Venezuela: ante el acuerdo de cúpulas, unidad combativa del pueblo trabajador

Continúa desarrollándose la coyuntura electoral hacia las parlamentarias de diciembre, en un marco autoritario contra cualquier sector o factor, ya sea social o político, que no haga parte de las grandes cúpulas, mientras que, entre éstas últimas, los acuerdos a la sombra son un hábito, sin que por ello cesen en sus confrontaciones de clanes de poder.

Así, y en medio de la aguda crisis económica que padecen las y los trabajadores y la gran mayoría de la población, no faltan los atropellos policiales ni las detenciones contra activistas obreros o políticos, por estar en una actividad de protesta de calle, e incluso, debido a reclamos espontáneos a cualquier autoridad local por alguna situación.

Hay casos recientes en los que las diferencias políticas entre las burocracias locales, como por ejemplo con los alcaldes, son tratadas con encarcelamientos usando la Ley Contra el Odio de trasfondo, que es un recurso represivo muy utilizado por el gobierno y su sistema judicial

También se han producidos vejámenes y detenciones por protestar en las colas de racionamiento de gasolina. Las redes sociales han servido de canal de expresión y protesta y en algunos casos han logrado ejercer presión que ha coadyuvado a la liberación de los detenidos.

Otros no han tenido tanta suerte, como varios obreros presos desde hace meses o de años (entre ellos Rodney Álvarez, Bartolo Guerra y Marcos Sabariego). Y siguen presos una joven y un joven profesional de PDVSA que tras hacer denuncias de irregularidades y corrupción, recibieron como respuesta la acusación de ser “espías” que daban información al imperialismo.

Son apenas algunos de los ejemplos que dan cuenta del perfil de los ciudadanos y ciudadanas con que el gobierno de Nicolás Maduro sigue poblando las cárceles venezolanas, cuando por el contrario, apenas hace unos días se conoció el indulto presidencial a más de 100 llamados presos políticos; la gran mayoría de ellos ligados o vinculados directamente con  la oposición política patronal que promueve la intervención extranjera o un golpe militar o un levantamiento de derecha en Venezuela.

Las protestas y choques de civiles con funcionarios policiales o militares en las colas para el surtido de gasolina, o de gas o por la falta de luz y de agua, se pueden ver a lo largo y ancho del país, ante el hecho de que nuevamente ha arreciado la escasez de un rubro tan importante como el combustible, así como el deterioro crónico o el colapso de los servicios. Por las redes sociales corren imágenes y videos sobre el periplo que vive el pueblo intentando abastecer vehículos; la mayoría sin éxito, sin obviar los enormes riesgos a que se exponen ante la pandemia del coronavirus.

Los distintos rostros de la oposición clásica patronal

En medio de todo esto y mientras el gobierno se concentra en la campaña electoral parlamentaria, la oposición clásica patronal y de derecha se continúa fraccionando ante el tema electoral y otros asuntos de la política y la vida nacional, sin abandonar en su mayoría los planes conspirativos, con auspicio de Trump desde los Estados Unidos. Vale recordar que recientemente el Tribunal Supremo de Justicia dejó sin efecto la medida cautelar que entregaba el partido Primero Justicia (PJ) al diputado José Brito, quien ha sido acusado de realizar gestiones en favor del empresario colombiano Álex Saab, señalado por EEUU de ser testaferro de Nicolás Maduro.  Esa decisión se produjo luego de que el ex candidato presidencial y miembro de (PJ), Henrique Capriles, llamara a movilizarse para votar en el evento del 6 de diciembre. Capriles se atribuye personalmente el logro de la libertad de los llamados presos políticos últimos (unos lo eran y otros no) y con intermediación de funcionarios del gobierno turco; respondiéndole a las críticas que ha recibido de otros sectores de derecha que él estaría por “hablar con quién sea con tal de sacar al país de la crisis”. 

El diputado a la Asamblea Nacional y autoproclamado “presidente interino”, Juan Guaidó, replicó rechazando las negociaciones de Capriles con el gobierno de Turquía y dijo además que “negociaciones emprendidas de manera individual no representan ni comprometen en forma alguna a la Asamblea Nacional (en la versión que él preside) ni al Gobierno interino”.

Pero más allá de los señalamientos que haga el “deteriorado” Guaidó, lo cierto es que a razón de las reuniones secretas entre Capriles Radonski y los turcos, por ahora se conoce públicamente un primer resultado con la libertad de más de 100 detenidos, entre los que, por supuesto, no figura ningún trabajador o dirigente sindical de los tantos que hay detenidos por luchar por algún derecho laboral; exceptuando a Rubén González, dirigente sindical, pero ligado a partidos políticos burgueses. 

Por su lado, María Corina Machado insiste en decir que en Venezuela hace falta intervenir con la creación de una coalición internacional que despliegue una Operación de Paz y Estabilización (OPE); dicho de otra forma, propone una intervención militar extranjera, para la cual habría que empezar por activar el TIAR, plan para el que en todo momento emplaza y recrimina al propio Guaidó.

Y no podemos dejar de nombrar a la oposición más acomodada con el gobierno, de la que forma parte el partido Soluciones de Claudio Fermín, que manifiesta abiertamente que el camino para encontrar salida a la crisis pasa por la participación electoral como modo de alcanzar el cambio “democrático”. En alianza con esta organización y su tarjeta, van otras formaciones políticas como REDES, del ex alcalde chavista, Juan Barreto, que ven la “salida” en un revoltijo “unitario” de organizaciones de cualquier signo de clase y dentro del marco burgués.

Como puede notarse, estamos ante un entramado de grupos y cúpulas a las cuales es muy importante no perderles el pulso de sus posiciones y sus relaciones a nivel internacional con sectores del capital financiero. Entonces, por más que parezca que ahora el gobierno tiene “más oposición que nunca”, lo que realmente se está expresando es cómo se van fraccionando entre ellos mismos, a medida que avanzan los acuerdos y negociaciones secretas, moviéndose en un tablero cuyas fichas todas apuntan a sostener el régimen capitalista, aunque puedan presentar otras versiones y variantes del que ha ido diseñando Maduro, con represión hacia los trabajadores y sectores populares, mientras los recursos naturales y la renta nacional en general son el botín apetecido por la burguesía tradicional, por los nuevos burgueses surgidos de la burocracia madurista y por los padrinos imperialistas detrás de cada uno de ellos; ya sean gringos, chinos o rusos.

La oposición que hace falta y el debate respecto a la APR

Lo que los trabajadores, los sectores populares, las mujeres, los estudiantes y los jóvenes necesitamos es construir una oposición política propia y genuina al gobierno de Maduro y su régimen. Y esto se debe hacer con absoluta independencia de las cúpulas de la otra derecha u oposición clásica patronal y empresarial.

El PSUV-Gobierno se encargó de eliminar todas las conquistas históricas de la clase obrera, llevando al grueso de la población a una situación de precariedad total. No tenemos salario, nuestras prestaciones fueron arrebatadas luego de la reconversión monetaria de hace dos años, las discusiones de convenciones colectivas quedaron a merced y disposición del patrón, sea público o privado, con la emisión del memorando 2792. A ello hay que sumarle la destrucción del sistema de salud pública, con hospitales en la ruina y con la fuga migratoria de la mayoría de médicos y especialistas que se fueron a intentar buscar mejor suerte en otros países.

La crisis del transporte, la falta de gasolina y destrucción de la principal empresa de la nación, PDVSA; la corrupción y la fuga de capitales, la hiperinflación, la muy citada represión policial, y para colmo la crisis sanitaria provocada por el COVID-19; muestran un panorama cuya traducción es que la vida para la mayoría de las y los venezolanos es un calvario interminable.

Desde Marea Socialista hemos venido diciendo públicamente hace años que necesitamos construir una herramienta política para luchar por nuestros derechos y para que la salida a la crisis sea de tipo obrero y popular en lugar de lo que nos imponen o nos ofrecen la burocracia y el capital. Una herramienta política que sea capaz de aglutinar y organizar a los luchadores que ayuden a construir una perspectiva verdadera y no generar falsas expectativas en sectores o figuras, como ya tantas veces ha pasado, y cuyas consecuencias son el descreimiento y el escepticismo de una parte importante de la gente cansada de que le usen los políticos de las cúpulas, los mismos de siempre, los reencauchados y sus pichones emergentes.

En ese sentido y en función de ese propósito hace falta ir recuperando la praxis sindical y popular de lucha. En el caso del movimiento obrero, con un sindicalismo democrático, clasista y combativo; diametralmente opuesto a las caricaturas burocráticas aglutinadas  en la Central Socialista Bolivariana de Trabajadores (CSBT) y que la han convertido en una herramienta patronal, burocrática y gubernamental para oprimir y sobre explotar a la clase trabajadora o a la burocracia sindical que hace coalición por derecha y que son parte del entramado que ha apoyado toda la política injerencista y prointervencionista promovida por los partidos de la burguesía y que hace silencio ante el oprobio perpetrado por la patronal privada a la clase trabajadora.

Por eso a cada espacio de lucha obrera que surja o movilización que se dé, por muy pequeños que sean inicialmente, hay que acompañarles, visibilizarles, e intervenir para ayudar de tal manera que sean capaces de desarrollarse y consolidarse; sirviendo entre otras cosas, como escuela para que se cualifiquen los nuevos dirigentes que necesita el movimiento obrero y sindical.

De igual manera urge una recomposición social, popular y política con clara definición de clase, cuyos principios y programa de lucha le lleve a empalmar con lo más aguerrido y revolucionario que se vaya expresando en los distintos espacios en disputa contra la burocracia y el capital. Por tanto, es a través de la relación dialéctica entre el acercamiento entre iguales que sirva para ir abriendo brecha, la lectura de conjunto ante la grave situación y la consiguiente disposición, tanto para facilitar y como para hacerse parte de las luchas, tomando los mejores caminos para levantar esa referencia social y política alternativa, esa Oposición de Izquierda, obrera y popular de la que hablamos, dentro del combate simultáneo contra la burocracia y el capital, contra lo que representa Maduro y contra lo que representa Guaidó.

Es con ese sano interés que hemos tomado en consideración las declaraciones de los voceros de la Alternativa Popular Revolucionaria (APR). Sus avisos hasta ahora solo se han dado en el plano electoral, lo cual lógicamente valoramos como insuficiente, porque es seguir siendo parte de todo lo que da sostén a un gobierno cargado de saña y profundamente antiobrero.

Precisamente entre las claves de lo que tenemos que recuperar para confrontar a los burócratas, al capitalismo, a su lógica y a su maltrecha institucionalidad; está el saber distinguir bien, cómo clase, que es táctico y que es estratégico; porque si no, seguiríamos generando más falsas ilusiones, al hacer creer que la participación electoral puede desplazar y es más importante que la organización y la movilización para pelear unidos por lo que nos corresponde.

Es todo lo contrario. El mejor momento para postular candidaturas en un proceso electoral tendría que emerger del impulso de las luchas y que esas candidaturas expresen en el parlamento o en el espacio que sea, lo que se está dirimiendo en las calles, en las fábricas, en el campo, en los centros de estudio, o en las comunidades (que es lo fundamental) y que contribuyan a que encarne orgánicamente en una organización de clase fuerte y con capacidad combativa. Y son precisamente los dirigentes y militantes de las luchas los apropiados para asumir las candidaturas; escogidos por sus bases, legitimados en sus centros de articulación y activismo, por encima de los meros repartos entre las toldas políticas.

En el escenario defensivo actual en que nos encontramos los sectores de izquierda, populares y obreristas, no da -por ahora- para una dinámica como la que aludimos, pero sí da para que los candidatos que presente la APR le digan a los trabajadores y a todos los sectores explotados, qué papel van a jugar en la Asamblea Nacional: ¿Qué proyectos presentarán en disputa en ese recinto y con quiénes los discutirán previamente o con qué fuerza social los respaldarán? ¿Cómo tienen perfilada la pelea por un salario mínimo según el Art. 91 de la CRBV, equivalente al costo de la canasta básica? ¿Se plantean hacer algo contra la llamada Ley del Odio, tan usada contra la crítica, contra la libre expresión y contra la clase trabajadora? ¿Estará, la recuperación de las prestaciones sociales de los trabajadores entre sus prioridades? ¿Y con qué métodos de lucha motorizarán todo eso? ¿Se perfilan entre los propósitos de sus curules los derechos de la mujer, el derecho al aborto… como gran necesidad a colocar al debate y en disputa? ¿Qué puntos programáticos van a tener en la mira de sus actuaciones, para poder enfrentar el desfalco a la nación, el sacrificio del pueblo por una deuda externa corrupta e ilegítima o la destrucción de la naturaleza y de los pueblos englobados en el depredador Arco Minero del Orinoco? Éstas entre tantas otras interrogantes que deben ser respondidas en la discusión y en el debate, al calor de la lucha o si fuere posible en la elaboración democrática colectiva.  

Hay una base y parte de una periferia alrededor del madurismo que no está ya a favor de volver a votar por el PSUV, que mira con simpatía a la APR, tal como lo hizo por la candidatura de Eduardo Samán en 2017, o como lo hizo por algunas de las candidaturas que impulsó Marea Socialista, con otras tarjetas, en elecciones de gobernadores, alcaldes o concejales, aunque con las “particularidades” de esas elecciones no tuviesen la justa oportunidad de ganar. En el citado caso de Samán en Caracas fue un caudal de unos 40.000 votos que luego no fueron convocados a un ejercicio más certero y más allá, para intentar canalizar las críticas y molestias que ya se evidenciaban por aquel entonces. Hizo falta ese intento por lograr materializar una unidad en torno a propuestas que expresasen las grandes exigencias que se agitan en lo más profundo de la malograda población.

Por eso y más aún por los motivos que expresamos a lo largo del texto, insistimos en que un mero deslinde electoral no alcanza para hacer un llamado de nuestra parte a votar por los candidatos de la APR y les seguiríamos viendo en una línea de apoyo al gobierno, dejándonos en la posición de llamar al voto nulo (lo cual es muy distinto a la abstención promovida en esta oportunidad por sectores de la derecha política tradicional). Y continuamos con todo nuestro ahínco en la tarea de construir esa alternativa política y de lucha que tanto necesitamos.

La unidad a la que convocamos

En todo caso, para nosotros, el debate principal apunta en la dirección de ir pensando e ir abriendo paso lo más rápidamente posible, en sintonía con los ritmos del pueblo, en esa unidad que hay que levantar. En Guayana y en algunas partes del Oriente del país, los trabajadores de las empresas básicas por un lado y los petroleros por otro, junto con los jubilados, siguen intentando levantar la movilización. Aún con muchas debilidades y limitada claridad en cuanto a los ejes que les lleven a convocar al resto de sus compañeros y evidenciando la falta o debilidad de organización; pero siguen pujando por aumentar el grado de convergencia y el ritmo de lucha.

Eso es muy positivo y mientras los trabajadores critiquen y se manifiesten, será el embrión contestatario desde donde se pueda terminar reconstituyendo y acrecentando sus fuerzas el sector social que a fondo confronte al gobierno. Para ello tiene que haber la mayor precisión posible sobre las consignas y reclamos que, primero sirvan para continuar convocando a las y los compañeros y a la vez ir dándole cuerpo a las condiciones para obtener victorias en los conflictos.

La lucha por el salario (Art. 91 de la CRBV), por recuperar las prestaciones sociales, por la solidaridad y libertad de las y los trabajadores presos por luchar, el rechazo a la Ley del Odio, la denuncia de la criminalización de la protesta, el cumplimiento y discusión de las convenciones colectivas o la exigencia de que se derogue el memorando 2792, son ejes de lucha con una potencialidad tremenda para la articulación obrera y para la delimitación en relación al oportunismo político de los sectores de la oposición política burguesa que manipula e  inocula en las luchas propias de los trabajadores y el pueblo las líneas que convienen a Guaidó o abonan terreno para una María Corina Machado.

Es peleando juntos por objetivos claros que podemos modificar la correlación de fuerzas y conseguir frenar los aspectos más rudos de la ofensiva antiobrera del gobierno, o alcanzar cambios a nuestro favor en cuanto al tema económico, político y social. Esa es la tarea urgente a la que nos convoca todo el escenario de adversidad ante el que nos encontramos.

Como Marea Socialista (@MareaSoc89 ) seguiremos interviniendo en los distintos debates relacionados con los intereses de los trabajadores y los sectores populares, al igual que siendo parte de sus luchas y reclamos. Y continuamos construyendo Marea Socialista ( www.mareasocialista.org ) como partido, como núcleo revolucionario para intervenir con más fuerzas en el plano político, confrontando al gobierno burocrático y a las distintas variantes de la oposición patronal e injerencista.

Por eso también nuestro llamado es a que vengan con nosotras y nosotros a hacer esta experiencia militante. A que conozcan nuestra trayectoria, nuestras bases teóricas y programáticas; y seguir dándole forma a un proyecto nacional e internacional (como el que compartimos con la Liga Internacional Socialista que de verdad nos encarne y nos signifique como mujeres, como trabajadorxs, como jóvenes, como campesinxs, como comunidades populares, como ecosocialistas, anticapitalistas e internacionalistas … y en general para pelear contra toda forma de opresión y de explotación.