Por el Comité de Enlace – Alternativa Socialista y Lucha Socialista/PSOL – LIS en Brasil
Pocas horas antes de dejar la Presidencia de la República, Bolsonaro se va apagado, pero no muerto políticamente ni con el final que queríamos, preso y condenado. Entre la investigación concluida de la PF sobre las mentiras criminales en la pandemia de Covid-19 y la visita a Trump en los EE.UU., escapando a la ceremonia de la banda presidencial, lo que más ha sido noticia en los últimos días es la seguridad para la toma de posesión de Lula-Alckmin el próximo 1 de enero de 2023. No sin razón, todo se ha replanteado tras el fallido atentado terrorista planeado por la extrema derecha bolsonarista.
Estamos contando cada segundo para la salida de Bolsonaro. Desde antes de su toma de posesión, hemos estado justamente presentes en los movimientos por «Ele não», siguiendo y actuando por su evolución a «Fuera Bolsonaro». Una retrospectiva quizá dejaría fuera demasiadas cosas en los últimos cuatro años, ya que el arsenal contra la clase obrera y el pueblo pobre ha sido ininterrumpido. Brevemente, podemos destacar, desde el último incidente: dos atentados terroristas de la extrema derecha bolsonarista en Brasilia, la capital del país; constantes gestos golpistas fallidos en todo el gobierno; más de medio millón de personas asesinadas por la política genocida del gobierno en la pandemia del Covid-19; contrarreformas e innumerables retiradas de derechos democráticos; destrucción de biomas en connivencia con el hampa de la ilegalidad; asesinato de indígenas, sus líderes y ambientalistas; aumento, no visto en décadas, del hambre y la miseria; aumento de la violencia contra mujeres, negros(as) y LGBT; reducción dramática del poder adquisitivo de los salarios y aumento del desempleo; acusaciones de corrupción en diversas áreas del gobierno.
A pesar de todo, Bolsonaro saldrá indemne hasta el momento. Su salida no se produjo por la fuerza de las movilizaciones, con su pico de manifestaciones en 2021, sino por la transición operada arriba por el Régimen de Redemocratización. En este acuerdo, Lula-Alckmin aceptaron la transición pacífica para probar suerte en la próxima gobernabilidad (y todos los males fisiológicos de esta interminable negociación). Bolsonaro, sin embargo, incluso con innumerables acusaciones, todavía tiene el gusto de negarse a lo que quiere, y cuando quiere, y salirse con la suya.
Los dos últimos atentados terroristas en Brasilia hablan del respeto de Bolsonaro/bolsonarismo por el Régimen que lo apoya. La primera el día 13, con los bolsonaristas incendiando vehículos en las calles; la segunda el día 25, también en Brasilia, con la detención de un empresario bolsonarista, actuando en grupo, colocando bombas y con arsenal restringido. Estos actos, por un lado, muestran el aislamiento político de la extrema derecha, y su desesperación resultante con los actos, por otro lado muestran su odio acumulado y la disputa que este movimiento hará en el próximo período por delante.
Nuestra respuesta a cualquier ataque de la extrema derecha, que puede continuar bajo el gobierno Lula-Alckmin, debe ser con el método de la clase obrera movilizada. Disputando la conciencia y derrotando políticamente al Bolsonarismo. Es una ilusión dejar la resolución de este problema a las instituciones del Régimen, que acepta la vida política de Bolsonaro, utilizándolo cuando es necesario – por ejemplo en las elecciones de 2018.
¿Ser parte de la reconstrucción del Régimen?
Tenemos profundas diferencias con la línea política que el PSOL, partido donde actuamos, aplicó frente al gobierno Bolsonaro y aplica al nuevo gobierno Lula-Alckmin. Sobre lo primero, no actuando de forma enérgica, presionando y exigiendo que Lula-PT-CUT no vacíen las calles como lo hicieron en 2021, lamentablemente comportándose mansamente como replicadores de la política petista. Sobre el nuevo gobierno, prometiendo lealtad a un gobierno de conciliación de clases por miedo, por parte de algunos, a enfrentar a Bolsonaro como se debe, por las calles, y por oportunismo, en el caso del campo PSOL Popular.
La última política aprobada en el Directorio Nacional del partido, de acuerdo con el campo Semente y parte de la Oposición [Ver más sobre], coloca al PSOL como parte de la reconstrucción del Régimen en crisis, al lado del gobierno Lula-Alckmin. No es tarea de un partido que defiende el socialismo ser parte de la reconstrucción del Régimen burgués. La caracterización de «Gobierno de Reconstrucción Nacional», utilizada exhaustivamente por los camaradas del partido, no está por encima de las composiciones de clases sociales, de la conciliación de clases, y principalmente no está fuera de la lucha de clases – por supuesto, si estamos totalmente de acuerdo en que las clases sociales siguen existiendo en contradicción capital x trabajo.
La defensa de nuestras conquistas democráticas frente al bolsonarismo y la extrema derecha no significa la defensa de la democracia en abstracto. Esta democracia no es nuestra, los derechos duramente conquistados en esta democracia son nuestros. El PSOL ha decidido hundirse en el atolladero político, quizás sin salida, de equiparar la lucha contra el bolsonarismo con la lealtad al nuevo gobierno Lula-Alckmin. Los más febriles, como los del PSOL Popular, abogan por combatir a la extrema derecha con cargos en el Gobierno -Boulos, por ejemplo, cree que ser oposición de izquierdas al nuevo Gobierno nos sitúa en el campo del bolsonarismo-.
Es cierto que la política no es un manual. El nuevo gobierno no es el mismo que el que asumió el poder hace dos décadas. Los tiempos son diferentes. Será aún más regresivo y dependiente de las reglas institucionales, resultado de los 13 años del primer ciclo petista, que completó su simbiosis con el Régimen, siendo el partido (o Lula) una de las mayores máquinas electorales desde la redemocratización. El PT y Lula están completamente acomodados a las reglas del Régimen, el nuevo gobierno no sobrepasará ningún obstáculo impuesto por la burguesía.
Reconstituir el Régimen significa aceptar el paquete de gobernabilidad, que actualmente incluye a Arthur Lira (PP), el fisiologismo del Centrão y la corrosiva gobernabilidad corrupta. La lógica del PT-Lula es correcta, al fin y al cabo, como dijimos, forman parte de la estructura de este Régimen e intentarán reconstruirlo siempre que sea posible. La cuestión que dejamos a los honestos camaradas de nuestro partido es si el PSOL también debe formar parte de esta reconstrucción.
Tendremos numerosos desafíos para el próximo año: la lucha contra la extrema derecha que seguirá actuando, incluso sin la máquina del gobierno federal; que Bolsonaro se pudra entre rejas; la exigencia urgente de la erradicación del hambre y de la miseria; la política de salarios por encima de la inflación real y la creación de empleos con derechos garantizados; la anulación de todas las contrarreformas y ataques implementados contra nuestra clase; la defensa inmediata de nuestros biomas y de la vida de los pueblos indígenas. Estos desafíos sólo pueden ser enfrentados con la movilización de nuestra clase, en las calles, por la restitución de nuestros derechos y la conquista de más.
En el PSOL, nuestro reto será reorganizar la Oposición de Izquierda y luchar para que el partido no se hunda cada vez más en el liquidacionismo, tarea en la que está comprometido el Comité de Enlace Alternativa Socialista y Lucha Socialista. Acércate y únete a esta lucha.