El próximo 29 de mayo se realizará la primera vuelta de las elecciones para presidente de Colombia.
A diferencia de las parlamentarias del 13 de marzo, la elección presidencial genera mayor interés por ser la Presidencia una institución burguesa que no aparece tan desprestigiada como el Congreso; nido de politiqueros corruptos, con nexos paramilitares que legislan en contra del pueblo a favor de sus intereses económicos y de los partidos que representan. El desprestigio del Congreso llevó a que el 13 de marzo la abstención, el voto en blanco y el voto nulo fueran los grandes triunfadores. Ni siquiera la votación por las consultas interpartidarias logró revertir la baja participación.
Los trabajadores y sectores populares debemos expresarnos de nuevo en las urnas rechazando los actuales candidatos y sus programas porque no representan nuestros intereses. Verdaderas soluciones al desempleo, al hambre, a los bajos salarios, por una salud digna o educación gratuita y universal no está contemplada en sus programas o son solo frases vacías.
El poder presidencial
La expectativa en la elección presidencial es un reflejo de cómo se ejerce el poder político en Colombia, pues el Presidente puede llegar a gobernar a punta de decretos. Es la cabeza de un régimen autoritario con una engañosa fachada democrática, y una división de poderes que permite a los corruptos y asesinos actuar con total impunidad. Así ha ocurrido con Iván Duque, quien se tomó todos los organismos que lo deberían controlar (Procuraduría, Contraloría, Defensoría del Pueblo; entre otros) y tenía a su servicio las mayorías parlamentarias. Es el régimen uribista impuesto hace veinte años y del que han hecho parte todos los partidos de los grupos económicos que hoy respaldan a diversos candidatos en su disputa por la presidencia; como Juan Manuel Santos, flamante Nobel de Paz, quien fue el Ministro de Defensa de Uribe, responsable político de los “falsos positivos”, y quien luego lo sucedió en la Presidencia.
Estallido social y trampa electoral
Estas elecciones se dan en medio de una nueva situación política; la que se abrió con las masivas y vigorosas movilizaciones de 2019 y se profundizó con el combativo paro nacional de 2021. El estallido social puso en vilo la estabilidad del gobierno de Duque quien ordenó reprimir violentamente la inconformidad popular. Los trabajadores debemos ser conscientes de eso para preparar las nuevas batallas que deberemos librar para defender nuestros derechos, reconquistar otros y, sobre todo, imponer una solución definitiva a los grandes males sociales que nos afectan.
Luego de levantado el paro, el gobierno, todos los partidos burgueses y la absoluta mayoría de la dirigencia de las centrales sindicales y organizaciones sociales temen que se fortalezca de nuevo la movilización y la protesta, canalizando el descontento hacia las urnas. Pero los resultados electorales expresaron, de manera distorsionada, la nueva correlación de fuerzas, con el significativo respaldo que obtuvo el Pacto Histórico y el crecimiento de su bancada parlamentaria.
Ganancias a sangre y fuego
La riqueza que acumulan los empresarios nacionales y las multinacionales la producimos los trabajadores. En Colombia una ínfima minoría de capitalistas y terratenientes se apropia esa riqueza, sostiene un régimen criminal y ha controlado los gobiernos durante décadas, incentivando la más descarada corrupción y utilizando bandas de paramilitares para mantener aterrorizada a la población. El país está al servicio de las transnacionales norteamericanas, europeas y chinas. El saqueo destructivo de las riquezas naturales y los bajos salarios son el principal atractivo para la inversión capitalista nacional y extranjera. Para garantizar sus ganancias Colombia acata las orientaciones del Fondo Monetario Internacional (FMI), y hace parte de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) -organismos que dictan los planes económicos. Las fuerzas armadas son un apéndice de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), alianza militar imperialista, mientras nuestro territorio está sembrado de bases militares de EE.UU.
Constitución y Acuerdo de Paz
Gustavo Petro plantea que su objetivo es defender la Constitución de 1991, pactada entre liberales, conservadores y la AD-M-19, que era su partido en esa época. Ahora le agrega el Acuerdo de Paz, firmado entre Santos y las FARC; y, para sumar adhesiones, plantea la necesidad de un “Frente Amplio” hasta con sectores de la burguesía condenados por corrupción, como Samuel e Iván Moreno, para los que pide “perdón social”. Los trabajadores debemos saber que con la Constitución del ‘91 se abrió el camino para desmontar los derechos laborales y sociales que conquistamos con duras luchas a lo largo del siglo XX. Se privatizaron además la salud y las pensiones, se mercantilizó la educación y se permitió el despojo de la tierra de millones de campesinos a sangre y fuego, mientras crecía el poder de la burguesía narcotraficante y los paramilitares y se asesinaba a miles de líderes sociales. El Acuerdo de Paz con las FARC ha tenido como objetivo principal la seguridad territorial para las inversiones capitalistas en la gran minería, los hidrocarburos, las hidroeléctricas y la agroindustria extensiva, mientras las mínimas garantías para los reinsertados se han burlado o estos han sido perseguidos, amenazados y asesinados. Al mismo tiempo garantiza la impunidad de los responsables del despojo de tierras de millones de campesinos, su desplazamiento forzado y las más brutales masacres y violencia contra la población pobre.
Rechazar a los candidatos de la burguesía
En la primera vuelta para la elección presidencial es claro que algunos candidatos representan abiertamente los intereses de las transnacionales, los banqueros, los grandes empresarios y los terratenientes. Además, defienden el genocida régimen uribista. Federico Gutiérrez representa la continuidad directa de ese régimen, apoyado por el Centro Democrático, el partido Conservador, Cambio Radical, el Partido de la U y el propio partido Liberal. Sergio Fajardo, de la Coalición Centro Esperanza, ha estado al servicio de la misma burguesía regional y cogobernado con parapolíticos y narcotraficantes. Rodolfo Hernández, que se presenta como “antipolítico”, reconoce que su fortuna la acumuló vendiendo vivienda a familias pobres, o sea lucrándose de sus necesidades. Ingrid Betancur no oculta su disposición a negociar su apoyo con el candidato que represente a la derecha. Los trabajadores debemos rechazarlos a todos sin dudarlo.
No votar por el “mal menor”
Los trabajadores somos la única clase que puede cambiar la sociedad. Miente quien afirme que es necesario colaborar con los capitalistas para tener una economía productiva, una distribución democrática de la riqueza y paz social. Tratan de engañarnos para que demos una tregua en la lucha que iniciamos con el Paro Nacional. Muchos trabajadores, jóvenes luchadores, miembros de comunidades indígenas y afrodescendientes, feministas, intelectualidad progresista o sectores sociales oprimidos ven como alternativa electoral a Gustavo Petro y Francia Márquez. Es lamentable que el Pacto Histórico los traicione incorporando a sus filas a politiqueros y corruptos comprometidos con quienes se han beneficiado del hambre y la miseria de millones de colombianos.
Otros piensan que es el “mal menor” frente a un posible triunfo del uribismo. Respetamos su opinión, pero la consideramos errada. Respaldar al «mal menor» desvía y confunde a la clase obrera, a la juventud y a los sectores populares en la lucha contra «el mal mayor» (la estructura económica, social y política capitalista); mal al que el programa del Pacto Histórico no enfrenta; pues defiende abiertamente un ilusorio «capitalismo humano». El voto por el “mal menor” será un “voto castigo” contra el uribismo, pero no derrotará su régimen criminal.
¡Por un programa revolucionario que garantice el bienestar de las mayorías!
El programa que levanta el Pacto Histórico tampoco modifica radicalmente las causas reales de la desigualdad social y la violencia, ni rompe las cadenas que atan a Colombia a los dictados de las potencias imperialistas. Es importante analizarlo en detalle para verificar que se trata solo de un listado de reformas, la mayoría de ellas imposibles de aplicar sin enfrentar con la movilización social a los dueños del poder económico y político. Esa movilización hoy es frenada por los propios dirigentes del Pacto, como lo pudimos constatar en el Paro Nacional, cuando Petro se opuso a los bloqueos y llamó a “cuidar a Duque de Uribe”, dándole un respiro a su gobierno, que asesinaba y apresaba a los manifestantes. El 28 de abril pasado se reiteró esa actitud cuando desautorizaron los llamados juveniles a la protesta, mientras la dirigencia sindical y social organizaba una lánguida conmemoración del Primero de Mayo. Ahora estamos pagando con sangre esa política de desmovilización con el incremento de las amenazas, los asesinatos y el desplazamiento de comunidades. Incluso los narco-paramilitares han hecho una provocadora demostración de fuerza con el paro armado (bajo la mirada complaciente de Ejército y Policía) a raíz de la extradición de “Otoniel”, jefe del Clan del Golfo; extradición al servicio del encubrimiento de altos militares y políticos que podrían ser delatados por él.
Ante este panorama electoral, en la primera vuelta, Impulso Socialista y el Grupo de Trabajadores Socialistas, llamamos a los trabajadores a expresar nuestra independencia política votando en blanco, al tiempo que levantamos un programa revolucionario que resuelva los problemas estructurales de la sociedad, y persistimos en el llamado a reactivar la lucha unificada contra el gobierno de Duque y los planes del imperialismo. A las bases honestas y luchadoras del Pacto Histórico las invitamos a rechazar la política de conciliación de clases de su dirección y a exigir la radicalización de su programa rompiendo con los intereses de los monopolios y los grandes empresarios.
Por un gobierno de los trabajadores y los pobres
En la primera vuelta: ¡VOTAR EN BLANCO!
¡Por un programa revolucionario contra el capitalismo y su barbarie!
¡A las calles a luchar, impulsemos un nuevo Paro Nacional!
¡Libertad para los detenidos por el Paro Nacional,
justicia y castigo por los asesinatos y violaciones!
¡Contra el hambre, el desempleo y la corrupción: no al pago de la deuda externa!
¡No a las reformas laboral y pensional del FMI y la OCDE!
Bogotá, 13 de mayo de 2022