Faltan pocos días para el inicio de este evento internacionalista. La sede, será Buenos Aires y contará con representaciones de todos los continentes. En un mundo todavía atravesado por las consecuencias de una pandemia impresionante, las y los revolucionarios se preparan para encarar los desafíos de la próxima etapa de la lucha política y de clases. En esta entrevista, Alejandro Bodart, coordinador de la LIS y dirigente del MST-FIT Unidad, responde una serie de interrogantes presentes en la militancia y la vanguardia de izquierda.
En pocos días se va a realizar el I° Congreso Mundial de la LIS, ¿contanos el origen de este proyecto? ¿Cómo arranca?
La LIS nace formalmente en mayo de 2019. Es la confluencia de Anticapitalistas en Red, organización que nucleaba distintos partidos socialistas revolucionarios entre ellos el MST, y compañeros del SEP de Turquía a la que luego se fueron sumando compañeros de La Lucha de Pakistán y distintas organizaciones hasta ser lo que es hoy, una organización que nuclea compañeros de 5 continentes y más de 25 organizaciones a nivel mundial. Es un proyecto de reagrupamiento de los revolucionarios con la intencionalidad de aprender a trabajar desde distintas tradiciones para ir conformando una nueva tradición revolucionaria con la implementación de un método sano y un programa principista.
Hubo después de la Caída del Muro, un período de ofensiva ideológica del imperialismo que planteaba “capitalismo insuperable, el socialismo fracasó”. ¿Qué mundo se fue perfilando desde entonces hasta ahora?
La caída del Muro y todo lo que vino después fue un período muy contradictorio. Por un lado, se produjo la pérdida de los países donde se había expropiado la burguesía y se inició un proceso de restauración capitalista que golpeó sobre la conciencia del movimiento de masas y fue aprovechado por el imperialismo para lanzar la campaña de que el capitalismo era el único sistema y que el socialismo había fracasado. Ahora, también tuvo otro componente que muchas corrientes de izquierda minimizaron o no comprendieron que fue la caída del estalinismo, el aparato más monstruoso que surgió al interior de la clase obrera, que fue responsable de las mayores derrotas que se dieron luego de la Revolución triunfante de Octubre (1917) hasta esa fecha, y que abre un período nuevo donde la posibilidad de superar la crisis de dirección empezó a estar más planteada que antes. Han pasado 30 años desde aquel momento, este es un mundo completamente distinto. Lo que prima es la crisis global del capitalismo que tiene distintas vertientes: la crisis económica, la ambiental, la sanitaria y la social que abre muchas, muchas, muchas posibilidades. La pospandemia, periodo que estamos transitando, nuevamente va a ponertodas las contradicciones a flor de piel. Después de la crisis del 2008 y la combinación con la pandemia, se abre un período donde la revolución y la contrarrevolución van a volver a darse cita y vamos a grandes hechos de la lucha de clases para los cuales hay que prepararse.
Por fuera de ese panorama, digamos “objetivo” del proceso político y de lucha de clases, normalmente hablás de la crisis de las corrientes del trotskismo internacional y ese es un punto de partida en definiciones del proyecto LIS ¿Podrías comentar qué análisis hacés?
El trotskismo, que es la corriente más avanzada del marxismo, ha vivido una crisis muy importante desde la muerte de su fundador León Trotsky y el triunfo, al poco tiempo, del estalinismo sobre el nazismo. Esto abrió un período de mucha marginalidad del trotskismo, en el marco de que se fortalecía el estalinismo. Las corrientes que quedaron para mantener ese legado, rápidamente, a través de errores políticos y metodológicos tremendos, cuyo análisis no es motivo de esta nota, llevaron una disgregación de la Internacional, de la Cuarta Internacional, en distintas corrientes que se fueron haciendo cada una por su lado. Y que fueron adquiriendo diferentes rasgos: o sectarios, para protegerse de un ambiente muy hostil, u oportunistas para buscar atajos. Con el correr de los años, algunas de esas corrientes fueron armando corrientes internacionales, que intentaban ser proyectos hegemónicos. Pequeñas internacionales, que se creían las dueñas de la verdad, y que en general se construían en disputa con otras. Ese período, que uno no puede analizarlo hoy con el “diario del lunes”, sin ver todas las contradicciones de la época, y que, en ese marco, el troskismo se tuvo que hacer muy a contracorriente, que tiene sus virtudes y también tuvo muchos defectos. Pero esos proyectos de internacionales, ligados a un “partido madre” y a pequeñas corrientes que intentaban construirse alrededor de concepciones completamente hegemónicas, terminó. Hoy en día es evidente que, si queremos superar estos problemas, hay que trabajar a partir de la confluencia entre las distintas tradiciones que se han ido conformando, para ver si se hace una nueva tradición que recupere lo mejor de cada una de estas corrientes y se plantee superar esa etapa. Las corrientes que no comprenden eso y que siguen trabajando para proyectos de “partido madre”, y creyéndose que la construcción pasa por convencer al resto de su propia tradición, y de que el resto de las tradiciones son centristas, oportunistas o sectarias, y que no tienen una política para confluir, están entrando en crisis y lo estamos viendo en muchas organizaciones. También en aquellas organizaciones que, por la diáspora, se transformaron en organizaciones nacionaltrotskistas. La LIS viene a intentar superar esa etapa, sin autoproclamación. Es un pequeño aporte de tratar de confluir entre las distintas corrientes. Superar la etapa del partido madre e ir a una organización donde se puede convivir, incluso con matices, con algunas diferencias, mientras se va generando la confianza, como para ir construyendo esa tradición, en el marco de un método, de trabajo sano, de un verdadero centralismo democrático. Recuperando la tradición de lo que fueron los bolcheviques y el bolchevismo, que se fue desvirtuando después por el estalinismo. Y que incluso muchas corrientes del trotskismo han mamado ese método insano, más ligado al estalinismo que al propio trotskismo. Y, además, en base a un programa de independencia de clase, y con el norte en el gobierno de los trabajadores, la autoorganización de los trabajadores, la movilización permanente y la revolución socialista.
Más temas, de fondo, conceptuales. Te leímos escribir como definición, que transitamos una etapa donde “se normaliza el proceso revolucionario mundial”. Para la nueva militancia, obrera y juvenil del MST y la LIS: explicanos eso, por favor.
El tema de la “normalización” es un tema complejo que, por supuesto, en poco tiempo es difícil precisar, que es motivo de interpretaciones unilaterales muchas veces. La crisis de dirección revolucionaria no frenó el ascenso mundial, sino que produjo procesos como el de la expropiación de la burguesía sin que la clase obrera en muchos lugares tuviera un rol preponderante, sino el campesinado; y en otros, aunque estuvo el proletariado, no tuvo una dirección revolucionaria al frente, sino direcciones pequeñoburguesas o direcciones estalinistas. Sin embargo, el proceso revolucionario fue mucho más allá de lo que había sido el esquema clásico, que era el de la Revolución Bolchevique (1917), donde se pudo realizar a partir de que fue la clase obrera el sujeto social y el partido revolucionario bolchevique, el sujeto político. Ese esquema, se rompió en la posguerra y ha dado motivo a muchos debates, muchas discusiones, muchas malinterpretaciones. Ahora, yo creo que se está normalizando nuevamente el proceso y que, por la caída del estalinismo, por la crisis del capitalismo, hoy es muy difícil o casi imposible, podríamos decir, aunque nunca hay que decir totalmente imposible, que sin la clase obrera movilizada y un partido revolucionario logremos derrotar a la burguesía en un país y mucho menos a nivel internacional. En ese sentido, estamos volviendo a lo que fue la normalidad de la primera posguerra: al no haber partidos revolucionarios, se perdieron revoluciones; pero después de la segunda posguerra, se dio esta anormalidad que fue la regla. Y hoy muchas veces esto, que realza la necesidad de tener una política hacia la clase obrera, de reafirmar fuertemente la estrategia de construir partido revolucionario, muchos, como la clase obrera se está reorganizando y todavía le cuesta intervenir como clase, y esto dificulta a su vez la construcción de partido, y al no haber partido, esto también a su vez hace que los ritmos de recomposición de la clase obrera sean más lentos. O sea, que se alimentan mutuamente, muchos caen en el escepticismo y buscan atajos. Otros se hacen escépticos y caen en el propagandismo sectario. Bueno yo creo que no, que hay que tener confianza en que es el inicio de un proceso de normalización donde la clase obrera poco a poco va a ir re-aprendiendo, va a ir recuperando sus organizaciones, va a ir jugando un rol más activo. Hoy es más numerosa que nunca la clase obrera, pero es una clase obrera joven, inexperta, que viene del estalinismo, que se ha perdido mucho de la tradición que llevó, en la primera posguerra y en la segunda, a que jugara un rol determinante. Y en ese proceso también se va a ir avanzando en la construcción de partido revolucionario, porque existe polarización social y así como existe una derecha que está creciendo, y hay que prestarle atención, a su vez también existe espacio para la izquierda y, como se demuestra acá en Argentina, se puede capitalizar y se podría hacer mucho más. En ese sentido, creo que hay una vuelta a normalizar el proceso revolucionario mundial, tomando como punto de referencia lo que todos tenemos como referencia histórica, que es la Revolución Rusa y todo lo que pasó ahí.
Hay polémicas, en la izquierda mundial. Y también en el trotskismo. Por ejemplo, cuando hablás de los proyectos de izquierda a escala nacional de Argentina, definís que hay 3. ¿En el plano mundial ese esquema se repite?
Podríamos decir que sí, que hay a escala mundial también proyectos sectarios, proyectos oportunistas y el nuestro que intenta buscar una salida no exenta de errores. Aunque no deja de ser un esquema. Porque después hay que buscar particularidades lógicas que existen en cada caso. Pero esquematizando podemos decir que el escepticismo, llevado por un lado, aquellos sectores que caen en la búsqueda de atajos porque no creen que en el período histórico en el que vivimos esté planteado el tema del socialismo, sino que el mismo lo ven para un futuro indefinido o muchos descreen hasta que este planteado en un futuro. Y esto los lleva a atajos y a buscar alianzas estratégicas con sectores reformistas, a abandonar la construcción del partido revolucionario, a disolverse en partidos amplios indefinidos o a confundir procesos revolucionarios con direcciones y por eso hacerle seguidismo a muchas de las direcciones nacionalistas, de izquierda o del progresismo, o una “nueva izquierda” tipo Siryza, etc. Estoy hablando, ojo, desde el trotskismo. Sí ampliamos a la izquierda más en general, creo que la izquierda frentepopulista está integrada a proyectos en muchos casos incluso burgueses, cómo estamos viendo por ejemplo en nuestro país con la dirección del Partido Comunista o del PCR (maoísmo). que se ha integrado a un frente comandado por el partido burgués tradicional de Argentina que es el peronismo. O en Estados Unidos al Partido Demócrata, más allá de que actúen desde desde el DSA. Pero a todos los mueve este punto de buscar alianzas con la vieja teoría de que no está planteado que el proletariado asuma protagonismo, sino que tiene que buscar alianzas en sectores de las burguesías nacionales cosa que es una pavada completa demostrada por la historia que no va a ningún lado. O como te decía por el tema de no creer (en la revolución), buscar cambios más bien democráticos o reformas radicales, que tampoco se dan y abandonar la estrategia en ese camino. Y hay otros compañeros que no abandonan la estrategia de la construcción del partido esencialmente del trotskismo, aunque muchas veces caen en el sectarismo de protegerse del movimiento de masas. Y por esa vía también son una expresión de escepticismo y que se canaliza a través de intentar mantener una “pureza” que los hace ser inertes para intervenir en el movimiento de masas. Y también a diferencia de los otros, pero cayendo en lo mismo, confunden muchas veces las direcciones con los procesos y por esa vía no intervienen en los procesos. Pero bueno, son debates que tienen una raíz parecida en el plano nacional o que es más profundo todavía. Esto se ve muchas veces en el trotskismo, que tiene posiciones firmes ideológicamente, pero el sectarismo los lleva a no tener una política para aprovechar la oportunidad. Después estamos nosotros que estamos intentando y que evidentemente no somos los únicos. Hay compañeros en todos lados, por eso la LIS existe, porque estamos encontrando compañeros en muchos lados, que tratan de no caer en el escepticismo, de no caer en el oportunismo o buscar atajos, ni tampoco en el sectarismo de no participar del movimiento de masas y todo sin perder la estrategia, teniendo políticas tácticas. Aunque hay debates y discusiones, lógicamente, la LIS se ha formado porque en un montón de lugares son muchos los compañeros que vienen de experiencias traumáticas en organizaciones internacionales que han tenido vicios de burocratismo, vicios de nacional trotskismo, de partido único y que han ido reflexionando, y esta es la confluencia que permite conformar la LIS para combatir estas desviaciones de distinto signo y ver si en un período de tiempo podemos hacer una gran internacional en base a un gran reagrupamiento, un gran programa revolucionario, un método sano que te permita fundir las mejores tradiciones de cada uno y volver en un sentido a lo que fue el bolchevismo. Porque de eso se trata la posibilidad de que vayamos creando los caminos para ir superando la crisis de dirección que vendrá desde ya, a partir de la lucha de clases y si el proletariado responde cada vez con más fuerza y energía. Si en ese camino se van creando los organismos democráticos para que la clase obrera pueda resolver y en paralelo a eso, el partido. Son temas que son de debate porque hay complicaciones. Hay una situación muy favorable una gran polarización mundial y al mismo tiempo muchas contradicciones que necesitamos discutir cómo superamos.
Está claro que el capitalismo llegó mal a la pandemia, sin poder remontar la crisis del 2008 y el COVID amplificó todo. ¿Cuál es la agenda burguesa e imperialista para la pos-pandemia?
La crisis del capitalismo es muy profunda. Comparable a la crisis de los años ’30 del siglo pasado, de fines del siglo XIX. Es una crisis estructural, sistémica que, como ya dije antes, abarca distintos aspectos. El imperialismo ha perdido la fuerza. Creía que después de la caída de la URSS iba a transformarse en un imperialismo cada vez más hegemónico y a fortalecerse, pero el debilitamiento que sufrió al perder a un socio que le permitía cierto control sobre el movimiento de masas, que fue el rol que jugó el estalinismo, lo hizo asumir todas las contradicciones y se fue debilitando. Y ha surgido un competidor, que es China, que le cuestiona el rol hegemónico y eso ha generado una disputa inter-imperialista, que en el horizonte puede plantear la alternativa de una confrontación, Incluso en el terreno militar, aunque hoy esté en el terreno económico. Hay una preparación de las dos superpotencias en ese sentido. Aunque hay una potencia ascendente que es China y una que se debilita, y ha perdido el rol hegemónico. Con Trump, se agudizaron los problemas para el imperialismo. Biden intenta volver a rearmar un bloque de poder para enfrentar a China e intentar contener el ascenso, pero la retirada de Afganistán muestra las dificultades que tiene para responder a un mundo cada vez más conflictivo. Pero van a intentarlo. Han puesto billones y billones de dólares al servicio de salvar a las grandes corporaciones en la crisis. Van a intentar a partir de ahora, que el costo de todo eso lo paguen los pueblos, con más súper explotación y más miseria. Esa va a ser la agenda que va a primar. Estamos viendo que siguen los cierres de fábricas y empresas. El capitalismo está en una etapa donde cada vez más evoluciona hacia la timba financiera en desmedro de la producción. Y eso es lo que está detrás de la propia crisis, que se alimenta, porque muchos de esos billones de dólares que han invertido, en vez de ir y fortalecer la producción, siguen yendo a la timba. Y hay miles de empresas, incluso las más importantes, que son empresas “zombis”, porque viven con balances fraguados, para sostenerse a partir, precisamente, de todos los aportes que dan los Estados. Hay un endeudamiento tremendo de los Estados, de las empresas y, en general, de las personas. Estamos en un momento donde la crisis económica, lejos de haberse superado pese a algunos rebotes, sigue su curso. Y va a haber una contraofensiva de flexibilización laboral, de intento de planes de ajuste para pagar las deudas, mientras se acumula la riqueza cada vez más en menos manos. Y hay un sector que está apostando a salidas de ultraderecha, porque es consciente que nada de esto lo va a poder lograr, ni se va a poder estabilizar, y volver a lograr que deje de decrecer la tasa de ganancia, si no es con una derrota del movimiento de masas. Y por eso hay sectores que apuestan a salidas de ultraderecha, y crecen desde los Trump, los Bolsonaro, los Milei, los Espert, los Vox en España. Hay un intento de fortalecer ese tipo de salidas. Ahora, en la perspectiva, van a chocar con el ascenso del movimiento de masas, aunque se va a ver una polarización cada vez mayor y difícilmente este se deje arrastrar a una situación de más miseria o a la barbarie que se propone, sin luchar. Como la juventud, que juega un rol fundamental, no solo en las luchas sociales, sino también en las luchas democráticas, porque en el camino de aplicar todos estos planes, se vuelven los gobiernos cada vez más autoritarios y represivos. A su vez también el cambio climático está llevando a generaciones y generaciones a enfrentarlo y movilizarse. Lo mismo sucede ante la agudización de los problemas contra las mujeres, contra las disidencias, el sectarismo religioso. Vamos a un mundo cada vez más conflictivo, donde a su vez las rebeliones y revoluciones se van a tender a generalizar y van a chocar, y va a haber una confrontación entre revolución y contrarrevolución cada vez de manera más clara.
Volviendo al plano de lo objetivo y la lucha política y de clases. La LIS define una etapa de polarización aguda como rasgo actual, eso da expresiones emergentes de derecha y espacio a la izquierda ¿cómo capitalizar ese “espacio”? ¿Hay tendencias mundiales para identificar?
En el mundo crece la polarización social, y hay una licuación del centro y las fuerzas políticas tradicionales, que drenan a izquierda y a derecha. Y tiene que ver con la polarización que se va a tender a dar en la lucha de clases. Vamos a un mundo donde va a crecer la ultraderecha, posiblemente porque es la que tiene un programa para sacar al capitalismo de la crisis: llevar a la clase obrera a la barbarie, con pérdida de conquistas, de las pocas que quedan, y avanzar en quitar derechos y en la súper explotación. Pero al mismo tiempo hay otra tendencia, incluso se alimenta de esta contraposición, que es una tendencia hacia la izquierda. Y por supuesto, donde hay fuerzas revolucionarias, como en Argentina, puede terminar canalizándose en expresiones más firmes programáticamente, como es el Frente de Izquierda. Y donde no hay, igual se avanza a expresiones como la de un Pedro Castillo, que es el más radical del espectro político (en Perú), más allá de que sus inconsistencias rápidamente salen a la luz. O en Chile, esta polarización se da con gente del Frente Amplio, que ya en el proceso revolucionario traicionó. O un Petro en Colombia. Pero es un giro a izquierda que también alimenta la posibilidad de conformar organizaciones revolucionarias, que va a tener una expresión en la lucha de clases: más rebeliones, más enfrentamientos. A su vez, a nivel de la clase obrera, hay todavía un proceso muy incipiente. Cuesta que la clase obrera salga como clase. Y esto dificulta la conformación de organismos democráticos. Todavía le cuesta salir, todavía el peso de la burocracia y las direcciones traidoras, y la propia crisis económica, genera tendencias que hacen que la clase obrera no esté desarrollando su máximo potencial. Participa de las luchas, incluso de las rebeliones, pero más a nivel individual. Como dije antes, esto genera problemas, incluso para la construcción del partido revolucionario. Pero al mismo tiempo, como hay un espacio a la izquierda, la conformación de un partido revolucionario puede ayudar a que este proceso en la clase obrera se desarrolle y se alimenten mutuamente. Por eso la tarea estratégica sigue siendo el tema de la dirección revolucionaria y aprovechar estas tendencias. Hay organizaciones que tienden a ver solo lo de la derecha. Algunos utilizan el ascenso de la derecha para fomentar políticas frente populistas, y para que no surja una izquierda independiente. La tarea de los revolucionarios es enfrentar a la derecha, pero no ceder a los “cantos de sirena” de la unidad sin principios, sino la de mantenerse independiente de los distintos bandos burgueses. Entender que incluso en las confrontaciones que va a haber entre campos opuestos en esta disputa inter-imperialista, no hay ningún campo progresista y por lo tanto hay que mantener una tercera postura, independiente. Hay que enfrentar, no solo a los gobiernos capitalistas clásicos de derecha, sino también a los falsos progresistas, incluso los nacionalismos que se vuelven rápidamente reaccionarios y van contra la clase obrera y los sectores populares. Porque solo es la única forma de que surja un embrión revolucionario que en algún momento pueda definir la situación a favor de la clase obrera.
Bueno, para cerrar. Expectativas con el I° Congreso Mundial, objetivos. ¿Qué esperás?
Nosotros teníamos el objetivo de realizar el I° Congreso Mundial en mayo del año pasado. La pandemia nos obligó a postergarlo y tenemos mucha expectativa de que el salto que hemos ido dando entre la Conferencia, que le dio el puntapié inicial (mayo 2019, Barcelona), y este Congreso, se consolide y que nuevas organizaciones que se han ido integrando nos permitan avanzar en la construcción, en la elaboración, y en la solidificación de este proyecto. También tenemos expectativas de que muchas organizaciones que van a venir como observadoras avancen en su integración y que el propio Congreso permita dar otro salto y salir a la ofensiva a empalmar con otros procesos. La LIS ha sido parte de los principales procesos de la lucha de clases que se han dado en Latinoamérica: en Chile, en Colombia, en Perú. También en el Medio Oriente, como en el Líbano o que se han dado en el Este de Europa: en Bielorrusia, por ejemplo. Estamos participando en los procesos que se están dando actualmente en África y en Europa. Por lo tanto, la expectativa es que toda esa experiencia se vuelque y nos permita definir la mejor política, la mejor orientación para seguir trabajando, y desde ya, también ir consolidando los mecanismos de una organización con métodos cada vez más claros y más profundos. Conformar una dirección, ya que lo que hay actualmente es una coordinación que salió de la Conferencia, pero necesitamos que se avance a una dirección más organizada. Tenemos planteado discutir nuestros estatutos, además de definir ciertos materiales que hacen a la situación mundial, hacia la economía y orientaciones para intervenir en los distintos continentes, países, regiones y zonas donde estamos implantados. En ese sentido, sacar las mayores conclusiones de las rebeliones que se han dado, para estar lo mejor preparados que podamos, y definir campañas y orientaciones. Estoy convencido que lo vamos a lograr porque ya la propia presencia de compañeros que van a participar, tanto la mayoría presencialmente, algunos todavía por situaciones de la pandemia de manera virtual, pero ya el solo hecho de los compañeros que han garantizado su presencia, eso para nosotros nos pre-anuncia un Congreso exitoso y a su vez al hacerse en Argentina también va a permitir, que la militancia de Argentina pueda participar más directamente: los jóvenes con el campamento que van a organizar y las distintas actividades para que la vanguardia obrera juvenil y popular del país tenga la posibilidad de participar. Primero, con el Acto Inaugural en Plaza de Mayo, como de las distintas actividades previstas. Creo que va a ser también un aporte para el proceso revolucionario argentino. Por lo tanto, y resumiendo: los objetivos principales son sacar las mayores conclusiones posibles de toda la nueva situación que se ha abierto, de los procesos revolucionarios en los que hemos participado (y hemos participado de muchos), y tratar de definir lo mejor posible la situación mundial y a partir de ahí precisar las tareas que tenemos planteadas en lo próximo. Definir con claridad una orientación, consolidar los avances, incorporar a las nuevas, o estrechar lazos con las nuevas organizaciones que se han ido integrando o con las que estamos relacionados. Sería ideal que podamos definir campañas para actuar en el próximo período y consolidar la organización, dirección, estatutos, una revista cómo órgano de prensa y una organización interna más sólida.
Entrevistó: Mariano Rosa