Como ya se ha hecho una tradición, cada 1 de junio es la Cuenta Pública del gobierno ante el Congreso y este pasado jueves Gabriel Boric realizó la segunda de su mandato en un contexto de aguda crisis económica y luego de unas elecciones que dieran por triunfador a la ultraderecha en el nuevo proceso constitucional. En ese marco el gobierno ratificó el abandono de su programa y asumió la administración en pleno de los pilares del neoliberalismo: más aporte a la represión y nulo apoyo social.
Por Joaquín A., Movimiento Anticapitalista
¿Qué pretende Boric?
La segunda Cuenta Pública de Gabriel Boric se sitúa en un contexto que preocupa al conjunto de los representantes del régimen, ya que la ola expansiva de la rebelión del 2019 aún es materia de intranquilidad entre los partidos del bloque en el poder, puesto que en seis meses debería cerrar el nuevo proceso constitucional que surgió tras el fracaso de la Convención Constitucional, esto como una expresión de los ánimos de la burguesía de intentar cerrar el ciclo abierto tras la irrupción de octubre y así otorgar un panorama de normalización neoliberal. Dicha perspectiva chocó en las últimas elecciones que reflejó la profunda desafección que existe con el proceso y sus representantes, dando un golpe al gobierno y manifestando la polarización que atraviesa al país con el triunfo de la extrema derecha del Partido Republicano y una alta votación por el nulo.
Ese escenario no es el más favorable para aplicar la agenda que anunció Boric y los respectivos pactos del conjunto del arco político parlamentario, es así que el tono de amplia unidad primó en el discurso de más de tres horas y media que duró la Cuenta Pública. En palabras del presidente así lo anunciaba: “Ahora, si lo evaluamos desprovistos de pasiones contingentes, todos quienes estamos en esta sala estaremos de acuerdo con que el panorama de Chile es más ordenado que cuando tomamos el gobierno”, haciendo eco de la voluntad de su gobierno en el intento de retomar la gobernabilidad cuestionada.
Es en dicha sintonía que el gobierno del Frente Amplio y el Partido Comunista tiene el mandato de “ordenar” al país, por lo tanto, asumiendo el mandato del Acuerdo por Chile y a su vez aplicar el ajuste fiscal que otorgue sobrevida al modelo neoliberal para un nuevo ciclo de acumulación capitalista en medio de la crisis que impacta fuertemente. Para eso se preparan con represión.
Excusas para pactar y cerrar las puertas a las demandas sociales
Anclado en dicha realidad y con la misión estabilizadora, Boric anunció los tres pilares centrales en la Cuenta Pública: Derechos sociales garantizados, Seguridad y Desarrollo Económico sostenible. Entre los avances que manifestó desde el gobierno Boric destacó el proyecto de 40 horas, el copago cero en salud, el Royalty minero, entre otros, aunque la tónica fue el reconocimiento de no impulsar su programa condicionando las principales promesas con las cuales llegó al poder al avance de la Reforma Tributaria, en sus palabras: “Debo ser muy sincero y responsable: el Estado de Chile no tiene ahora los recursos suficientes para hacerse cargo de toda esta reparación, y por eso necesitamos de la reforma tributaria. De aprobarse esta, inmediatamente presentaremos un proyecto para cumplir con este compromiso. Invito a esta sala a ser parte de este noble y necesario gesto de reparación”, sentenció.
Es de esa manera que la deuda histórica de los profesores y la condonación de la deuda educativa del CAE fueron condicionadas (para no decir desechadas), la “excusa” fue es la carencia fiscal, otra voltereta es la recaudación en relación con las necesidades que el programa de Boric que había prometido, del 8% del PIB ahora habla del 2,5% para cumplir con la nueva agenda “prioritaria” en desmedro a las ofertas sociales más expectable que alguna vez anunció en su campaña. Durante el largo discurso ausentó el proyecto de aborto legal, solamente activo el relato “feminista” con la defensa del ministro de Educación por la ofensiva de la derecha contra la Educación Sexual, mientras que el gobierno autodenominado ecologista sorprendió por quitar todo tipo de relato asociado a un mínimo de defensa de los territorios, un contrapunto notorio a los avances del extractivismo en el país desde que asumió y coronó con la firma de l tratado neocolonial del TPP. De la misma manera quedó atrás cualquier rastro del fin del actual sistema de capitalización individual en materia de pensiones, contrapesado con anuncios oficialistas con la reforma que reimpulsa la lógica privada en pensiones.
En Seguridad Pública prometió mayor dotación para la represión, aunque condicionada al diálogo con la derecha para impulsar la Reforma Tributaria, así contendría en ella un desembolso del Estado de 1500 millones de dólares para mayor tecnología e infraestructura para carabineros y la PDI, apoyado en reforzar las fronteras, mientras que anunció la creación del Ministerio de Seguridad Pública.
En ausencia de zanahoria se prepara el garrote para afrontar la crisis económica que determina las condiciones precarias de las mayorías sociales que viven de su trabajo, a tal punto, luego de la Cuenta Pública, que el diputado del Frente Amplio, Gonzalo Winter, planteó que se abrió a «renunciar al impuesto a los superricos» para avanzar en la Reforma Tributaria con la derecha, un nuevo intento de unidad con los sectores más conservadores para postergar las demandas sociales y dar rienda suelta al aparato represivo.
Oposición de izquierda anticapitalista al gobierno y para frenar a la ultraderecha
La lógica de administración neoliberal del gobierno del Frente Amplio con el Partido Comunista se escuda en carencia fiscal y agitan el fantasma de la derecha, aunque la realidad es que están dispuesto a negociar con ellos en beneficio del 1% desechando cualquier atisbo de impuesto sobre los superricos, mientras que cierra las puertas a las demandas más sentidas por el conjunto de la sociedad y que Boric prometió en campaña. El relato “a medida de lo posible” de la Concertación es reimpulsado desde el progresismo neoliberal que a su vez abre el camino a lo peor de los nostálgicos del pinochetismo que se potencia en cada pacto y en cada voltereta programática de la mano del gobierno.
Es por eso que es fundamental impulsar una oposición de izquierda anticapitalista al gobierno, recuperando la iniciativa en las calles y organizando ampliamente una salida de la crisis económica para que la paguen los capitalistas. Este camino es el único que frenará a la ultraderecha que se potencia ante cada giro a derecha que comanda el FA junto al PC desde el gobierno. La tarea es proponer alternativa para la clase trabajadora y los pueblos frente al deterioro económico y la indignación social que crece cada día en la polarización.
Desde el gobierno ratificaron la agenda de reactualizar el neoliberalismo, la ultraderecha escribe la nueva constitución, el régimen pacta para más represión. Es momento de activar respuesta social y política anticapitalista. Súmate con nosotras y nosotros.