Por Emre Güntekin
Se ha alcanzado un acuerdo importante a 50 años de que el Sha reconociera a Beijing como la autoridad oficial de China. Con este acuerdo, que va a durar los próximos 25 años con una escala económica que se espera alcance los 400 mil millones de dólares, se hace evidente que importantes cambios en la política interna de Irán así como en el papel de China en el Medio Este ahora están a la vuelta de la esquina.
Ninguno de los dos países ha hecho declaraciones sobre los detalles del acuerdo. Sin embargo, según la información que se ha divulgado hasta ahora, parece que durante los próximos 25 años China va a realizar inversiones en Irán que alcanzarán una suma total de 400 mil millones de dólares. A cambio de esto, China podrá comprar constantemente petróleo de Irán con un descuento. Las inversiones de China se realizarán en áreas como la banca, telecomunicaciones, puertos, ferrocarriles, servicios de salud y tecnología de la información, entre muchos otros.
Después de las sanciones que Trump impuso a Irán en 2018, el volumen de exportaciones de petróleo de Irán se redujo drásticamente. Por otro lado, la caída de los precios del petróleo fue otro factor que desencadenó la crisis económica en el país. Para el régimen, cuya legitimidad se había erosionado durante años, esta crisis económica traía consigo el riesgo de una explosión social; como en los últimos años ha habido oleadas de protestas que involucran tanto a las clases trabajadoras como a la pequeña burguesía, quienes son conocidos por ser históricamente leales al régimen. Durante 2019, las protestas estallaron incluso en ciudades como Mashhad, donde antes la legitimidad del Estado era incuestionable y que es uno de los baluartes del chiísmo en Irán. La lucha de clases se convirtió en un tema visible en las protestas debido a las altas tasas de desempleo, tasas de inflación que llegan hasta el 50%, la devaluación del riyal iraní y la reciente retirada de algunos subsidios. El régimen de los mullah no tenía muchas opciones para restaurar la economía a menos que la UE y Estados Unidos levantaran las sanciones que impusieron a Irán. Ahora, a largo plazo, tendrán más opciones para restaurar la economía debido al acuerdo que hicieron con China.
China, que es el mayor comprador de petróleo en el mundo, había apoyado a regañadientes las sanciones de la ONU impuestas debido a las actividades de enriquecimiento de uranio de Irán en el pasado, pero continuó sus relaciones bilaterales, especialmente a través del comercio de petróleo. A principios del año pasado, la administración Trump le pidió a China que detuviera su suministro de petróleo iraní, como una de las condiciones para poner fin a la guerra comercial con China. Sin embargo, las compras de petróleo de los países asiáticos, especialmente China e India, a Irán cobraron impulso con la victoria de Biden en las elecciones estadounidenses y debido a la expectativa de que se relajarían las sanciones contra Irán.
Por supuesto, asegurar el suministro de energía para China no será el único beneficio del acercamiento y la profundización de los lazos con Irán. China dará un salto hacia el cumplimiento de la Iniciativa de la Ruta de Seda, que es la arteria principal del Sueño Chino de Xi Jinping, al realizar inversiones en proyectos de infraestructura (como puertos y ferrocarriles) y también tendrá la oportunidad de intentar establecerse tanto en el Medio Oriente como en el Golfo Pérsico, que es una ruta comercial importante. En uno de los artículos del acuerdo se afirma que Irán permitirá que China coloque tropas en las plantas petroleras para garantizar su seguridad. Si esto sucediera, las fuerzas chinas se volverían más íntimas con la Quinta Flota de Estados Unidos, que tiene su base en Bahrein. Lo que puede traer este acercamiento se puede ver desde el Mar de China Meridional, donde Estados Unidos ha estado fortaleciendo su presencia militar durante mucho tiempo.
China también se reserva el papel de establecer la infraestructura para una red de telecomunicaciones 5G en Irán. Lo que merece la mayor atención en este asunto es que China va a construir los mismos sistemas de vigilancia que tiene en casa. Esto muestra que la represión de la clase trabajadora de Irán por parte del régimen de los mullah se volverá más «sofisticada». En cierto modo, el régimen del PCCh también establecerá una forma de asegurar al régimen mulá contra un posible estallido social.
Este acuerdo parece haberle dado vida al régimen mulá. A pesar de ello, la recepción a este acuerdo no fue homogénea entre las clases dominantes. Para algunos, este acuerdo ha sido percibido como el mayor desastre en la historia del Irán moderno desde el Tratado de Turkmenchay con Rusia en 1828 (Irán había perdido Erivan y Nakhchivan con este tratado y tuvo que darle a Rusia grandes concesiones económicas). Una de las figuras más sorprendentes que reaccionó negativamente a este acuerdo fue el ex presidente de Irán Mahmoud Ahmadinejad. “El pueblo de Irán no reconocerá este nuevo y secreto acuerdo hecho para los próximos 25 años entre China e Irán” fue la expresión que utilizó en la declaración que hizo en julio. La causa fundamental de las preocupaciones es lo que sucedió con los países que han tenido una relación económicamente desigual con China bajo la Iniciativa de la Ruta de Seda. La diplomacia de la trampa de la deuda se había convertido en una herramienta para expandir la influencia política china en regiones como África y América Latina. Sin embargo, una gran parte de la clase dominante de Irán, y especialmente figuras como el presidente Rouhani y el líder religioso Khamenei, creen que esa asociación con China es la única opción para superar esta crisis económica y social.
Este acuerdo de China e Irán, luego de la tensa cumbre entre Estados Unidos y China que se celebró el mes pasado en Alaska, indica que las tensiones entre Estados Unidos y China se intensificarán aún más. Que Biden, desde su toma de posesión, no se haya abstenido de enviar un mensaje severo a China y Rusia, también refuerza este asunto. Parece que otro tema, esta vez sobre el Medio Oriente, se agregará a la lista de asuntos, que incluyen a los uigures, Hong Kong, Taiwán y el Mar de China Meridional. Los lazos concretos que China ha establecido con los países del Golfo que mantienen estrechas relaciones con EE. UU. y los cálidos mensajes de países como los Emiratos Árabes Unidos para la Iniciativa de la Ruta de Seda son movimientos que no agradarán a EE. UU. La pregunta que deberían hacerse los revolucionarios es qué significará esta tensión para la clase trabajadora oprimida del Medio Oriente. Dado que las tensiones imperialistas entre Irán y EE. UU. han perjudicado las revueltas de la clase trabajadora. Como se puede ver en ejemplos como los de Irán, Irak y Líbano, este conflicto va a dar una oportunidad a los regímenes corruptos y a las figuras del país para ganar legitimidad. La fuerte transición militar y política de China a la región no solo cambiará esta ecuación, sino que también permitirá que el régimen de los mullah se enfrente con más confianza a la oposición de las clases trabajadoras y los posibles movimientos sociales futuros en el país. Para nosotros, el programa de revolución permanente permanece vigente como la única opción contra las polarizaciones y los conflictos imperialistas en el Medio Oriente y el mundo.