La detención de Pablo Hasél encendió la alarma por el ataque a la libre expresión. Con la anuencia del gobierno, el régimen del ´78 es cada vez más injusto y antidemocrático. Hay que derrotarlos con la unidad de acción en la movilización.
Por Flor Salgueiro Carral
El 16 de febrero los Mossos d’Esquadra irrumpieron en el rectorado de la Universidad de Lleida y detuvieron al rapero Pablo Hasél, para que cumpla condena en la cárcel del Ponent por “terrorismo” e “injurias a la Corona” Algunas de las manifestaciones de repudio a la detención, como en Vic, Girona y Valencia, fueron reprimidas, en Barcelona una joven mujer perdió un ojo por una bala de foam. Mientras tanto, el emérito Juan Carlos I sigue fugado en Emiratos Árabes, luego de las acusaciones de corrupción formuladas en su contra. Hace pocos días, María Cristina Cifuentes – presidenta de la Comunidad de Madrid y diputada por el PP entre 2015 y 2018- fue insólitamente absuelta de la acusación por “falsedad documental” de su máster. Durante la campaña electoral del 14F en Catalunya, Vox tuvo como dos de sus ejes los ataques al islamismo y a los inmigrantes. En Linares dos policías de civil golpearon salvajemente a una niña de catorce años y a su padre, lo cual motivó una protesta popular que fue reprimida y en la que se utilizaron balas de plomo. En Pamplona un juez dictaminó que no se pueden subir a las redes sociales las filmaciones de los operativos policiales represivos. Para completar el panorama, neonazis realizaron un acto antisemita en Madrid en honor a la División Azul, entonando canciones franquistas y anticomunistas.
Estas manifestaciones reaccionarias son minoritarias, reciben un repudio activo y un rechazo mayoritario de la población. Sin embargo, en el marco de una creciente polarización política y de la cobertura de los medios de comunicación masiva, se repiten y se magnifican, lo cual implica una amenaza a la que hay que responder firmemente. No alcanza con las tibias denuncias sin actuación directa con la que se lavan la cara los partidos burgueses. En cualquier lado que asomen la cabeza hay que aislarlos y derrotarlos con la más amplia unidad de acción en la movilización.
El martes pasado será tristemente recordado en las paginas de los libros de historia de España, como el día que la justicia y las fuerzas de seguridad detuvieron a un cantante por expresarse. Mucho puede escribirse y decirse, pero lo cierto es que consideran que el “delito” de Pablo Hasél lo constituyen las letras de sus canciones y lo que pone en Twitter. Eso, que para el resto de la humanidad es parte de la libertad de expresión, para la justicia española es “enaltecimiento del terrorismo” e “injurias a la Corona”. Recordemos que, en el 2014, cuando se dictó la primera condena contra Hasél, los magistrados descartaron que las letras de sus canciones estuvieran amparadas por el derecho a la libertad de expresión, ya que en ellas «late de una manera patente el discurso del odio y no es admisible en el ámbito de la libertad de expresión incitar a la violencia, o realizar un discurso de odio». Los magistrados consideran peligrosísimo el arte de cantar, pero no opinan lo mismo de los actos neonazis en la capital del Estado enalteciendo el odio a los judíos y los crímenes de lesa humanidad.
La justicia que persigue al rapero desde hace años es la misma que pocos días atrás sobreseyó a Cifuentes en el caso de su Máster falsificado y que “investiga” al emérito por corrupción y desfalco, pero lo deja salir de España para disfrutar de su lujosa vida en Abu Dabi. En el Estado español se están acumulando las tensiones por las desigualdades sociales, la pobreza creciente y los recortes a los derechos democráticos. Sin ir más lejos, el pasado fin de semana la localidad de Linares fue noticia por la pueblada protagonizada luego que dos policías vestidos de paisano golpearan brutalmente y sin motivo a un padre y su hija de 14 años. Linares, es la ciudad española con mayor tasa de paro, por encima del 30% y que llega al 50% de paro juvenil, por lo cual los hechos vividos el pasado viernes, fueron la llama que encendió un polvorín social que se está viviendo en todo el Estado.
La única respuesta que desarrolla el ejecutivo de Pedro Sánchez es aplicar pequeños parches reformistas para favorecer las ganancias empresariales, justificar la represión y dejar que las distintas expresiones de la derecha actúen a sus anchas. Desde que asumió el gobierno del PSOE-Unidas Podemos se ha presentado como el “gobierno más progresista de la historia”, pero bajo su gestión siguen vigentes las leyes que permitieron el encarcelamiento de Hasél.
La tristemente famosa Ley Mordaza se sancionó en el 2015 y penaliza aquellos casos que se intenten paralizar desahucios, se escalen edificios o monumentos sin autorización, se graben las intervenciones de la policía en la vía pública o se celebren manifestaciones sin comunicar. Es una Ley que en la práctica se ha utilizado contra el activismo social y obstaculizando el derecho a efectuar reivindicaciones, manifestándose o concentrándose de manera pacífica. Además de la citada Ley, en el 2015 se reformó el artículo 578 del Código Penal sobre “enaltecimiento del terrorismo” con un efecto inhibitorio en la libertad de expresión.
Cuando el PSOE y Podemos eran oposición, tildaban a la Ley Mordaza de inconstitucional, antidemocrática, violatoria de los derechos de manifestación, reunión y expresión. Incluso decían que se trataba de un paso atrás en la división de poderes, ya que otorgaba al Gobierno de turno el poder de multar tanto a manifestantes como a la oposición política. Hoy que gobiernan parecen haberse olvidado de sus palabras y sostienen esta nefasta normativa. Estamos en presencia de una ley que encarceló a Hasél, que obligó al cantante Valtonyc a exiliarse en Bélgica para no ir preso por los mismos motivos que Pablo y que cuestiona la publicación del video de Linares; pero que es complaciente con la agresividad y el odio de neonazis y Vox expresado públicamente.
Los hechos mencionados tuvieron distintas motivaciones y características, incluso se dieron en distintas regiones del Estado español. Sin embargo, no se trata de hechos aislados, están íntimamente relacionados con el accionar injusto, antidemocrático y represivo del régimen del ´78, moldeado por el franquismo. Es cada vez más evidente que para el Estado español van tomando el modelo de represión y cárcel aplicado contra la autodeterminación catalana. Es necesario que se fortalezcan las manifestaciones con la más amplia unidad de acción, como las de Catalunya en las cuales hemos participado desde SOL. Tenemos que ganar las calles para plantar cara a este gobierno y terminar de una vez con el podrido régimen del ’78, por la libertad a Pablo Hasél, la libertad de expresión, la amnistía para los presos políticos y exiliados. Por la huelga general contra el desempleo, los bajos salarios y la precariedad laboral. En definitiva, contra las consecuencias de la crisis capitalista.