Perú: para enfrentar a los golpistas. Asamblea Constituyente Libre y Soberana

Por Tiberio Villacreces y Alberto Giovanelli

En medio de amenazas de golpe, pedidos de vacancia y una crisis institucional que no deja de profundizarse, el Gobierno de Castillo se aleja cada día mas de uno de los objetivos fundamentales para los que fue electo: arrojar a la basura de la historia la antidemocrática constitución fujimorista del 93.

Desde las usinas del gobierno, encontramos cada vez mas excusas a partir de su corrimiento hacia el centro y el supuesto objetivo de obtener consensos para tratar de “no irritar a la derecha”.

Lamentablemente estos mismos argumentos son esbozados desde sectores mayoritarios del propio «Nuevo Perú».  La historia nos ha dado numerosos ejemplos en nuestro país y en toda América latina, cada vez que se han perseguido esos «consensos»,  los mismos son imposibles de alcanzar, y que la derecha termina exigiendo rendiciones incondicionales.

Así por ejemplo desde el Congreso el fujimorismo y sus aliados, están ahora promoviendo una modificación a la Ley de Derechos y Participación ciudadana, proponiendo que toda reforma constitucional debe ser aprobada previamente por el Congreso antes de ser sometida a referéndum.

Esta es la respuesta esperable a «la búsqueda de consensos». Ahora bien, ¿por qué los socialistas revolucionarios hacemos de la pelea por la Asamblea Constituyente Libre y Soberana un eje fundamental de nuestra actividad cotidiana ?? ¿¿por qué entendemos que no hay cambios posibles a favor de las grandes mayorías en el marco de la constitución del 93 ?? y también es legítimo preguntarse ¿puede este régimen y estos partidos otorgar a las grandes mayorías la posibilidad democrática de definir su destino libremente? ¿Podemos “acordar” con ellos la posibilidad de que se expresen sin límites las aspiraciones populares en una asamblea que sea realmente soberana?

Está muy claro que estas instituciones vigentes, los partidos políticos, parlamento y lobbys empresarios demuestran todos los días que están en contra de la voluntad que se pronunció en las urnas y se expresa en las calles. 


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La Constitución Fujimorista vigente limita las decisiones en beneficio de los poderes constituidos. No solo declara la inviolabilidad de la propiedad privada, enajena nuestras riquezas naturales en favor de las empresas imperialistas depredadoras del medio ambiente y la tierra, sino que además las ampara dándole carácter constitucional al mantenimiento del secreto bancario ydeja absolutamente en claro que cualquier declaración de igualdad jurídica será puramente formal y sin efectividad práctica. 

Eliminar estas barreras antidemocráticas significaría terminar con los límites para que las inmensa mayoría de la población decida que  “hacer y deshacer” por encima de cualquier institucionalidad consagrada por el poder constituido. 

Implementar, por ejemplo, la electividad de los jueces y la revocabilidad de los cargos públicos; tomar la medida de que ningún funcionario gane más que una profesora para eliminar la casta política que gobierna para los capitalistas; otorgar derecho a voto para los mayores de 14 años y el derecho a presentarse a elecciones a cualquier colectivo de personas; debatir sobre la persecución a las minorías, el derecho al aborto legal y la pelea contra la pandemia feminicida, terminar con el actual sistema de retiro, nacionalizar las minas, la banca y los principales recursos del país, volver a debatir la propiedad del campo, planificar la economía, dejar de pagar la deuda externa etc etc serían aspectos a debatir en una asamblea constituyente libre y soberana. 

En este punto es ineludible una pregunta ¿es posible superar los límites que le están imponiendo al proceso constitucional actual teniendo en cuenta que siempre la clase capitalista busca proteger sus propiedades, su poder y sus privilegios? ¿Cómo avanzar a una verdadera asamblea constituyente libre y soberana? 

Una constituyente soberana se conquista en las calles 

Reafirmamos también, que al contrario de lo que se intenta desde el Gobierno de Castillo, no es la negociación, no son los pactos , no es el consenso lo que hará que se imponga una asamblea constituyente libre y soberana. Durante décadas los factores de poder configuraron un patrón neoliberal de acumulación profundamente reaccionario y antipopular que no están dispuestos a abandonar.

Multiplicar toda la energía desplegada en las calles por la juventud, los campesinos y sectores de trabajadores, será la única garantía de imponer la voluntad popular. De allí que no se puedapostergar la discusión alrededor de qué camino tomar para profundizar la movilización y por ende defender los derechos de las grandes mayorías. 

Para avanzar en este camino, en la defensa de la consigna central que llevó a Castillo al gobierno, es indispensable lograr la mas amplia unidad de acción entre todos los que nos oponemos a los golpes «institucionales» de la derecha y además estamos a favor de que el gobierno cumpla el programa por el que fue electo. Para ello debemos desarrollar planes de acción e impulsar, por ejemplo, comités o coordinadoras en diferentes sectores, en los barrios, las tierras, entre la juventud, en los lugares de trabajo. La izquierda anticapitalista deberá también priorizar como necesidad la puesta en pie de organizaciones nuevas para la pelea, más democráticas y unitarias. 

Así podremos avanzar en un proyecto político socialista revolucionario, un polo que atraiga a la juventud combativa, a los campesinos pobres, a los trabajadores y también a las mujeres que sufren la opresión patriarcal capitalista. Tirar abajo la constitución fujimorista es posible, imponer nuestro programa es posible, podremos impedir los golpes institucionales disfrazados de vacancia.

La unidad y la movilización nos indican el camino por el que deberemos transitar.