Brasil: a 37 años de las Directas ya, movimiento de masas contra la Dictadura

Por Alessandro Fernandes – Alternativa Socialista/LIS, Brasil.

Un lunes 16 de abril de 1984, hace 37 años, cerca de un millón y medio de personas asistieron a una manifestación en el Valle de Anhangabaú, en la capital de São Paulo, exigiendo elecciones directas para Presidente de la República. Días antes, un millón de personas asistieron a la manifestación masiva de la Candelaria en Río de Janeiro. La campaña de las «Diretas Já» (Directas ya) alcanzó su punto álgido y entró en la historia. Era difícil prever incluso en el primer acto oficial, en junio de 1983, la fuerza que cobraría la campaña.

Mientras la dictadura agonizaba, las masas ocupaban las calles al grito de «Diretas Já»; «Uno, dos, tres, cuatro, cinco mil, queremos elegir al presidente de Brasil»; «Fuera Figueiredo»; «No, no, no al Colegio João»; «Contra el FMI»; «El pueblo no es tonto, fuera Rede Globo»; «Uno, dos, tres, Maluf a la cárcel», entre otros. Mucho más allá de la Propuesta de Enmienda a la Constitución (PEC nº 05/1983) para las elecciones directas, articulada por el diputado federal Dante de Oliveira (PMDB), o de los mítines «carnabalizados» por los partidos burgueses, el pueblo estaba harto de dos décadas de Dictadura.[1]

El período de João Figueiredo significó la aceleración de la senilidad de la dictadura. Todos los elementos objetivos para el final estaban presentes, sólo faltaba encender la mecha. Las Diretas Já lo encendieron. Figueiredo que recibió la banda presidencial en el Palacio del Planalto (casa de gobierno) de Brasilia de manos de Ernesto Geisel en 1979, una apuesta por la reproducción de la Dictadura y el proyecto de «autorreforma», fue el mismo Figueiredo que salió por la puerta de atrás en 1985.

La senilidad del gobierno de Figueiredo avanzó en diferentes momentos: la histórica huelga de trabajadores en el ABC Paulista, región cuna del PT, en la primera mitad del 79; la campaña por la Amnistía Ampla, Geral e Irrestrita que acumulaba fuerzas desde mediados de los 70, maniobrada por Figueiredo con la Ley de Amnistía beneficiando a los torturadores; las explosiones protagonizadas por los porones uniformados en Riocentro el día del trabajo, aislando aún más al sector ultra reaccionario; las caídas en la composición del gobierno; las elecciones directas de 1982 para gobernadores donde el partido de la Dictadura, PDS, perdió la administración de los principales estados – SP, RJ y MG. La derrota en las elecciones de 1982 marcó un nuevo momento de debilidad para el gobierno.

Entre 1981 y 83, la recesión llamó a la puerta y, con los salarios estrangulados durante el período de la dictadura -uno de los factores que garantizaron el «milagro brasileño»-, la miseria y la inestabilidad sirvieron como una fuerte ola que deterioró los planes de conservación de la Dictadura. En ese momento, Brasil ya era un cliente asiduo del FMI desde el gobierno de Geisel, intensificándose año tras año. El escenario de la deuda, la inflación y el déficit se dio.

La lucha contra el autoritarismo se intensifica. Entre junio de 1983 y abril del 84, aproximadamente 5 millones de personas estuvieron presentes en los diversos mítines de las Diretas Já. Enero del 84, con 300.000 personas presentes en la Praça da Sé de São Paulo, fue la confirmación de la campaña popular, la mayor de Brasil. La desesperación y el descontrol político de Figueiredo, en un rincón, oscilaron entre la elevación del tono en entrevistas y declaraciones, y los pronunciamientos oficiales en Radio y TV «tendiendo la mano» y apelando al diálogo.

El pacto de la autocracia burguesa

El mismo día de la histórica concentración en el Vale do Anhangabaú, Figueiredo hizo una declaración oficial en la radio y la televisión llamando a la «conciliación» y presentando una PEC (Propuesta de Enmienda Constitucional) paralela para elecciones directas sólo en 1988. La intención de Figueiredo era contener la división del PDS, necesaria para su aprobación en el Parlamento. Además, declaró el estado de emergencia, sitiando Brasilia el día de la votación y censurando la cobertura televisiva y radiofónica. La Huelga General convocada por el Comité pro-Diretas para el día 25 ya había sido traicionada. Tancredo Neves, más que nunca, quería negociar.

La PEC para las elecciones directas fue rechazado en la Cámara de Representantes por no alcanzar el número mínimo de votos (faltaban 22 votos). La votación, el 25 de abril, fue seguida masivamente en varias ciudades: 298 diputados votaron Sí, 65 No, 3 Abstenciones y 112 ausentes. No cabe duda de que el rechazo fue un revés, pero Figueiredo no salió victorioso. La votación profundizó una división ya existente en el partido de la Dictadura. 55 diputados del PDS votaron a favor de la enmienda y muchos de los 112 se ausentaron por temor a la presión popular. Con el rechazo, el PMDB se aseguró un mayor terreno político con Tancredo a la cabeza para la elección indirecta por el Colegio Electoral.

Las Diretas Já y la Elección Indirecta por el Colegio Electoral son partes de la misma coyuntura pero, al contrario de las interpretaciones oficialistas, también son distintas. La primera fue la posibilidad popular real de cambiar el curso de la historia; la segunda marcó la operación por arriba, la verdadera cara de la autocracia burguesa. El PMDB de Ulises/Tancredo y el PDT de Leonel Brizola sostuvieron a Figueiredo y evitaron su caída.

Es importante distinguir los dos momentos, de lo contrario el análisis será encadenado por la operativa burguesa y borrará la movilización popular. El resultado es meter todo el proceso en la misma bolsa de la «autorreforma». Es cierto que Figueiredo, en ese momento sólo un espectro, logró completar su «mandato», pero también se sabe que tenía la intención de permanecer en el cargo hasta 1989 y pasar la banda a uno de sus predecesores. Esto no ocurrió.

La Dictadura no cayó en la primera ronda. Quedó herida en el choque y fue rescatada. La oposición burguesa se debatía entre un Figueiredo debilitado y la movilización popular. Optó por Figueiredo por considerarlo más seguro y negoció su propia salida con Tancredo -lo que no ocurrió por su inesperada muerte-, sustituido cuidadosamente por su vicepresidente José Sarney, Arenista (ARENA –  Aliança Renovadora Nacional) de última hora.

En una carta a la corriente morenista en Brasil, Nahuel Moreno caracterizó el momento de las manifestaciones masivas del 10 al 16 de abril como una «crisis revolucionaria».[2] Figueiredo ya había perdido el control general de la situación y el gobierno estaba suspendido en el aire. Tras el rechazo de la PEC, Moreno respondió que vendría la negociación de la «Multipartidaria», poniendo como ejemplo la experiencia final de la dictadura argentina.[3]

A pesar de la crisis abierta, la «Multipartidaria» brasileña logró operacionalizar la situación y empujó al callejón de las Elecciones Indirectas. Gran parte de la izquierda brasileña aceptó, o tragó en seco, el Colegio Electoral. El PT decidió correctamente boicotear el ilegítimo Colegio Electoral que dio la victoria a la Alianza Democrática de Tancredo frente a Paulo Maluf, el candidato de nadie. A pesar de la posición del PT, una minoría de diputados del partido votó por Tancredo.

Existe un importante debate sobre si el PT tenía una posibilidad concreta de disputar el movimiento Diretas Já. El partido tuvo una presencia fundamental en la campaña, especialmente Lula, pero no pudo revertir la hegemonía del PMDB/PDT. Acto organizado por el PT y la CUT en noviembre de 1983, al que asistieron 15.000 personas, el mayor de ese año. Ese momento fue un mensaje para la oposición burguesa. O tomaban las riendas, o se quedarían atrás. Han optado por lo primero. Moreno subrayó su duda sobre el avance en la conciencia de las masas: «Creemos que han dado un salto importante, pero no al grado de repudiar masivamente a los partidos e instituciones de la democracia burguesa».

La operación autocrática burguesa posterior a la dictadura garantizó la continuidad de los restos dictatoriales. La vigencia de la Ley de Amnistía que beneficia a los torturadores aún vivos, la Ley de Seguridad Nacional que persigue a la oposición política, la presencia y tutela militar en los gobiernos post-democratización. Estamos hablando de un escenario que hoy sólo beneficia a Bolsonaro como presidente. En 2011, el gobierno de Dilma abrió una Comisión Nacional de la Verdad para investigar las violaciones de los derechos humanos en el período de 1946 a 1988, una piedra en la bota militar. La Comisión identificó más de 400 casos de muertes y desapariciones bajo la responsabilidad del Estado y enumeró 377 agentes directa o indirectamente responsables de casos de violación, sin embargo, sin juzgar a un solo torturador, prevaleciendo la impunidad.

Lo que vino en el período posterior a 1984 -la crisis crónica del gobierno de Sarney, la Constitución de 1988, las elecciones de 1989 con una votación masiva por la candidatura de Lula, el impeachment de Collor y el reordenamiento con el gobierno de Itamar Franco- en parte todavía expresaba la lucha de clases entre las movilizaciones de masas de las Diretas Já y la transición por arriba. Florestan Fernandes, que logró hacer uno de los análisis más brillantes de las Diretas Já en un artículo publicado en el periódico Folha de São Paulo[4], sobre la manifestación del 16 de abril, escribió: «Hoy, lo que estamos viendo es que las clases trabajadoras, tanto en las zonas urbanas como en las rurales -pero principalmente en las grandes ciudades- repudiaron este régimen de opresión. Estas clases han puesto fin al régimen. La gran modificación que se produjo es que la víctima de la represión del 64 exige hoy una situación de libertad, exige que Brasil dé peso y voz política a las clases trabajadoras, por primera vez en su historia».

Queda pendiente la tarea de movilización democrática para el desmantelamiento del aparato represivo de las Fuerzas Armadas y el juicio y condena de todos los militares y civiles implicados en la Dictadura. Sumado a esto, la reparación histórica de la memoria y la lucha de nuestro pueblo para hacer efectivo el Nunca Mas las persecuciones, torturas y muertes por parte del terrorismo de Estado.


[1] Reorganização e mobilizações importantes da classe trabalhadora entre 1983-84: protestos e ondas de saques a lojas e supermercados em SP e RJ (abril/83); greve geral contra os arrochos do FMI (julho/83); criação da Central Única dos Trabalhadores – CUT (agosto/83); criação do Movimento dos Trabalhadores Rurais Sem Terra – MST (janeiro/84); operários em greve ocupam a Companhia Siderúrgica Paulista – Cosipa, em Cubatão/SP (fevereiro/84); greve de 10 mil trabalhadores rurais em situação intermitente, bóias-frias (maio/84); greve de professores das universidades federais (maio/84); greve de mais de 400 mil trabalhadores canavieiros dos estados de PE, PB e RN (setembro/84). Acesse: http://memorialdademocracia.com.br/timeline/21-anos-de-resistencia-e-luta

[2] “Começou a revolução brasileira?” foi escrito por Moreno em 11/05/1984 para a direção da Alicerce da Juventude Socialista. No mesmo ano, Alicerce retomou o nome de Convergência Socialista. Leia a carta em: http://www.geocities.ws/moreno_nahuel/36_nm.html#_Toc535167243

[3] “Multipartidária” foi um pacto das organizações argentinas Unión Cívica Radical, Partido Justicialista, Partido Intransigente, Partido Demócrata Cristiano e o Movimiento de Integración y Desarrollo, responsável por conter a crise final da Ditadura na Argentina.

[4] Os artigos escritos por Florestan Fernandes no período de 1984-86 foram republicados no livro “Que tipo de república?”, lançado em 1986 pela editora brasiliense.