Esta vez no fue otro episodio de la rebelión social que desde hace meses sacude a ese pequeño y sufrido país, sino el fulminante estallido de 2.700 toneladas de explosivos depositados en el puerto de Beirut, la capital libanesa. Al cierre de esta edición, 135 muertos, decenas de desaparecidos, más de 5.000 heridos y unas 300.000 personas que quedaron sin hogar son las tremendas cifras provisorias de la tragedia que enluta al Líbano.
Desde Beirut, nuestros compañeros del Movimiento por el Cambio, algunos de cuyos militantes y allegados fueron heridos por las explosiones de vidrios, nos confirman que se trata de nitrato de amonio, que traía en 2014 un barco que posiblemente se dirigía hacia Siria, pero que fue detenido en el puerto libanés y esos explosivos quedaron decomisados allí en condiciones muy deficientes, para peor muy cerca de otro depósito con material de pirotecnia.
La explicación oficial es que fue accidental, o mejor dicho un caso de desidia criminal de los funcionarios del gobierno corrupto de los seis partidos -incluido Hezbollah- que se reparten el poder y los negocios en el Líbano. Otra hipótesis es la de un ataque intencionado: en Beirut circula una reciente versión sobre un avión que habría disparado primero al depósito de pirotecnia y luego al de amonio, causando las dos explosiones consecutivas que destruyó media ciudad y afectó el resto.
El gobierno libanés ha iniciado un proceso de investigación sobre el desastre y promete un “duro castigo” a los responsables, pero no merece ninguna confianza dado su carácter antipopular. Menos aún la merece el gobierno derechista de Israel, que por boca del presidente Netanyahu ha descartado un atentado terrorista y ahora ofrece “ayuda humanitaria”, pero que desde que nació ejerce el terrorismo de Estado contra el pueblo palestino y los pueblos árabes de la región, incluido el limítrofe Líbano.
Por lo pronto, nuestros compañeros del Movimiento por el Cambio, que durante la rebelión instalaron varias carpas en la Plaza de los Mártires, en pleno centro de Beirut, para sostener la lucha frente al gobierno de Harari y por una salida obrera y popular, ahora las han puesto de nuevo en pie, pero para recoger donaciones (agua potable, alimentos limpieza) y distribuirlas entre la población más afectada.
Desde el lugar del desastre nos envían estas palabras: “¡Este sistema nos mata, este país nos mata con su estupidez y fracaso! Hoy lloramos a las víctimas y unimos nuestras manos para salvar a Beirut de la destrucción. Beirut está herida y su gente está en los escombros y en las calles, por lo que podemos ir a ayudarlos. Vamos a los hospitales a donar sangre y abrimos nuestras casas para las personas sin hogar”
Llamamos a realizar una campaña internacional solidaria. Colabora y ayúdanos a recaudar fondos para enviarle a los afectados por esta tragedia.
¡Todo el apoyo de la Liga Internacional Socialista!