Yolanda nació en 1961 en Bilbao, País Vasco. Al inicio de la transición, con sólo 16 años, ya era una de las activistas que se movilizaban en defensa de la educación pública y de las luchas de la clase trabajadora. En 1978 se mudó a Madrid y en 1979 ingresó al Partido Socialista de los Trabajadores (PST). La noche del 1º de febrero de 1980, Yolanda fue secuestrada, torturada y acribillada a balazos por el Batallón Vasco-español de ultraderecha que reivindicó el atentado.
Hellín, un fascista con complicidad institucional
En respuesta al brutal asesinato, una huelga estudiantil paralizó las clases en Madrid y en Bilbao, reclamando la investigación y el castigo a los responsables. A los cinco días, fue detenido Emilio Hellín por ser el autor material del crimen. El PST también exigió la detención de Blas Piñar, secretario general de Fuerza Nueva (FN) como autor intelectual. Posteriormente, FN fue proscripta y Hellín fue condenado a 43 años de prisión. Sin embargo, estuvo preso sólo 14 años ya que se fugó y cambio su identidad por la de Luis Enrique Hellíng. Semejante impunidad solo puede lograrse con la ayuda de los fascistas ubicados en las fuerzas de seguridad y en las instituciones de gobierno.
Poderosos e inescrupulosos clientes
En las últimas décadas, las empresas de Hellín tuvieron entre otros clientes a la exdirigente del PP y delegada de Gobierno de Madrid, Cristina Cifuentes, falsificadora del acta de su máster. Y a la expresidenta del Parlament, Laura Borràs (JxCAT), que pagó por la elaboración de un informe pericial en su defensa ante las acusaciones de corrupción. Estos hechos expresan el desprecio con el cual los políticos burgueses toman la causa por el castigo a los asesinos de Yolanda, que desde el 2002 es oficialmente reconocida como víctima del “terrorismo” y no del “terrorismo de Estado”.
Yolanda, Gustau, Arturo y los crímenes impunes
Junto al caso de Yolanda, cabe recordar los asesinatos de Gustau Muñoz y Arturo Ruíz que siguen impunes. Gustau, militante de izquierda de 16 años, fue asesinado el 11 de septiembre de 1978, durante la represión policial a la Diada realizada en Barcelona. Sus familiares, camaradas y amigos reclaman contra la impunidad de Martín Villa e impulsan la “Querella Argentina” exigiendo justicia. Arturo, estudiante y militante de izquierda, fue asesinado por el grupo parapolicial “Guerrilleros de Cristo Rey”, el 23 de enero de 1977, durante una manifestación pro-amnistía realizada en Madrid. En este caso, es el “Colectivo por los Olvidados de la Transición” el que reclama activamente justicia.
La dictadura fue feroz, la transición no fue modélica
Durante la dictadura de Franco primero y el período de la transición después, se cometieron crímenes que permanecen impunes. Según los datos que ofrece el historiador Gonzalo Wilhelmi, entre los años 1975 y 1982, hubo 233 víctimas de la violencia política estatal, 156 de las cuales fueron víctimas de miembros de las fuerzas de seguridad y 77 de la extrema derecha en connivencia con el aparato estatal. La transición no fue un ejemplo a seguir, sino la consagración de reaccionario régimen monárquico-parlamentario del ’78. Fue moldeado y legitimado por el franquismo, los dirigentes burgueses y sus cómplices, como garante de la explotación capitalista y la impunidad de ayer y de hoy.
Yolanda ¡Hasta el socialismo siempre!
Reivindicamos la memoria de Yolanda como un ejemplo de joven, mujer, estudiante y militante del PST, una organización que integraba la corriente trotskista internacional impulsada por Nahuel Moreno. Saludamos los homenajes que realizan la “Asamblea Yolanda González”, sus familiares, amigos, los colectivos vecinales, antifascistas, políticos, sindicales y de derechos humanos. Y valoramos las iniciativas que, a lo largo del tiempo, mantienen vivo el recuerdo de Yolanda, como el documental “Yolanda en el país de los estudiantes”, dirigido por Isabel Rodríguez y el libro “No te olvides de mí” escrito por el periodista Carlos Fonseca.
Hace falta un gran movimiento por el castigo a los asesinos
Desde distintos ángulos, el PSOE, el PP, Vox y los partidos del régimen, pretenden “pasar página” de los crímenes de lesa impunidad. Hace falta poner de pie un gran movimiento popular que se organice activamente para saldar la deuda democrática que existe con las víctimas de la represión, garantizar los derechos democráticos en el presente y evitar que el oscurantismo se apodere del futuro. Por eso, llamamos a la más amplia unidad de acción en la movilización, para enfrentar a los sostenedores del régimen del ‘78 y aplastar a la derecha y a la ultraderecha en cada lugar que asome la cabeza.