Por Flor Salgueiro
El viernes 25 de junio, será una fecha que quedará marcada, no por el inicio del verano en la mañana posterior a la Noche de San Juan, sino por la masacre y la tragedia ocurridas en Melilla, donde se calcula que 37 personas han sido asesinadas al querer cruzar la frontera para llegar a España.
Durante la mañana del 25 de junio unas “2.000 personas” intentaron aproximarse a Melilla para saltar la alambrada, según cifras “oficiales” 500 hombres lograron iniciar la entrada a territorio español. De esas 500, según la Delegación del Gobierno, 133 consiguieron permanecer en la ciudad autónoma. El resto ha sido contenido y reprimido por fuerzas de seguridad marroquíes.
Además de las personas asesinadas, hay cientos de heridos como consecuencia del abuso por parte de la represión de las fuerzas de seguridad marroquíes en cooperación con las fuerzas españolas en la ciudad de Nador, al intentar cruzar la valla que la separa con la vecina Melilla.
Esta masacre antihumana y de violación de derechos humanos, se suma a la brutal cifra de más de 3000 personas fallecidas durante el año 2021 cuando trataban de alcanzar Europa cruzando el mar.
La «UE fortaleza», como símbolo de política racistas y antiimigratoria
La Frontera Sur, representada, sostenida y asumida por Marruecos, es la puerta de entrada y funciona como primer espejo hacia una “Europa Fortaleza”, en la cual unos migrantes son bienvenidos y otros no. En esta Europa, y en esta España, se ejecutan políticas de selección y exclusión de migrantes, en base a criterios jerárquicos de opresión como el origen, la nacionalidad, el género y la raza. Es a raíz de estos acontecimientos y del rechazo de los migrantes procedentes de los países del denominado “Sur global” cuando esos ejes de opresión históricos se visualizan más claramente: el racismo y colonialismo exacerbado sirve, entre otros motivos, para que los gobiernos de la UE Fortaleza apliquen sus políticas migratorias nacionales y comunitarias.
Esta Europa Fortaleza, bajo el pretexto de su “seguridad comunitaria”, vulnera los derechos de las personas migrantes, y al mismo tiempo incumple constantemente sus obligaciones internacionales en materia de derechos humanos.
El acercamiento entre Marruecos y España y sus políticas de cooperación
La masacre del pasado viernes fue el primer asalto desde que Marruecos obtuvo en marzo de este año, por parte del gobierno de Pedro Sánchez, la carta en la que el presidente español inclinaba la balanza hacía la propuesta de autonomía marroquí para el Sáhara Occidental en detrimento del referéndum de autodeterminación que históricamente reclama el pueblo saharaui.
Un acercamiento, que además tiene como objetivo fortalecer las políticas anti inmigratorias de España. En este contexto, España y Marruecos “cooperan”, convirtiendo la externalización en una herramienta indispensable para que Marruecos adopte el papel de guardián de la puerta de entrada y realice el primer control migratorio mediante la brutalidad sistemática en sus fronteras.
Sin ir más lejos, Pedro Sánchez declaró el mismo viernes “que se ha tratado de un ataque a la integridad territorial del país de forma violenta». Y, en este sentido, ha explicado que la gendarmería marroquí «trabajó coordinadamente con las fuerzas y cuerpos del Estado para repeler ese asalto tan violento». Luego de la felicitación a la gendarmería marroquí, los socios del gobierno de Unidas Podemos han salido a criticarlo, pero sus declaraciones no pasan de puro maquillaje ante una realidad antihumana que se profundiza cada vez más, con ellos dentro del gobierno.
Crisis humanitarias, guerras y hambrunas
Mientras que en Europa se profundiza la crisis sanitaria y social, como consecuencia de dos años de pandemia y de una crisis económica que quieren hacerle pagar al pueblo trabajador, por la debacle de la economía capitalista, en las fronteras se sigue desarrollando una crisis de inmigración. Una tragedia cotidiana en la que muchas personas pierden la vida, intentando huir del hambre, de la miseria o de la guerra.
En la ciudad marroquí de Nador, ciudad fronteriza con Melilla, sus límites geográficos están delimitados en uno de sus lados por una enorme valla de hierro levantada por España para impedir que los migrantes accedan a su territorio. Y son los vecinos los que señalan “quienes intentaron cruzar son personas que no tienen comida, no tienen agua, no tienen nada, han perdido el miedo. Es la muerte o pasar a España».
En ese sentido, en el Estado español, el autodefinido “gobierno de coalición progresista” PSOE-UP actúa en consonancia con el bloque imperialista europeo. Fortalece su escudo externo utilizando al gendarme marroquí como aliado y profundiza la represión en Ceuta y Melilla.
No hay ciudadanos de primera y de segunda
En tanto, la Asociación Marroquí de Derechos Humanos (AMDH) en Nador ha pedido que no se lleve acabo “el entierro rápido de los migrantes fallecidos sin la apertura de una investigación “global, rápida y seria para determinar responsabilidades y deficiencias”. Desde Caminando Fronteras, otras de las ONG presente en los territorios han alertado de los retrasos en la atención sanitaria prestada a las personas heridas en el lado alauí. “Las víctimas de la tragedia de Melilla agonizaron durante horas bajo la cruel mirada de aquellos que debían socorrerles y no lo hicieron”, ha denunciado Helena Maleno, fundadora de la red.
Es necesario que no se normalice morir al cruzar las fronteras, tenemos que luchar para hacer respetar los derechos humanos, democráticos y sociales básicos.
Exigimos la implementación de medidas humanitarias y la acogida para todes con papeles porque “ninguna persona es ilegal”. Repudiamos la implementación de la «UE fortaleza» discriminatoria y antihumana. Seguiremos apoyando las luchas de los migrantes, denunciando las violaciones a los derechos humanos que se repiten en el sistema capitalista y luchando por un mundo sin fronteras, un mundo socialista.