La inflación agrava la caída del poder adquisitivo y golpea particularmente a los más vulnerables. Los ingresos no cubren las necesidades básicas.
Por Samir Am
La gente suele preguntarse por qué una unidad de dólar compra mucho más que una unidad de dinar argelino. Por qué se compra un coche, por ejemplo, a 200.000 dólares, mientras que en Argelia un coche se compra en términos de millones. Todo ciudadano trata de entender este fenómeno llamado poder adquisitivo, que es la cantidad de bienes o servicios que una unidad monetaria es capaz de comprar.
Ingresos depreciados
En un país donde la tasa de inflación es alta, el poder adquisitivo es bajo ya que los salarios se mantienen constantes mientras que los precios aumentan constantemente. Podemos calcular el poder adquisitivo de todos esos ingresos, pero a menudo nos fijamos en los salarios. En este caso, estamos hablando del poder adquisitivo de los salarios de los hogares, que se considera solo sobre los ingresos netos de los hogares.
Poder adquisitivo bajo
Así, si los precios aumentan en un entorno donde los salarios son constantes, el poder adquisitivo disminuye mientras que, si el aumento de los salarios es superior al de los precios, el poder adquisitivo podrá aumentar. El concepto que se utiliza aquí es el de salario, pero el razonamiento se aplica a todos los recursos (trabajo, capital, familia y prestaciones sociales).
Inflación importada
Todos los días, el tipo de cambio del dinar está sujeto a ajustes, dependiendo de la cotización del dólar y el euro en el mercado mundial de divisas. Esto explica la baja competitividad externa de la moneda nacional a nivel internacional y sin encubrir la preocupante alza del precio del trigo y la leche en los mercados mundiales que, inevitablemente, repercute al interior del país en los precios de los productos alimenticios básicos. La fuerte dependencia de los alimentos hace sufrir a la población las inevitables consecuencias de la inflación importada.
Carestía de los alimentos
A través de las estadísticas publicadas en el informe del grupo del Banco Mundial (región de Medio Oriente y África del Norte de otoño de 2021), leemos que, en octubre de 2021, el índice de precios al consumidor aumentó un 9,2% interanual, un máximo desde 2012. Una sequía temprana que frenó la producción agrícola y los esfuerzos por racionalizar los subsidios alimentarios y las importaciones contribuyeron a un rápido aumento de los precios de los productos alimenticios frescos y procesados (+16,5 % y +12,3 % interanual, respectivamente).
Los más vulnerables, más pobres
Al mismo tiempo, los precios de los bienes importados y manufacturados continuaron aumentando a un ritmo elevado y acelerado, impulsados por una depreciación sostenida del tipo de cambio. Debido al fuerte repunte de la inflación de alimentos, el poder adquisitivo del segmento más vulnerable de la población se vio afectado de manera desproporcionada en 2021, dado el mayor peso de los productos alimenticios en su canasta de consumo.
No podemos vivir decentemente
Trabajamos todo el día y somos infelices por vivir miserablemente. Ya no conocemos el sabor de las carnes, los postres… Nuestros salarios actuales ya no son suficientes para cubrir las necesidades elementales. Estamos cansados de privarnos y de nutrirnos todos los días sólo de leche y pan. Todos estamos enfermos del estómago y del colon por comer mal.
Ya no podemos vestirnos, comprar ropa blanca, vajilla, muebles, ahorrar dinero, pasear con nuestros hijos, acoger a nuestras familias ni viajar. Y pensar en tener un auto o un apartamento se ha vuelto imposible. Todo es caro.
Puede que nos hayamos apretado el cinturón, pero ya no podemos hacer frente a este problema del poder adquisitivo. La indexación de salarios y pensiones con acuerdo a los aumentos de precios es la mejor manera de salvaguardar el poder adquisitivo. Y podrá lograrse con la movilización y la lucha de los trabajadores y el pueblo.