Por Alberto Giovanelli
El último domingo 5 de febrero, el pueblo ecuatoriano participo de elecciones para elegir, gobernadores, alcaldes, la formación del Consejo de Participación Ciudadana y diferentes cargos menores; simultáneamente por iniciativa del presidente Lasso, se propuso un referéndum que giraba alrededor de diferentes puntos vinculados a la seguridad y otros a reformas políticas e institucionales
El resultado electoral fue contundente, las propuestas oficiales para el referéndum fueron rechazadas en su totalidad. En la consulta, con la que Lasso buscaba reforzar su autoridad, se imponía el No en todas las opciones. El resultado no es producto de una “profunda reflexión” a los puntos propuestos sino por el repudio generalizado al gobierno que las impulso.
Para los cargos electivos, casi no hubo candidatos promovidos por Lasso y en los pocos lugares que CREO (partido gobernante) pudo presentarse, sus resultados fueron paupérrimos.
El Partido Revolución Ciudadana del ex presidente Correa, fue la organización que capitalizó el desprestigio y desbarranque de Lasso. En el caso de Guayaquil, tal vez se dio la mayor sorpresa, ya que el Correísmo logró romper con mas de 30 años de gobierno del Partido Social Cristiano. También Revolución Ciudadana se impuso en Quito, y Azulay, Imbabura, Manabí, entre otras regiones de importancia política y económica.
Por su parte el partido indigenista Pachakutik, volvió a ganar varias gobernaciones como en Bolívar, Santa Elena, Tungurahua, obteniendo resultados importantes en la costa y la sierra fundamentalmente.
Lasso y un desastre previsible
Las iniciativas neoliberales del Gobierno de Lasso que fueron enfrentadas en el 2022 por una contundente movilización popular, tienen ahora su expresión en el terreno electoral.
Lasso logró sobrevivir en el 2022, pero ahora se le han ido sumando numerosos casos de corrupción que están siendo investigados en el propio congreso.
También debemos mencionar el incremento exponencial de la violencia política y social. Esta campaña deja además el saldo de 5 candidatos asesinados en diferentes circunstancias que se suman a las muertes cotidianas en manos del narcotráfico e incluso las recordadas masacres carcelarias que se produjeron a lo largo del año pasado.
El Correísmo un instrumento que gira cada vez más a la derecha.
Una vez más, como ya sucede con Boris en Chile, Lula en Brasil, Petro en Colombia o el MAS boliviano, ante la falta de alternativas que propongan un cambio de fondo, el movimiento de masas utiliza lo que entiende más efectivo para rechazar a los oficialismos en general y en este caso, a Lasso en particular.
Por eso no confiamos ni un minuto en el correísmo y sus cantos de sirena ni en su triunfalismo mesiánico, lo que primó en esta elecciones es el rechazo a Lasso, no la confianza en Revolución Ciudadana que gira cada vez más a la derecha, como lo reconoce el propio Correa en recientes declaraciones “ La integración latinoamericana es un destino ineludible que va más allá de ideologías”; esta afirmación es la continuidad de lo que anunciara su ex candidato Arauz, acerca de profundizar las relaciones económicas con EEUU.
El “viento de cola” que a principios de los 2000 permitió a los gobiernos latinoamericanos conceder algunas reformas a partir del aumento de precios de las materias primas y que dio origen a expectativas favorables a los gobiernos que implementaban esos tibios cambios. Ese proceso concluye con la crisis económica imperialista del 2008 en Latinoamérica, a partir del cual, las intenciones de mejorar “el capitalismo” se esfumaron.
El Correísmo es un fiel ejemplo de ese proceso; apoyado por amplias mayorías al comienzo de su gestión, termino la misma enfrentados a las poblaciones indígenas y repudiado por múltiples sectores de trabajadores entre los que se encontraron los del sector salud y los docentes. Debemos sumarle además que el gobierno del “falso progresismo” estuvo atravesado por numerosos casos de corrupción y el broche final: el nombramiento de Lenin Moreno, el vice presidente de Correa como su sucesor. Lenin Moreno al comienzo su gestión tomo un rumbo claramente neoliberal y de abandono absoluto de las expectativas de cambio, lo que generó las masivas movilizaciones del 2019 /2020 que estuvieron a punto de derrotar al Gobierno entronizado por Correa.
Correa no es ajeno, al proceso que parece calcado en casi todos los gobiernos supuestamente progresistas de Latinoamérica, surgen con un discurso de cambio y de mejoras al capitalismo y luego van girando a la derecha con acuerdos con los sectores empresarios y el propio imperialismo para “garantizar la gobernabilidad”. Esa búsqueda de consensos termina en enfrentamientos con la propia base social que los apoyó y acuerdos con sectores empresarios como el alcanzado con el poderosísimo empresario Aquiles Álvarez, candidato ganador en Guayaquil por la “Revolución Ciudadana”.
Una vez más reafirmamos, que hasta tanto la izquierda revolucionaria no logre avanzar en una alternativa independiente, de trabajadores, poblaciones indígenas, campesinos, estudiantes y el pueblo pobre, el Ecuador oscilará entre gobiernos neoliberales y falsos progresismos que nos condenan, unos y otros, a una postergación permanente en la resolución de nuestras necesidades.