Ni el gobierno central ni los autonómicos pueden eludir sus responsabilidades.
Por Rubén Tzanoff
La “nueva normalidad” es un invento. A poco de andar se están viendo las consecuencias: España es el segundo país de la Unión Europea dónde más crecieron los contagios. De hecho se triplicaron en dos semanas, siendo Catalunya, Aragón y el País Vasco las autonomías más afectadas. Se pasó de un Estado de Alarma centralizado, autoritario e ineficiente a medidas autonómicas descentralizadas, contradictorias, confusas e insuficientes. Los rebrotes, todavía focalizados, encierran el peligro latente de una segunda oleada de contagios y muertes.
En la primera oleada el gobierno PSOE-UP intentó esconder su lentitud de reacción argumentando que el virus los tomó por sorpresa, en una situación nueva y desconocida. Fueron excusas inaceptables: el Covid-19 había demostrado su velocidad de expansión y peligrosidad en China y en Italia. También se demostró como una mentira gigantesca la afirmación de que se contaba con “un sistema de salud ejemplar para el mundo”. Quedó claro con la falta de insumos, instalaciones, infraestructura y personal sanitario, como producto de los recortes y las privatizaciones realizados por los gobiernos durante décadas. Las personas fallecidas son el triste saldo de los ajustes y la “austeridad” ordenada por la Unión Europea.
Se apresuraron en decretar el inicio de la “nueva normalidad” para recibir turistas y mover nuevamente la rueda de las ganancias empresariales.
Las autoridades alertaron sobre la posibilidad de una segunda oleada, pero no actuaron en consecuencia. Se apresuraron en decretar el inicio de la “nueva normalidad” para recibir turistas y mover nuevamente la rueda de las ganancias empresariales. Se limitaron actividades sociales, culturales y deportivas, pero se mantiene la obligatoriedad de ir a trabajar en las condiciones que sea, incluso en actividades no esenciales. Además, según datos publicados en El País, España cuenta sólo con 3.500 rastreadores de contactos, cuando necesitaría más de 8.000 para controlar la epidemia y la realización de test PCR no alcanza el nivel necesario para ser determinante. Las medidas adoptadas son tan parciales que no evitaron los rebrotes.
En su momento, los funcionarios del Govern (JxCat-ERC), con buenos motivos, fueron críticos de la gestión sanitaria de Pedro Sánchez. Sin embargo, ahora que la responsabilidad está en sus manos, están demostrando la misma lentitud e ineficacia. El confinamiento de Lleida llegó tarde y las medidas para L´Hospitalet y Barcelona también, mientras que en el Área Metropolitana, donde más rápidamente avanzan los contagios, el confinamiento sólo tiene carácter de “sugerencia”.
Por otro lado, la salud pública no mejoró, ya que la plantilla de refuerzo tomada para la primera oleada fue disminuida. Con relación a los rastreos, perdieron tiempo y dinero en la contratación de Ferrovial, anulada por las protestas, y sólo hay un puñado de rastreadores. Las medidas de ayuda social, como las del gobierno del Estado español, no alcanzan. Eso sí, fueron rápidos para compensar económicamente a la sanidad privada por sus “esfuerzos” durante la pandemia. La población sigue pagando el costo de la sucesiva destrucción de la salud pública. En el Estado español los responsables fueron M.Rajoy (PP) y Pedro Sánchez (PSOE). En Catalunya, los responsables iniciales y continuadores fueron Arthur Mas (CiU), Carles Puigdemont y Quim Torra (JxCat). Hay una pésima gestión de la salud pública en la cual no hay grandes diferencias entre los gobiernos burgueses.
… se están cargando las tintas sobre la responsabilidad individual de las personas, fundamentalmente sobre lxs trabajadorxs, lxs inmigrantes, lxs temporerxs y lxs jóvenes.
Vergonzosamente, una vez más, se están cargando las tintas sobre la responsabilidad individual de las personas, fundamentalmente sobre lxs trabajadorxs, lxs inmigrantes, lxs temporerxs y lxs jóvenes. Por supuesto que el cuidado individual es importante, pero lo central es la corrección o el desacierto de las medidas que adopten los gobiernos, que son los principales responsables de gestionar en la pandemia.
La alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, (En Comú Podem) no ha sido distinta, su campaña central fue por la llegada del turismo y el movimiento de la Ciudad, casi como si no pasara nada, por eso se resiste al confinamiento.
Las diferencias entre el gobierno del Estado español, el Govern de Catalunya y los autonómicos se diluyen en su carácter burgués, al servicio de los intereses del capital y las ganancias. En mayor o menor medida, todos los partidos que representan son responsables por los recortes realizados en sanidad, “se lavan las manos” de sus responsabilidades y eluden o retardan el confinamiento por conveniencia política, ante el cansancio de la población por la situación, más aún en pleno verano.
Se necesita un sistema de salud público, universal y gratuito, y tomar medidas efectivas y contundentes sin pasar por encima de los derechos sociales y democráticos, sin recortes, con aumento del presupuesto educativo. Hay dinero para hacerlo, cobrando impuestos progresivos a las grandes fortunas, entre otras medidas de emergencia. Hay que prohibir los despidos, como los que están en curso en Nissan, anular la reforma laboral y priorizar la vida sobre las ganancias capitalistas.