El Movimiento Al Socialismo (MAS) se impuso en las elecciones de Bolivia con una amplia mayoría y se prepara a ser gobierno del 2020 a 2025. En una Bolivia signada por la polarización social, el partido azul le sacó 20 puntos al ex presidente Carlos Mesa, quién fuera expulsado del gobierno en las jornadas revolucionarias de 2005. Mucho más atrás quedó un depreciado “macho” Camacho, envuelto en denuncias de corrupción y reducido al apoyo de la oligarquía de Santa Cruz, donde el MAS igualmente consiguió una buena votación.
Según el conteo rápido, el MAS sacaría más del 52%, Comunidad Ciudadana de Mesa, algo más del 31%, y Camacho el 14%. A su vez, hubo una franja de voto nulo que expresa la falta de una alternativa de izquierda, en parte debido a que la ley electoral, que viene del gobierno de Banzer, actúa impidiendo la legalidad de alternativas independientes de la clase trabajadora.
Una derrota de la derecha boliviana
El resultado muestra que todo lo hecho por la burguesía para forzar una polarización que la llevara a la segunda vuelta, no les alcanzó. Parte de esa línea, avalada por la Iglesia y el imperialismo fue “bajar” a tres candidatos, incluyendo a la presidenta de facto Jeanine Áñez, que ni manejando el aparato del Estado consiguió el apoyo para mantener su candidatura; y a Tuto Quiroga, otro ex presidente caído en desgracia. Ambos se sumaron al llamado a unificar en Mesa el “voto útil” de derecha. Aspiraban a dar gobernabilidad a un gobierno que no fue.
La votación expresa que la derecha carece de base social. El pueblo trabajador la rechaza y la identifica como la principal responsable de sus padecimientos, con el racismo y con la entrega al imperialismo.
Llegó al gobierno montada sobre un proceso ajeno. Queda claro que fue un sector del pueblo que se rebeló contra Evo Morales el año pasado, contra el deterioro económico y el intento antidemocrático de perpetuarse en el poder, pasando por encima la voluntad mayoritaria expresada en el referéndum de 2016.
La combinación de vacilación, inacción y complicidad del MAS y la COB, y la ausencia de una alternativa política a izquierda del MAS, le permitió a la derecha arrebatar el gobierno. Pero los sectores que se rebelaron contra Evo, no apoyarían el programa de ajuste de la derecha ni al gobierno de Añez.
Esta mostró que solo venía a robar, privatizar, despedir y quitar conquistas. Su desastre sanitario, educativo, económico, laboral y social, motivó un constante asedio de movilización, y fue una muestra cabal de cómo es la derecha gobernando.
Por eso, buena parte del pueblo recurrió al voto al MAS, en reclamo de una agenda social. Buscando respuesta a reclamos populares como en la ciudad minera de Huanuni, donde el Estado mantiene una deuda con los trabajadores de 90 millones de dólares en meses de salarios impagos, junto a la de Colquiri y la empresa Vinto, donde sus obreros y el pueblo exigen que se salden las deudas salariales sin recortes.
Actuó también la burocracia de la COB, la Federación de Mineros, la dirigencia de las organizaciones indígenas, campesinas y vecinales que se alinearon con Arce. Sin una alternativa de izquierda y ante un temido regreso y continuidad de la derecha, el voto fue canalizado por el MAS.
Arce debió reconocer las expectativas que expresa esa votación: “El pueblo tiene muchas necesidades que las hemos entendido y tenemos la obligación de trabajar para responder a todas esas expectativas”. El rebelde y combativo pueblo boliviano y su clase obrera van a reclamar que eso se haga realidad, lo que seguro chocará con la realidad del ajuste que viene a implementar.
La inhabilidad de la derecha por erigir un gobierno serio y la disposición de Arce y el MAS a garantizar las necesidades de la burguesía, explica que esta apele ahora al MAS para aplicar un plan de estabilización y gobierno capitalista. Lo muestran los afectuosos saludos y deseos de éxito desde la ONU a la OEA que, a través del cuestionado Luis Almagro, que el año pasado encabezó la “auditoría” contra Evo, dice ahora estar seguro que Arce “sabrá forjar un futuro brillante para su país”. Mensajes similares vinieron de la Unión Europea y el gobierno de Trump, que felicitó a Arce por su victoria, con un claro mensaje: “Esperamos trabajar en nuestros intereses conjuntos”.
El MAS, por su parte, también deja en claro su disposición a cumplir con la necesidad burguesa de “pacificar”, y estabilizar la situación. Tras su triunfo electoral, tanto Arce como Evo, hicieron un claro llamado a la “unidad nacional”. Es decir, una unidad con la derecha, en un proyecto de ilusoria conciliación de clases que apunta a lograr estabilidad política e institucional. Toda la actuación del MAS desde noviembre, desde el reconocimiento institucional del gobierno de Añez a votarle su presupuesto y sus leyes, fueron en el sentido de demostrar su confiabilidad capitalista.
La burguesía y el imperialismo parecen estar conformes con confiar esta tarea a un gobierno de Arce y el MAS. Por su disposición a aceptarla, y también porque el resultado electoral le brinda a la derecha un fortalecimiento relativo. El MAS tendrá mayoría en ambas cámaras de la Asamblea Legislativa, pero no volverá a contar con los dos tercios que hoy tiene, lo que requerirá mayor negociación con la derecha.
La COB y la necesaria independencia para reclamar medidas urgentes
Luego de traicionar sucesivos procesos de lucha y pactar con Añez, a quien le sumó un viceministro de Trabajo, la COB fue parte de la política de estabilización de hoy. Así lo reconoció el secretario ejecutivo de la central Juan Carlos Huarachi al balancear la votación como el resultado de los 12 días de bloqueos y protesta que llevaron adelante. Estas originalmente reclamaban por salud, educación, trabajo y que se fuera Añez, pero la COB aceptó la política del MAS y Evo de levantar esos bloqueos que tenían a Añez al filo de caer para desviar toda lucha a las elecciones democrático burguesas e intentar recomponer el régimen maltrecho.
La COB se jugó a esa salida “pacífica”, llamando a votar masivamente y cuidar las urnas. Por eso Huarachi pone como primer reclamo el recuperar “la estabilidad política” del régimen presidencialista y parlamentario patronal-capitalista.
Sin embargo, la evidente presión de las bases lo lleva a amenazar que “el tiempo es corto, muy corto” para que nuevo gobierno de respuestas, reactive la economía, asegure la estabilidad laboral e ingresos para no vivir de bonos pobreza, reincorpore la totalidad de los trabajadores despedidos y genere trabajo desde un plan que nacionalice empresas y recursos bajo estricto control obrero e industrialización de recursos como la minería.
La COB debe mantener la independencia ante el gobierno de Arce y el MAS, de corte capitalista que no plantea avanzar en medidas obreras y socialistas. Ya Arce fue ministro de Economía de Morales en 12 de sus 14 años de gobierno, sin tomar medidas más allá de los límites del capitalismo.
La “unidad nacional” de Arce y el MAS
Cuando es necesario reclamar justicia por las masacres del gobierno ilegítimo de Añez, Arce plantea “gobernar para todos los bolivianos, construir un gobierno de unidad nacional, sin odios…”. En un llamado a la unidad con las patronales y la derecha a recuperar “la certidumbre para poder desarrollar la actividad económica, de la pequeña, la mediana y la gran empresa”.
Un dato de la campaña es que Arce y Choquehuanca se desligaron siempre de Morales, diciendo que debería dar cuentas en la justicia por las acusaciones y procesos. Así no extrañó que Arce nunca nombrara a Evo en sus agradecimientos y saludo triunfal. Por eso habrá que ver si no termina resultando un nuevo Lenín Moreno como en Ecuador.
Por su lado, Morales dio un mensaje en soledad, con un texto escrito, leído detenidamente. Allí insistió con “dejar de lado las diferencias y los intereses sectoriales y regionales. Para lograr un gran acuerdo nacional con partidos políticos, empresarios, trabajadores y el Estado”.
Ante una reedición del frustrado proyecto reformista de conciliar intereses de clase que son opuestos, las perspectivas puedan estar marcadas entre el rechazo a las políticas pro imperialistas y de ajuste clásico de la derecha, con una votación al MAS de demandas sociales, la traición de la COB y el resto de las organizaciones del Pacto de Unidad en desviar las luchas a la salida electoral, y la necesidad de aplicar un duro ajuste, en un contexto internacional donde los principales recursos de Bolivia están en caída en cuanto a su valor como el petróleo, el gas o la minería.
Se impone levantar una agenda de demandas urgentes por salud, un sistema único y nacional con recursos suficientes desde el Estado, por la educación, el trabajo y los ingresos sociales. Exigir a la COB, la Federación de Mineros y demás organizaciones que planteen plazos inmediatos de su resolución. Lo mismo que la exigencia de justicia ante la corrupción y masacres como las de Senkata y Sacaba. La necesidad de ajustar a los ricos, empresarios y multinacionales. A los terratenientes ecocidas y una necesaria reforma agraria. A desconocer la deuda externa para implementar una auditoria social.
Si algo demuestra el resultado de las elecciones es la necesidad de construir una alternativa política realmente socialista y anticapitalista, para dar respuesta a los anhelos del pueblo trabajador que el MAS y la COB desilusionan. Con este fin, es necesario avanzar en la unidad de la izquierda para poner en marcha una alternativa política de la clase trabajadora y los sectores populares, no del capital y los empresarios nacionales y extranjeros.
Corresponsal (LIS)