Según el propio gobierno, el 19 de enero hubo más de un millón de personas movilizadas en todo el país contra dicha reforma, que en realidad es anti-jubilatoria. Según la CGT y demás organizadores sindicales, fueron más de dos millones. Aun promediando las cifras fue sin duda una enorme movilización, que junto a la huelga se hicieron sentir fuerte. Así, el primer round de esta dura pulseada lo ganó el pueblo trabajador y lo perdieron Macron, los sectores políticos que lo respaldan y las patronales.
Por Pablo Vasco
Sobre las cifras, siempre hay debate. Acerca de la marcha en París, por ejemplo, que recorrió unas 30 cuadras desde République hasta Nation, el ministro del Interior habla de 80.000 manifestantes mientras que las centrales sindicales contabilizaron 400.000… Pero en Francia nadie se engaña. Todos los grandes medios de comunicación tuvieron que reconocer que la movilización fue un éxito evidente. Es más: hubo que abrir otro trayecto para que las columnas pudieran arrancar. Esa masividad se repitió en todo el interior de Francia. Las calles confirmaron lo que venían señalando las encuestas: el rechazo a la reforma del sistema previsional ronda entre el 60 y el 70% de la llamada opinión pública.
En el caso de París, las columnas mayoritarias fueron las de las y los trabajadores organizados en la CGT y sus diversas ramas. Luego, las centrales SUD-Solidaires, Fuerza Obrera, la CFDT, la UNSA y otras. Docentes, enfermeras, asistentes sociales también dijeron presente, así como trabajadores de empresas privadas. Y aunque recién están retomando las clases, las organizaciones estudiantiles universitarias y secundarias hicieron su aporte combativo. Pero lo notorio fue la presencia de miles y miles de personas que se sumaron en forma independiente, solas o en pequeños grupos. Y para no pocos, además, fue su primera marcha. Los partidos de izquierda y extrema izquierda no armaron columnas propias, pero sus banderines, stands y volantes se vieron durante todo el recorrido, incluida desde ya el ala revolucionaria del NPA, donde militamos los compañeros de la LIS en Francia.
En cuanto a la huelga, lanzada poco más de una semana antes, en general fue parcial. Tres sectores gremiales estuvieron claramente a la vanguardia, con altos porcentajes de paro entre 60 y 80%: los trabajadores de la energía y las refinerías petroleras e industrias conexas, que meses atrás hicieron una fuerte huelga salarial; los docentes de todos los niveles, y el personal del transporte, cuyo régimen jubilatorio especial está amenazado directamente por la reforma. En París y su conurbano casi no circularon autobuses y de las 16 líneas de subte sólo funcionaron dos y en forma parcial. De los trenes de cercanía, regionales y de alta velocidad, en promedio, sólo anduvo uno de cada cuatro o menos.
En cambio, la jornada de lucha tuvo un gran ausente: mientras el pueblo trabajador ocupaba las calles de una punta a otra de Francia, Macron estaba en España firmando un “tratado de amistad”. Provocador, desde Barcelona declaró que “la reforma se hará”, lo que confirma la dureza de la pulseada que comenzó. ¡Es él quien bloquea el país con su reforma antiobrera y antipopular!
¿En qué consiste la reforma?
- Elevar la edad jubilatoria de los 62 años actuales hasta los 64 años en 2030.
- Elevar los años de aportes completos, o sea sin empleo parcial, precario ni desempleo, de los 41,5 años actuales hasta los 43 años en 2027.
- Si no cumplen ese requisito, cobrarán menos que la jubilación mínima total o deberán trabajar hasta los 67 años para cobrarla.
- Eliminar casi todos los regímenes jubilatorios especiales, incluidos los de sectores con tareas insalubres (transporte, electricidad, gas).
La excusa del gobierno es el “déficit creciente de las cajas” y la “solidaridad intergeneracional”. Pero aparte de que hasta ahora no hay tal déficit, si se aumentaran los salarios en un 5% los aportes a las cajas subirían automáticamente en igual proporción, lo que bastaría para cubrir el supuesto faltante estimado para 2032. Y eso sin aumentar los aportes patronales, medida que sería necesaria. En las ganancias capitalistas y las grandes fortunas hay dinero de sobra para recaudar y destinar a resolver los déficit sociales.
También es falso lo de la “solidaridad”. El gobierno y los capitalistas ajustan a la clase trabajadora de inicio a fin y más aún en ambos extremos de la carrera: los jóvenes son más flexibilizados, más precarizados y peor pagos que un trabajador con antigüedad, al que a su vez se lo despide, queda desempleado y entonces cobra menos que la jubilación mínima o debe trabajar más años para cobrarla. En suma, laburar hasta reventar, sin poder disfrutar de la tercera edad como corresponde.
Como bien dice el volante que repartimos, “años de penuria en ambas puntas de la vida activa, jubilaciones de miseria y rebaja salarial es la triple receta del gobierno y la patronal”.
Hay más razones para salir a luchar
Al problema de la reforma jubilatoria se le suman otros, que alimentan la bronca popular. El primero es la continua pérdida del poder adquisitivo del salario frente a la inflación, en especial en los productos de primera necesidad. Por eso el reclamo salarial, incluido a menudo con indexación, ha sido el principal motor de las luchas de los últimos tiempos.
Asimismo, existe el problema de las condiciones de trabajo cada vez peores y desgastantes. En sectores como la educación, la salud, la asistencia social y otros servicios públicos tales condiciones son cada vez más penosas, ya que las carencias de personal y las demandas sociales crecientes implican la sobrecarga laboral para las y los trabajadores efectivos.
Si antes de esta reforma el gobierno ya recortó los subsidios a los desocupados, congeló el empleo en el sector público y empuja todos los salarios a la baja, si su reforma pasa el ataque capitalista se va a profundizar de conjunto. Por el contrario, si esta reforma de Macron y la burguesía es derrotada estaremos en mucho mejores condiciones para recuperar nuestros derechos y avanzar. ¡Y se puede ganar!
¿Qué continuidad se prevé?
Este sábado 21 habrá otra jornada de movilización nacional, convocada por un arco de organizaciones juveniles que abarca desde la Francia Insumisa-NUPES hasta la extrema izquierda. Por supuesto, hay que participar. Esto no quita roces internos en la NUPES, como por ejemplo el PC, que en vez de impulsar la marcha propone convocar a un referéndum… También habrá acciones el 23, cuando el proyecto se presente al Consejo de ministros.
La noche misma del 19, tras el éxito de las manifestaciones, la Intersindical que agrupa a todas las centrales sindicales -lo cual ya es un hecho marcante en sí mismo- ha convocado a una nueva huelga de 24 horas y movilización para el 31 de enero, al día siguiente que el proyecto de reforma comience a debatirse en las comisiones del parlamento.
Pero frente al riesgo de huelgas distanciadas, que van desinflando la lucha, desde abajo comenzó una legítima presión por ir más allá. Por ejemplo, los refineros de la CGT-Petróleo llaman a un paro de 48 horas el 26-27 de enero y otro de 72 horas desde el 6 de febrero, fecha prevista para el debate en el recinto, para luego plantear la huelga por tiempo indeterminado. Desde otros lugares de trabajo también surge el reclamo de continuidad, aunque hasta ahora la mayoría de las asambleas han sido pequeñas.
Pero la conducción de esta batalla trascendente no debe quedar en las manos exclusivas de la burocracia sindical, siempre dispuesta a “dialogar” y pactar con el gobierno y las patronales. La huelga es de los huelguistas y esta lucha es de toda la clase obrera y la juventud. Es clave organizar asambleas generales desde la base en cada lugar de trabajo, para exigirles a las conducciones sindicales la continuidad en un verdadero plan de lucha y la huelga general indefinida hasta el retiro definitivo de la reforma y para imponer a la vez un aumento general de salarios, jubilaciones y ayudas sociales. También impulsar las asambleas y acciones en el movimiento estudiantil, así como instancias de coordinación entre los sectores en lucha.
Lucha y perspectiva política
Macron ataca sin tregua. Los republicanos lo apoyan. Marine Le Pen se “opone” a la reforma, pero no la va a “obstruir”, de modo que la dejará pasar. Y la NUPES se opone a la reforma y moviliza un poco, pero su eje sigue siendo la disputa parlamentaria, que es una vía muerta porque todo el régimen institucional de la Quinta República están al servicio de los intereses de la clase dominante.
Si Macron está jugado a la aprobación parlamentaria, precisamente la clave de la pulseada está en las calles. Pero enfrentar la reforma y todo el plan de austeridad del gobierno no implica sólo una cuestión sindical, sino también política. Por eso junto a impulsar la lucha hay que fortalecer un polo revolucionario que como salida a la crisis proponga cambios estructurales, sin ningún compromiso con los capitalistas, sus políticos e instituciones.
En ese sentido, y considerando que sólo la extrema izquierda tiene ese objetivo de transformación anticapitalista y socialista, invitamos al acto de lucha y alternativa política que el ala revolucionaria del NPA convoca el sábado 8 de febrero en París, en La Bellevilloise, en el marco de otros actos que se preparan en las principales ciudades de Francia.