Los cubanos sufren de nuevo el endurecimiento extremo de sus ya precarias condiciones de vida. A partir de la crisis en Venezuela, las consecuencias de la invasión rusa de Ucrania y la continuidad del bloqueo del imperialismo yanqui, el agravamiento de la crisis social económica en la isla se traduce en escasez de combustible y falta de alimentos. Una muestra de ello es que en Cuba se ha implementado un racionamiento casi absoluto de proteínas. Por ejemplo, sólo los menores de 13 años y las personas enfermas pueden acceder a la distribución de alimentos como el pollo.
Por Zuleika Matamoros
El 11J2021, un proceso que sigue abierto. Nuevas Protestas en Guantánamo
Este sábado 6 de mayo un nuevo episodio de protestas tuvo lugar en Guantánamo. La consigna principal de cientos de personas que se aglutinaron alrededor de la sede municipal del Partido Comunista de Caimanera fue ¡Queremos comida, no queremos más discursos!
Es un proceso genuino con reclamos justos que la derecha gusana y el imperialismo yanqui buscan aprovechar y acaparar. Pero también son parte e intervienen sectores de izquierda revolucionaria, antiimperialistas y críticos de la burocracia castrista y su restauración capitalista, que han surgido dentro de la isla y necesitan el apoyo internacional de los revolucionarios para disputarle el proceso al imperialismo.
Desde las protestas que tuvieron lugar el 11 de julio de 2021 hay un proceso abierto en la población cubana. Décadas de control de la información en la isla, donde todos los medios de comunicación están a manos del Estado y manejados por la burocracia gubernamental se quiebra con el avance tecnológico y el uso, aunque limitado, de las redes sociales. Es por ello que la primera medida represiva es cortar el acceso a internet, para de esta forma evitar que las protestas se difundan a nivel nacional y lleguen hasta el centro político del país en La Habana.
La protesta de La Caimanera demuestra que el gobierno cubano cada vez está más cuestionado, al punto que este año ha tenido que posponer uno de sus eventos propagandísticos más importantes: la marcha del 1º de Mayo, que le ha servido de vitrina para mostrar que la clase trabajadora cubana apoya las medidas antiobreras del régimen. Sus justificaciones para realizarla el viernes 5 de mayo ante los medios de comunicación fueron la «inestabilidad climatológica» y la «escasez de combustible». De fondo, lo que querían evitar era una protesta popular en tan emblemática fecha.
Desde el 11J2021 han habido protestas dispersas y desorganizadas. Este ejercicio movilizatorio, sin embargo, le ha permitido a muchos cubanos ir obteniendo confianza en sus propias fuerzas, ocasionando que se den protestas espontáneas, sin dirección política y que intentan ser cabalgadas por la ultraderecha cubana radicada en Estados Unidos.
En el año 2022 las protestas no se detuvieron y, por lo visto, este 2023 sigue avivándose la fuerza movilizadora de una población que no cuenta con organización ni de partidos ni de movimientos, precisamente porque el régimen de pensamiento único criminaliza la organización independiente, lo que termina facilitando la influencia del imperialismo y los gusanos sobre los sectores movilizados por reclamos justos.
Los detonantes inmediatos de las protestas han sido los apagones y la escasez de alimentos, junto a la continua pobreza impuesta por el bloqueo imperialista y las políticas de la burocracia gobernante. Sin embargo el hartazgo de un régimen totalitario lleva a la población a transversalizar estos elementos objetivos con la consigna de ¡Libertad!
No es socialismo, es la continuidad de la restauración capitalista
Desde la década de los 90, después de la caída del Muro de Berlín, Cuba tomó una política de «restauración capitalista» bajo el modelo de economía mixta. Así el capitalismo de Estado con capitales transnacionales en el sector turismo y en los principales rubros de la economía como el níquel, alimentos y bebidas, entre otros, ha sido justificado por la izquierda campista que sigue definiendo a Cuba como socialista, cuando ha quedado demostrado que lo que existe es una nomenclatura burocrática del Partido Comunista Cubano, pero con una política capitalista que da paso a una nueva burguesía, lo que no se logra sin hacer trizas el poder adquisitivo de la clase trabajadora, mermada desde hace décadas y con un endurecimiento de la represión ante las protestas que suceden en un país sin ninguna libertad democrática.
Y es que «el diablo está en los detalles», así como en Venezuela, cuyo gobierno actúa como hermano menor del cubano, mientras la clase trabajadora es duramente castigada y la precariedad y el hambre azotan a la mayoría de la población, la burguesía tradicional y la bolivariana muestran sus riquezas con grosera ostentación. Asimismo, en Cuba, mientras el desabastecimiento de alimentos y combustible y las graves fallas en los servicios públicos azota a la clase trabajadora y sectores populares, la nueva burguesía cubana, sobre todo ligada al sector gastronómico y turístico, tiene garantizados los suministros alimentarios que faltan en la mesa de la clase trabajadora.
Si una conclusión se puede sacar de la situación actual de Cuba y Venezuela, salvando la distancia y las diferencias, es precisamente que no es posible la conformación de una nueva casta de burgueses o el reforzamiento de la burguesía tradicional sin antes destruir el poder adquisitivo de los trabajadores y controlar de manera prohibitiva sus formas de organizarse.
En Cuba, el salario promedio mensual establecido como ingreso mínimo es equivalente a 19 dólares mensuales, ingreso pírrico sólo superado por Venezuela que recientemente ha sufrido la bonificación del salario, dejando el valor del salario mínimo en 5 dólares mensuales.
Ante este escenario de superexplotación capitalista, de eliminación del valor del trabajo, de prohibición de cualquier libertad democrática, se privatiza aceleradamente la economía cubana con participación del Estado. La burocracia neo burguesa de nuevos ricos le sirve la mesa a los capitales extranjeros, incluidos los de los cubanos radicados en Miami que forman parte de la burguesía cubana en el extranjero, ahora con capitales en la isla. Este es el engaño que encierra en sí mismo la supuesta apertura del «cuentapropismo» y de la conformación de las «pequeñas y medianas empresas», imposible de llevar adelante para cualquier cubano que reside en la isla con salario precario y condiciones de vida de miseria.
Neoestalinismos y falsos progresismos ocasionan retrocesos en la conciencia de clase
La población cubana, que lleva décadas de propaganda socialista en la forma más grotesca de propaganda política y la imposibilidad de encontrar espacios de militancia por la erradicación casi absoluta de la izquierda revolucionaria en la isla, llega a la conclusión que el socialismo es hambre, miseria, censura y corrupción.
El escenario es parecido al de Venezuela en este sentido, la erradicación de los sectores de izquierda, la criminalización de la disidencia revolucionaria, el aplastamiento de toda expresión de izquierda revolucionaria, le abre un espacio impresionantemente fértil a la ideología reaccionaria de derecha tradicional.
Es por ello que en las protestas genuinas que surgen suelen imponerse consignas que se imponen desde las direcciones anticomunistas radicadas en Miami. La debilidad de izquierda es aprovechada por la reacción ideológica de derecha, lo que a la vez le da la oportunidad a la burocracia de acusar cada protesta de ser una acción orquestada desde Estados Unidos.
En Cuba, oponerse al régimen por izquierda es un alto delito. Es por ello que a la izquierda revolucionaria que opera desde la clandestinidad le cuesta encontrar quienes puedan adherirse a una lucha por más socialismo y revolución. Es la misma conclusión que sacó la población del este Europeo y grandes sectores de la base social de países como Nicaragua o Venezuela.
La prohibición legal de organizarse de cualquier manera por fuera del PCC y sus organismos, y el control absoluto de los sindicatos por parte de funcionarios de la burocracia, deja a la clase trabajadora y a la población ante una ausencia de tejido para organizarse. De allí, la dificultad en traducir la participación espontánea en las protestas en organización y propuestas programáticas desde la perspectiva de las y los trabajadores. A pesar de todo esto, las detenciones de los participantes de las protestas es el arma del gobierno cubano para colocarle la guinda a la torta de la represión.
Apoyar a los sectores de izquierda en las protestas cubanas: una tarea de los revolucionarios
En Cuba hay un incipiente proceso de movilización abierto que supera el aparato propagandístico de la burocracia cubana. Lo que le queda es el camino de la represión, pero al parecer el miedo en sectores importantes de la población es superado por la desesperación que produce vivir sin seguridad alimentaria y bajo el sometimiento de un régimen que cada vez está más cuestionado.
Por ahora, el escenario de movilización, en condiciones en la que se encuentra la población, tiene grandes posibilidades de ser cabalgadas por los sectores más reaccionarios y anticomunistas presentes en la isla y apoyada desde los Estados Unidos. El castrismo y sus aliados le abren la puerta grande a estos sectores.
Pero un sector de izquierda revolucionaria viene creciendo en Cuba y debe contar con el apoyo desde afuera de organizaciones internacionalistas, para no regalarle la conducción del proceso a la derecha y el imperialismo. Eso intentamos hacer desde la Liga Internacional Socialista, apoyar los reclamos justos y procesos genuinos desde la izquierda, delimitados y en oposición a la derecha gusana y el imperialismo, con campañas que pongan sobre la mesa el rol que juega la burocracia cubana en el ascenso de sectores de ultraderecha y el retroceso de la conciencia de clases. Levantar un programa y consignas desde la perspectiva de los trabajadores.
Es tiempo de ganar la cabeza de los sectores de izquierda críticos a la burocracia neoestalinista cubana, es hora de ganar la cabeza de los jóvenes cubanos que sólo han conocido el hambre, la carestía y la represión, que no conocen ni siquiera las libertades democráticas. Es hora de entrelazar un tejido con esos sectores. Comencemos por difundir las denuncias, pero también nuestras propuestas. Quitar de la cabeza la idea de que cualquier cosa es mejor que lo que viven, pues el neoliberalismo no es solución para la clase trabajadora de ningún lugar del mundo y la política restauracionista que ya lleva décadas en la Cuba actual es de corte neoliberal, sus programas económicos no son distintos a un gobierno abiertamente capitalista.