrenta a la degeneración estalinista, que todavía es bastante común. Paso a explicar.

El destino de los soviets determinó el destino de todo

Los soviets emergieron como el cuerpo orgánico de las masivas huelgas generales del movimiento de la clase trabajadora (por primera vez en 1905). Su asamblea y su órgano de gobierno consistían de representantes de los trabajadores electos desde abajo. Cuando los soviets tomaron el poder en octubre de 1917, liderados por el partido bolchevique, dependían de la expansión de la revolución. Sin duda, los bolcheviques estaban liderados por Lenin, quien bien sabía que no podían seguir como una isla socialista en el medio de un océano imperialista y capitalista y que dos enemigos mortales (la dictadura de la burguesía y la dictadura del proletariado) no podían coexistir. Cuando se perdieron las esperanzas y las revoluciones en Europa fueron derrotadas, los bolcheviques resistieron la contra revolución con uñas y dientes. Aunque Trotsky había derrotado al Ejército Blanco, apoyado por 17 países imperialistas contra el Ejército Rojo en la guerra legendaria, esta causó daños fatales. En Rusia, donde aún se sufrían los efectos destructivos de la Primera Guerra Mundial, murieron 7 millones de personas, la economía soviética colapsó y las ciudades se vaciaron durante la guerra civil.

Como resultado, se ganó la guerra pero los soviets sufrieron heridas fatales. El poder de los trabajadores colapsó desde adentro y no por culpa de fuerzas externas o de la contra revolución de la burguesía y los restos del feudalismo. La base material para la corrupción fue el colapso moral y físico y la atomización de la clase trabajadora durante los largos años de guerra. Dado que se habían disuelto los principios de clase del nuevo régimen, los principios revolucionarios se habían vuelto inviables. La corrupción fue la característica fundamental en todos lados y la tendencia principal fue la burocratización. Se abandonaron los principios igualitarios y la palabra de los burócratas era superior en todos lados. El líder de la élite burócrata era Stalin. No fue la revolución que creó a Stalin, una personalidad histórica que no era ni un teórico, ni un orador, ni un estratega, sino el debilitamiento y la burocratización de la revolución. Lenin dio su última pelea antes de morir contra la burocratización y Stalin. Esa última pelea se puede ver en sus últimas correspondencias y documentos detallados. El lector verá en esos documentos que Lenin se arremangó para liquidar a Stalin. En una de las cartas de Lenin conocidas como su testamento (esto se había mantenido como un secreto para el público y el partido), está escrito que Stalin debería ser removido de su cargo. Sin embargo, Lenin no pudo terminar su última pelea y falleció sin poder sobrevivir a la última crisis. La tarea de continuar la última pelea de Lenin ahora recaía en los hombros de Trotsky.

La muerte de Lenin fue un punto de inflexión ya que, a partir de este momento, la casta burócrata liderada por Stalin llevó a cabo un gran ataque contra el marxismo revolucionario. Por supuesto que no era posible atacar directamente a Marx o Lenin, así que estos ataques al marxismo-leninismo se enfocaron en la figura de Trotsky. Por ejemplo, el objetivo de la revolución socialista a nivel mundial, uno de los principios más claros del marxismo, era considerado ahora un símbolo de la “desviación trotskista” y se castigaba en todos lados. Stalin y su facción comenzaron atacando la idea del igualitarismo. De esa forma, no se podían criticar sus privilegios burocráticos. Como resultado, se introdujo la teoría del “socialismo en un solo país” y se asumió que podía coexistir con el imperialismo. Como resultado, se abandonó el objetivo de expandir la revolución por el mundo. La consecuencia natural fue el patriotismo, que no es más que mierda antimarxista. Esto se convertiría gradualmente en nacionalismo ruso, y Rusia se convertiría otra vez en una prisión de pueblos. Incluso se usó el antisemitismo en las campañas de difamación contra Trotsky. Los pueblos oprimidos entonces enfrentarían presiones que llevarían a una limpieza étnica. Por otro lado, el autoritarismo burocrático se formó como una expresión de comunismo como norma.

El marxismo-leninismo se transformó así en su opuesto. Cuando Stalin preparó el primer plan quinquenal, su objetivo era crear una Rusia fuerte. Se redujo así el socialismo a un plan de desarrollo económico. Al igual que la Rusia estalinista, el gobierno del PCC en China, aún vigente hoy en día, es la prueba de que el estalinismo es una ideología de desarrollo nacionalista. En estos regímenes, los trabajadores y las juventudes no tenían derechos. Como resultado de la explotación excesiva, Rusia se convirtió en un Estado policial dado que, si los trabajadores y las juventudes encontraban una oportunidad, las consecuencias serían devastadoras. En consecuencia, la gente cree que el comunismo equivale al totalitarismo, un discurso que la burguesía sigue usando actualmente. En otras palabras, el comunismo que se conoce es el estalinismo y no las ideas y prácticas igualitarias de los bolcheviques. 

Si los estalinistas que ahora apoyan el feminismo supieran un poco de historia, abandonarían a Stalin o al feminismo, ya que la Rusia de Stalin destruyó los avances logrados en la Revolución de Octubre en materia de derechos para las mujeres y la comunidad LGBT. Se les daba medallas de maternidad a las mujeres que parieran 10 niños, mientras que la homosexualidad fue declarada un delito y degeneración burguesa.

En 1928, se abolieron los soviets en las leyes de la URSS; el poder en los lugares de trabajo estaba ahora en manos de los directores. La contrarrevolución revirtió todos los logros de la Revolución de Octubre. Luego comenzó la liquidación de los cuadros de la revolución. Documentos oficiales de la URSS indican que 1.548.336 personas fueron arrestadas y que 681.682 de ellas fueron ejecutadas entre 1937 y 1938. Según los historiadores, esto equivaldría a 1000 ejecuciones por día, aunque los datos oficiales de la URSS reducen el número de muertos (por lo menos) a la mitad. Quizá no sepamos el número exacto, pero es seguro que el asesinato de más de un millón de comunistas es uno de los genocidios políticos más grandes de la historia. No solo aquellos en Rusia, destruyeron también a los cuadros dirigentes de los partidos comunistas del mundo que se resistieron o tenían el potencial de resistir. De esa forma, casi todos los movimientos de trabajadores e incluso los movimientos de liberación nacional estaban controlados por los estalinistas mediante los partidos comunistas en todo el mundo y los sindicatos que los influenciaban. Los partidos comunistas se convirtieron en el medio de política exterior de la Rusia nacionalista.

El único enemigo del estalinismo era la revolución. La expansión de posibles revoluciones los asustaba porque eran privilegiados y hediondos déspotas. Los vientos de la revolución podían llegar a su propio país, tal como en Praga en el 68. Así que sabotearon cada revolución. En todas partes del mundo, los burócratas de los partidos comunistas y en los sindicatos que controlaban no dudaban en traicionar las revoluciones en los momentos más decisivos. No fue una sola traición, sino una cadena de traiciones a la revolución mundial: China entre 1925 y 1926, España en 1936, Grecia entre 1943 y 1948, Italia y Francia justo después de la Segunda Guerra Mundial, Indonesia en 1965, Francia otra vez en 1968, Chile en 1973, Portugal en 1974 e Irán en 1979 experimentaron la traición con sangre.

Hay ejemplos como la revolución cubana en 1959 que lograron destacarse. En 2005, Fidel Castro dijo que si Stalin viviera, no hubiera permitido que la revolución cubana ocurriese. En resumen, la URSS estalinista nunca permitió que tales ideas sacudieran el status quo del mundo. Stalin intentó convertirse en la superpotencia de este status quo y convirtió a los partidos comunistas en la herramienta de su política exterior nacionalista en esa dirección.

Trotsky se pone la lucha al hombro

Podemos  hablar de dos grandes destrucciones a manos de la contrarrevolución estalinista. La primera es la destrucción física: el colapso del poder obrero en Rusia y la prevención de revoluciones en todo el mundo cooperando con los capitalistas. La segunda es el colapso ideológico, es decir, esas distorsiones estalinistas que se les ha enseñado a las nuevas generaciones bajo el nombre de comunismo. Antes intenté resumir: la guerra contra el igualitarismo resultó en la tal llamada teoría del “socialismo en un solo país”. Y a esta calumnia le sigue el patriotismo contra el internacionalismo, la reducción del socialismo al desarrollo nacionalista, la construcción de un poderoso Estado y un régimen autoritario de partido único, el entendimiento del etapismo democrático contra la revolución socialista, la persecución de los pueblos oprimidos, la eliminación de los derechos de las mujeres, el elitismo, la burocratización, la cultura de la violencia dentro de la izquierda, la alienación de los trabajadores y de los oprimidos, la alianza con los capitalistas imperialistas, la colaboración de clases (llegando incluso hasta elogiar a Hitler), un entendimiento mecánico y vulgar del materialismo dialéctico y la aceptación implícita del positivismo burgués…

La incesante lucha que Trotsky llevó a adelante con la bandera roja de la Oposición de Izquierda y la Cuarta Internacional también fue la lucha para la defensa del marxismo y el leninismo. Sin la lucha de Trotsky y sus camaradas, el contenido real del marxismo revolucionario solo podría ser tema de obras académicas que algún intelectual escribiría. Gracias a Trotsky, la bandera del marxismo revolucionario ha pasado a manos de las siguientes generaciones y a las nuestras.

En el periodo de 1989-91, la URSS y los regímenes del Bloque del Este se disolvieron uno tras otro. La historia refutó todos los crímenes de estos regímenes. El capitalismo imperialista convirtió esta quiebra en una gran campaña de ataque al marxismo. En cuanto a la izquierda, el legado del estalinismo tiene dos tendencias. Algunos pocos estalinistas continuaron defendiendo ciegamente ese terrible legado. Una gran parte giró a la derecha y participó de la campaña burguesa, odiando los pecados del estalinismo y el marxismo. Aparte de aquellos que abandonaron el marxismo y se unieron al campo enemigo burgués, algunos rechazaron la tradición del marxismo-leninismo argumentando que el paradigma de clases ya no era válido. Estos elementos adoptaron una especie de política de sociedad civil bajo la influencia del posmodernismo. También vale destacar que hay un gran sector que toma la motivación ideológica de la burguesía (política identitaria, liberalismo de izquierda) mientras que todavía dicen ser revolucionarios sin tener en cuenta al estalinismo.

Para aquellos que insisten con el marxismo y el leninismo y rechazan la posición burguesa de derecha (en otras palabras, si critican al estalinismo desde la izquierda), Trotsky es la única vía. Esta es la forma de enfrentar los nuevos desafíos que trae el siglo XXI. El trotskismo está basado en la perspectiva de clase marxista y nunca acuerda con la burguesía. Lucha por la idea de expandir la revolución socialista a todo el mundo, defiende el papel central del partido leninista y del partido mundial (internacional), rechaza las llamadas etapas democráticas y la burguesía progresista y, como alternativa, revela la teoría de la revolución permanente. Mientras prevalezca el capitalismo, el legado de Trotsky representará la única vía revolucionaria.

 Si vamos a salir victoriosos del siglo XXI, solo es posible con Trotsky, cuyo legado se caracteriza por las bases del marxismo y el leninismo y que cristalizó la línea de la revolución permanente. El capitalismo imperialista sigue gobernando con toda su brutalidad, por lo que la contradicción principal no ha cambiado. Mientras continúe la contradicción entre el trabajo y el capital, la pregunta de la revolución proletaria seguirá vigente. Por otro lado, no es posible  proceder en este siglo sin tener en cuenta la ideología de la URSS que dominó el mundo durante el último siglo en el nombre del tal llamado “comunismo”.

Hoy, las rebeliones arden en las calles de todo el mundo. La gente quiere trabajo, pan, un buen futuro, una vida sin opresión y alienación y una vida con paz y fraternidad. Todo esto es solo un sueño dentro del capitalismo. Las masas, que pelean por sus demandas, definitivamente deben superar los límites del capitalismo, ya que no es posible lograr todo esto en el capitalismo. Las masas que lucharon por conseguir que se cumplieran sus demandas deben ir más allá del capitalismo. Cualquier revolución democrática o programa de reforma no puede proveer las necesidades y demandas básicas porque el problema es el capitalismo en sí.

En Nepal, los maoístas detuvieron la revolución en 2006 sobre las bases de una etapa democrática, lo que significa mantener los límites del capitalismo. Por lo tanto, ninguno de los problemas que causaron la revolución en Nepal se solucionaron. Es más, los líderes maoístas se volvieron puros políticos burgueses y traicionaron la revolución. Ahora el sistema permanece tal como es. Los maoístas, que afirman que los problemas sociales se pueden resolver sin el poder obrero, no destruyeron el capitalismo. Los maoístas se volvieron así en los personajes de un momento vergonzoso en las páginas de la historia.