Por Alternativa Socialista/PSOL – LIS, Brasil
En los últimos días hemos asistido a otro pico de la crisis crónica del gobierno de Bolsonaro. La pandemia se ha descontrolado por completo, con récords día tras día de muertes por Covid-19, situando a Brasil a la cabeza del mundo. La economía está en un callejón sin salida con un presupuesto «inviable» para 2021, lo que profundiza las fricciones entre la derecha tradicional y Paulo Guedes en la lucha por el control de la debilitada caja de un país que supo ser la octava economía del mundo. Días atrás, más de 1500 empresarios y economistas publicaron una carta abierta contra el gobierno federal, dando cuenta de la ruptura de este sector, que hasta ayer era aliado del presidente.
La derecha tradicional ha ido ganando peso en el mando del parlamento y en el propio gobierno, intentando hacerse con el timón de un barco que se hunde. Fue este sector el que dio el ultimátum para la destitución de Ernesto Araújo, canciller y representante del núcleo más cercano a Bolsonaro. El motivo de la demanda era la forma aislacionista de gestionar los negocios brasileños en el mercado internacional, especialmente con China, su principal socio comercial. La presión de la derecha tradicional provocó un huracán en el gobierno de Bolsonaro. Acorralado, Bolsonaro trató de utilizar desesperadamente una salida autoritaria, en mayores dosis, al verse obligado a despedir a un representante de su banda pro-milicia.
Justo antes del 57º aniversario del golpe de 1964, Bolsonaro intentó organizar, en su absoluta desesperación, un auto-golpe. Pero no sólo no consiguió aliados claves, como las Fuerzas Armadas, esencialmente golpistas, sino que abrió un nuevo momento en la crisis crónica del gobierno, debilitando aún más la estructura del régimen democrático burgués brasileño. La destitución del ex ministro de Defensa Fernando de Azevedo e Silva se produjo como consecuencia de su negativa a acompañar esta aventura golpista aislada. Como efecto dominó, la destitución provocó la salida conjunta de los tres comandantes de las Fuerzas Armadas, un hecho sin precedentes en este régimen de post-democratización. Un mensaje para el capitán.
Es evidente para cualquier marxista serio hasta qué punto las Fuerzas Armadas históricamente no tienen ninguna consideración por las conquistas democráticas del pueblo. Sus cínicas declaraciones en defensa de la Constitución sólo consiguen atraer la atención de los incautos o de los malintencionados. Pero los uniformados también entienden la correlación de fuerzas nacional e internacional y saben elegir entre actuar directamente o seguir protegiendo al gobierno.
El sueño golpista del descontrolado presidente Jair Bolsonaro no ha conseguido aliados decisivos ni dentro ni fuera del país. El resultado de esta tensión ha generado más problemas con la burguesía que exige un entorno propicio para garantizar sus ganancias. El periódico estadounidense The Washington Post lanzó un mensaje explícito en su editorial del 2 de abril: «El presidente brasileño ya ha contribuido en gran medida al empeoramiento de la pandemia de Covid-19 en su propio país y, a través de la propagación de la variante brasileña, en todo el mundo. No hay que permitirle que destruya una de las mayores democracias del mundo».
¿Dónde puede ir Brasil?
Las principales direcciones políticas y sindicales con influencia de masas en nuestro país están siguiendo la política de frente populista que Lula y el PT están imponiendo. La línea política es esperar a las elecciones de 2022 para derrotar a Bolsonaro, con un Frente Amplio que incluya a la izquierda, el centro y la derecha con Lula a la cabeza. Lula, postulandose como la figura para reconstruir en el país, según él, un «capitalismo serio», está dejando que el gobierno genocida termine el trabajo sucio para el que fue elegido -ajustes, pérdida histórica de derechos laborales por las reformas neoliberales y genocidio pandémico- para luego retomar las riendas del país al servicio de las ganancias capitalistas.
El PSOL, partido que ayudamos a construir, no está cumpliendo con la tarea necesaria para este momento: exigir un movimiento unificado para el derrocamiento del gobierno de Bolsonaro. Su dirección mayoritaria y los parlamentares, como Marcelo Freixo, están en la cuerda floja entre la parálisis total o servir de adorno a la campaña «Lula 2022». Nosotros, de Alternativa Socialista, junto a la izquierda radical del partido, luchamos por la más amplia unidad para tirar a Bolsonaro y por la construcción de una alternativa política independiente que represente a los trabajadores, trabajadoras y al pueblo pobre.
Bolsonaro es un ave de rapiña que espera la próxima oportunidad. Ya ha dado suficientes mensajes de su proyecto de autopreservación. El PT también ha demostrado lo mucho que confía en las instituciones del régimen. ¡Estamos por el llamado a una Huelga General en defensa de nuestras vidas! ¡Tirar a Bolsonaro y a Mourão, garantizar vacuna para todos, subsidio de emergencia decente, salarios, empleos y comida en el plato!