Por: Alessandro Fernandes y Verónica O’Kelly – Alternativa Socialista/PSOL – LIS/Brasil.
El pasado 29M las calles fueron escenario de multitudinarias marchas y actos. El próximo 19J se convoca una nueva jornada de movilización nacional y se espera que esta sea aún mayor. El gobierno enfrenta las movilizaciones más grandes en su contra, desde el inicio de la pandemia.
Bolsonaro tiene que convencer a la derecha y al empresariado, aliados en 2018, de que sigue siendo una opción de gobierno que, con mano dura y firme, puede terminar con la agenda de ajustes pendientes. Con poco margen, porque la crisis lo ha hecho perder gran parte de su base social, debilitándolo como opción de gobierno. No son pocas las editoriales de la gran prensa burguesa que lo presionan para concretar las privatizaciones, leyes y reformas anti populares que prometió garantizar. Pero la realidad es que cada vez que lo intenta sólo consigue abrir nuevos frentes de batalla que no puede gestionar y menos detener. Es importante decir que son los partidos tradicionales del régimen quienes están garantizando las reformas impopulares en las manos de los presidentes de las cámaras legislativas, Lira y Pacheco.
El régimen cruje y los partidos de la derecha tradicional junto a la centro izquierda cómplice intentan frenar un posible ascenso de la movilización con escenas de ficción como la actual CPI del Covid (Comisión Parlamentar de Investigación), donde se escuchan funcionarios, ministros y empresarios relatando las atrocidades que Bolsonaro y su séquito viene haciendo, burlándose siniestramente de la vida de millones. Todo esto al servicio de desgastarlo, pero a la vez ir ganando tiempo para llegar a las elecciones del año que viene, porque la principal preocupación del régimen es salir de esta de la manera más ordenada posible y con el trabajo sucio finalizado.
El podrido régimen político, social y económico del 88, que fue consecuencia de la salida negociada de la dictadura, es sostenido por derechas históricas y renovadas, como también por las izquierdas que se ajustan a él como es el caso del PT o el PCdoB. La política actual de estas izquierdas del régimen no puede más que generar indignación y ratificar su distanciamiento con las masas que alguna vez los siguieron, confiando en que por ahí venía alguna solución a sus demandas. Pero, como la realidad es mucho más compleja que cualquier esquema, a pesar de este divorcio con la clase trabajadora y el pueblo pobre, Lula sigue manteniendo una llama encendida en grandes sectores y hoy es un fuerte adversario electoral de Bolsonaro para las elecciones del año que viene.
Lula se postula para reemplazarlo en la presidencia desde el minuto en que recuperó su derecho democrático para postularse, luego de la proscripción impuesta por un proceso judicial en gran parte inventado. Y en honor a su prestigio de presidente serio para el capital, deja bien claro que no pretende hacer nada diferente a lo que él y el PT hicieron en sus 12 años de gobierno. Las pruebas son sus reuniones con políticos de derecha, hasta con el propio Fernando Henrique Cardoso y sus promesas de recuperar el funcionamiento de un “capitalismo sano” para el Brasil, donde los empresarios puedan hacer negocios tranquilamente. La pregunta es: ¿llegamos a las elecciones sin mediar un estallido social? La respuesta, claro, no la tiene nadie, pero lo que si existen son políticas para provocar o detener ese estallido. Lula y el PT ya eligieron la suya.
Los Frentes Sociales ocupando el lugar de las Centrales Sindicales
El proceso de burocratización y adaptación a la institucionalidad estatal y patronal de las grandes centrales no es nuevo. Claro que los 12 años de gobierno petista, junto con su total sumisión al proyecto de estado burgués, fueron fulminantes. Hoy la CUT y demás centrales con mayor representación en las bases trabajadoras sindicalizadas se mantienen casi como espectadores de los ataques. Sin construir procesos de movilización en los lugares de trabajo, se dedican a participar como convocantes de las acciones de Frentes Sociales, diluyendo la fuerza que sabemos tiene nuestra clase cuando sale a luchar de manera organizada.
La CSP-Conlutas que surgió como proceso sindical de izquierda a la CUT y las burocracias, fue perdiendo fuerza producto del sectarismo, aparatismo y un método antidemocrático por parte de su principal dirección, el PSTU. Hoy existe un proceso abierto de disputa por la dirección, pero lamentablemente frente a este nuevo proceso de ascenso en la movilización, la CSP-Conlutas está lejos de poder expresar a los sectores que salen a luchar.
Los Frentes Sociales tienen una gran diversidad política y es donde confluyen organizaciones sociales y políticas. El Frente Brasil Popular, Frente Pueblos Sin Miedo, Campaña Fuera Bolsonaro y el reciente conformado Pueblo en las Calles son los frentes nacionales que actúan hoy y donde se expresa una disputa entre el lulismo y la izquierda independiente. La última movilización del día 29M fue convocada por el nuevo Pueblo en las Calles que justamente hace esta convocatoria frente a la línea oscilante de las demás fuerzas que venían planteando acciones pero sin una fuerte apuesta nacional. La centro izquierda, el PT fundamentalmente, es la principal dirección que intenta poner paños fríos en la situación y actúa constantemente en este sentido. La política frente al 29M fue una vergüenza absoluta, incluso en algunos estados haciendo declaraciones oficiales llamando a no movilizar para “no aglomerar”.
Las juventudes se ponen al frente y abre espacio radical de izquierda
Una vez más las juventudes se rebelan contra los tibios y salen a las calles. Días antes del 29M se hicieron actos en diferentes estados contra el recorte presupuestario para las universidades públicas. Y el mismo 29M fueron protagonistas claros y colocaron su programa en las calles. Un programa feminista, de la diversidad, a favor del medioambiente y contra la depredación capitalista, por salud y educación públicas, entre otras consignas que se colocaron expresando un programa de izquierda al proyecto liberal capitalista.
Existen debates sobre las características de este nuevo proceso de movilización. Desde lecturas escépticas se hace hincapié en lo que fue el proceso abierto en 2013 y que terminó siendo capitalizado por la derecha, que luego termina con Bolsonaro presidente en 2018. Claro, estos son análisis de aquellos que no sólo no confían en la movilización de nuestra clase, sino que niegan el papel regresivo que tuvo la experiencia de 12 años de gobierno petista y la decepción por este generada en gran parte de las masas. Hoy la derecha tiene su espacio concreto de movilización, son las convocatorias bolsonaristas que nunca dejaron de disputar las calles y que por el momento son infinitamente inferiores numéricamente hablando. El 29M se convocó con una consigna principal, Fora Bolsonaro, por lo que no existe como leer que esto puede ser capitaneado hoy por la derecha.
Izquierda Radical, hoy más que nunca
No podemos negar que la disputa esté abierta y que la derecha no esté derrotada, pero eso no es gracias a sus fortalezas sino más bien a nuestras debilidades. La ausencia de un proyecto de izquierda, con independencia de clase y radical, que sea un polo de atracción para millones todavía se nota en el escenario político. El PSOL es una referencia importante, sin dudas, pero los rumbos que últimamente viene tomando la dirección mayoritaria, con referentes importantes como Boulos llamando a repetir la receta petista del frente de conciliación de clases y otros como Freixo alejándose del PSOL en un curso aún más a la derecha, lo alejan de ser la herramienta elegida por las vanguardias que salen a luchar.
Es por eso que desde Alternativa Socialista/PSOL, sección brasilera de la LIS, nos jugamos con todo a construir y fortalecer la izquierda del PSOL que defiende el programa independiente y socialista de su fundación, contra el proyecto de refundación y de conciliación de clases. Al servicio de esto es que firmamos e impulsamos el Manifiesto por la pre-candidatura a presidente de Glauber Braga. Y apostamos a que sea la Izquierda Radical quien se ponga a la frente de esta batalla para la disputa interna, pero teniendo la mirada en las calles donde se comienza a expresar un nuevo ascenso.
El desafío es que el gigante de América Latina se alinee con los procesos de rebelión continental y que de allí emerja una alternativa política anticapitalista y socialista, superadora de los proyectos que hacen eje en lo electoral y terminan siendo chupados por la institucionalidad burguesa. El abajo se mueve y hace crujir las estructuras que pretenden paralizar el ascenso y cualquier emergente político independiente. Nuestra tarea es apostar a la lucha y a la construcción de esa alternativa política.