Por Pablo Vasco
El domingo 18 de diciembre, día internacional de los migrantes, en una mañana helada con seis grados bajo cero, con varios miles de personas arrancó la marcha que recorrió casi 40 cuadras desde Porte de la Chapelle hasta Place de la République. Es parte de las luchas que hay en Francia, en una situación social y política que se recalienta.
Las consignas fueron la regularización ya de todo inmigrante «sin papeles» y el repudio al proyecto de ley de Darmanin, el reaccionario ministro del Interior de Macron, que pretende endurecer aún más los requisitos y facilitar las expulsiones. Sólo excluirían a ciertos oficios «en tensión», según se necesite personal de gastronomía, construcción, limpieza, logística o cuidado infantil, tareas duras y mal pagas casi siempre a cargo de trabajadorxs inmigrantes. Una reforma antidemocrática, utilitaria para los capitalistas y que niega la igualdad de derechos.
Al frente de la marcha iban las asociaciones de migrantes, incluidos trabajadores organizados en las centrales sindicales CGT y SUD, y luego colectivos sociales, de derechos humanos y la izquierda trotskista. Del reformismo parlamentarista, la NUPES[1] que lidera Mélenchon, apenas se vio algún banderín. Hubo un grupo de Lutte Ouvriére, pero no así de la CCR[2], que si bien estaba de congreso no envió ni siquiera una delegación testimonial. Y en cuanto al NPA[3], que el pasado fin de semana se dividió, el sector de izquierda revolucionaria aportó la columna más numerosa y combativa de toda la marcha, cinco veces mayor a la del sector que busca unirse con Mélenchon.
Cruces en la izquierda y extrema izquierda
De los 9.000 militantes que reagrupó en 2009 cuando se fundó, ahora, en su quinto congreso, del que participé como invitado del MST y la LIS, el NPA se redujo a unos 2.000 militantes formales y sólo 1.500 reales. El sector mandelista dirigente (plataforma B), que plantea la unidad con el reformismo y para eso pretende poner fin a la democracia interna del partido, sacó el 48,5% de los votos. La oposición de izquierda (plataforma C), que agrupa a tres fracciones, logró el 45,3%. Y un tercer sector (plataforma A), afín a la B, sacó un 6,2%.
Al segundo día de los tres previstos del congreso, el sector B abandonó la sala para no volver, provocando así la ruptura del partido. Es un impacto político, porque junto a LO el NPA fue una de las dos principales fuerzas del trotskismo francés, que a su vez siempre fue una referencia internacional.
Esta profunda crisis nos permite sacar tres primeras conclusiones centrales:
1. Si la CCR en vez de irse por su cuenta se hubiera quedado en el NPA junto a las otras corrientes de izquierda para disputar una orientación política combativa, en este congreso el sector revolucionario ganaba claramente la dirección. Pero el CCR eligió un rumbo sectario y autoproclamatorio, cuyo reciente congreso lamentablemente parece reafirmar.
2. El sector mandelista, que mantiene a las figuras públicas de Poutou y Besancenot, sigue en retroceso como resultado de aplicar en Francia y en otros países la política equivocada del Secretariado Unificado: «partidos amplios» eternos, seguidismo al reformismo bajo el pretexto de ser la «izquierda de la izquierda» y abandono de la construcción del partido revolucionario y la intervención en la lucha de clases. Por ejemplo, un tercio de sus votos fueron por mail, de compañerxs que en realidad ya no militan.
3. El ala izquierda, que en orden de importancia agrupa a las corrientes La Chispa, Anticapitalismo y Revolución y Democracia Revolucionaria, así como a militantes independientes, y que por ahora sigue disputando la legitimidad del NPA, se encuentra ante el gran desafío político-organizativo de constituir una nueva organización revolucionaria, ni oportunista ni sectaria. Para esa tarea hay sin duda espacio entre la vanguardia obrera y juvenil, abierta a las ideas revolucionarias. Los militantes de la LIS en Francia somos parte de este reagrupamiento a través de lxs compañerxs de La Chispa, corriente que además de su inserción sindical dirige la Juventud del NPA.
Por otro lado, en la Francia Insumisa hay una fuerte crisis interna. Ya sufrió algún desgaste con la reciente suspensión parlamentaria y juicio al diputado Quetennens, ex vocero y ex coordinador del bloque, por violencia de género. Ahora se agregan problemas mayores, con fuertes críticas por la notoria falta de democracia interna. Sin estructura militante real, la FI es un armado de figuras tipo movimiento cuyo caudillo es Mélenchon.
Días atrás se reunió la «asamblea representativa», integrada por la coordinación de espacios, los dirigentes locales y un centenar de militantes a razón de uno/a por cada departamento elegidos/ as… ¡por sorteo! Un esquema fácil de manipular. Varias figuras fueron relegadas a un «consejo político» sólo consultivo, en una purga de hecho, pero todo lo decide la coordinación que controla Mélenchon. Estos métodos burocráticos causan descontento entre militantes y simpatizantes que tenían expectativas en él. Como vemos, mal momento político eligió para ir detrás de FI el sector mandelista del NPA…
La caldera junta presión
En Francia el invierno viene frío, pero la temperatura social y política crece. El gobierno de Macron subió con baja votación y se apoya en una coalición bastante inestable, la extrema derecha de Marine Le Pen se fortaleció, la FI también con la polarización electoral en las presidenciales pero acumula problemas, y no se descarta una disolución del parlamento y elecciones legislativas anticipadas.
En cuanto a la lucha de clases, en estos meses previos ya hubo fuertes huelgas y movilizaciones salariales de los trabajadores de las refinerías petroleras, ferroviarios y choferes, centrales nucleares, salud pública y varias empresas privadas; también marchas feministas y acciones directas de colectivos ambientalistas.
A la bronca por los bajos salarios y la suba de tarifas del transporte, electricidad y alimentos se suma el plan de Macron de avanzar como sea con su anti-reforma jubilatoria para elevar a 65 años la edad de retiro y/o a 37,5 los años de aportes. Por presión de las bases, todas las centrales sindicales y estudiantiles prevén medidas de fuerza si se concreta. Macron anunciará los detalles el 10 de enero, justo cuando comienza una huelga salarial en la RATP, la empresa pública de transporte de París y su conurbano[4]…
Como bien señala el editorial del ala revolucionaria del NPA: «Si los fondos jubilatorios están realmente en tan mal estado, hay una solución sencilla: ¡un déficit del 5% se cubre de inmediato con un aumento de los salarios, y por tanto de los aportes, del 5%! Si los salarios subieran lo que necesitamos hoy, es decir al menos 400 euros, no habría más problema de ‘déficit’. Y eso también resolvería algunos otros problemas, ¡nuestro fin de mes, por ejemplo!
«Esto obviamente no es una opción para el gobierno. Pero se acuerda de la movilización de 2019 que le había dificultado aprobar la vieja reforma jubilatoria antes de la crisis del Covid. Entonces simula consultar con las direcciones sindicales, que se precipitaron a la mesa incluso antes de intentar movilizar.
«No obstante, todas y todos sabemos que no hay nada que esperar de estas ‘concertaciones’ y ‘diálogo social’. El gobierno de Macron sabe muy bien lo que hace: actuar por cuenta de los capitalistas, como lo hizo siempre. Nuestro campo no necesita ‘concertaciones’: es movilización, paros, todas y todos juntos, como lo hicimos en diciembre de 2019. Esto es lo que, desde ahora, debemos impulsar».[5]
[1] Nueva Unión Popular Ecológica y Social: FI, PS, PC, Verdes y grupos menores.
[2] Corriente Comunista Revolucionaria, sección francesa de la Fracción Trotskista internacional que dirige el PTS argentino. Era parte del NPA hasta que rompió en junio de 2021 al presentar un candidato presidencial propio.
[3] Nuevo Partido Anticapítalista.
[4] Incluye el subte, colectivos, trenes interurbanos (RER) y tranvías.
[5] https://www.convergencesrevolutionnaires.org/ Reforme-des-retraites-la-vie-devant-soi-abosser?navthem=1