Por Luis Meiners
El domingo 23 de agosto, casi tres meses después del asesinato de George Floyd, la policía le disparó a Jacob Blake en la espalda siete veces en Kenosha, Wisconsin. Un hombre Negro de 29 años que regresaba a su auto donde lo esperaban sus 3 hijos chicos. Los videos muestran al policía disparando varios tiros a quemarropa. Ahora Blake se encuentra en el hospital en estado crítico, y miembros de su familia han dicho que probablemente nunca vuelva a caminar.
En medio de una rebelión histórica contra el racismo sistémico y la brutalidad policial, los manifestantes tomaron las calles de Kenosha y se encontraron con una dura represión por parte de la policía y la Guardia Nacional. Varios informes también alertaron sobre la presencia de milicias armadas de derecha patrullando las calles después del toque de queda. El martes, cerca de la medianoche, después de que los manifestantes fueran recibidos con gases lacrimógenos y balas de goma en los alrededores del palacio de justicia de la ciudad, un miembro de una milicia de derecha abrió fuego contra ellos, matando a dos manifestantes e hiriendo a un tercero.
Los informes de los medios y los videos dan testimonio de que el tirador, un joven blanco identificado más tarde como Kyle Rittenhouse, pasó sin ser molestado por la línea policial. Llevaba un rifle y las personas alrededor suyo gritaban que acababa de dispararle a la gente. En otro video, se puede ver a policías desde un vehículo agradeciendo a miembros de la milicia por su presencia y dándoles agua. El miércoles por la mañana el agresor fue acusado de homicidio intencional en primer grado, pero el contraste entre el trato policial a las milicias armadas de derecha y los manifestantes no podría ser más marcado.
Desmantelar la policía, luchar contra la extrema derecha
La brutalidad de la violencia policial contra Jacob Blake y, en contraste, el trato fraternal a los extremistas de derecha es una prueba más que suficiente de la necesidad de desmantelar la policía racista. Está en la naturaleza de esta institución como mano armada del estado burgués tomar partido contra las personas oprimidas. Existe para proteger los intereses del capital y hacer cumplir las desigualdades que el capitalismo produce.
No es la primera vez que milicias, organizaciones o individuos de extrema derecha atacan a manifestantes. Ha habido varios ejemplos de esto durante los últimos meses. No es solo la policía la que les da cobertura. Después de que un supremacista blanco condujera su auto contra una multitud que protestaba contra el encuentro de ultra derecha «Unite the Right» en Charlottesville en 2017, matando a Heather Heyer, Trump dijo que había «culpa en ambos lados». Este lunes, la Convención Nacional Republicana presentó como oradores a Mike y Patricia McCloskey, una pareja que se hizo famosa por apuntar sus armas ante una protesta de Black Lives Matters en St. Louis.
Los progresistas y algunos sectores de la izquierda están llamando a votar a Biden como el mal menor ante esta realidad. Llaman a votar al mismo partido que gobierna la ciudad de Kenosha y el estado de Wisconsin. Votar al mal menor nunca detendrá a la derecha, solo conducirá a más frustraciones y desmoralizaciones que se convertirán en caldo de cultivo para el extremismo de derecha. La movilización masiva es necesaria para detener a los fascistas. También para lograr justicia por Breonna Taylor, George Floyd, Jacob Blake y todas las víctimas de la brutalidad policial racista y la violencia de los supremacistas blancos. La izquierda necesita construir estructuras organizativas independientes y un partido socialista independiente para organizar esta pelea.