Apenas el Consejo Constitucional convalidó la reforma jubilatoria del gobierno francés el viernes 14 de abril, esa misma noche el presidente Emmanuel Macron la promulgó y de ese modo regiría desde setiembre. La Intersindical pone freno a la protesta y recién convoca a manifestar el 1° de Mayo. Pero la CGT, algunos sindicatos como los ferroviarios y la Coordinación Nacional Estudiantil llaman a “preparar el 1°” con paros y marchas para los días 20 y 28.
Por Pablo Vasco
El pasado jueves 13 tuvo lugar la duodécima jornada nacional de huelga y movilización. Ambas medidas de fuerza mostraron un nivel de participación menor a las jornadas anteriores, pero aún así, a pesar del desgaste de tres meses de lucha, los descuentos salariales por los días de paro y el intimidatorio dispositivo policial que desplegó el gobierno, varios cientos de miles de personas volvieron a salir a las calles de todo el país.
El viernes 14 el Consejo Constitucional, una institución reaccionaria del régimen democrático-burgués francés, modificó algunos puntos para peor y convalidó lo esencial de la reforma previsional antiobrera: sube la edad de retiro a 64 años y los aportes a 43 años para poder cobrar el haber completo. Además el Consejo rechazó la posibilidad de llamar a un referéndum de iniciativa popular, como proponían algunos partidos que buscan desviar la lucha callejera al plano electoral para tratar de cerrar la crisis política. Aun con marcadas diferencias ante la lucha, ya que la centroizquierda de Mélenchon (FI) apoyó algunas acciones y en cambio no así la ultraderecha de Le Pen (RN), ambos sectores políticos se centraron en intentar una salida en el plano institucional vía un incierto referéndum.
El mismo 14 hubo protestas en París y otras 130 ciudades, algunas de las cuales sufrieron gases, palos y detenciones policiales. Estas acciones no las convocó la Intersindical, que viene mostrando voluntad de “diálogo” con el gobierno, sino la Coordinación Nacional Estudiantil (CNE), la izquierda revolucionaria, sectores del activismo sindical y se sumó gente en forma espontánea.
Aunque Macron tenía 15 días de plazo y anticipó que lo haría en 48 horas, en una actitud arrogante esa misma noche promulgó la reforma. El lunes 17, mientras hablaba al país por TV, hubo cacerolazos de repudio en decenas de ciudades. Muy caradura, Macron dijo “escuchar la bronca” del pueblo, prometió dialogar para “mejorar los ingresos” y un “mejor reparto de la riqueza”… pero ratificó su reforma antiobrera y anticipó un endurecimiento contra las protestas y la inmigración.
El martes 18 hubo protestas por estudiantes secundarios procesados por haber bloqueado sus colegios. Y habrá un nuevo paro y marcha para este jueves 20, convocados por la Intersindical ferroviaria, con apoyo de la CGT y la coordinación estudiantil, y otras medidas de fuerza para el 28. Es decir, en Francia el proceso de lucha anti-reforma todavía no se ha cerrado.
¿Por qué no cae la reforma?
Es la “pregunta del millón” que se debate entre el activismo y más allá. Francia estuvo sacudida por doce huelgas generales, marchas muy masivas hasta en las más pequeñas ciudades; bloqueos de empresas, puertos, facultades y colegios; duros enfrentamientos con la policía… ¿qué faltó para vencer esa reforma, impuesta a fuerza de decretazos 49.3 y que es rechazada por la gran mayoría de la población? La respuesta está en el problema clave de la dirección, cuyo rol es de creciente freno al movimiento.
Por cierto, Macron y su ministro de Interior Darmanin aplicaron una represión violenta que incluyó cuerpos especiales como los CRS y las BRAV-M, detenciones hasta a menores, intimaciones judiciales a los huelguistas y amenazas de sanciones a organizaciones antirrepresivas como la Liga por los Derechos del Hombre y la Defensa Colectiva (Rennes) o la ecologista Los Levantamientos de la Tierra. Pero por encima de semejante ofensiva represiva, es evidente que sobra voluntad de pelea de las bases trabajadoras. Lo mismo en el movimiento estudiantil, que se reorganiza, y en sectores populares y medios afectados por la inflación. La lucha abarcó también a importantes franjas de trabajadorxs con poca o nula experiencia sindical, que participaron de las huelgas y manifestaciones por primera vez.
Sin embargo, pese a esa enorme fuerza social, con un ascenso superior al de 2018 con los chalecos amarillos ya que ahora entró en escena la clase trabajadora, la conducción burocrática de la Intersindical no estuvo a la altura de lo que hace falta. Se limitó a una estrategia de cierta presión al gobierno, con jornadas separadas entre sí por varios días, pero sin nunca avanzar un plan de huelgas crecientes hasta el paro por tiempo indeterminado que permitiría derrotar a Macron, su reforma y todo su plan capitalista de austeridad. Y ahora, al mejor estilo de la CFDT, la central sindical más proclive a la conciliación de clases, no convoca nada por dos semanas hasta el 1° de Mayo.
La Intersindical tampoco incluyó en la agenda nacional de lucha el reclamo de aumento salarial, que es tan sentido por la clase trabajadora y que origina constantes huelgas. En marzo y abril, por ejemplo, hubo y hay paros salariales en la cadena de ropa infantil VertBaudet (Lille), el correo de Chavant (Grenoble), la naviera Genavir (Toulon y Brest), la tecnológica Apple Store (París y Lyon), el transporte público (Narbona, Tarbes, Loiret, Forbach y Tisséo-Tolosa), la autopartista ACS France (Deux-Sèvres), la arrendataria Presqu’île Habitat (Cherburgo), la metalúrgica Gindre Duchavany (Nord-Isère), la recolectora SIVOM (Yerres), el canal deportivo AMP Visual TV y otras empresas.
En cuanto a una nueva dirección sindical, en París y otras ciudades surgieron algunas coordinaciones interprofesionales, comités de movilización y piquetes de huelga, bloqueos de puertos y depósitos, todo ello motorizado por un activismo joven radicalizado y la izquierda revolucionaria. En algunos gremios como ferroviarios, la energía, refineros, docentes y recolectores de basura hubo desbordes a la burocracia y continuidad de las huelgas. En el último congreso nacional de la CGT por primera vez se rechazó el balance de la dirección y hubo un recambio. Esa misma presión desde abajo obligó a la CGT a diferenciarse de la CFDT y por eso llama a la huelga y marcha del 20 que convoca la Intersindical ferroviaria con apoyo de la coordinación estudiantil. Pero este proceso de organización del activismo todavía no alcanza un desarrollo y unidad suficientes para constituir una alternativa nacional frente a la burocracia de la Intersindical.
Las tareas planteadas
Ante este nuevo momento de la pulseada, más contradictorio pero de un proceso de lucha que todavía sigue abierto, hay dos desafíos en simultáneo para los socialistas revolucionarios. Así lo viene encarando el ala revolucionaria del NPA (Nuevo Partido Anticapitalista), en el que militan nuestrxs compañerxs de la LIS Francia:
- El primero es seguir impulsando todas las instancias de lucha, autoorganización y coordinación de los sectores combativos, como este jueves 20 en la huelga de la CGT y la Intersindical ferroviaria. El objetivo es fortalecer una nueva dirección alternativa, de lucha y con democracia obrera, que permita superar a la burocracia de la Intersindical. Y lo mismo en el estudiantado, a partir de la CNE.
- La segunda tarea, al calor de la movilización, es seguir construyendo en la vanguardia obrera y juvenil una herramienta política socialista y revolucionaria para disputar frente a todas las variantes capitalistas y reformistas defensoras de este sistema de explotación y opresión. Es el único modo de acercar más temprano que tarde una salida obrera y popular para Francia, cuyo gobierno capitalista, como sus pares del mundo entero, está atacando todos y cada uno de los derechos del pueblo trabajador.