Por Zafar Ullah
En la noche entre el 9 y el 10 de abril, el ex primer ministro de Pakistán, Imran Khan, fue depuesto por una moción de censura en el parlamento con 174 miembros votando en su contra, lo que lo convierte en el primer mandatario en la historia de Pakistán al que se le muestra la puerta de esta manera. La moción fue apoyada por todos los partidos y facciones de la oposición, y tardó un mes en materializarse debido a las tácticas dilatorias empleadas por Khan, culminando con los dramáticos hechos de los últimos cuatro días de su gobierno. El presidente de la Asamblea Nacional canceló la moción calificándola de “conspiración estadounidense”. Finalmente, una “intervención” de la Corte Suprema dio por concluido el asunto, aunque tardíamente.
Estos eventos extraordinarios reflejan la extraordinaria crisis política, social y económica que atraviesa el Estado de Pakistán. Muestran que el Estado y las clases dominantes de Pakistán están plagados de profundas contradicciones, caos y faccionalismo, y tienen amargos conflictos en torno a la política exterior, los intereses económicos y el reparto del botín. A diferencia de la relativa unidad que caracteriza a la mayoría de los Estados nación modernos, el nuestro es uno con fuertes facciones beligerantes del Estado y la élite política.
Durante muchos años, el establishment militar apoyó a Imran Khan como cara nueva de la política. Para ellos, era necesaria una dirección política “Libre de Corrupción”, honesta y popular como alternativa a los dos principales partidos que se alternaban en el poder. En lugar de un gobierno militar directo, se estuvo gestando un “régimen híbrido” durante más de dos décadas, que se aceleró por varios eventos políticos y se materializó en 2018. El asesinato de Benazir Bhutto en 2007 fue uno de esos eventos. Fue el principio del fin de la base de apoyo del Partido Popular de Pakistán (PPP) entre las clases trabajadora y media. Esto se intensificó por las políticas extremadamente antipopulares del régimen del Partido Popular de 2008, incluidos los peores cortes de energía e inflación.
En sociedades como la de Pakistán, los individuos de los partidos tradicionales se convierten en centros de esperanzas y aspiraciones de las masas. El papel del individuo domina al partido. Por lo tanto, la base política y social del PPP surge de las medidas revolucionarias tomadas por Zulfiqar Ali Bhutto como resultado del movimiento de masas de 1968-69. Pero posteriormente se intensificaron los fracasos y la degeneración del PPP. En ese vacío político, algunas capas de las clases trabajadora y media, en particular la clase media urbana de cuello blanco, comenzaron a moverse hacia el PT Pakistan Tehreek-e-Insaf (PTI) de Imran Khan. La manifestación masiva de Lahore el 30 de octubre de 2011 fue la expresión política de este giro, que también fue una sorpresa para Imran Khan. Sólo fue posible por la ausencia de una alternativa de izquierda con base de masas. El ascenso de Imran Khan fue una expresión de años de disforia acumulada, descontento e impaciencia de las clases medias urbanas (especialmente los jóvenes) y los advenedizos. Imran Khan fue un reflejo de sus ideologías, pensamientos y actitudes derivadas de sus condiciones sociales.
Desde el comienzo, el gobierno de Imran Khan fue respaldado por el establishment militar. Era un gobierno de derecha relativamente popular que luchaba contra el partido de derecha tradicional. Escondiéndose detrás de esta fachada, el Estado usó el pretexto de “Guerra Híbrida” y “Guerra de Quinta Generación” para aplastar todas las críticas hacia ellos. Hubo una censura total de los medios. La represión y los secuestros se convirtieron en algo común. Imran Khan, con el respaldo del Estado, actuó como un dictador y humilló y oprimió a toda la oposición. Como resultado, muchas capas de las masas, especialmente en Punjab, comenzaron a alzar la voz contra las “instituciones estatales”. Esto hizo sonar las alarmas. Los militares tuvieron que distanciarse de un gobierno que perdía rápidamente su popularidad, para defender su propia imagen.
Para analizar a Imran Khan, necesitamos emplear la teoría marxista del papel del individuo en la historia. Hay momentos en que el papel de un individuo se vuelve decisivo. Trotsky ha escrito extensamente sobre esto en la Historia de la Revolución Rusa y Stalin y explicó que las tendencias y eventos históricos se acumulan en el carácter de un solo individuo. Uno de esos individuos es Imran Khan. La combinación de su ego, narcisismo, terquedad, actitud reaccionaria y dictatorial resultó en efectos negativos y feos sin precedentes y a largo plazo en la sociedad. Pero también es una expresión personal de un proceso social. Estos atributos son los reflejos de las clases que él representa.
Los acontecimientos recientes y la moción de censura son expresiones objetivas de los conflictos y contradicciones dentro de y entre las instituciones estatales, que salieron a la luz cuando el Jefe del Ejército destituyó al jefe de la poderosa agencia de inteligencia que era favorito de Imran Khan. Esto arruinó los grandes planes de Imran Khan para permanecer en el poder durante diez años (o más), que incluían el nombramiento del jefe de inteligencia como jefe del Ejército. Khan también contó con el apoyo de algunas personas poderosas dentro de las instituciones estatales, una facción, aunque minoritaria, pero que aún ejercía un poder sustancial.
Esto muestra cuán agudos se habían vuelto los conflictos internos y las contradicciones, llevando al Estado al borde de una guerra civil. Con razón, Imran Khan se negó obstinadamente a ceder el poder. No hubiera sido posible sin el respaldo de algunos sectores poderosos del Estado. Después de que se forme el nuevo gobierno, es posible que se lleven a cabo algunas acciones y purgas contra esta facción, lo cual podría exacerbar aún más las contradicciones. Incluso los analistas con tendencias anti-Imran Khan admiten que Khan disfruta de una considerable popularidad entre los funcionarios subalternos de las instituciones estatales y sus familias.
Al repetir constantemente la afirmación de una supuesta conspiración estadounidense para expulsarlo, Khan ha logrado mantener su base hasta cierto punto. Es posible que la moción de censura no haya sido orquestada por los estadounidenses, pero sirvió a sus intereses. Estados Unidos tiene una larga historia de patrocinio de cambios de régimen, golpes e inestabilidad en todo el mundo. Para el imperialismo estadounidense, Pakistán es un país estratégicamente importante en la región. Tanto Estados Unidos como China compiten por influencia en su nueva «guerra fría». En la guerra de poder entre Estados Unidos y China, hay facciones dentro del Estado paquistaní que se expresan a través de diferentes declaraciones políticas y políticas estatales. Ningún primer ministro en Pakistán puede hacer políticas exteriores de forma independiente. El establishment tiene la última palabra. Una posible participación estadounidense también es motivo de conflicto entre estas facciones, e Imran Khan representa una de ellas. En los próximos días las cosas se aclararán.
Es posible que en las próximas elecciones Imran Khan logre que se elija a un número considerable de diputados en base a su denuncia de conspiración. Pero a largo plazo, permanecer fuera del poder puede vaciar a su partido. En las circunstancias actuales, su regreso al poder parece improbable. En el inicio del gobierno del PTI había esperanzas masivas. La gente había sufrido a lo largo de varios gobiernos del PPP y la Liga Musulmana de Pakistán Nawaz (PML(N)). Imran Khan hizo promesas que son imposibles en este estado del capitalismo. Su programa era ridículo e impracticable. Un hombre narcisista, arrogante y enfermizo, desconectado de la realidad, estaba dispuesto a mentir sin cesar solo para llegar al poder. De hecho, ignoraba por completo la política, la sociedad y la gobernabilidad y jugaba con las contradicciones en las que ningún político burgués serio siquiera pensaría involucrarse.
Una vez que llegó al poder, estas consignas se convirtieron en un problema, no solo para él sino también para sus patrocinadores en el Estado. Esto lo presionó para que diera pasos que en ocasiones estaban en conflicto con el Estado y el sistema. Fracasó rotundamente contra la corrupción. Al ir tras el dinero negro, desestabilizó la economía formal y tuvo que retroceder. Las consignas populistas de derecha se convirtieron en un problema para él que no podía resolver y se sintió extremadamente frustrado. En sus fracasos se convenció de que la democracia parlamentaria y los quinquenios son insuficientes para resolver estos problemas. Empezó a jugar con la idea de una forma de gobierno presidencial y tomó medidas dictatoriales contra las libertades políticas y democráticas. La religión se utilizó descaradamente para la política. Se implementaron políticas económicas antiobreras sin precedentes. Las políticas atroces del FMI se implementaron sin piedad y la vida se volvió insufrible para las masas. Muchos se suicidaron. El gobierno perdió rápidamente su credibilidad entre las masas a excepción de las capas desvergonzadas y tenaces de las clases medias. Las facciones opositoras encontraron la oportunidad para atacar al gobierno que habían estado esperando.
No será un camino fácil para el nuevo gobierno. El primer ministro Shahbaz Sharif está bajo una enorme presión para llevar a cabo medidas de rescate que son muy difíciles de adoptar. No pueden descartar el programa del FMI firmado por el gobierno anterior. Intentarán conseguir cierta relajación en los términos del FMI con el apoyo de Estados Unidos. Hay profundos conflictos y contradicciones en la sociedad. Mientras las clases trabajadoras no intervengan a la manera clásica, estas contradicciones seguirán estallando en la superficie de vez en cuando de diversas formas. Después de la agitación temporal, la base social del PTI puede volver a caer en la inactividad típica de su clase. No es muy probable que pasen al PPP o al PML(N). El movimiento político puede ralentizarse durante algún tiempo, pero las masas aprenden de los grandes acontecimientos políticos y sacan las conclusiones necesarias. El proceso de la historia tiene cierta economía y está limpiando la conciencia de la clase obrera. Esto es necesario antes de que el proletariado entre en la arena de las luchas de masas. La revolución no puede permitirse la vacilación y la ambigüedad de las ideas. Se necesita un partido revolucionario alternativo que pueda abarcar los estallidos sociales del futuro.